En el rostro de la muñeca Bratz ni siquiera se adivina una expresión natural bajos los varios tonos de sombra y la abundancia de eye liner y rímel. Las cejas retocadas y los labios hinchados rematan la caricatura de sofisticación y sensualidad. Por suerte, parece que todavía está a tiempo de reconducir su vida, a pesar de que sus anteriores dueños la hayan abandonado despeinada y desnuda.
«Estas muñecas han sido rescatadas y renovadas de tiendas de tiendas benéficas y de segunda mano en Tasmania», declara en su microblog la misteriosa artesana que las transforma volviendo a pintar las caras, moldeando nuevos zapatos y vistiéndolas como lo que son tras la metamorfosis: figuras femeninas que han cambiado su glamour de pega por «un estilo realista».
La autora se esconde en el anonimato, no da su nombre y sólo revela que es artista, ilustradora y «comunicadora científica» y que reside en Hobart, la ciudad más poblada de Tasmania (Australia). En un escueto texto introductorio explica que ella y su hermana crecieron en la isla australiana, en un entorno natural, jugando con «muñecas de segunda mano y juguetes hechos en casa».
El nombre del proyecto —Tree Change Dolls— es difícilmente traducible. El término inglés tree change nació no hace mucho en Australia, para definir a los urbanitas que renuncian a la gran ciudad y buscan un cambio radical de vida en las zonas interiores, boscosas o campestres del país.
La autora tiene cada vez más admiradores de su trabajo que preguntan si es posible comprarlas y ya ha prometido en breve que comenzarán a estar disponibles en una página de venta online. Hay comentarios referidos a la frescura y la despreocupación que destilan las muñecas. Sin maquillaje se acercan a la infancia, se establece por fin una conexión entre el cuerpo infantil y las facciones aniñadas.
Luciendo botas y zapatos cómodos y prendas (manufacturadas por la madre de la artista) de ganchillo o telas sencillas, han renunciado a la superficialidad y se presentan ahora rodeadas de vegetación, columpiándose en un gran neumático viejo o sentadas sobre la rama de un árbol.
Helena Celdrán
Hay gente que lo tira todo y otros que se ganan la vida recogiendo lo que aquellos han despreciado mi aplauso a los últimos , los que dan nueva vida a las cosas con su arte y su paciencia. ¡¡¡plas, plas, plas!!!
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27 enero 2015 | 14:15