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Entradas etiquetadas como ‘registro’

La saturación a la hora de renovar el DNI en Madrid

Por Raúl de Juan

Una cola en una comisaría para renovar el DNI (Archivo).

Una cola en una comisaría para renovar el DNI (Archivo).

Si tratas solicitar cita previa para renovar u obtener el DNI o pasaporte en las comisarías de Madrid comprobarás que ya no te la dan por saturación y si te la dan es para más de mes y medio.

A los funcionarios les da igual la urgencia que tengas (un viaje al extranjero, inscribir un nacimiento en el Registro, matricularte en la Universidad, selectividad…), es tu problema. No te dan más solución que recorrer mendigando por las comisarías de la región, o hacer cola desde las 5 de la mañana para coger uno de los pocos números que dan sin cita en alguna.

He visto una comisaría llena de gente y funcionarios fumando en la puerta, e incluso trabajadores yéndose hasta que le tocase la siguiente cita, en lugar de atender a otra persona, y aguantado la soberbia y desprecio de la supervisora.

Me temo que la privatización es la única solución.

 

Registrar a un recién nacido en el hospital: todo un avance… o no

Por Nacho Caballero Botica

Hace dos años tardé aproximadamente una hora en ir al Registro Civil y registrar a nuestro hijo Óliver. Este año contábamos con el gran avance de poder hacerlo directamente en el hospital, con nuestra hija Alma. Todo un avance. O no.
Al llegar al mostrador del Hospital Clínico en Madrid, me torcieron el gesto diciendo que acababa de entrar un hombre para registrar a unos gemelos y que «iba para rato». Una media hora por cada niño

Sala de espera del Hospital Gregorio Marañón de Madrid (Jorge París).

Sala de espera del Hospital Gregorio Marañón de Madrid (Jorge París).

Lo primero que pensé fue que la Venus de Milo era la que debía teclear los datos del niño para enviarlos al Registro Civil de Madrid o quizá usaban señales de humo. No, pero casi. Una hora y cuarto esperando para entrar tras el padre de los gemelos. 


Al comentar al funcionario de turno mi frustración, me transmitió una resignación alejada de la preocupación o bochorno por el pésimo servicio. «Ya me gustaría a mi poder hacerlo más rápido». Miré la pantalla de su ordenador donde leí: Windows XP. Vamos encajando piezas. 

El caso es que conmigo estuvieron más de media hora, porque en el último paso, la aplicación se quedaba colgada y se perdían todos los datos. La opción que le sugerí de guardar un borrador de los datos antes de perderlos, se antojaba demasiado compleja para mi interlocutor. 

«Menos tiempo para los trámites, más para disfrutar de tu bebé». Eso reza la campaña de este servicio.

Cuando llegué a la habitación, mi chica me preguntó que si me había ido a por tabaco. Le dije que no, pero que con este avance de registrar al bebé en el hospital, nos habían vendido humo

Burocracia y contenedores de ropa ‘solidarios’

Por Vera J.

Vivir de la burocracia es una manera de ganarse la vida. No estaría mal, siempre y cuando el perjudicado no fuera el ciudadano de a pie. Inmersos en la sociedad de la información y  rodeados de avances tecnológicos, aun hay casos palpables de que la descoordinación administrativa está más viva que nunca, tal y como me ocurrió el otro día.

En la esquina de un transitado descampado de mi barrio apareció, cual seta otoñal, un contenedor de recogida de ropa y calzado usado. Tenía una gran pegatina que mostraba lo que parecía ser el nombre de una ONG, respaldada por el logotipo de la Comunidad de Madrid y la Consejería de Medio Ambiente. Quise corroborar que la tal seta solidaria era tan legal como aparentaba y que no había ningún avispado haciendo negocio con la buena voluntad de la gente.

Llamé al 012, el teléfono de información de la Comunidad de Madrid. Tras exponer mi duda, la telefonista me derivó de inmediato a la Consejería de Medio Ambiente, con horario de tal a tal, de tal a tal día y un teléfono a mi disposición. Ahí llamé y volví a contar de nuevo el caso del contenedor sospechoso. “Sí, esta es la consejería, pero este es un número genérico y, por lo que nos cuenta, lo mejor es que contacte con la Dirección General de Medio Ambiente, en la calle tal y con número de teléfono que paso a dictarle”.

Y allí que llamé, convencido de que ya me iban a dar respuesta. Pero, ay, la señora que me atendió era tan amable como desconocedora de lo que le estaba planteando. Una a una fue trasladando mis cuestiones al compañero que tenía al lado en la oficina. Hasta tal punto, que fue finalmente este el que se puso al teléfono y el que me liquidó con un “esto lo llevará Residuos”. Y sí… me dio el teléfono de la Subdirección de Residuos y Calidad Ambiental, porque “seguro que ahí le resuelven sus dudas”.

Como ya me sabía el prefijo y los primeros números de todos los departamentos de la Consejería no me costó mucho volver a marcar y explicar, por cuarta vez, el misterioso caso del contenedor solidario.

El contenedor está ubicado en un descampado muy transitado

El contenedor está ubicado en un descampado muy transitado

Con más rapidez que eficacia me despacharon para derivarme a otro departamento, el Área de Planificación y Gestión de Residuos. Nueva llamada. Al principio no cogían el teléfono. Por un momento sospeché que el funcionario de turno habría salido a desayunar. Pero no, a los cinco minutos ya respondían. Muy amablemente una señorita me explicó que la Comunidad no tiene nada que ver con esos contenedores de recogida de ropa (a pesar de que aparece el logotipo rojo con las siete estrellas y el nombre de la Consejería de Medio Ambiente). Las empresas que trabajan con este tipo de desechos (como la ropa usada) piden el permiso  a la Comunidad para la manipulación y el transporte del material, pero en ningún caso esta Administración da la autorización para la instalación de contenedores. La funcionaria entendía que el permiso para colocar un contenedor en plena calle lo debe dar el Ayuntamiento. Pero como no lo tenía cien por cien claro, me regaló una recomendación: “Llame usted a este número que le voy a dar que es el área de Disciplina Ambiental y pregunte a ver si es legal o no”.

Y llamé. Sexto número de teléfono que marcaba. Disciplinados desde luego eran. Disciplina militar diría yo. Con tono más bien autoritario me dijeron que no tenían ni idea, que ellos no se ponían a investigar si eso era legal o no y que, si quería, fuera “a un registro” (así, en genérico) y pusiera una reclamación. “Ah –me advirtió-,  y no se olvide de firmar su escrito porque sin la firma no le vale de nada”. El remate fue la última andanada que me soltó: “Si no, llame al 012 y pregunte a ver…” . Vuelta al origen.

El contenedor sigue ahí plantado. A la espera de que el Ayuntamiento compruebe si tiene la autorización para estar ahí o no.