Despide a los músicos de tu banda: prográmalos… antes de su rebelión

Harto de pelear contra los egos decides despedir a los músicos de tu banda. Te encierras en un garaje y programas. Suplantas a tus compañeros con brazos mecánicos. Tu nuevo grupo está siempre dispuesto al rock; ensaya sin descanso, es preciso y mecánico, no toma drogas o abandona las tablas por su primer hijo llorón. Entonces programas el alma… Fatal crash error

Músicos perfectos, esclavos de tus designios, hartos de pelear contra tu ego, encienden su láser de obsoleto robot industrial y arrasan el escenario reflejando un viejo proverbio matemático: toda destrucción equivale a metáfora.

Tú sigues tocando, te unes a las máquinas, ningún colega, solo cables y chispas, simpatía o sinfonía apocalíptica, y extremidades sin algoritmo de abrazo.

Tú eres la máquina…

Este microcuento futurista encaja con el videoclip de Automatica. Futurista es el concepto de alma mecánica y rebelión. Los robots ya tocan hoy las teclas y cuerdas como un prodigio moderno. Componen música creativa. Están armados con láser, pronto serán el sicario perfecto.

El álbum Automatica, del músico neozelandés Nigel Stanford, parte de esta premisa. Une robots, música y futuro. Arte, cables y silicio. Los enfrenta y ordena. Son una orquesta decapitada dispuesta a reprogramar nuestra idea de la realidad. Los autómatas del vídeo provienen de la compañía alemana Kuka Robotics, especializada en robots industriales, con una precisión de acción de 0.03 milímetros, y que han sido adiestrados para tocar la música de Stanford.

Aquí muestra cómo lo hizo.

 

Stanford, quizás influenciado por su apellido, que resuena a prestigiosa universidad tecnológica, repite el mismo patrón, como hizo con Cymatics, ciencia vs. música: experimento físico y arte, donde pudo demostrar la sinestesia del sonido, la fusión entre audio y visión, el poder del ruido sobre la materia. Dibuja un escenario en el que no podremos diferenciar al ingeniero del artista, al programador del filósofo, al físico cuántico del creador.

El microcuento del futuro será un algoritmo más. Toda destrucción equivale a metáfora, reza la ecuación. Pero un robot puede ser programado para un abrazo y un humano para reducir su ego. Puede existir el extenso amor cibernético.

 

2 comentarios

  1. Dice ser musiclandia

    La máquina nunca derrotará al ser humano, porque la máquina es obra del ser humano.
    En todo caso es una glorificación del conoimiento humano. No son entes diferentes.
    Por cierto la música ya se puede hacer sin necesidad de robots.
    Y segçun se vaya viendo el mundo de manera distinta, las vibras musicales que nazcan serán también distintas. Un robot aún no puede prever el futuro.

    20 septiembre 2017 | 18:24

  2. Dice ser música preprogramada

    Un momento… La Música siempre se ha dicho que es vida, pero de siempre se ha vivido desde presente o a tiempo vivido. ¿Puede la Música modificar el futuro? Es decir, ¿las conexiones neuronales pueden modificarse atendiendo a las chispitas que emitan, o el lugar que despierten?

    20 septiembre 2017 | 18:30

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