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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

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Estados Unidos celebra el National Running Day

Sí. El calendario está lleno de efemérides variadas. Los días internacionales de algo han llenado y dado tres vueltas a los trescientos sesenta y cinco días. Así que no faltaba más que alguien lo propusiese.

Hoy cinco de Junio se celebra en Estados Unidos el día del corredor. En versión original sin subtítulos (aberrantes), National Running Day. De situación variable en el calendario, dado que se celebra el primer miércoles de Junio. Suponemos que se trata de un día fantástico para correr con los primeros calores.

Se trata de lo siguiente (del original)

specific purpose of the day is to get people inspired to go running in many different ways such as becoming committing to a new training plan or just by heading out on to run with a group of friends who share the same passion

Las claves están establecidas en inspirar a la gente a salir a correr, y que esa pasión sea compartida.

¿A santo de qué es hoy?

No parece encontrarse una razón conmemorativa detrás. Un nacimiento o luctuoso momento. Lo que sí es cierto es que las grandes organizaciones han respaldado este día nacional. Los grandes maratones norteamericanos, Boston, Chicago, Houston, Nueva York o Marine Corps muestran su soporte y esperarán, a posteriori, una repercusión en sus filas. Las organizaciones institucionales y comerciales como RunningUSA o Competitor, obviamente, también lo respaldan.

Una simple acción corporativa o un movimiento inteligente del sector, arrimando el hombro todos a una, las instituciones punteras del running norteamericano han establecido un día en el que, desde 2009, explotan las conexiones entre corredores e internet. De cualquier modo, el éxito no está discutido: la página de Facebook ya contiene más de cuarenta mil seguidores. En la web están presentes las principales etiquetas de los principales actores.

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¿Qué es «ser un paquete»?

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En el deporte es frecuente que las denominaciones abarquen categorías estandarizadas. El lenguaje cotidiano las moldea, las selecciona y muchas veces amplía. Ser un globero, paquete, jaimito, son muchas de las injerencias del cachondeo de los practicantes en el deporte popular. Con más o menos saña, o siendo más o menos cariñosos.

En este caso, ¿cuántas veces has oído eso de este tío es un paquete?

La RAE se ha quedado anclada en otras acepciones (siempre ha llevado unos ritmos muy particulares). No incorpora la valía o destrezas deportivas en su definición de paquete. Pero está más que asentado en el deporte cotidiano.

Si no tienes mucha resistencia, si en las salidas de tu grupo a correr te quedas irremediablemente, o si luces con poco esmero alguna prenda del vestuario, probablemente te hayas ganado el apelativo simpático de paquete.

Pero, en realidad…

Un bulto trasero, un desarreglado impenitente, no. Ninguna persona que se lanza a correr merece tener colgado el sambenito por muy mal que lo haga. La moda es una convención y los usos desaliñados del entrenamiento son hechos fácilmente corregibles. La superioridad entre clases de deportistas es una situación temporal, recordádselo al subelite o al crack que hace chistes sobre vuestra barriguita o sobre lo torpes que sois ajustando la correa del pulsómetro. Quién sabe en qué situación os veréis en unos años.

Más aún. ¿Podría ser una actitud ante el deporte recreativo?

¿Por qué no? Tomarse el deporte de manera desenfadada es un modo de afrontar las cosas. Es un hobby. Como citan los amigos de un foro de atletismo popular, abanderados de «ser un paquete», es una cuestión de perspectivas.

Que no estamos dotados para correr deprisa, trotamos sin apuros. Que no contamos con un físico longilíneo ni levantamos los talones hasta los glúteos al correr, no nos preocupemos por el físico. Que, para qué engañarnos, estamos aquí para vivir la vida, no nos privemos de una cerveza y unas raciones después de nuestro entrenamiento.

Y es que me ha llegado, al fin, la edición recopiladora de las bromas de ese grupo amigos y uno encuentra joyas como esta: los paquetes somos unos campeones porque, al menos, lo intentamos.

Participar en una carrera sin dorsal

En algunos casos… tiene su riesgo. Correr sin inscribirse puede ser tópico de pelea, de debate sobre si están ocupando servicios de los demás corredores, si la calle es de todos, o si actúan contra organizadores sin escrúpulos.

De todo eso y más. Daría para que @RUNERENFURECIDO sacase una serie completa en Discovery Channel. Pero Miguel Paz me ha mandado un mensaje donde se le da la vuelta a todo esto.

Ved la simpática manera de denunciar el tema que tienen en esta prueba de Argentina. El facebook de Club de Corredores ha colgado una singular galería.

¿Han linchado a los corredores tramposos? No. Mejor.

¿Qué te parece la broma?

Fotos: Club de Corredores, Facebook.

Conoce las zapatillas con las que corríamos antes

Uno de los comentarios del último post me ha hecho reflexionar. Xosé introducía un punto de amargura porque según él mi post de ayer martes tomaba partido sobre un debate muy discutido sobre el calzado para correr. Y este es «¿mayor libertad para el pie o mayor estabilidad?«.

¿Cuál es mi posición sobre qué llevar en los pies? Sobre esto tiendo a no ser fan de nada. He probado zapatillas que se remontan a este modelo de Joma de la década de los 80. Pero claro, era un joven duro y ligero.

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Hoy día, treinta años después y más de ochenta maratones y ultramaratones corridos, sigo sin tenerlas todas conmigo. Prefiero conservar mis articulaciones pero soy consciente que una cosa: mi zancada es lenta y mi peso moderado. ¿Sirven estos parámetros para todos? Rotundamente no. Me gusta la zapatilla cómoda pero hay cuerpos y cuerpos. Que cada uno se lance a por el calzado que mejor le vaya, pero basando todo en su experiencia personal. No en modas o artículos técnicos.

¿Qué es esto que tanto revuelo levanta? ¿No son iguales todas las zapatillas para correr?

No. Ni de coña.

Volvamos a la frase que Xosé remarcaba. «La tecnología del calzado deportivo al que estaban acostumbrados los cracks de los años 70 eran poco más que las zapatillas de loneta», era para el lector como si tomase partido por la protección y en contra de la no tan nueva tendencia de ir con el pie lo más libre posible. Me refería a qué zapatillas protegían los pies de los jugadores de baloncesto, corredores y tenistas, básicamente los que hacían un uso sostenido de la movilidad sobre los pies, pero sin acudir a botas que protegiesen el pie del golpeo a un balón.

Su construcción seguía básicamente las recomendaciones de los grandes de la época. Los Shorter, Soh, Lasse Viren o Dereck Clayton. Tipos de sesenta kilos y una mecánica de carrera (el modo en que uno pisa, amortigua y se eleva en el acto de correr) ágil y bella.

Este asunto no es nuevo. La discusión se remonta a los años ochenta, en que el especialista en entrenamiento Arthur Lydiard critiaba que los fabricantes empezaban a añadir material en el talón y más rigidez en las zapatillas de correr. «Un pie libre y flexible y una zapatilla con la forma de tu pie», clamaba Lydiard, que luego también sería conocido por introducir métodos de entrenamiento casi inhumanos y con los que algunos corredores populares han tirado a la basura su organismo. El neozelandés propugnaba que el trote suave era un método para mantenerse sano pero los corredores se lanzaron como posesos a su «otro método», el que aplicaba con los corredores de élite.

Pero ese es otro tema.

Así que me he entretenido recopilando fotos de las zapatillas de correr que circulaban por el planeta de 1971 a 1973.

Echadles un ojo vosotros mismos. ¿Qué os parecen?

Quieres empezar ya con el trail. Tu montaña sigue nevada

 

El mes de los maratones se nos ha escurrido por los dedos. Habitualmente el final de abril significa que hay que dar paso a las montañas. Se habla de esa jerga llamada ‘trail running‘ y te apetece iniciarte por los cerros.

Pero este año la montaña asusta de invernal que está.

¿Qué se puede hacer? Te llaman esas cumbres y esos famosos senderos entre pinos pero los sistemas montañosos españoles, a 2 de Mayo, lucen tal que esta foto tomada por Venta Marcelino (Puerto de Cotos y alrededores). O el Vall de Núria.

Aquí vienen unos consejos para que vayas disfrutando sin tener que acudir a que te deslomen en grupos de entrenamiento como los de Mayayo Oxígeno o de la tienda TrailXtrem.

Equipamiento básico.

Básico es contar ya con tu par de zapatillas específicas para la montaña. Puedes usarlas para correr por terrenos variados así que no deberás comprarlas sólo para el monte. Hay miríadas de guías de cómo y dónde buscarlas. Googléalo.

Llega el tiempo bueno y, para iniciarse en ello, apenas hace falta algo más que tu vestimenta normal de correr. Los calcetines te aguantarán las primeras salidas.

Una inversión básica es una riñonera donde puedas colocar un bidón con líquido. Esos 500cl te harán más llevadero este salto inicial a lo extremo. Además cuentan con un bolsillito donde puedes meter las llaves del coche o de casa, algo sólido para comer y algún ‘extra’.

Para la frente (contendrá el sudor que cae hacia tus ojos), un ‘buff’, término con el que la marca Buff ha instalado el genérico para estos pañuelos o badanas. Si te estorba puedes pasarlo a la muñeca, puede abrigarte como una gorra contra el sol o contra el viento, vamos, el invento del decenio.

Y ya. Al monte.

Fortalece esas piernas para las primeras sesiones.

¿En serio no conoces una cuesta en tu localidad o en tu parque? Muchas veces habrás rechazado esa barbaridad de rampa por motivos múltiples. Ahora es el momento. Trota hasta su comienzo y estira un rato. Estás preparado para una buena sesión de cuestas cortas y tensas. Hazlas a ritmo suave. Tienes que acostumbrar la musculatura, no desgarrarte hasta el esfinter anal.

Escaleras. Las de casa, las de un centro comercial, del estadio al que vas a pegar gritos o las de tu oficina. Sí. Lo mismo trabajas en la planta 14. Haz escaleras. Hazlas lentas, de uno en uno y de dos en dos. Siente dónde tira y dónde tu cuerpo va usando músculos para equilibrar las fuerzas y el peso del cuerpo. Se llama propiocepción. Ayudará a que tu tren inferior esté mejor preparado.

Empieza a correr por la base de la pirámide.

Tanto la base de la montaña como la base de la dificultad.

Que sean algo como unas «escapadas guerrilleras de entidad e intensidad moderada». Ten en cuenta que es tu primer acercamiento a este mundo del correr por lo salvaje y lo escarpado.

No se puede subir a la cota 2000 (ya ves cómo está de nieve) pero puedes tomar como referencia para iniciarte un cerro cercano. Las primeras estribaciones son ideales para subir dos o tres veces por un escarpado pedregal. Nada exagerado, que dure lo mismo que mil metros a tope en llano (de cuatro a seis minutos valdrá).

Te propongo que hagas unas subidas que te fuercen a trabajar «como en montaña» pero de las que puedas bajar rápido y trotar entre una y la otra. Los técnicos llaman a esto «transferir el trabajo de las cuestas». Se basa en que, después de una sesión de fuerza muscular, donde el músculo se atrofia, se acorta (modo concéntrico), se debe pasar al modo excéntrico (modo de trabajo muscular de la carrera a pie), en el que el músculo se elonga al contraerse. Bueno, un poco de teoría que nunca viene mal.

Un ejemplo, correr diez minutos por el llano, una ascensión, media vuelta senda abajo, trote vivo por el llano y repetir el ciclo.

Seguro que terminarás calentito y se te habrá pasado el ansia de ver las cumbres nevadas.

Y, si estás aún ansioso por el trail running más duro, siempre está internet y sus vídeos y fotos.

 

Yo estoy a favor. Sí a las Carreras de la Mujer

Pues a mí tampoco me parece bien……no es que me parezca mal, pero eso de hacer una carrera para que exclusivamente la corran mujeres sí que me parece discriminatorio, al fin y al cabo si en el resto de carreras no corren más mujeres, pues será porque no quieren.

Se lió. Y es que el otro día se daban las últimas cifras antes del cierre de inscripciones. Se superarían las veinte mil inscritas en la Carrera de la Mujer de Madrid.

¿Por qué una carrera sólo para mujeres?

Seguro que la gente entiende o sabe que se celebra una Liga Femenina de Voley y que la altura de la red es menor, que el Comité Olímpico separa por sexos la celebración de todas las pruebas del calendario de los Juegos o que en sus adorados mundiales de atletismo hay un 400m masculino y un 400m femenino. Pero ¿por qué esta diferencia?  ¿Es promover que las mujeres se animen a correr o se está discriminando más?

Creo fervientemente que se consigue a través de lo primero. Discriminando a favor hasta que se consiga la igualdad de participación.

Hemos olvidado por completo que la discriminación positiva se aplica constantemente en la sociedad. Es facilitar las cosas a personas con dificultades para acceder a una tarea concreta. En este caso se trata (se trató en las primeras carreras en los años ochenta, en aquellas ‘carreras Avon’), a través de una operación mitad marketing mitad deporte, que haya un acceso total de la mujer a las carreras populares.

Carecemos de memoria histórica. La discriminación positiva nos permitió estudiar, coto antaño vedado a los hijos de los pudientes, pero en nuestro caso con una subvención estatal que costeaba parte del – por ejemplo – acceso a la universidad. O que las jugadoras de voley tengan la red más baja. Cada beca, cupo en oposiciones públicas, plaza de parcamiento para discapacitados, cartel en braille en un museo o rampa de acceso que se construye facilita la vida. En una palabra, se discrimina en su favor.

Cada subvención de un producto alimentario producido frente al voraz mercado global, cada electrodoméstico con una carga arancelaria, cada elemento industrial protegido por unos cánones hace que las economías menos favorecidas puedan competir con los grandes actores. Y nadie dice que nos fastidiemos, nos espabilemos con la silla de ruedas o aguantemos si no leemos los paneles del Museo del Prado (te las arreglas y llevas un amigo vidente que te los vaya explicando). O que paguemos los 27.000 euros de un transplante renal. Bueno, ya lo han empezado a decir.

¿No es puro marketing, con Adidas o Nike están frotándose las manos con los «entrenamientos para mujeres»?

Obvio decir que las marcas han desembarcado en un nuevo segmento. También es cierto que  participar en una carrera popular no es un servicio público. Correr está de moda y las compañías están buscando cada resquicio para mantener sus ventas. Nadie dice que el objetivo del capitalismo sea la consecución de la igualdad. Pero subyace en cada conversación lo de «y, para hombres, ¿qué?». Y eso no es discusión sobre política macroeconómica; eso suena a segregación de género.

Aun así, programas como Avon Race for Life ha llevado a seis millones de mujeres en el Reino Unido a participar en eventos deportivos. Se han recaudado casi 500 millones de Libras y se han financiado 4.000 investigadores contra el cáncer de mama. Sólo en España se diagnostican, al menos, 22.000 nuevas pacientes de cáncer cada año. En los eventos de nuestro país ya se ha contribuído con 50.000 euros a la Asociación Española contra el Cáncer a través de las Carreras de la Mujer. El motivo es doblemente solidario y tiene una consecuencia inmediata: que la gente corra.

¿Esa discriminación positiva no existe ya en las carreras populares sin necesidad de segregar?

Todavía estamos en pañales. Los datos de participación de la mujer en carreras son, en crudo y sin anestesia, pobres. Sólo en algunas pruebas de corta distancia existe algo parecido a una paridad: 11.000 mujeres corriendo junto a  22.000 hombres en la San Silvestre Vallecana. Pero no es por que las mujeres rechacen participar por principio. Hay algo más, según mi experiencia.

En los eventos estándar sí existe una discriminación que afecta a cómo se enfrentan muchas chicas al deporte-ocio: el cronómetro. La esencia de la carrera: no olvidemos que se empezaron a organizar bajo parámetros de clubs de atletismo y federaciones atléticas. Hoy día se abre el tráfico después de 1h30 en los sencillos 10 kilómetros de la Carrera de las Aficiones. Hace veinte años eran sesenta minutos y el ostracismo. Los corredores recreativos tardan bastante más de las 2h15 que muchas veces se ofrecen en media maratón. O que las 5h30 de los maratones.

Es curioso que en su día, cuando empezaron a ampliarse los límites de tiempo,  nadie se quejara de «estar favoreciendo a los gordos, los viejos o los lentos». Las voces sobre restringir los tiempos de corte son pocas. Aunque todavía existen y desde dentro del mundo runner.

En una Carrera de la Mujer hay un horario tan abierto que todas las mujeres entran en ese rango de poder participar.

Y ¿hasta cuándo se debe mantener esto?

El objeto es animar a que la gente corra y, cuando se haya conseguido, dejarían de tener sentido. Es más, creo que una vez que se llegue al 50%-50% de participación entre sexos como ocurre en otros países, es estúpido mantenerlas. En ese momento quedarían como meras carreras comerciales sin objetivo.

¿Para qué mantener campañas para que la mujer pueda tener estudios cuando existe una paridad total en las universidades e institutos? Pero primero hay que dar unos pasos que a nosotros nos parecen lejanos. Muchos hemos crecido en un marco teórico de igualdad pero la sociedad española da frecuentes muestras de desigualdad de sexos.

¿Nos podemos quejar, a pesar de todo?

En este sentido, como comentaba mi amigo Miguel Del Pozo, el atletismo está años-luz por delante en igualdad. En fútbol hay un machismo enorme, y es difícil que hombres y mujeres puedan compartir terreno de juego en igualdad de condiciones.

Al acercarse a una carrera la masa suele ser amistosa. Nadie le dirá «¿Qué haces tú aquí? Vete a fregar«, ni cosas así. Una chica va a su primera carrera, aunque sea sin mucho entrenamiento, corre rodeada de chicos y posiblemente se le quiten los complejos que pueda tener. Salvo que detrás no le rodee más que una ambulancia impaciente y prefiera volver a trotar a la cinta de su gimnasio.

El error es considerar la Carrera de la Mujer como segregación, cuando es precisamente empujar a la calle a hacer algo a un sector que no lo hace por propias percepciones de un medio todavía en fase de maduración. Ahora comienzan a abundar carreras de ocho o diez kilómetros con muchísima gente de su nivel. En algunas ciudades. No en entornos rurales o pequeñas comunidades.

Poco a poco.

¿Mejor entonces 100 mujeres en una carrera de 100, que 100 en una de de 1500?

Sí. Prefiero 95 mujeres contentas en una carrera de cien clasificadas. Aunque si lo diseñas bien, sorprenderá que esas convocadas superarán las «cuatro chifladas» y arrastrarás a la segunda carrera en volúmen de todo Madrid, solamente después de la San Silvestre Vallecana.

De todas maneras, si convocas «por la integración» sobre mil quinientas plazas y aparecen cien convocados frente a mil cuatrocientos, tu experimento ha resultado una grandísima mierda.

¿Qué piensas tú de todo esto?

¿Se ha deteriorado tanto nuestro organismo con una vida sedentaria?

Estaba partiendo unas lascas de queso del fondo de la nevera para añadir a unos lazos de pasta con sal y aceite de oliva y tomillo, mientras charlaba con un amigo de confesados 120kg (que son más). Y me he acordado de mi abuelo Doroteo.

El cabrero, mi abuelo materno. Mi abuelo paterno cortaba granito en una cantera de la sierra de Avila.

Hemos terminado hablando de cómo serían las calamidades físicas que soportaba a diario cualquier campesino de hace apenas sesenta años. Y cual sería el límite al que el organismo de mi difunto abuelo se acercaría con aquella vida de pastoreo y trozos de pan y queso para todo el día.

Más. Cuanto se está acomodando nuestro cuerpo con los hábitos de su hija y nieto (servidor), para que el retorno a caminar y trotar sea artificial. Y si además es durante siete o veinte horas por el campo le parece un extremo a todas luces no muy sano.

Que, posiblemente, no lo sea.

Y la pregunta que surgía es:

¿Cuánto se ha deteriorado la información genética acumulada durante casi dos millones de años de vida corredora en apenas cien años de industrialización y vida sedentaria? ¿Tan mal estamos que el cuerpo se nos ha acostumbrado en un chispazo paleontológico a no hacer nada?

Todo debate nos manda al famoso artículo de Daniel Liebermann en la revista Nature, en el monográfico llamado «Born to Run». En él se describe que la eficiencia energética del homo erectus frente a mamíferos más rápidos o más fuertes se puede observar en una diferencia fundamental: cómo es capaz de maximizar el equilibrio erguido, enfriar el cuerpo durante el ejercicio y combinar la respiración con la sudoración desde una posición vertical desde la que, encima, se veía más lejos que a cuatro manos. Esto y el trabajo en grupo.

Pero esos primates relativamente débiles, de carrera lenta y sin más defensa que la evolución del cerebro, que habían llegado al tope físico, continuaron evolucionando y, asociados, redujeron los esfuerzos. La domesticación animal, la rueda y sobre todo el motor de explosión, inventado en 1876, supusieron la cuesta abajo hacia la sedentarización absoluta.

Hasta el punto que la medicina recomienda retomar algunos hábitos primitivos. En particular, desplarse caminando o correr como terapia. Pero ¿es que hemos perdido en 220 años de industrialización masiva nuestra capacidad guardada durante dos millones de años?

Cuando empezamos a correr el cuerpo reacciona de modo casi inmediato. Si no estamos muy anquilosados en seguida progresamos, acumulamos unos dolores que se sobrellevan, entrenamos un poquito más y en un año, quizá, estamos cercanos al rango de los desplazamientos de las tribus cazadoras. Podemos hacer de manera ocasional hasta 10 o 20 kilómetros.

No nos convertimos en bosquimanos del Kalahari, tarahumara o navajos de repente, cuyos hábitos de caza por agotamiento son conocidos y extremos. Pero sorprendentemente nuestros cuerpos responden. Y llenamos las calles con carreras populares y los caminos en carreras trial y nos calzamos la mochila y salimos a presenciar la belleza de una caminata por la montaña.

¿Crees que estamos totalmente perdidos o que no nos hemos alejado demasiado de esa herencia corredora primitiva?

Para terminar, un regalo a la vista. Del canal de documentales de la BBC (BBC Earth), una de cazadores a pie.

Madrid calienta para su Carrera de la Mujer

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La ciudad se ha lanzado a ello y se zambulle en la próxima Carrera de la Mujer 2013. Y el Lunes anunciaremos una agradable sorpresa que me dieron ya hace unas cuantas semanas.

En 2007 ya eran 12.000 participantes las que se habían inscrito en la Carrera de la Mujer de Madrid. El calendario se ha asentado y en varias ciudades se superan las cifras año tras año.

De nuevo en 2013 miles de chicas pegándose contra los horarios y las aglomeraciones de un domingo por la mañana. Me comentaba ya en 2007 mi santa insurgente que claro, que si no tuvieramos tantas obligaciones y nos echáramos responsabilidades encima, las mujeres saldrían más a correr. Es difícil pero las revistas SportLife/Runners World lo han conseguido.

Así este año el circuito está ya movilizando millares de mujeres de todas las edades. Las carreras se han asentado y en cada ciudad ya está la gente esperando esa cita habitual.

Valencia acogió en Abril a 10.000 participantesMadrid quiere pasar de las 25.000 mientras que las demás esperan impacientes: Vitoria y Gijón en Junio, A Coruña en Septiembre, Sevilla y Zaragoza en Octubre y el gran fin de fiesta de Noviembre en Barcelona, donde el año pasado ya hubo una impresionante marea con trece mil llegadas a meta.

Desgraciadamente el Ayuntamiento de Málaga comunicaba a la organización que en 2013 no quería ser sede de la Carrera de la Mujer. En 2012 salió a las calles  un número impensable de participantes, sobrepasando las cuatro mil corredoras. El éxito de Santiago de Compostela de hace unos años han hecho optar por otra gran ciudad gallega. Será el comienzo del otoño coruñés para el que, de  nuevo, no hay excusas.

¿Por qué tiene éxito este modelo?

Preguntando a algunas participantes parece haber varios factores. Estas pruebas se parecen más a la tendencia social de ‘juntarse para correr’ que aquel residuo del calendario de carreras de los 80 y 90, más individuales y competitivas. Al mismo tiempo no son tan largas, son más accesibles que las habituales 10km-media maratón-maratón. Esto anima (y los amplísimos tiempos de corte) a una participación más extendida en edad y condición.

La promoción, de tipo alegre y festivo, hace el resto. En este caso está funcionando la combinación de empresa+instituciones+especialistas en el mundo del corredor.

Qué duda cabe que personalmente me encanta ver a la abuela con las bermudas y camiseta, y oir un refrescante pero orgulloso ‘he quedado la 4000 de 12000′…

La semana que viene prometo un post de combate con mis razones a favor de este formato. Si queréis ese día nos pegamos.

Hey, corredor, estás flaco, ¿estás enfermo?

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Te lo dirán.

Seas un corredor habitual o un novato que, de repente, pierde peso a ojos vista.

– «Oye, estás muy delgado. ¿Te pasa algo?»

No te asustes si la pérdida no es brusca o dramática. Del mismo modo te digo que no seas borrico y te embarques en una autosatisfacción tipo:

– «Fíjate qué tipo. Pues me han dicho que mi peso ideal todavía está en XX»

Y es que no estamos acostumbrados a ello. Durante los últimos treinta años el tamaño medio de los seres de países desarrollados ha ganado «en calado». Las tallas, los hábitos, las dietas sedentarias, tener comida sin que sea un problema monetario. Hay un excelente post en el blog del Nutricionista sobre cómo afectó el paso de la crisis alimentaria por la sociedad cubana. En las sociedades que superan la crisis económica se olvida aquello del «menos plato y más zapato». Resume perfectamente qué quiero decir (echadle un vistazo).

¿Es normal que te digan eso?

Es normal que perdamos peso y es normal que la gente se asuste. Quizá disimulen muy bien y, bajo esa cara de susto, viva una envidia subyacente. Creo que hablo por todos los corredores habituales. No nos queda bien la mitad de la ropa por holgada. No rellenamos los hombros de las chaquetas ni los cuello de las camisas. Ni las copas de los sujetadores.

Por supuesto si eres novato/a correr es un magnífico y veloz método para perder peso. Con el peso se va el volumen.

¿Es malo que te lo digan?

Es malo que sea el único objetivo. No es tanto lo que te digan o cómo te vean sino cómo lo asumas. Por fortuna o por error en las culturas mediterráneas se asociaba comer bien y mucho (y que luzca) a la salud. Si tu madre o abuela todavía te intentan estofar como un pavo es normal. Ellas vivieron épocas de carestía. Además las celebraciones en el entorno cultural ibérico están asociadas a comer, banquetes y similares.

Pero si tus seres cercanos de menos de cuarenta años insisten algo hay que no encaja. O ellos o tu pérdida de peso. Permanece alerta.

¿Es el objetivo cuando comienzas a correr?

Perder peso sí es un de los objetivos. Que una apariencia delgada nos dé una medición de salud, considero que no. Correr lo tomamos como ejercicio saludable. Lo de perder peso y redondeces es una consecuencia saludable. Además no hay una medida estándar. Verás que a igualdad de años corridos unos han adelgazado más o más rápido que otros. No te compares con tu compañero de oficina por mucho que hayáis empezado a correr juntos. No hagas de correr una apuesta porque tu amiga o tú podéis tener metabolismos diferentes.

¿Es el objetivo cuando llevas tiempo corriendo?

Creo que no. Para mí no. Es más. Lo considero un problema psicológico.

Oiréis de corredores experimentados que hay una búsqueda constante de mejorar frente al reloj, a la distancia o, al menos, mantenerse a lo largo del tiempo. El esfuerzo de mirar de reojo a tu agenda y confrontarla con los entrenamientos es una cosa. Estar chequeando cada parcela de tu vida para ver si encaja con ‘el plan’ es un síntoma muy serio. Es rondar la percepción errónea del propio cuerpo. Se llama vigorexia.

¿Qué pensais de todo esto? ¿No es tan fiero el león como lo pintan? ¿Siempre viene bien ‘verse más fino’?

¿Dices tú cosas como ‘qué bien te veo cabrón; estás flaco‘?

Cosas que deberías saber si viajas al Maratón de Madrid

Madrid no es una carrera difícil. Te llevarás un carro de minutos extra y empezarás a entender eso de que a Madrid no se viene a hacer marca. Pero…

No le eches la culpa al desnivel o a la altitud. Si vienes a Madrid a correr, acompañado por tu pareja, que te adora, o por la banda de tu club, que también te adora, te encontrarás con que EL MURO de la carrera está situado ocho kilómetros antes de la salida. En concreto está situado en esas infinitas posibilidades que tiene la ciudad para salir, tomar algo, caminar y satisfacer a todos los componentes de la expedición.

Podías haber escogido otra ciudad u otro recorrido. Pero queremos darte una bienvenida como mereces. En Madrid somos muy así. De acoger bien a la gente.

Por eso hemos modificado las condiciones bajo las que correrías normalmente un maratón.

Te listo las principales (42) particularidades del maratón que te marcarán hasta el punto de no saber a ciencia cierta si regresar otro año, empadronarte aquí o cantar las alabanzas de nuestra carrera a los cuatro vientos.

1. Tu hotel está cerca de una zona de copas.
2. Tu hotel está cerca de un buen restaurante.
3. Hay más de 20 opciones de enganchar un buffet libre de pasta. ¿Comida de la pasta en la Feria? ¿En serio?
4. En la Feria del Corredor te da más sed que en otras. Al otro lado hay bares. Paseo de Extremadura.
5. Nadie podrá negar a tu pareja que paseéis por el Thyssen o el Reina Sofia.
6. La terminal del aeropuerto te cobra tres pavos para usar el metro. Extra.
7. Se publica y distribuye la Runner’s y Planeta Running y Corricolari. El triángulo maldito.
8. No conocías el vermú de grifo.
9. Cuando cruces la zona del Rastro el día del maratón te picará la curiosidad y comprarás dos sillones estilo imperio.
10. El día de antes podéis ir de la feria del corredor al zoo con los niños.
11. En Madrid vive Antonio Alix.
12. El segundo vermú de grifo está mejor aún, añades a viva voz.
13. Te acuerdas con añoranza de la feria de la pasta (es el vermú).
14. Venden churros y pasarás por la puerta. Una y otra vez.
15. Tenemos una famosa alcaldesa consorte.
16. En Madrid vive el que mandó el km 40 por la cuesta de Alfonso XII.
17. ¿Sabías que en la comunidad de Madrid hay QUINCE DECATLONES?
18. Podrías toparte conmigo por la calle y te inscribirías a un ultra trail de vino y carrilleras.
19. Recomendarás el vermú de grifo a los demás maratonianos, a un señor que lee el As y a un policía local.
20. En meta habrá un momento en que quieras llamar a tu esposa o esposo. No podrás. Un alto cargo visitará la zona e inhibirán la radiofrecuencia. Tómate una bebida en la zona de meta y haz tiempo.
21. Aquí nadie se siente extranjero. Somos tan hospitalarios que casamos a los estudiantes de Erasmus con nuestros bares.
22. Nuestros agentes de movilidad podrían colocar un dorsal a tu coche. Desconocías las mil reglas de la ORA.
23. Madrid logra que rebautices a nuestra actriz como «Maribel Vermú».
24. A nuestros refrescos los llamamos refrejcos. Pero tú ya te has decantado por el vermú de grifo. Avisa, por si acaso, a tu pareja.
25. Madrid dió nombre a CajaMadrid (hoy, Bankia). Acojona, ¿eh?
26. Ya no se pasa por la M30 ni por la zona alta de la Castellana pero hemos encontrado un rato canalla en el recorrido. Lo escondemos para que lo encuentres tú mismo.
27. Seguimos discutiendo si el maratón o la maratón. Mientras, nos la van colando.
28. Estamos buscando donde colocar una calle a los Calambres de Fabián Roncero.
29. El vermú de grifo está demasiado bueno. Les pides patrocinio entre grandes voces y abrazos.
30. La hemos soterrado. Sí. Años preguntándote cómo es la M30 y te quedarás con cara de panoli.
31. Hacemos tiempo hasta que llegue la edición del centenario del maratón. Llevamos 36 años haciendo tiempo.
32. En este kilómetro está el cuestón canalla y donde aprendieron a cocinar Chicote, Paco Roncero y otros.
33. No hemos logrado hacer que Chicote corra. Solamente que juegue al rugby.
34. A Paco Roncero sí. Está abducido y entrenando.
35. Insistimos. El maratón no es duro. Lo que es… es jodidamente largo.
36. Viniste en AVE y te quedaste enamorado de la de cosas que somos capaces de vocear al teléfono (y sin vermú)
37. Hemos trasladado toda la población residente de los kilómetros 3 al 14 del maratón a un agujero negro. Hoy están fuera, ya digo.
38. Verás que a la espalda del Bernabéu y del Calderón hay sendas cuestas asesinas. Da gracias que no subimos el maratón hasta Vallecas.
39. En Atocha venden bocatas de calamares insuperables. Sólo superables por otros míticos bocadillos de calamares. Pasarás y picarás.
40. Aquí la cuesta de Alfonso XII, aquí un amigo.
41. En el kilómetro 24 está Casa Mingo y su pollo a la sidra. Tu pareja te pedirá venir a comer un día. Pero estarás ausente pensando en el vermú (de grifo).
42. La culpa es exclusivamente tuya. Tú elegiste venir a correr aquí (a Madrid).

¡Suerte y buena carrera, por que tú lo vales!

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Foto: Blog 10Guillómetros.