Runstorming Runstorming

Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Archivo de junio, 2013

Loles Vives: la eterna bala de la velocidad española

En Julio de 1973 se inscrustaba en la élite del atletismo nacional una menuda niña prodigio, Loles Vives. La velocista nacida en Manresa había conseguido 12″3 manuales. Sin haber cumplido los dieciséis años era subcampeona de España de cien metros lisos y apuntaba más allá de los 5,20m en salto de longitud. Había buenas expectativas para  una de aquellas atletas bajitas y potentes de la incipiente velocidad española. Después, un parón en una progresión que, en atletismo, no siempre es lineal. Como ella comenta, hubo bajones de forma.  Y es que se mantuvo en competición en categoría absoluta hasta los 28.

El ciclo de apertura del atletismo español estaba en 1979 a punto de dar un paso adelante. España competía en un nivel internacional ‘B’. Los seleccionados de la época competían en las denominadas Universiadas o en la Westathletic, un encuentro deportivo sin los deportistas del Telón de Acero y sin la losa de las locomotoras  estatales en lanzamientos o velocidad. Eran los titanes de la generación del 57/58, gente que hizo de padre espiritual de los chicos de Barcelona’92. Los velocistas Ángel Heras, Javier Moracho y Carlos Sala en las vallas, marchadores de hierro, Benjamín y Jose Luis González y Jose Manuel Abascal en las vueltas a la pista o el saltador Antonio Corgos. Las chicas pugnaban por alcanzar la internacionalidad un peldaño más abajo dado que la herencia del franquismo había mandado a las mujeres a las catacumbas del deporte. ¿Cómo salir del ‘techo ‘?

El dominio de la ex-RDA era evidente.  Muchas velocistas, con posteriores historiales de dopaje masivoEra la época en la que el sprint puro estaba polarizado entre las velocistas americanas y las complejas historias detrás del Telón de Acero. La Europa del Este dominaba desde su concepción del deporte-Estado y empleaba las armas que fueran necesarias para derrotar al enemigo capitalista. Se vivía un apasionante duelo entre la líder mundial, Marlies Gohr, de la República Democrática Alemana, y la estadounidense Evelyn Ashford, una bala bajita con cañones en las piernas.

11.99

En la prueba que determina la mujer más rápida del planeta estaban rompiéndose ya los once segundos. Marlies Gohr lograba en Dresde unos 10,88 eléctricos (en algunas pruebas de los años 70 aún se tenía cronometraje manual) y abría las puertas a las velocidades del futuro, como un 9.90 en hombres. En España la barrera de los doce segundos en cien metros femeninos equivalía al primer partido de Amaya Valdemoro en la WNBA, a un título del circuito LPGA de una golfista como Azahara Muñoz.

En España los títulos nacionales en 100 metros se enjugaban alrededor de ese margen de los doce segundos. Las contendientes eran, por un lado, la longeva sprinter Lourdes Valdor que con 18 años ya ganaría con 12.4 en 1972 y por otro Ela Cifuentes, que consiguió con la ayuda del viento 11.9 o Yolanda Oroz y sus manuales 11.8 ventosos. Todas mordiendo esa barrera. Todas queriendo dar un salto adelante y entrar en el mismo segundo de las inalcanzables y entrenadísimas europas del Este. Quizá la apuesta más cercana por romper la barrera era Valdor, que con condiciones favorables y viento a favor correría el 13 de Agosto por primera vez bajo ese tiempo en el estado Serrahima, en un día de verano tormentoso en esa montaña mágica de Montjüic. Pero el viento es el principal enemigo del velocista puro, irónicamente. Casi cinco metros de velocidad de viento invalidaban la marca. La cántabra confirmaría en años sucesivos la evolución de la prueba y dominaría las tablas de ránking hasta la llegada de la principesca Teresa Rioné.

Vives habla de una barrera mental:

Lo curioso fue que tras hacerlo yo, muy pronto otras lo consiguieron. Fue como romper una barrera psicológica. En aquella época, las atletas españolas estábamos muy poco valoradas y salvo alguna excepción teníamos un gran complejo de inferioridad cuando salíamos a competir por Europa.


Foto: Archivo Loles Vives.

Pero tres semanas antes Loles Vives daba un golpe en la mesa en un quince de Julio, durante los campeonatos de Cataluña. El piso recalentado y el tartan ondulante del Serrahima la ven volar con una marca 11.99. Loles es así la primera velocista española que baja de los doce segundos. La grada abarrotada (antes se llenaban los estadios) es testigo de la némesis del trabajo del esprinter. El momento en que todo el entrenamiento recibe una justa recompensa y los tobillos parecen impulsar un poco más, el trabajo del tren superior parece perfecto… Todos tenemos en mente esos momentos de ingravidez que repiten los vídeos de los corredores a cámara lenta. Loles coronaba las listas de la velocidad en 1979.

El duelo entre Vives y Valdor se prolonga durante todo 1980. La primera, en estado de gracia, encadena tres meses excelentes. En Mayo bate el récord de España por tres centésimas. En Junio lo coloca en 11.95 y llega Julio con la temporada lanzada. Es año olímpico y, aunque la mínima para los Juegos de Moscú queda lejos, la del Bagés resta otras catorce centésimas a la mejor marca absoluta. En un año se ha pasado de 12.00 a 11.81. Pero llegan los Campeonatos de España y Loles pasa a ser tercera. La rosada pista del estado Vallehermoso regala en la sesión del Viernes un tiempo sensacional y Lourdes Valdor recupera el trono con 11.80. Un mazazo para Vives, que se queda en discretos 12.2.

La revancha llega con el mágico discurrir del tiempo.

Diez años sin practicar atletismo a alto nivel y una vida enfocada a  completar sus estudios universitarios y el nacimiento de su primer hijo. Casada con Martí Perarnau, periodista y también atleta internacional, era inevitable que el ambiente atlético, las competiciones en televisión y las tertulias deportivas estuvieran demasiado cerca. Vives regresa tras sus últimos 12.0 logrados con 27 años. Comienza con el exigente entrenamiento para salto de longitud con cuarenta años y se planta en 5.40m, su marca con dieciocho.

Un conocimiento excelente del propio cuerpo y el paso de los años lleva a Vives a los primeros lugares del atletismo veterano. En 2013 mantiene el salto por encima de los cinco metros. Ha perdido algo de resistencia pura y en cien metros cuesta mantener los trece segundos pero trabaja a tope en la explosividad pura. Aún así, ha hecho unos magníficos test sobre la recta completa y se convierte en la primera española que baja de 13.00 con cuarenta y nueve años.


Foto: NacioDigital.cat

Tal y como se encarga de recordarle su entrenador, Alexis Sánchez: «no por entrenar más, correrás más rápido».

A mis 55 años esta frase debo tomarla al pie de la letra (no siempre lo he hecho) porque excederse en las cargas de entrenamiento supone un alto riesgo de lesión. Cuando eres mayor los parones y las recuperaciones castigan mucho más y te hacen perder muchas décimas de segundo. Por eso, entreno duro, pero siempre con un punto de prudencia, evitando ejercicios de riesgo y cuidando mucho el descanso. Sin embargo, a pesar de todas las precauciones, las lesiones siempre están al acecho, pero mientras pueda ir superándolas estaré al pie del cañón.

El trabajo da sus frutos. En 2007 bate el récord del mundo femenino de 60 metros en pista cubierta para W50. 8″01 con cincuenta años. Con veintiséis corría en la recta de la pista cubierta solamente una centésima más rápido. La bióloga y especialista en dietética y nutrición busca sus puntos fuertes y los trabaja. Seis años después mantiene una salida pegada al material sintético y unos primeros apoyos magníficos. Pasa el tiempo y conserva los 8″42 que perduran como la mujer más rápida del planeta con más de cincuenta años.

Hace treinta y tres años que se rompía una barrera en el atletismo español. La protagonista está empeñada en que no se olvide la importancia del trabajo metódico y está restando valor a aquellos once segundos. Lo ha sustituido por la fórmula de la eterna juventud.

Larga vida a la chica bajita de Manresa.

¿No sabes qué hacer con tus zapatillas viejas? Run 4 help!

Nos escribe Óscar Alonso para hacernos partícipes de una buena idea. En estos momentos de gran sensibilidad con los problemas económicos de muchas familias, se ha puesto en marcha una  iniciativa solidaria más: donar zaptillas de correr que ya no usas, o camisetas de carreras que no uses por la talla o porque no te gustan. No es nueva, dado que con relativa frecuencia se reciclan zapatillas y ropa deportiva. Pero es un gesto más de la gente que se mueve. Óscar lo tuvo claro:

Yo mismo fui una víctima de la crisis y del paro y he decidido invertir mis pocos ahorros y solicitar dinero a un banco para poner en marcha mi propio negocio.

En cualquier caso, bajo la etiqueta «Run 4 help» (en inglés, corre para ayudar)  se quiere llegar a personas necesitadas y en riesgo de exclusión social. En estos momentos hay casi 2.500 pares que serán distribuidos en instituciones benéficas.

¿Cómo o dónde donar tu material desgastado?

En Figueralia.org tienes todo detallado. Dónde puedes entregar tu material sobrante en todas y cada una de las provincias. A las instituciones y centros de acogida de Barcelona donde irá destinado (entre otros, el d’Acollida Assís, el de Zona Franca, Nou Barris, la Baluard, o el de Vall d’Hebrón).

Así que paramos aquí la palabrería y añadimos las mejores pistas: links e imágenes.

Quién es quién. http://figueralia.org/figueralia/
Puntos de recogida. http://figueralia.org/run-4-help/dona-tus-zapatillas/

Microentrevistas: Nunca correré… (III)

Continuamos. Ya sabéis, queremos comprender qué tiene el correr, tan apasionante para nosotros pero tan aburrido o potencialmente evitable para muchos. Recordemos que la validez científica de estas preguntas es cero coma cinco.

Hemos enviado nuestras dudas – sibilinas, dice él con humor – a un caballero que vive inmerso en el deporteJavier Cabrerizo es una de las figuras que aparecen en televisión de manera tangencial pero que quizá no reparemos en ellas. Cuando enfocan a un banquillo en un partido de la liga profesional de baloncesto (ACB, ahora Liga Endesa, y así hasta el final de los tiempos) las cámaras enfocan tipos con traje y corbata, rodeados de enormes deportistas que saltan, corren y chocan entre sí con la potencia de los tanques. Cabrerizo es uno de ellos. El pelirrojo de oro del club Asefa Estudiantes es la garantía final del staff de entrenadores del ‘Estu’.

6845014426_e7248ca420_z

Delegado y team manager. La pizarra eterna del banquillo. Se encarga de dar brillo al engranaje del banquillo colegial, de coordinar detalles que pasan desapercibidos para los demás, de que esos bestiales cuerpos de más de dos metros puedan colgarse del aro, bombardear la canasta enemiga o encajar un bloqueo de ciento veinte kilos en la ayuda de una defensa.

Vive rodeado de deportistas profesionales. Los ve entrenar, está presente en su preparación física, los ve crecer técnicamente. Pero … tampoco corre (ni pretendemos convencerle de que lo haga).

—–

Javi, ¿corres?

Sólo cuando es necesario. No es algo que me llame mucho la atención pero cuando hay que hacerlo, se hace.

A tu edad, ¿te consideras ya caso perdido para probar a correr?

No porque suelo practicar deporte habitualmente. No a diario, que es lo que me gustaría, pero no creo que sea un caso perdido. Además estoy rodeado de “runners” en la familia, amigos… Igual un día me da el venazo y me convierto en uno de ellos, aunque lo veo complicado.

¿Crees que esto del running es una moda o un sincero ejercicio de la sociedad para ponerse en forma?

Es una forma de vida que cada vez tiene más adeptos. No te voy a decir que me dé envidia, pero como amante del deporte, me gusta ver “runners” por Madrid. Lo veo muy bien.

¿Una infancia dura en Educación Física en el colegio sería la excusa perfecta para no correr?

No porque mi infancia ha sido muy buena a todos los niveles. En mi colegio, no sólo se hacían los principales deportes si no que además se practicaban algunos alternativos muy chulos. Es sólo que prefiero jugar al baloncesto o practicar otro deporte antes que salir a correr. Donde esté un balón de baloncesto, que se quite todo lo demás.

Algún otro deporte te podría servir como puente… en Estudiantes asistes a todos los entrenamientos de la plantilla ACB

Estudiantes es mi vida, y aunque esté presente en casi todos los entrenamientos, no me pica el gusanillo de ponerme a correr. Me apetece más echarme unos tiros o jugarme una pachanga.

Entonces, ¿no piensas entrar al trapo y salir al trote?

No, casi que prefiero salir en contraataque y dejar una bandeja.

¿Aceptarías una potencial pareja sabiendo que el/ella sí es apasionado seguidor del running?

¿Y por qué no?

¿Qué prefieres leer u oír? ¿’running’ o mejor ‘salir a correr’?

Leer y salir a correr. Si podemos mantener un término de nuestra lengua, no vamos a evitarlo.

Y, claro, ni por esas.

Lo siento, pero te va a ser difícil convencerme. Y mira que algunos lo han intentado más persuasivamente, pero nada.

En esta sociedad tan tonta y esteticista, ¿aceptarías correr como remedio rápido para mejorar tu apariencia física?.

Creo que por suerte, hay muchas otras formas para mejorar tu apariencia física además de correr.

¿Qué te sugiere oír en el rellano de la escalera: “Natividad, cierra la puerta que me voy a correr”?

Jajaja, pues eso, que se va a echar unas carreritas…

¿Abominas de su propaganda o simplemente correr y tú vivís esferas paralelas?

No es que vivamos esferas paralelas, sólo estamos a unos kilómetros de distancia.

Entonces, si tuvieras que ordenar las palabras “cafelito”, “sudar” y “glamour”…

Difícil ordenarlas sobre todo porque los que me conocen saben que no me gusta el café y no soy muy de glamour, pero… me quedo con sudar, cafelito/cervecita y “glamour”.

Dime cómo podría argumentar en tu propia contra. Quizá así el próximo entrevistado…

Si no nos recuperamos de la crisis, la gente va a tener que empezar a dejar el coche en casa y no podrá utilizar tampoco el transporte público debido a su precio. Correr puede ser una buena opción para ir donde uno quiera. Llegará algo sudado, pero es una opción económica.

Sugiéreme con toda la maldad del mundo alguien para la próxima microentrevista.

Mariano Rajoy. Como dicen que cuando uno corre piensa mucho y abre su mente, tal y como está el país igual le viene bien salir a correr para reflexionar sobre todos los problemas que tenemos y a los que no ponen soluciones…

Gracias mil y un placer, señor Cabrerizo.

8646686170_5655846eec

 Fotos: Juan Pelegrin.

Consultorio para el corredor: envíanos tus dudas

Vayamos con lo práctico. Día de dudas para novatos, experimentados o mentes inquietas.

¿Patinas con la alimentación en las largas distancias? ¿Dudas sobre cómo está afectando correr a tu sueño? ¿Zapatillas «que sí pero que no»? ¿Es bonito el maratón de París? ¿Quién dices que fue Peter Snell?…

Durante veinticuatro horas, intentaremos darte pistas sobre todas las preguntas que te asalten. Entrenamiento, sensaciones, material o pistas para tomarse unas vacaciones y encontrar «esa carrera».

Envíanos tu duda.

IMG_1159

Uniendo París, Hamburgo y Rotterdam por relevos

Entre los eventos que pasan sin pena ni gloria para los medios de comunicación europeos hay uno con carácter. La RoPaRun (Rotterdam-Paris-Run). Tiene suficiente empaque para mencionar que este año ha recaudado cinco millones y medio de euros para la investigación contra el cáncer. Es un triángulo que lleva corredores y sus equipos de apoyo desde Hamburgo y París hasta Rotterdam.

La ROPARUN es una prueba por relevos que se inició en 1992. Entonces unía Rotterdam con París. Atravesando durante aproximadamente 520 kilómetros las tierras de las batallas contra el mar y las batallas entre los europeos. Desde el primer año la roparun demostró que era una cuestión de organización, espíritu de equipo y un mínimo de treinta horas corriendo entre los diferentes componentes. Los equipos tienen máximo ocho corredores que tendrán que repartirse más de sesenta kilómetros cada uno.

Con llegada desde 2004 en el mismo Coolsingel, la avenida central de Rotterdam donde se establece la meta del mundialmente conocido maratón, equipos e instituciones tienen como objetivo la combinación de la aventura deportiva y la consecución de un fin solidario. En 2004 se invertía el sentido de la prueba y la ruta adquiría la dirección Sur-Norte. Para 2004 el componente de charity se había acrecentado de manera exponencial, de los 40.000 euros hasta los 2,400.000 de esa edición.

La ampliación de la prueba de mediados de Mayo al territorio alemán y acogiendo así una segunda ruta supuso en 2013 el diseño de un recorrido alternativo. Así, durante 560km, se une Hamburgo con la ciudad del Maas.

¿Una idea para 2014?

Fotos: Roparun.nl+PhoToos.nl

 

[#relatorunner] Olafsvik – Londres

Hoy toca regalo, una lectura para el fin de semana. Olafsvik-Londres es un relato corto que me tuvo entretenido durante unos complicados días. La explosión del volcán Eyjafjallajokull fue la protagonista. A continuación lo tenéis volcado en ficción donde un runner es protagonista.

Olafsvik. Viernes 16.

03.02am; Un zumbido inequívoco me despierta de un sueño ligero pero perturbado por mil cosas que me rondan la cabeza. Las tonterías pasan a primer plano y no puedo dejar de pensar en una noticia obsesiva que vi anoche. Es un mensaje de texto de uno de los contactos de twitter que sigo desde Islandia. El código del perfil semidesconocido (ya no recuerdo a quién agregué en las primeras semanas de mi registro) no esconde la magnitud hiperbólica de lo que me teclean: Gebreselassie corre en Madrid.

Es un notición. Vale, para ti no. Tú estás tomando reposadamente un café en tu turno de tarde pero yo estoy escribiendo con los ojos escociéndome, como platos. Son las tres de la mañana.

No me pidas cohesión desde tu perspectiva de lector. Esto es una plataforma digital, una torreta de disparo.

04.11am; Sintomatología de una madrugada: sueño irregular, digestiones nerviosas y sobresaltos continuos en mi estómago.

Le echo la culpa a la ingesta de vídeos en la red y el cruce de correos que mantuvimos entre los amigos del grupo de entrenamientos. Fruto de un calentón previo a las carreras importantes me embutí una película clásica como Loneliness of the Long Distance Runner, basada en el relato de Sillitoe, y me dieron las 2 de la madrugada leyendo recortes de mi prolongada historia como corredor aficionado. Dios salve las aficiones populares.

Tengo un post it en la recepción: ‘Mrs Ana called’.

12.09pm; Un paseo terapéutico durante la mitad de este día nórdico me ha hecho pensar en ella, en mis prioridades actuales. Me las guardo en la agenda electrónica.

He parado a tomar un refresco en el local del pueblo. Se llega bajando dos escalones protegidos de las fuertes nevadas por un portalón doble de madera. Fuera quedan algunos restos de nieve de las últimas semanas del invierno del norte.

En el bar tenían The Bech Crew en la televisión. Un niño siente necesidad de sonreír y cualquier animación le entusiasma; una pandilla mal dibujada y compuesta por una tabla de surf aplatanada y una especie de plancha azul de iniciación, y ya. Ese corte sano, ya, así y sin más vueltas. Cuando comencé a correr intenté explicárselo a Ana pero no me salió esta comparación. Habría sido de utilidad. Hace tiempo apenas se me ocurrió zambullirme velozmente, recuerdo, contra el oleaje de ese mar rizado de la vida ajetreada de sillón en sillón, de la inactividad y … ella me apoyó de inmediato. ¿Qué pasa ahora?, precisamente ahora.

Debería entender que esto, estos días, son del todo para mí, son todo para mí. ¿He comenzado demasiado tarde a sentir el frescor del deporte en mi cuerpo? La humanidad pidió a gritos un remedio contra la miseria urbana y, cuando descubre la vida sana, se revolvió recordando las obligaciones.

Os doy mis entrañas de dentro afuera, os muestro mis canales y caños renovados, mi cuerpo cincelado por los kilómetros. ¿Me pedís que me rinda?

 Sabado 17.

03.49am;  Otra noche en vela.

Mi cuerpo sigue sin serenarse. Es más, creo que tengo los nervios agarrados al estómago desde que formalicé mi inscripción definitiva al maratón. Dicen mis compañeras de trabajo que soy una parodia de macho alfa y que, de lo que estoy angustiado, es de estar lejos de mi pareja. No tengo ni puñetera idea de qué significa ser un macho alfa.

Desde hace ocho semanas en que hice esto, decidirme a entrarle a la mantequilla de la mítica distancia de los 42km, he perdido dos kilos, la acidez estomacal y de esófago se ha adueñado de mí, y sueño constantemente con cien problemas asociados con el correr o, mejor, el no correr. Así pasan las horas mientras giro como un trompo en la cama.

¿Te parezco un monigote divertido, supongo? Saborea tu taza y juguetea con el ratón mientras intento salir de esa isla. Ya hablaremos cuando llegue a Madrid.

04.15am; Amanece, o parece que está abriendo la luz del día, en un pálido reflejo que entra por las ventanas de doble aislamiento de mi aparthotel. Otra noche que no acumularé demasiadas horas.

¿Por qué estoy aquí? He abandonado mis latitudes habituales del centro de Madrid y he decidido pasar unos días de vacaciones tras la Semana Santa en la villa de Ólafsvík, este esquinazo pelado que descubrí en los noventa, para pasar una semanita de relax antes de debutar sobre el maratón en Londres, ciudad que adoro y a la que vuelo al final del día de hoy. Capricho de solterón o rutilante destino minoritario. Hemos podido remontar un estupendo mes de marzo en la empresa y los he dejado en medio de un buen proyecto. Se han quedado desarrollando la última parte del software para vaginas inteligentes, como las llamamos en el negocio del pornware. La situación es suficientemente buena como para venir a hacer unos rodajes por esta villa islandesa que ahora casi se ve desde este hotel de Reykjavik.

Llevo toda la madrugada viendo esa luz blanca y de ribetes amarillos que me ha acompañado durante estos cuatro días en los entrenamientos por la isla, este pequeño lujo de vacaciones que me he permitido. En fin. Esta tarde vuelo hacia Londres. Ah, lo del post it. Que no se me pase.

04.55am; Desayunaré y echaré un vistazo a los sms a los amigos y leeré qué dice la gente del grupo de entrenamientos sobre la semana que nos espera. En principio, a una semana para el maratón, últimos rodajes suaves a los que no llegaré y mucho pitorreo con lo de mis insomnios. Cabrones. Hasta en el blog de Ríchar han abierto una encuesta bajo el título ‘En su estreno, Jesús peta en el…’ y, ¡tiene más de 20 comentarios! Deseo estar en mitad del cachondeo del que me veo alejado el maratón de mi debut. No es justo tener todo esto en la distancia. Mirando por la ventana no termina de arrancar la luz. Está raro el cielo.

05.31am; Doy dos sorbos a un café de máquina hotelera que me termina de asentar la acidez. O, al menos, permutarla por un pliegue adiposo que embalsama mis tripas por dentro. Hago memoria de las últimas mañanas mientras miro por la balconada y me empieza a extrañar el color del cielo. Tan irisado, tan aborregado… incluso es demasiado pronto para que el pálido blanco del cielo islandés restalle de esa manera.

06.09am; Las noticias vuelan. Lo del color del cielo es por el Eyjafjallajokull, un volcán que explotó anteayer tarde en el lado contrario de Islandia.

La madre de Dios, ni me había enterado. Podría haber entrado a mirar un poco más los periódicos y no tanto los foros de corredores. Las primeras impresiones son la posibilidad de que se empiece a complicar el espacio aéreo de la isla. No me jodas, que esta noche debería estar llegando a Heathrow. ¡Que estamos hablando del maratón, que es en una semana!. En fin, supongo que en un par de días se restablecerá todo. Voy a enviar unos correos a la banda del Retiro y a enterarme bien de la cancelación del vuelo. Huevos tiene.

Domingo 18.

18.30pm; Sin noticias del espacio aéreo islandés. Corrijo: las noticias son una especie de manta de tapar cadáveres. Frías, con un color plateado. He perdido un avión y tras veinticuatro horas todo sigue igual. No menos de cinco horas sumando minutos colgado a los teléfonos de reservas del medio manojo de compañías que ofrecen algo de información.

Las centralitas del aeropuerto de Keflavik están ardiendo de los miles de llamadas de pasajeros de fuera y dentro de Islandia. Siguen llegando imágenes por la televisión y yo aúllo con la cabeza hundida en la almohada. Me veo saliendo a nado de esta cárcel. Apago mi cuenta de correo para poder dormir algo y tener la cabeza más fresa de madrugada. La costumbre de perder horas al comienzo del día, que me ha vencido.

Lunes 19.

03.12am; En todo el día de ayer intenté ponerme al día por la capital. De momento, han pasado dos días y seguimos aislados en esta cárcel gris y ventosa. Mascarillas, caos en las calles, y no hay visos de recuperar la comunicación aérea con el continente. El único espacio aéreo con tan mala pinta como el escandinavo es el británico. Y ahora dicen que Bekele podría correr en Madrid porque Londres ve en peligro la celebración de su maratón. Estaría bueno que no corro en Madrid y la que me cancelan es la que escojo. Vamos a ver, seamos fríos por una vez, no es el holocausto nuclear. Queda casi una semana, no puede ser que Europa se quede así, que elija iniciarme en maratón precisamente en el primer evento que se va a cancelar por un caos aéreo.

Tengo que anotarme en las agendas una alerta para llamar a Ana, que no se me olvide. Corren las horas y me lío con cien asuntos. Todas las amanecidas son iguales, tempranas, tensión en la televisión internacional y mil chequeos al portátil. En tres días he quemado más horas de navegación que en un mes.

08.45pm; Me siento como un imbécil encerrado en un día lleno de noche, no he dormido casi nada. Me he despertado al lado de una nota que habré escrito en duermevela. “Desearía subirme en un sentimiento ácido como el que se queda después de una borrachera inmensa. Poner los pies encima de una mesa y dormir”… ahí se queda, inconcluso. Algo ha interrumpido mi cerebro y no sé bien qué quiere decir.

No creo que pueda soportar muchas noches más sin descansar bien. Aun así tengo que llegar a Londres a lo largo de esta semana.

Martes 20.

10.04am; No hay previsiones de poder salir de esta isla. Esta madrugada el cielo podía cogerse con una cucharilla, era como una masa aérea de trufa y ceniza. He salido a estirar las piernas a las siete, me he duchado dos veces y estoy buscando qué conexiones son posibles por barco con el continente.

Estoy dispuesto a joder el dinero que sea preciso para empalmar por mar y tierra con Noruega o con yo que sé qué lugar. Al comenzar el día he optado por salir media hora a correr por la capital. Antaño era un bálsamo, aquellos días en que descubría los efectos oxigenantes del ejercicio; hoy era como respirar con lo más hondo del estómago, como perdiendo los últimos hálitos de mi vida. He parado con el corazón saliéndose por mi garganta.

15.00pm; Los ferries están llenos hasta esta noche y la próxima opción me dejaría en el continente para estar tres días enlazando coches alquilados hasta una ciudad con vuelos abiertos.

Es tan remoto que parece irreal, esperar en un esquinazo escandinavo que haya vuelos disponibles a cualquier punto de Gran Bretaña, o buscar barcos hasta el extremo norte británico. Las islas Shetland, Orkney… ¿Está alguien manejando las páginas de un guión y escribiendo el suicidio de miles de europeos por anticipado? Hay que ser muy cabrón.

Me sumo en una estruendosa desesperación y me veo atrapado durante una semana más. He llegado a imaginarme que, quizá, de por vida.

Miercoles 21.

03.59am; Tengo que bajar a la farmacia nocturna a comprar más tranquilizantes. Por la situación extrema del país Islandia los dispensa sin receta médica. El cielo sigue como si fuera a arrancar a nevar. No puedo dormir bien desde hace cuatro días. En internet están absolutamente perdidos y las noticias sobre as conexiones con Inglaterra son vagas.

Vomito cada vez que pienso en todos los meses de entrenamiento tirados a la basura. Se me revuelve el estómago. Hablan de cada vez más vuelos. Si había, de todos modos, un esquinazo donde podía haberse desplazado la nube volcánica, este ha sido el atlántico británico. O sea, puedo salir de aquí pero no entrar en mi destino.

12.34am; En Madrid todo se ha normalizado; salen y llegan vuelos. Ya, pero a mí Madrid no me sirve.

Reunión de objetivos por videoconferencia.

Ana se ha ido con su madre. Lo entiendo y, a la misma vez, no lo entiendo. No estoy en plena disposición de mis facultades para entender cosas de los humanos. Me veo pensando cómo esquivar una nube de cenizas volcánicas que merodea el Atlántico a seis mil metros de altura. ¿Es un absurdo fruto de mi delirio o una señal?

Siguen los mensajes de pitorreo por correo electrónico ¿Llegaré al menos a la feria del corredor? La erupción se podría repetir próximamente. ¿Cómo que se podría repetir? Se está hablando de millones en pérdidas para las compañías aéreas y algunos mercados nacionales están extrañamente nerviosos. El abastecimiento es dudoso en prácticamente todas las tiendas de alimentación de aquí. Yo debería estar hinchándome a fruta y verdura fresca de mi supermercado en Chamberí o merendando en una orilla del Southwark londinense. Y estoy apurando un frasco de antidepresivos. Debería estar bebiendo más líquidos. Debería haber salido con carácter urgente de esta cárcel llena de tipos rubios.

18.11pm; sms de Héctor dando ánimos. Sí. La UE abre prácticamente el espacio aéreo excepto los países escandinavos. Que si llego al maratón, me pregunta.¡Cómo cojones voy a saberlo!. Me pongo en marcha y entrego la llave del apartamento. Entregaré el coche de alquiler en un momento.

19.09pm; voy a acampar en la terminal de Keflavik en busca de un billete que me saque de aquí. Ayer empecé a tomar omeprazol para proteger el estómago de los tranquilizantes y el vodka. Ni ganas de salir a trotar ni de entrar al foro a seguir las noticias sobre los maratones que se cancelan por la erupción. Mi medio cuñada Elisa me dice que qué le he hecho a Ana, que quiere separarse de mí. ¡Así se aportan soluciones!.

20.21pm; Todos los vuelos están completos y nadie me garantiza las conexiones con el continente. Estoy en manos del vuelo AEU133 a Berlin Schoenefeld y una eventual conexión nocturna para llegar mañana jueves a Londres.

He pasado por la terminal de ferry pero las opciones son demenciales. ‘Jesús, ¿llegarás a tiempo para la feria a coger dorsal?’, me atormenta desde la distancia Ignacio, ‘Nacho perillas’. Él ya tiene los deberes hechos con sus furiosos 2h54 en el maratón de París y aquí estoy yo. Clavar las yemas de los dedos a porrazos a las teclas de la berry no tiene más sentido que dejar pasar la angustia entre tristes neones amarillos y asépticas señalizaciones del see, buy&fly.

21.03pm. Acodado en las barreras de aluminio del Bistro Atlantic donde solo hay un camarero de pelo albino y dos pendientes en el labio inferior, me veo mirando alternativamente a la pantalla de salidas y al techo rojo del bar. Techo ikea, hay que joderse, qué obsesión del mundo por ikea, como el berrinche minimalista de las amigas de Ana, las epicúreas solteras, tan equilibradas ellas, tan serenas y sin nadie por quien llegar deprisa a casa. El plan era siempre un ramillete de buenos propósitos, perfumado con la esperanza de un té pero … esa obsesión compulsiva por comprar todo lo que exhibiera el catálogo de ikea, entre sus hojas, abiertas como piernas.

21.36pm; Ana estará probablemente pensando en el día que decidimos no tener hijos. Fue nuestro primer acuerdo universitario. Salir, el teatro, bueno… ella conservaba su fiel círculo de amigas de Aluche y yo a la panda del Retiro.

Por aquellos días nos montamos alguna buena en los autocares. Los del club, me refiero. Yo apenas había iniciado mi andadura en las carreras y todo el empeño era intentar ser sub 40 minutos en diez kilómetros, o sub lo que fuera.

22.04pm. Quizá sea el momento de abandonar la pelea. Las parejas son aspiradoras concéntricas. Son el Mäelstrom. Son las nubes del volcán que me tiene en tierra. Si tuviera que escribir una Bitácora de un drama: me gustaría que esa creación nórdica de dos piernas que acaba de pasar con su falda de tubo me masajease al final de un maratón. Doctor, ¿estoy enfermo? ¿Voy camino de ello?

22.49pm; Anuncian nuestro embarque y apago mi berry. Fuera ya es de noche. Una noche boreal. Fea. En Hermosilla seguro que quedan mil luces dadas, mil tiendas abiertas. Ahora intento huir como un perro herido, de aeropuerto en aeropuerto. Conmigo transitarán cien historias similares. En Berlin sabré algo más.

 Berlín. Jueves 22.

03.38am; Enésima pesadilla que circunda mi cabeza. He soñado que en una carrera a pie aparecían miles de participantes en sentido contrario y apenas podía moverme porque me habían mutilado los pies.

Otra noche maldurmiendo. Todo indica a que la prueba de Londres no se suspende pero solamente están llegando los operadores a través del continente y bajo el túnel.

Los ojos me arden y noto un ácido temblor de mandíbula. Estoy en territorio alemán, otrora zona de paso y exclusión. Esto es una mierda. Tenía que haber reservado dorsal para el maratón de Berlín. Los del club dicen que entrenar durante el verano no es tan cabrón.

Tengo un serio embolado con los enchufes del cargador de mi berry. De la extensión negra y con teclas de mi mano izquierda. No tengo mi maleta a mano y solo me asaltan fatídicos pensamientos sobre equipaje perdido. En este momento debería estar pensando en mi vida, también perdida. Pero únicamente me vienen desequilibradas cábalas sobre ritmos de carrera, si me habrán perdido las response de mi alma y el pulsómetro, o sobre si seré capaz de pillar una tienda abierta para reponer mi stock de tranquilizantes. El norte de mi brújula anda perdido entre dos polos magnéticos.

Hace dos días que no sé de ella. Tendré que acostumbrarme a llamarla así. Ana será un punto de mi pasado, un punto de color caoba, ondulado como el pelo.

05.12am; Mientras me estás leyendo, café en mano, se me están adormeciendo la ganas de vivir. Tú, en tu trabajo. Yo, en Berlín, saturando mis conexiones neuronales con química y calambres estomacales.

La información en Reykjavik fue errónea y no hay conexión a primera hora. Un EZY, un Easyjet, es lo primero que saldrá con supuestos asientos libres a Londres, esta tarde.

05.17am; Me siento terriblemente patético. Empiezo a pensar en las horas pasadas leyendo sobre carreras populares.

Cuánta letra sin sentido … o ¿sí lo tenía? Una pareja que se distanciaba, una edad crítica como el ángulo de las mieses que esperan a caer dobladas por el viento tórrido de agosto. En la que un punto más significaría la ruptura. Pulsómetros, zapatillas y cómo afrontar conceptos tan vacuos como el muro de maratón, o la supuesta felicidad grácil del correr sin esfuerzo. Espero encontrar alguna respuesta en las doce horas que me quedan hasta la conexión.

07.55am; El agotamiento y una tristeza sin fondo, igual que un pozo que arranca en el estómago y termina en el fin del puto mundo, me obligan a apagar las reflexiones y acudir vagando por los pasillos de la terminal. Vomito un café de vaso de cartón en unos aseos de caballero con cartelería amarilla y negra. Si me ves, en un rato quizá hayan caído los tentáculos de la rendición sobre mí. Esta noche debería dormir en mi Londres añorado, a la que ya no sé si en realidad quiero ir. Cierro los ojos y el editor de mi berry. Over.

Londres. Viernes 23.

09.46am; Me sobresalto, sin desearlo. Avisan que dentro de este vuelo está prohibido el uso de los aparatos electrónicos. Aborrezco esta dependencia amplia como los límites del mayor ataúd del mundo.

Mientras esperaba en la terminal he soñado de nuevo que no avanzaba, que llegaba tarde a la salida, que unos destellos de colores abrían su boca para engullirme, porque hay algún tipo de droga corporal que me está machacando y malduermo de nuevo, a golpes, sueño entre chirriantes denteras que mi vida ha saltado al público y que el Richar está colgando todos mis twiteos en su página y que miles de aullidos vienen como por autopista, son bramidos de sirena de barco porque -asumidlo- todos estábais esperando que huyese de Islandia en barco y que el tiempo transcurriese más despacio, despacio, me decís, vosotros no estáis intentando dejar la mochila en un compartimento lleno de las ansias de huir, lleno de bolsas de mano y de abrigos y de maletines de portátiles mientras todo el pasaje de este EZY suda terror al pensarse débil, al saberse objetivo de esa nube que podría dañar el fuselaje y mandar a todos quince mil pies para abajo y no llegar a la reunión del viernes o la paranoica celebración del cumpleaños, quincuagésimo, de Hans o al puto maratón del fin del mundo.

Un silencio. Cierro mi berry, no sé qué hostias hago dialogando con mis amistades a través de twitter y mirando a una pantalla de cristal líquido de 2.46″. En estos momentos es cuando más echo de menos a mi ex-mujer. Todo me resulta raro, como traído de un futuro. Ya hablo de Ana como si perteneciese a un pasado brumoso. Cuando salí de Madrid hacia Reykjavik todavía era presente y ahora la asumo perdida como una leyenda apenas comprendida.

13.29pm; El aeropuerto de Heathrow tiene algunas salas aún con enlosado gris con jaspe de años setenta. A pesar de la cartelería iluminada y las señales de última generación, las salas de retirada de equipaje podrían pasar a los anales de la desorganización estética.

Mis manos sienten las uñas que se clavan en cada uno de los bolsillos de mi chaqueta, de pana, marrón. Tengo dos bolsillos. En el izquierdo siento la arenilla calcárea del otro día, la que entró paseando por el ventoso malecón de pescadores. También hay un casi imperceptible hilo suelto. Mide apenas dos centímetros y tiene ya veinte pasadas de mis yemas de los dedos índice y pulgar.

El pulgar me escuece. Estoy nervioso. La yema del dedo pulgar izquierdo me escuece de las pasadas o, quizá de la micrometría de la arenilla. Debería estar con la vista fija en la pantalla pero me veo pensando que tengo 42 años y que noto el bolsillo derecho mucho más frío que su antagonista.

El roce del dorso de mi mano con el tejido me enerva. Tengo ganas de gritar pero sé que no debo hacerlo porque está a punto de salir mi maleta y no debo perder la concentración. Seguridad, además.Vivimos en la década de la seguridad en los aeropuertos. Calma. Imagina, por un maldito momento, que estás frente a un pelotón de fusilamiento dispuesto a finiquitar por la vía rápida tus pensamientos. El primero que se mueva provocará el disparo. Vigila la maleta. La maleta. Vigila tu maleta… ¿Sale mi maleta? La maleta. Calma, respira un poco.

13.31pm; Recibo un sms. Dos. No es un sms, es un zumbido parecido a un escalofrío electrónico. Es un sms, no es un escalofrío, de la bienvenida de mi compañía de telefonía móvil en las islas británicas. Ahora sí siento un escalofrío. A ver, la maleta. No puede caerse de mi mano ni perderse. Respira hondo. Agarro la maleta.

Tengo que salir urgentemente de este aeropuerto, da igual si la maleta pesa o no pesa o si me escuece la yema de un dedo al roce con la arenilla. Coge aire.

He dejado de sentir los dedos de la mano izquierda. Respiro.

Hay una cola tremenda de ojos que miran como las merluzas lo hacen allá a lo largo del banco, de la corriente marina. Las merluzas se ahogan apiñadas en una red.

Los pasajeros de este maloliente pasillo que es la fila para tomar un taxi son como obediente pingüinos que miran a lo alto, por encima de los primeros coches ocupados, ladeados por el peso de sus bolsos. Un billete de 20 libras y unas notas rápidas a un taxista, lleve este equipaje a este hotel de Pimlico, se la recogerán en recepción. Está a mi nombre. Dejo la maleta.

Ya no puedo someterme más a esta espera espiral, a la cola de las merluzas, a mis bolsillos y a su eruptivo roce, a mis dedos que palpan arenilla calcárea y al pelotón de fusilamiento de la sala de baggage claim y a mi asiento en el EZY rodeado de tipos huyendo de un volcán, a mis endorfinas ni caer sojuzgado ante días perdidos ante revistas del correr, pulsos, novias y amigas de Aluche que quieren a toda costa comprar el nuevo sillón giratorio de ikea en la tienda de San Sebastián de los Reyes, machacado por el regreso a la terminal de Keflavik y al hotel donde vi aquel cielo tan raro.

Y salgo corriendo por los puentes bajo las señales de London Heathrow Terminal 4 y de la M25. Hay un trozo sin arcén pero llego fácilmente a la rotonda de la zona industrial. A mi izquierda hay un camión de Menzies que tiene que detenerse y oigo pitidos de fondo, veo señales de Heathtrow y unas vallas en rojo y blanco me cortan el paso. Corro con las sienes embotadas y, mil pulsaciones por encima de mi esquema genético, trepo con las manos por un talud embarrado que me deja en una alambrada maltratada por el óxido.

Huyo de algo. Mejor dicho, corro huyendo. Es posible que lo único que he deseado hacer desde las últimas 96 horas haya sido galopar escupiendo el corazón. No importa bajo qué formato. Una sirena a mis espaldas y una alambrada en mi boca. Dos pies me inmovilizan contra el rubín del mallado que protege -creo- a la población de unos depósitos de Halls Fuel; reconozco la presión de la suela de unas botas militares sobre mi cuello y creo oír los crujidos de un walkie.

14.29pm; El cielo visto desde el suelo, con la mejilla pegada al asfalto, es como de azul dulce y unos algodones deshilados. No hay rastro de cenizas ni de nubes dramáticas.

Cierro por fin los ojos. Para dormir profundamente.

 

Este famoso comparte contigo una pasión: correr

Heidi Klum mantiene sus cuarenta primaveras a tono gracias al deporte (eso, y que no tiene que comer en un bar de un polígono industrial, probablemente). Correr, correr y correr.

Y es de todos conocido que la moda del correr se estableció en la sociedad como uno de los más apasionantes métodos de relajarse, adelgazar, gastar dinero y hasta volcar nuestros complejos y frustraciones. Pasaron los difíciles años ochenta pero esto del correr ha regresado. Hay un segundo subidón del trote.

Chicos, chicas, correr lo es todo. Y las celebridades están muy metidas en esto de calzarse unas zapatillas y tonificar los músculos y escurrir los sobrantes. Bueno y, ¿a mí, qué? Quizá a tí nada. O quizá sí. Participas de un movimiento deportivo o recreativo global. Puede que te fastidie, por si habías encontrado alguna trascendencia cósmica en correr, pero imaginemos por un momento el alcance de la actividad social de un famoso runner. Los 1,500.000 seguidores de la cuenta de Heidi Klum podrían tener por unos segundos la tentación de salir a correr. ¿No es un estímulo suficiente para una sociedad?

Llévalo al plano de la revancha social.

¿Sabías que mientras boqueas por esa cuesta arriba, en algún punto del planeta, alguien hipermillonario se está sintiendo todavía más miserable que tú? Sí. Gwyneth Paltrow puede que esté trotando con flato por Central Park o que la misma modelo alemana esté desgranando sus agujetas en su blog (Klum mantuvo durante todo un verano el blog Summer Run)

Correr, trotar o practicar el jogging es también una pasión para mucha otras caras conocidas. Madonna corre como si la persiguiera un calendario. Katie Holmes pretendió haber corrido el maratón de Nueva York, en el que la cantante Alanis Morrisette es asidua. La Kournikova luce palmito con un dorsal prendido en su divina camiseta. Oprah Winfrey usó el corretear como método para perder peso y es una activista del hobby que te ha traído hasta estas líneas.

El bendito tote cochinero. ¡Qué tendrá!

llossa

Pero no solo ellas. Entre los varones, grandes y chicos, superfamosos y mitos (los que no tiran por la vertiente canalla) se plantan la gorra eterna, las gafotas de sol y el chándal. Durante años Vargas Llosa fue un propagandista del jogging, «un placer intelectual», decía.

Corre Santi Millán (y pedalea y suda como un demonio) y corre Jesús Calleja, en plena efervescencia etíope, según cuenta, tras un periodo con tendinitis varias y semanas de recuperación. Corre el cantante Dani Martín (El Canto del Loco) y tuitea sus sensaciones.

Corrieron Zapatero, Aznar, Bush o Cameron (nadie dijo que habías escogido una afición pura y excluyente) y miles de caras conocidas de cientos de países, a buen seguro, corren.

Es lo que hay.

Siempre puedes sentirte reconfortado por un hecho. Que alguien constantemente acosado por su vida pública piense que un trote de media hora es una válvula de escape significa una cosa: no todo está perdido con la especie humana.

Al menos, no totalmente perdido.

Estados Unidos celebra el National Running Day

Sí. El calendario está lleno de efemérides variadas. Los días internacionales de algo han llenado y dado tres vueltas a los trescientos sesenta y cinco días. Así que no faltaba más que alguien lo propusiese.

Hoy cinco de Junio se celebra en Estados Unidos el día del corredor. En versión original sin subtítulos (aberrantes), National Running Day. De situación variable en el calendario, dado que se celebra el primer miércoles de Junio. Suponemos que se trata de un día fantástico para correr con los primeros calores.

Se trata de lo siguiente (del original)

specific purpose of the day is to get people inspired to go running in many different ways such as becoming committing to a new training plan or just by heading out on to run with a group of friends who share the same passion

Las claves están establecidas en inspirar a la gente a salir a correr, y que esa pasión sea compartida.

¿A santo de qué es hoy?

No parece encontrarse una razón conmemorativa detrás. Un nacimiento o luctuoso momento. Lo que sí es cierto es que las grandes organizaciones han respaldado este día nacional. Los grandes maratones norteamericanos, Boston, Chicago, Houston, Nueva York o Marine Corps muestran su soporte y esperarán, a posteriori, una repercusión en sus filas. Las organizaciones institucionales y comerciales como RunningUSA o Competitor, obviamente, también lo respaldan.

Una simple acción corporativa o un movimiento inteligente del sector, arrimando el hombro todos a una, las instituciones punteras del running norteamericano han establecido un día en el que, desde 2009, explotan las conexiones entre corredores e internet. De cualquier modo, el éxito no está discutido: la página de Facebook ya contiene más de cuarenta mil seguidores. En la web están presentes las principales etiquetas de los principales actores.

2fd8jppi_1370411651

Corredores solidarios recaudan 6.700kg de comida

La iniciativa que ha estado haciéndose visible por las carreras populares bajo la etiqueta #kmsxalimentos ha llegado a un final exitoso.

La campaña, que fue puesta en marcha por un grupo de corredores de Madrid, ha funcionado durante cuatro meses de ‘running’ solidario. El total recaudado, que remataba ayer el empaquetado y entrega en una de las firmas colaboradoras, ha sido de 6.756 kilos recogidos y que se entregarán al Banco de Alimentos de Madrid. La sorpresa que redondeó el esfuerzo solidario de todos vino al recibir del mayorista Makro el doble de lo que se aportaba. 

El equipo Vinilo FM – Drinking Runners iban convirtiendo de manera automática los kilómetros que han sumado sus piernas en los últimos meses. En concreto, en todas las diferentes carreras en las que participaron en su preparación para la Maratón de Madrid.

El equipo de las camisetas verde chillón ha corrido maratón, medios maratones, ha totalizado horas y horas en el exitoso intento de correr cien kilómetros en el parque Juan Carlos I, todo con ilusión y ganas enormes de ayudar. Recordamos que el equipo Vinilo FM está compuesto por compañeros del programa A Tu Ritmo, uno de los escasos espacios periodísticos dedicados al running.

Entrega Palé

 

¿Qué es «ser un paquete»?

LPMM 019
En el deporte es frecuente que las denominaciones abarquen categorías estandarizadas. El lenguaje cotidiano las moldea, las selecciona y muchas veces amplía. Ser un globero, paquete, jaimito, son muchas de las injerencias del cachondeo de los practicantes en el deporte popular. Con más o menos saña, o siendo más o menos cariñosos.

En este caso, ¿cuántas veces has oído eso de este tío es un paquete?

La RAE se ha quedado anclada en otras acepciones (siempre ha llevado unos ritmos muy particulares). No incorpora la valía o destrezas deportivas en su definición de paquete. Pero está más que asentado en el deporte cotidiano.

Si no tienes mucha resistencia, si en las salidas de tu grupo a correr te quedas irremediablemente, o si luces con poco esmero alguna prenda del vestuario, probablemente te hayas ganado el apelativo simpático de paquete.

Pero, en realidad…

Un bulto trasero, un desarreglado impenitente, no. Ninguna persona que se lanza a correr merece tener colgado el sambenito por muy mal que lo haga. La moda es una convención y los usos desaliñados del entrenamiento son hechos fácilmente corregibles. La superioridad entre clases de deportistas es una situación temporal, recordádselo al subelite o al crack que hace chistes sobre vuestra barriguita o sobre lo torpes que sois ajustando la correa del pulsómetro. Quién sabe en qué situación os veréis en unos años.

Más aún. ¿Podría ser una actitud ante el deporte recreativo?

¿Por qué no? Tomarse el deporte de manera desenfadada es un modo de afrontar las cosas. Es un hobby. Como citan los amigos de un foro de atletismo popular, abanderados de «ser un paquete», es una cuestión de perspectivas.

Que no estamos dotados para correr deprisa, trotamos sin apuros. Que no contamos con un físico longilíneo ni levantamos los talones hasta los glúteos al correr, no nos preocupemos por el físico. Que, para qué engañarnos, estamos aquí para vivir la vida, no nos privemos de una cerveza y unas raciones después de nuestro entrenamiento.

Y es que me ha llegado, al fin, la edición recopiladora de las bromas de ese grupo amigos y uno encuentra joyas como esta: los paquetes somos unos campeones porque, al menos, lo intentamos.