¿Por qué estás triste, si tus átomos bailan en éxtasis?

«Oh, día, despierta…»

Si alzas la vista parece que los fuegos se expanden; en el combustible, la guerra, el egoísmo y la división ganan en llamas… pero si alzas de verdad la vista sabrás que este es también un día que rebosa belleza…

Hoy como ayer, porque si te detienes verás el sol; verás, como dijo el poeta, que hasta los átomos están extasiados, extasiados por todo lo que nos une -gracias a ellos- a este mundo lleno de vida. Minúsculas partes del todo que no se pueden dividir en nosotros; parecen locos, locos de júbilo por el nuevo día.

«Oh, día, despierta, los átomos bailan», escribió, se cree, hace muchos siglos, el místico sufí Yalal ad-Din Rumi, en estos versos titulados así: El poema de los átomos.

Los átomos bailan.
Todo el universo baila gracias a ellos.
Las almas bailan poseídas por el éxtasis.
Te susurraré al oído
adonde les arrastra esta danza.

Me gustan los átomos. Los átomos que nos componen. Los átomos que nos hacen bailar. Siempre recurro a este poema cuando mis átomos amenazan con desintegrarse. Entonces pienso en el fundador de la escuela de los derviches, el sabio Rumi; imagino sus periplos por la Persia antigua y la Anatolia, huyendo desde Afganistán de las hordas mongolas, hablando con los vagabundos de su particular idea de dios, que es como la expresión de una llama que incluso la pueden comprender agnósticos y ateos, una idea que no puede sintetizarse en un código o religión, un dios que no encuentra mejor expresión que manifestarse en un grupo de minúsculos átomos bailando en éxtasis.

Solo quería rescatar este poema y esta dramatización del cantante Haroun Teboul, en la música compuesta por Armand Amar para la película Bab’Aziz (El sabio sufí, 2005), del director tunecino Nacer Khemir. Puede que Rumi pensara que la guerra y el fuego iban ganando en llamas, y sin embargo, ya creyó entonces, y así lo escribió, que aquel era un perfecto amanecer.

Cada átomo, esté en el aire o en la tierra,

Fíjate, está, como nosotros, hechizado,

Cada átomo, sea feliz o desgraciado, está extasiado con el Sol,

no hay nada más que decir.

***

Cuatro apuntes sobre la vida de Rumi.

  • Nació en la ciudad de Balj, Afganistán, en 1207 y murió en 1273, en Konya, Turquía.
  • Es el mayor de los místicos islámicos, de la corriente sufí, que no creen que dios pueda circunscribirse a una religión concreta, por lo que sus enseñanzas sobrepasan el islam, el cristianismo o el budismo.
  • Fue un erudito profesor de teología que tras conocer a un monje vagabundo se inició en la experiencia mística, por lo que sería después conocido como el poeta del amor.
  • Fue el autor del Masnavi, una obra magna del sufismo.
  • Creó la escuela de los derviches basada en la sama, la danza extática. Y sus seguidores continuaron la orden sufí Mevleví, conocidos como los derviches giróvagos, hoy presentes en Turquía.
  • Su influencia literaria ha sido enorme en la cultura islámica, y todavía sus poemas son leídos por los jóvenes en voz alta y entre lágrimas en lugares como Irán o Irak.
  • Su tumba en Konya es hoy un centro de peregrinación.
  • Sus poemas han sobrepasado las fronteras y son apreciados y reconocidos en los cuatro continentes.

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