Ya no eras la ganzúa, Mr. Reed

Lou Reed, 1974 - Foto: Mick Rock

Lou Reed, 1974 – Foto: Mick Rock

Hola Lou,

El New York Times utiliza la correctísima expresión Mr. Reed para dar cuenta de tu muerte, del fallo hepático, del inútil hígado de reemplazo que tú pudiste pagar —al contrario que el pobre Bolaño, porque no es lo mismo vivir en España que en el gran zoco de Babilonia donde todo se compra si eres bienamado—, de la influencia, de la hostilidad verbal, de tu pedante mujer artista, de tus contradicciones…

Creo que estarías de acuerdo con el tratamiento: Mr. Reed. A tanta altura canónica había llegado la situación. Doctor togado in honoris, escritor, poeta, habitual en cada verbena del Bulevar de la Suciedad, como dirías tú mismo.

Tocaste en el jubileo de Juan Pablo II; escribiste un poema de taller literario para millonarios tras el 11-S (las aves están en llamas / el cielo brilla…); le robaste  para una portada un dibujo a Nazario porque tú lo vales y Nazario era un españolito que te admiraba y no iba a levantar la voz; tuviste la indecencia de volver a tocar con Maureen Tucker —la batería-máquina de la Velvet Underground— cuando ella se había destapado como afín al Tea Party («estoy furiosa por ver cómo nos llevan hacia el socialismo», dijo; «no veo razón para que todos tengamos de todo», precisó —¿ni siquiera un hígado cuando el original se funde?—); desde 1978, con Street Hassle, no editaste nada que hiciese honor a la leyenda; escribías críticas de discos de otros (por ejemplo, de Kanye West) utilizándote de espejo, presentándote como precursor, anda, no jodas, del hip-hop; montaste la de dios —es decir, llamaste al bufete y lo pusiste a ganarse el pan— porque un grupete francés de semiaficionados quería usar un sample de uno de tus temas para rendirte homenaje; dado que la inspiración musical andaba peor que la salud, cometiste el mismo pecado que Patti Smith: te hiciste pasar, para humillación de la fotografía,  por fotógrafo; nos intentaste vender, como cualquier celebridad pringosa, scooters de Honda… Y, finalmente, ¿a quién demonios le importaba que hicieras tai-chi, Mr. Reed?

Lou Reed, 1975 - Foto: Mick Rock

Lou Reed, 1975 – Foto: Mick Rock

Te perdono todo, la traición, el maquiavelismo, la petulancia, el pecado antinatura que cometiste, niñato engreído, contra Edgar Allan Poe, los dineros que pagué para verte haciendo el ridículo intentando parodiar a quien fuiste… Incluso te perdono, Mr. Reed, el pacto con los sinvergüenzas de Metallica.

Te ofrezco tabula rasa y olvido a cambio de seis años de tu vida, Mr. Reed, de 1967 a 1973. Podrías ser el mismísimo Adolf Hitler. Te perdonaría también.

Ese tiempo (tu ofrenda, mi epifanía) me segó como una navaja ayer cuando llegó la noticia de tu muerte y el rosario de adjetivos que le pusieron el inmediato prólogo de estos tiempos de chispazos que han de ser rápidos antes que justos:  «salvaje», «callejero», «provocador», «venenoso», «oscuro» y otras credenciales  que le cuadran mal a Mr. Reed pero eran analogías de precisión mecánica para Lou Reed, exvíctima de terapia electroconvulsiva por mandato paterno para curar la bisexualidad, estudiante de todo y nada (periodismo, bellas artes, escritura creativa, cinematografía), amigo y discípulo del poeta Delmore Schwartz —aunque no tan amigo como para acercarse a la morge de Nueva York, donde el cadáver del escritor, muerto en soledad a los 52, estuvo dos días esperando identificación—, autor en 1964 de un single suicida —The Ostrich— y, sobre todo, director musical del frente sonoro más psicópata de la historia, The Velvet Underground, el grupo que asustó a los hippies de San Francisco («mal rollo, dude«) cuando agriaron a latigazos la sacarina del verano del amor.

Lou Reed, 1975 - Foto: Mick Rock

Lou Reed, 1975 – Foto: Mick Rock

Durante esos seis años nos hiciste cómplices del homicidio en defensa propia al que se reduce el rock and roll —de eso se trataba, ¿no?, de matar al padre—, nos llevaste de la mano para utilizar todos los combustibles (la nariz, y la lengua, y el ojo, y la piel, y el oído, y el entendimiento, y la mente) y todas las armas (cuchillos, tenazas, martillos,  punzones, barrenas, garlopas, serruchos, hachas, limas, destornilladores, escoplos, formones, gubias, berbiquís y mazos; sobre todo, mazos) para abrigarnos en la noche oscura y mantener la senda con nuestros ojos de fuego.

Nos amabas con truenos, nos ahogabas con feedback, eras dueño de la blanquísima pereza de un ángel yonqui que arrastraba los pies antes de besarnos con una lengua que ni siquiera era bífida, como esperábamos, sino rota, quemada como la chimenea de una refinería. Las canciones que nos regalaste en los seis años en que fuiste la ganzúa y el sapo, la mandíbula enérgica y el joyero pérfido, eran oraciones torcidas que sembraban fiebre en nuestras carnes.

Lou Reed ejerció el ciclo mítico del rock: vivió deprisa, fue perverso, montó jaleo y murió en 1973, a los 31 años. Agraciado por los dioses de la decencia, Mr. Reed, viviste convertido en una cosita insípida 40 años más. Lo dice el New York Times.

Ánxel Grove

14 comentarios

  1. Dice ser lamentable

    lamentable artículo

    prefieres, pelota como siempre, al que vende yogures para el colesterol en base a su nombre y aun amago, y seguramente a la que te pidió un duro para pagar a hacienda.

    lo dicho, lamentable.

    28 octubre 2013 | 08:45

  2. Dice ser Tiburcio

    No se quien era el jipi drogadito este.

    La pena ha sido lo de Manolo Escobar.

    28 octubre 2013 | 09:00

  3. Dice ser Saul García

    Puede que Lou Reed fuera un rancio y un cínico. Puede que fuera desagradable a voluntad. Pedante incluso. Y que yo tampoco apruebe demasiado a los Metallica, a pesar del inmenso producto que quisieron traernos con ‘Lulu’.

    Lo que no era, es incoherente.
    Con sus excentricidades y su mala baba, sus escapadas de los conciertos
    culpando a la iluminación…. Tan sólo un músico. O un escritor.
    Y dentro, un hombre. Aterrado por el pasado y el futuro.
    Y cabreado, en consecuencia. Logró que el humano saliera finalmente a flote,
    por encima de la ola de brillantina y speed, glamour de badulaque y tanta pose finjida de cara a los medios, a lo David Bowie (ayy, David Bowie….) Logró, aparentemente, hallar la paz. Aceptarse a sí mismo. Como persona y como artista. Como escritor…..

    Recalco lo de la escritura, porque mi padre fue periodista, y es escritor, historiador
    y cronista, y yo mismo tengo bastante papel usado a mis espaldas…
    Y veo que ‘Mr. Reed’ tiene la calidad técnica y expresiva escribiendo el término ‘disappointment’, que tú no vas a tener en tu vida, triste y mediocre pretensión de columnista.

    En definitiva:
    Lou Reed logró enfrentarse a sus fantasmas -y los de otros- y terminó aceptándose como lo que era, en sí y para sí. Podrás hacer tú lo mismo, payaso?

    28 octubre 2013 | 10:05

  4. Dice ser Saul García

    AAAAdioooosss!!!!
    Que me acabo de dar cuenta que no ‘ERES’!! :
    ‘SOIS’! ‘SOIS’!!!!!!
    Dos cerebros para parir este artículo pagadísimo de sí mismo??????

    ….Me reafirmo en mi insulto

    28 octubre 2013 | 10:10

  5. Dice ser lamentable

    dicer que te gusta rebuscar y debe ser verdad, pero solo rebuscas la mierda.

    podías haberte quedado en sus problemas llanamente, que en tros tacharás de enfermedades, y haber tratado sus letra heróicas, vindicativas, en sus denuncias…

    pero no, tú a lo tuyo, prefieres el carro que te robaron, los deshaucios y los papas.

    que mala es la envidia.

    y como dice saul lou tiene, tuvo, una coherencia de la que tú desconoces hasta el significado.

    28 octubre 2013 | 10:20

  6. Dice ser gallo claudio

    Columnista eres de la sgae.
    Vaya mierda de artículo.

    28 octubre 2013 | 10:29

  7. Dice ser gorocas@gmail.com

    No neguemos a Lou Reed su grandeza, que la tiene, ni le llevemos a la sacralización, que no se trata de eso. Dejó su legado, a pesar de todos los cambios que ha dado toda la sociedad. Lo que le hizo importante lo hizo en un tiempo que no debemos juzgar desde esta perspectiva. Cometió los típicos errores de ensalzar las drogas como si fueran una nueva religión y arrastró a mas de una cabeza mal amueblada por el lado oscuro. Esa es realmente su parte de responsabilidad, el mensaje era bonito, magnético… pero malo. Muchos viejos rockeros deberían de pedir perdón a la sociedad por sus mensajes.

    Pero tener influencia en todo el mundo con solo una idea o unas canciones no es nada sencillo, algo tienes que hacer bien para que tanta gente te siga y le guste lo que haces. Por eso mis respetos hacia Lou Reed. Me duele su muerte porque sus canciones forman parte de mi vida y le sentía cercano. Todavía le seguía pero ya sin hacerle caso. Una cosa es mi vida y otra muy distinta Lou Reed. ¡¡Descanse en paz!!

    28 octubre 2013 | 11:25

  8. Dice ser Pedo

    No mereces ni escribir sobre el…….tu no eres ni serás nadie. Fantoche !!!

    28 octubre 2013 | 11:32

  9. Dice ser Sergio

    Repugnante artículo.

    De nada.

    28 octubre 2013 | 11:38

  10. Dice ser swin

    se nos mueren los idolos de barro

    me alegro de ver que aun quedan personas capces de decir lo que muchos otros sentimos pero no nos atrevemos a decir por inercia, presion social, miedo al que diran o ser tachados de incultos o insensibles

    solo los niños, borrachos, almas puras y valientes se atreven a denunciar a los emperadores desnudos mientras el resto de sus sequitos de lameculos les siguen adolando

    28 octubre 2013 | 11:55

  11. Dice ser Baby77

    Articulo escrito con mala educación, mala información y resentimiento. No vale la pena dedicarle ni más comentarios. Patético.

    28 octubre 2013 | 13:07

  12. Dice ser Johnny

    Pues a mi Sweet Jane con Metallica me encanta

    28 octubre 2013 | 18:02

  13. Dice ser Eliseo Gaxiola Aldama

    Me parece acertado el texto: Los poetas (y Lou es uno de mis preferidos) son de carne y hueso. Simples mortales. A la mierda la idolatría

    29 octubre 2013 | 02:05

  14. Dice ser Byrdy

    Vaya…independientemente de que nos pueda gustar LOU REED o no, (y a mí me gusta mucho), ¿Era necesario hacer un artículo así, justo el día que muere? Yo creo que no, pero eso sigue la corriente de poco respeto general a todo aquel que demuestra su valia…vamos a buscar que errores cometió y como en este caso, vamos a inventarlos. Una pena, siempre igual, el poco respeto a los artistas y los músicos en general. La obra de Lou es grande porque no eran solo sus discos, eran sus directos y, en definitiva, el mismo. Descanse en paz este gran músico que tan buenos ratos nos hizo disfrutar.

    29 octubre 2013 | 11:13

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