El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Quién dice que dar azúcar a un niño favorece que se «acelere»?

Niño dulcesSus padres, básicamente lo dicen sus padres, y conste que yo también lo he creído así durante cierto tiempo. Sin embargo, la ciencia no ha establecido hasta la fecha una relación de causalidad entre un relativamente alto consumo de azúcares en un momento puntual y un mayor aceleramiento o hiperactividad del niño o niña. Hablo en esencia de una hiperactividad aguda y pasajera y no del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

Lo cierto es que me comprometí a hacer una entrada sobre este tema cuando el otro día mi vecino de blog, Alfred, en “Ya está el listo que todo lo sabe” publicó un post sobre esta cuestión: ¿De dónde surge el mito que indica que dar azúcar a los niños los vuelve hiperactivos? Con el que se generó una cierta polémica bien en el propio blog y más en las redes sociales.

Así pues, sin demasiados datos serios sobre la mesa que apoyen tanto una teoría como la otra (el azúcar sí acelera o no acelera) nos basamos demasiado en la “experiencia” de esos padres, en su realidad y no se puede por menos que reconocer que existe una creencia generalizada en que efectivamente sí que les acelera. Esa experiencia bien se podría explicar en base a lo que cuenta Alfred en su post y que se resume en el hecho de que al observar dos variables evolucionando proporcionalmente tendamos a relacionarlas de modo causal: Toma más azúcar; se acelera, luego el azúcar es la causa. Sin embargo, el aceleramiento, no tiene por qué estar causado por la ingesta de azúcar y ser las circunstancias las que propician ambos procesos no relacionados: Ambiente festivo, jolgorio; se consumen más chuches y al mismo tiempo hay más ajetreo, pero por el ambiente, no por el azúcar. En sus propias palabras:

Ya sea en un parque infantil, un cumpleaños o cualquier fiesta especial, es el hecho de estar jugando, correteando y trotando de un lado a otro sin parar con otros niños (amigos, compañeros, primos, hermanos…) lo que causa la sobreexcitación e hiperactividad del pequeño y no lo que ha estado comiendo

Y además, y aquí viene la madre del cordero, no hay ningún estudio que haya validado la creencia popular de que el tomar más dulces invita a su sobreexcitación. Más al contrario, este meta-análisis The effect of sugar on behavior or cognition in children. A meta-analysis (Efecto del consumo de azúcar en el comportamiento y en el rendimiento cognitivo en niños) abordó la cuestión de pleno y no halló relación alguna entre la variable “niño come azúcar” y la de “niño se acelera”. Sus conclusiones fueron claras:

Hasta la fecha, nuestro estudio de meta-análisis no ha encontrado relación entre el consumo de azúcar por parte de los niños y que este afecte tanto a su comportamiento como a su rendimiento cognitivo. La firme creencia de los padres puede ser debido a la expectativa y la asociación común en el tiempo de ambas situaciones. […]

Que viene a ser lo que nos explicaba el bueno de Alfred.

Siguiendo con los razonamientos que podrían explicar este comportamiento, es posible que en estas jornadas festivas, muchas de ellas con tintes maratonianos, a los niños les llegue un momento en el que agoten “sus pilas” y que al tomar más “combustible” revivan y más si se trata de “gasolina rápida” como lo es el azúcar. Posibilidad frecuente que se sumaría a la anterior aportada y que serviría para explicar en otras circunstancias el proceso mitificado.

Otra cosa, hiperactividades aparte, es el escaso beneficio que habitualmente pueden tener este tipo de productos en su salud habida cuenta de las innumerables ocasiones que se tienen para acceder a ellos y las cantidades en las que se suelen tomar.

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Imágenes: Sura Nualpradid vía freedigitalphotos.net

Semana mundial de la lactancia materna 2014 y amamantar en “cualquier sitio”

semana mundial de la lactacia materna 2014

Fiel a su cita, tras 21 ediciones anteriores y promovido inicialmente por OMS y UNICEF, estos primeros días de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna (#SMLM2014) bajo el lema: “En el siglo XXI, amamanta donde sea, cuando sea!”. Esta edición, se explica desde el portal de la OMS, se establece con el fin de normalizar, en cualesquiera que sean las circunstancias que acontezcan, la práctica de la lactancia materna:

[…] para recordar a la población general que es preciso derribar los obstáculos más importantes que impiden a las mujeres decidir por sí mismas si quieren amamantar y durante cuánto tiempo. Entre estos obstáculos se cuentan la influencia de las prácticas culturales, la escasa orientación y el magro apoyo que ofrecen los hospitales y los servicios de salud, las prácticas inapropiadas de comercialización que utilizan los fabricantes y distribuidores de las preparaciones para lactantes y otros sucedáneos de la leche materna, y la ausencia de protección de la maternidad y de programas que abogan por la lactancia materna en el lugar de trabajo

Una práctica cultural perjudicial [que] está ligada a las presiones, tanto explícitas como implícitas, que imponen que no se debe amamantar en público. Muchas mujeres no se sienten cómodas para amamantar en público debido al ostracismo social que surge con demasiada frecuencia cuando lo hacen. Para superar este obstáculo, las madres deben sentir el apoyo social necesario para sentirse cómodas al amamantar a su bebé cuando éste lo desee, dondequiera que esté. Sea que esté en su hogar o en público, debe sentirse cómoda para amamantarlo cualquiera sea el sitio o el momento en que el bebé tenga hambre o necesite consuelo. Amamantar de esta manera transmite un mensaje claro y convincente a su familia, la comunidad y la sociedad de que la lactancia materna es natural, y ayuda a reestablecer en algunos entornos, y a incorporar en otros, la lactancia materna como un comportamiento normativo de la mujer moderna.

 

Comerías tú aquí

Poniendo en alza esta circunstancia, la dificultad que encuentran no pocas madres para dar el pecho a sus hijos en lugares públicos, por la que la siguiente campaña ha salido a la luz. Fruto de la iniciativa de dos estudiantes de diseño gráfico, Johnathan Wenske y Kris Haro de la University of North Texas, y ante lo “mal visto” que está en determinados ambientes el amamantar a un niño en público. Situación que suele “solucionarse” con las madres dando el pecho en los servicios del establecimiento más cercano para no “ofender” a nadie. Para ello han creado esta impactante obra con el lema “¿Comerías tú aquí?” en las que se ve a tres mujeres sentadas en el inodoro de sendos servicios públicos dando el pecho. En el texto de los posters se puede leer:

¿Comerías tú aquí? No hay leyes que protejan a las madres lactantes frente al acoso y el rechazo de amamantar en público, viéndose con frecuencia obligadas a realizar esta práctica en espacios aislados e incluso en los servicios públicos. Póngase en contacto con la administración pública y las autoridades sanitarias para expresar su apoyo a las madres que amamantan, porque un bebé nunca debería ser alimentado en dónde “la naturaleza llama” [hay que reconocer que el juego de palabras final no está nada mal pensado]

Cada una de las tres fotografías se acompaña con un elocuente título o lema: “Buen provecho”; “Mesa para dos” y “Cena íntima”.

Desde luego y en este sentido nos queda mucho camino, hacia delante, por recorrer.

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Imégenes: OMS y Photo by Johnathan Wenske and Kris Haro

Perder peso en pareja y por los hijos, un maravilloso ejemplo del que tomar nota

Adelgazar en parejaLo veo a menudo en mi consulta. Muchas veces vienen en pareja, a veces solo él y otras solo ella; son jóvenes y aun no tienen hijos (la mayor parte de las veces). Acuden a recibir asesoramiento para perder peso, para mejorar su forma de alimentarse… en general para renovar sus hábitos de vida y escoger aquellos más beneficiosos. Y lo hacen, y esta es la madre del cordero, con una motivación que destaca sobre otras posibles: el ser un buen ejemplo para los hijos que planifican tener. He de decir que son los casos en los que la tasa de éxito (lograr cambiar esos hábitos) suele ser más alta. Mejoran ellos y son buen ejemplo (miel sobre hojuelas)

Hoy te traigo un ejemplo de estos, es un poco extremo, todo hay que decirlo, porque también extrema era su situación: él se llama Robert y pesaba cerca de 150kg, y ella Jessica y rondaba los 130. Tenían unos pésimos hábitos de vida, tanto en lo que respecta a la alimentación como a la actividad física… hasta que decidieron hacer borrón y cuenta nueva… y vaya si lo hicieron, gracias en parte a sus hijos.

Cambiaron radicalmente su forma de comer, dejaron a un lado las largas sesiones de sofá y empezaron a practicar deporte con asiduidad, además, los ratos de ocio en familia empezaron a ser un ocio activo, con excursiones, senderismo, etcétera.

¿Sabes lo mejor? Que son felices, que se encuentran mucho mejor consigo mismos en especial por ser ahora un mejor modelo para sus cuatro hijos… y además porque en estos apenas dos años desde que empezaron a implementar los cambios él ha perdido 72 kilos y ella 54… que se dice pronto.

Ojalá muchas personas tomen nota de su ejemplo y vean en su caso un espejo en el que reflejarse y con el que motivarse.

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Publicidad comparativa de alimentos como estrategia de venta

Siendo políticamente correcto he de decir que no me gusta demasiado cuando un fabricante utiliza la estrategia de la comparación para promocionar las ventas de su producto; siempre me ha parecido una especie de ¿a quién quieres más a papá o a mamá?. No digamos ya cuando además la comparación en cuestión está hecha sin ajustarse a la razón o dicho llanamente, de forma torticera. No sé si a ti te pasa igual que a mí, así que te explico mis razones.

Para empezar la práctica comparativa en el terreno alimentario y de los valores nutricionales está regulada en la legislación europea, en concreto en el Reglamento 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos que en su artículo 9 deja bien claro:

Sin perjuicio de lo establecido en la Directiva 84/450/CEE, solamente podrán compararse alimentos de la misma categoría, tomando en consideración una serie de alimentos de dicha categoría. Deberá mencionarse la diferencia en la cantidad de un nutriente o el valor energético, y la comparación deberá hacer referencia a la misma cantidad de alimento.

Además, este mismo Reglamento advierte:

Los tribunales y las autoridades nacionales tendrán que ejercer su propia facultad de juicio, teniendo en cuenta la jurisprudencia del Tribunal de Justicia, para determinar la reacción típica del consumidor medio en un caso determinado [se entiende que en el caso de esa publicidad comparativa]

Con esta perspectiva hoy os traigo dos ejemplos especialmente presentes en nuestro medio y de sendos fabricantes de productos alimenticios.

El caso de Nestlé y su Chocapic

En la caja de los cereales Chocapic se hace una comparación de algunos de los valores nutricionales de una ración de estos cereales (30g) y 125 ml de leche semidesnatada con «otras cosas» que se comen: una rebanada de pan blanco con jamón y queso; una tostada de pan integral con mantequilla y mermelada; un croissant; y una muy buena rebanada de pan blanco con crema de cacao.

Chocapic

A mi entender esta comparación no es procedente y las razones son dos: por un lado porque no son alimentos de la misma categoría. Entiendo que si hay que comparar una determinada variedad de cereales habrá que hacerlo en base a la legislación con otros cereales de la misma o de otra marca (y con la misma cantidad de leche) y no con otros productos por mucho que por su posible uso en el marco del desayuno puedan sustituir el consumo de esos cereales (¿y si alguien desayuna huevos revueltos, por qué no están ahí?). Y además, porque al escoger alimentos que no son legalmente comparables es imposible hacer referencia a la misma cantidad de alimento.

En cualquier caso, en este ejemplo y en mi opinión, los aportes mostrados de los otros alimentos se ajustan bastante bien a la lógica. Es decir, los valores de las kcal, azúcares, grasas y cereales integrales de los “otros alimentos” son lógicos al menos para alguien mínimamente entrenado (no sé si tanto ante el denominado “consumidor medio”)

Ahora bien, como decía anteriormente hoy traigo dos ejemplos, y el siguiente es de los que no hay por dónde cogerlo y, es más, me parece una fea muy fea afrenta al consumidor medio que puede, con toda facilidad entender lo que no es. Atentos a la jugada.

El caso de Panrico y su Bollycao

Dentro de la web promocional del Bollycao hay un apartado en el que se compara algunos de los valores nutricionales del producto con dos bocadillos, uno de jamón y otro de queso. Los datos ofrecidos por el fabricante los puedes consultar en la tabla a continuación y los puedes contrastar en el este enlace.

Datos fabricanteBollycao 2

Antes de entrar de lleno en la materia comparativa de los valores nutricionales de los bocadillos (que tiene tela) merece la pena contrastar las contradicciones del propio fabricante en base a la información sobre el producto de la web y la del propio envase. Como puedes observar en la imagen del envase, se ofrece la información nutricional por 100 gramos de producto. Nos dice que 100 gramos de producto aportan 3,8 gramos de grasas saturadas… luego a tenor de esta información, 60 gramos que es lo que pesa una unidad, deberían aportar 2,28 gramos. Y sin embargo, en la web, el fabricante dice que 60 gramos de bollo aportan 1,7 gramos de saturadas… ¿En qué quedamos, 2,28 ó 1,7? Se trata de una diferencia de nada más y nada menos que del 34%. ¿Casualidad? No lo creo porque el tema de los bocatas es el acabose.

Como habrás visto en los datos de la tabla de arriba (la roja), al fabricante de bollos no se le ha ocurrido mejor cosa que comparar algunos (¿porqué no todos?) de los aportes del bollo en cuestión con sendos bocadillos. Es decir, en mi opinión los mismos “errores” que los del Chocapic. A ver, repitamos juntos: cereales con cereales, hamburguesas con hamburguesas y bollería con bollería… no con otras cosas (y en la misma cantidad). Pero espera, que además en este caso la cosa se pone verdaderamente interesante.

A poco que sepas de nutrición los valores nutricionales que ofrece el fabricante (los de la tabla roja) te tienen que estar irritando los ojos… ¡no pueden ser! ¿Un bocata de 109 gramos de jamón y otro de queso con esa disparatada cantidad de calorías… con semejante cantidad de grasas saturadas? No hijo no. Así pues…

Con la mosca detrás de la oreja hace un par de semanas llamé al servicio de Atención al Consumidor de Panrico para hacerles dos preguntas: La primera con qué cantidad de ingredientes (cuánto pan, jamón y queso en cada caso, ¡no lo pone!) habían ideado esos bocadillos y; la segunda, qué tablas de composición de alimentos habían utilizado para terminar ofreciendo esos valores sobre su composición nutricional. Pues la respuesta no pudo ser más sorprendente y, a la vez menos convincente. Copio-pego parte de su respuesta por correo electrónico:

En el cálculo  a partir de los datos de las tablas se ha considerado como bocadillo de jamón un panecillo de 50 g , una cucharada sopera de aceite de oliva (9g) y 50 de gramos de jamón curado ración bocadillo según las tablas  y en el caso del bocadillo de queso lo mismo pero los 50 g de queso manchego semicurado ración individual según las tablas. En total cada bocadillo pesa de 109 g.

¿Aceite de oliva… 9 gramos por bocata? caramba, me parece fenomenal pero ese dato no se aporta en su bendita comparación. En ella pone: bocadillo de jamón y bocadillo de queso. Punto. Sugiero que si lo que se pretende es inflar los valores de kcal, grasas y grasas saturadas en sendos bocadillos les incorporen (y tampoco citen), además del aceite de oliva, un puñado de cacahuetes y una buena lasca de tocino entreverado. Pero espera, espera que aun hay más, no te pierdas el remate de la jugada.

Dejando a un lado que para un bocadillo confeccionado con 50 gramos de pan ponerle bien 50g de jamón, bien 50g de queso (y 9g de aceite también) es una soberana exageración (puedes hacer la prueba)… he de decir bien alto, bien claro y bien indignado… que no: que con esas cantidades no salen ni de coña los valores que los señores de Panrico atribuyen a esos bocatas en concreto en lo que se refiere a calorías y grasas saturadas. Y eso que he utilizado para los cálculos las mismas Tablas de composición de alimentos que ellos me transmitieron utilizar, es decir, estas tablas. Ni de coña.

Veamos. Un bocadillo de 50 gramos de pan, «preñado» con 50 de jamón (cálculos realizados con jamón “con grasa”) y 9 de aceite de oliva (con 9 gramos, para que chorree bien) o sus 50g respectivos de queso (el manchego semi curado tal y como me indicaron que fue el que utilizaron) aportan el valor nutricional estrictamente calculado de:

Bocatas bien calculados

Ya que estamos en la ignominia comparadora, me he propuesto mostrar a los lectores cuáles son los datos reales y la diferencia del manido Bollycao cuando se le ponen en frente de “bocadillos normales de jamón y de queso con 50 gramos de pan y con un poco de aceite de oliva” Esto es lo que sale (tabla en verde) cuando de verdad se comparan los valores nutricionales de 50 gramos de pan, 30g de jamón, 30g de queso y 4g de aceite.

 Bocatas reales

Lo que, como se puede comprobar hace cambiar bastante el cuento del trasunto comparativo… Y ya sí (casi) por último ¿por qué no ponen otros nutrientes, como por ejemplo, los azúcares, el calcio, la fibra y lo comparan con los bocadillos? ¿acaso con esos nutrientes no había forma de retorcer los datos o de “equivocarse” tanto como para resultar creíbles?

Resumiendo: Señores de la industria alimentaria con más ganas para promocionar y vender su producto que talento (y querido lector): a la hora de hacer una comparativa hay que hacerla bien y eso implica, al menos tres características

  • Ceñirse a la legislación y comparar mismas cantidades de alimentos de la misma categoría: lentejas con lentejas; chorizo con chorizo; yogures con yogures; etcétera.
  • No tomar por idiota al consumidor medio, o al menos, no tomar por idiota al consumidor experimentado que llegado el caso le podrá abrir los ojos al consumidor medio.
  • Tener un poco de vergüenza torera y no tratar, en especial en lo referente al segundo caso de hoy, de hacernos merendar con ruedas de molino, planteando la opción de “bollería industrial” como una mejor opción frente a otras a todas luces mejores. Y mucho menos “equivocarse” exagerando los datos de aquello que, al menos Panrico, ha tomado como «competencia” alimenticia.

A modo de propina

En el Bollycao en cuestión, recientemente, se puede encontrar en su envase una contundente declaración nutricional: “Contiene el 50% de la Cantidad Diaria Recomendada de hierro”. Sé qué os estaréis preguntando… ¿El Bollycao es ahora fuente dietética de hierro? Pues eso parece, habrá que estudiar a ver si lo ponemos en este aspecto por delante de una ración de hígado encebollado, de media docena de ostras o de un plato de lentejas… Ya ves, lo más típico del mundo: bollería industrial para hacer acopio de hierro (menuda iron-ía) y, ya de paso, intuyo, anestesiar las conciencias de aquellas mamás y papás preocupados por si harán bien poniendo este tipo de productos día tras día en las manos de sus hijos (recordemos que no hay alusión alguna en el envase ni en la publi con respecto a la frecuencia recomendada, así que debe de ser que “cuanto más mejor”)

Pero la cosa va más allá: si en el envase figura la declaración… en la web se hacen las alegaciones (que son para verlas). Dando por buena la declaración nutricional al respecto de que este bollo contenga el 50% de la CDR de hierro, la legislación permite hacer una serie de alegaciones (pero no otras). En la siguiente tabla puedes contrastar qué se puede decir y qué es lo que dice el fabricante. En mi opinión, salvo contadas excepciones (que por los pelos se podrían asemejar a las alegaciones autorizadas) las que presenta el fabricante en su web me parece que hacen gala de un exceso de imaginación. Juzga tú mismo.

Alegaciones hierro

 

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Actualización: A fecha de 27 de junio, en la página web de #Bollycao, ya no figura la camparativa del bollo con los respectivos bocadillos. Las razones pertenecen solo a quienes las llevan a cabo… que cada uno piense lo que quiera.

Nota: quiero agrdecer la contribución de Laura Redondo, una buena seguidora tuitera

Mis hijas no toman “menús infantiles” y comen la mar de bien

Niño comiendo (2)Si te has prodigado por comuniones, bodas y bautizos últimamente te habrás dado cuenta de una realidad que no por sacarla a colación ahora es especialmente novedosa. Al contrario, es una práctica que se realiza desde hace bastantes y años y que para mi desasosiego va en alza. Se trata de los menús infantiles. ¿Acaso los niños comen mejor con un menú habitualmente de mucha menor calidad que el que incorporan los adultos y, además alejados de su presencia? Yo creo que no.

Este tema tiene en mi opinión dos vertientes. Por un lado, la que se refiere a que puedan comer por su cuenta sin la ayuda de una persona mayor, me refiero por ejemplo a la normal dificultad que le supone a un niño de 5 años el enfrentarse a un jarrete de cordero entero, un pescado con sus espinas, unos percebes, etcétera. Y por el otro lado está la cuestión de si un niño es capaz de apreciar la especial calidad de determinadas preparaciones culinarias y por lo tanto, al no merecer la pena ofrecérselas, proponerle un menú más… (no sé que decir) ¿palatable, facilón, sencillo, monotemático, aburrido…?

Empezando por esta última parte, un servidor es de la misma opinión que mi vecina cuando en su día dejó bien claro que los niños pueden ser pequeños pero no son tontos y eso incluye la hora de comer. No sé muy bien qué nos hace suponer que las croquetas de boletus edulis de los canapés para los adultos no van a ser del agrado de los más pequeños y que estos prefieran unas empanadillas congeladas… o que nuestro jamón 5J’s sea solo para nosotros y ellos tengan un chorizo vulgar donde los haya… o que las carabineros sean solo para los mayores y las anillas de calamar (congeladas de nuevo) sean para los niños. Etcétera. Dejando el tema económico a un lado, el problema no es de aquellos que ofrecen el servicio, sino de los padres que o bien lo “compran” o, lo más habitual, lo demandan. Evidentemente, si educas a un niño para que tenga paladar de corcho y que coma solo cuatro cosas, será difícil sacarle de ahí. En el caso de mis hijas, por lo general hacen tanto aprecio por “lo bueno” como el que más.

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La otra cuestión, la de que hay cosas para las que ellos no tienen la habilidad, es evidente. Y tanto más tardarán en adquirirla en tanto en cuanto nos los sentemos a nuestro lado y les mostremos como se hacen las cosas. Cierto es que el principio de seguridad ha de prevalecer y ante cuestiones como las espinas, cáscaras y demás hay que estar muy seguro de lo que se les deja o no hacer a su rollo. Carolina por ejemplo, de 5 años, ya no tiene ningún problema en enfrentarse a un bol de bígaros con su alfiler en ristre… y tanto ella como su hermana Adriana, de 9, se sacan de la boca con toda la naturalidad del mundo, las escasas espinas que se nos han escapado a sus padres al limpiarle la ración de cogote de merluza… lo ven hacer y lo hacen, lo ven comer y lo comen, lo ven apreciar y lo parecían.

Sin embargo, el habitual entorno no facilita las cosas. El otro día, por ejemplo, en una comunión, adultos y pequeños (al loro, que consideraban “pequeños” a dos chavalotes de 15 años) estaban claramente divididos. Se trataba más bien de una segregación que se ponía manifiesto con un molón cartel que rezaba kids corner (la esquina de los chavales) y que tenía a los más pequeños (y no tanto) literalmente arrinconados. Y como te puedes imaginar con unas diferencias en el menú que rozaba la afrenta… algo así como ciudadanos de 1ª y de 2ª.

Voy con otro acontecido. Estando de viaje con la familia hace pocos días, paramos en un restaurante para comer, algo rápido y sin demasiadas pretensiones (menú 12 euros). Los primeros platos que nos ofreció la camarera fueron: espagueti carbonara; paella de pescado; calabacines al horno rellenos con bacalao y; ensalada. Los segundos: chuleta de cerdo con patatas; jarrete al horno con verduras; dorada al horno con pisto y pollo al ajillo. Y al finalizar, mientras nos lo estábamos pensando la camarera dice: también tenemos si quieren un menú infantil adaptado al gusto de las pequeñas…. flipante. El único problema fue poner a la crías de acuerdo entre ellas para pedir un único menú “normal” para las dos. Evidentemente, con esa oferta “para adultos” no hubo mayor problema en que comieran cualquier cosa de las que nos ofertaban. Ni tan siquiera le dimos a la camarera la ocasión de que nos explicara el menú infantil.

Así pues, tanto si aun estás a tiempo como si ya tienes hijos con cierta edad, trata de normalizar lo máximo posible el momento de la comida y las características de lo que todos coméis, bien en casa, bien por ahí.

Y todo ello siempre que se pueda y que dependa de ti, tampoco se trata de montar el numerito cuando en una celebración que organizan otros las cosas están dispuestas de otra forma.

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Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Beber zumo de fruta no equivale a comer la fruta

¿Te parece que la mermelada equivale a una ración de fruta? Ea, pues con los zumos tampoco. Y eso que para la elaboración de los dos productos –mermelada y zumo- interviene de forma indefectible la fruta… que te quede claro. Y aunque al zumo no se le añada nada más y sea exclusivamente el producto licuado de la fruta… el zumo de fruta ni es fruta, ni su consumo sustituye el de la fruta.

Para la mermelada seguro que no hace falta que te lo explique, seguro que lo entiendes. Vamos con el zumo y con un ejemplo: el paradigmático zumo de naranja.

Veamos las diferencias nutricionales y de efecto sobre la ingesta de un vaso de zumo de naranja natural frente al de una naranja tal cual. Ten en cuenta que para un vaso de zumo se suelen emplear, por término medio, 3 naranjas más o menos. Pues veamos.

Naranja vs zumo

En resumen: el zumo aporta más calorías, menos fibra, menos saciedad y la posibilidad de tomar “más de la cuenta” es mucho mayor… entre otras cuestiones (y todo ello suponiendo que además no se le añada azúcar)

Es por estas razones y quizá otras más que creo que te interesará conocer algunas opiniones especializadas con respecto a este tema. Por ejemplo:

  • La Organización Mundial de la Salud (2003) afirma que existe un alto nivel de evidencia acerca del papel protector de la fruta para prevenir la obesidad, hecho que queda reflejado en recientes investigaciones al respecto. Sin embargo, la OMS afirma que los datos científicos muestran una relación probable entre el consumo de zumos de fruta y la obesidad.
  • La Asociación Americana del Corazón de nuevo propone como verosímil que la saciedad es menor ante un zumo de fruta que ante una fruta entera y por ello desaconseja el consumo de los zumos de fruta, insistiendo en la importancia de consumir fruta en su estado original, y considerando que las calorías consumidas de forma líquida podrían afectar negativamente a los intentos de conseguir y mantener un peso saludable.
  • La Academia Americana de Pediatría recomienda aumentar la ingesta de frutas para prevenir el sobrepeso y la obesidad en los niños, siempre y cuando no sea en la forma de zumos de fruta
  • El Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría afirma que los zumos de fruta no son equivalentes nutricionalmente a las frutas naturales, al carecer de fibra y no estimular la masticación.

Así pues, ¿aún crees que si no tomas fruta, o no la toma tu hijo, esta situación se arregla con un zumito (o dos, o tres, etc.)? La fuente de bebida y de hidratación para ti y para vuestro hijo ha de ser el agua, y la fruta… para comer.

Consume fruta. Fruta de verdad.

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Imágenes: tiverylucky y satit_srihin vía freedigitalphotos.net

Fuente consultada: ¿Se puede considerar el zumo de frutas como una ración de fruta? del Grupo de Revisión y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas.

Aprobado el Informe de Iniciativa sobre El Patrimonio Gastronómico Europeo

Niños comerEstamos de enhorabuena. No sé si te acordarás de este post: “¿Será por fin la alimentación saludable una asignatura en los planes de estudio?”; en el daba cuenta de un informe que a iniciativa española iba a ser presentado ante el Parlamento Europeo para su aprobación. El informe tiene diversos aspectos muy destacables pero su mayor originalidad y valor para mí radicaba en la petición de incluir en los planes de estudio de los Veintiocho una asignatura sobre hábitos alimentarios saludables.

Pues bien, el pasado 12 de marzo se aprobó el citado Informe de Iniciativa sobre El Patrimonio Gastronómico Europeo: Aspectos Culturales y Educativos. Con 530 votos a favor, 74 en contra y 14 abstenciones. Así pues, la iniciativa española prosperó y hay que agradecer a sus artífices el compromiso para estas cuestiones. Además del eurodiputado D. Santiago Fisas Ayxelà, que fue el ponente encargado de presentarla, es necesario mencionar como impulsores de esta idea a D. Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía y de D. Gregorio Varela, presidente de la Fundación Española de Nutrición.

Ahora sí, si quieres puedes consultar el texto aprobado íntegro de esta iniciativa en este enlace.

A pesar de que el tema gastronómico es un tema muy presente en el informe y conste que no me parece mal, me gustaría destacar algunos aspectos y que por favor, por favor no se les olvide a quienes tengan que ponerlo en práctica. Me refiero a las cuestiones educativas. Pasando por encima de los muy loables “considerandos” me voy a centrar en las solicitudes y en aquellos aspectos que se destacan por su especial importancia.

Así, en este terreno la primera solicitud dice textualmente (página 7):

Solicita a los Estados Miembros la inclusión en los planes educativos y de estudios, desde la primera infancia, de conocimientos y experiencias sensoriales sobre alimentación, salud nutricional y hábitos alimenticios, incluidos aspectos históricos, territoriales y culturales, pero también basados en la experiencia, lo que contribuiría a mejorar el estado de salud y bienestar de la población, la calidad de los alimentos y el respeto por el medio ambiente; celebra los programas de educación gastronómica que se llevan a cabo en las escuelas de algunos Estados miembros, en especial en colaboración con grandes chefs; resalta la importancia de conjugar la educación en una alimentación sana con la lucha contra los estereotipos que pueden provocar trastornos alimentarios y psicológicos importantes, como la anorexia o la bulimia.

Y continúa,

[…]Reitera la necesidad de que en los colegios se eduque en materia de nutrición y se enseñe una alimentación adecuada, saludable y placentera.

Sin embargo, en este marco, no me parece prioritario ni adecuado en el seno de lo que se entiende por “educación escolar” la siguiente demanda (página 8):

Considera que conviene ofrecer programas de educación y sensibilización sobre las consecuencias derivadas del consumo inapropiado de bebidas alcohólicas [bien] y de fomento de unas correctas pautas de consumo inteligente mediante el conocimiento de las características especiales de los vinos, sus indicaciones geográficas, variedades de uva, procesos de producción y significado de las menciones tradicionales

Con sinceridad, no me parece ni el marco apropiado ni que sea esta, como he dicho, una prioridad… ¿enseñar “de vinos” en el colegio? No, para mí, no. Como ya he comentado tantas veces, aunque se ponga el matiz y explicación por delante que se ponga, me parece que ya hemos recomendado el consumo de vino (y de cerveza) por encima de nuestras necesidades, y me refiero a lo que atañe a la salud.

Ya por acabar, aunque el texto contiene muchas otras demandas interesantes (vino aparte) y que te invito a que revises, me gustaría hacer un llamamiento para la efectiva puesta en práctica de esta petición.

Solicita a los Estados miembros que aseguren una correcta formación de los profesores, en colaboración con los nutricionistas y los médicos, para que puedan enseñar correctamente «ciencias de la alimentación» en escuelas y universidades; […]

Es decir, espero, deseo y confío que esta vez el colectivo de dietistas-nutricionistas sea tenido en cuenta como uno de los profesionales de referencia más preparados para llevar a la práctica estas cuestiones y que no, como ha venido siendo habitual, vuelvan a ser ninguneados y desplazados por otros colectivos con una formación curricular más discreta en estas cuestiones dietético-nutricionales. Recordemos que son profesionales sanitarios con todas las de la ley (en concreto la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias 44/2003) la cual en el artículo 7 apartado “g” reconoce que los dietistas-nutricionistas son:

Los titulados universitarios en Nutrición Humana y Dietética y que desarrollan actividades orientadas a la alimentación de la persona o de grupos de personas, adecuadas a las necesidades fisiológicas y, en su caso, patológicas de las mismas, y de acuerdo con los principios de prevención y salud pública.

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Imagen: stockimages vía freedigitalphotos.net

Día Nacional de la Nutrición: Comer sano es divertido la obesidad no (una crítica constructiva)

DNN 2014Hoy se conmemora el Día Nacional de la Nutrición (DNN) de la mano de la FESNAD (la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética). Una fecha para poner en alza todas esas cuestiones en las que lo que comemos, el cómo y el cuánto influyen en nuestra salud. Algo muy a colación después de la entrada de ayer… despertar conciencias es de lo que se trata en definitiva y ser conscientes del papel que desempeña la alimentación cotidiana en la salud, algo que al parecer está bastante subestimado por parte de la población general. El lema de este año, ya lo ves, es: “Comer sano es divertido, la obesidad no”; con un foco de atención claramente centrado en la población infantil.

A estas alturas no voy a renegar de la importancia de estos temas pero quizá sí cuestionar en cierta medida (con la más positiva de las intenciones) la forma de ponerlas de relieve y de aportar soluciones, recomendaciones y consejos. Adelanto que el grueso de la campaña me parece acertado pero hay detalles con los que discrepo, así como el haberse dejado en el tintero algunas cosas que a mi juicio son importantes.

En todo el material que acompaña esta conmemoración, tanto en el tríptico, como en la presentación para conferencias, se hace una especial alusión a la cuestión del sobrepeso u obesidad infantil, los factores que los facilitan, al tiempo que se indican una serie de recomendaciones en lo que respecta a los hábitos de vida. Esos factores facilitadores los divide en 3 grupos de influencia: la alimentación inadecuada, la escasa actividad física y los ambientes obesogénicos en el hogar, la escuela y la comunidad. Nada nuevo, pero que conviene recordar y tener bien presente.

La importancia del desayuno

Sin embargo, a la hora de centrar las recomendaciones, el grueso del mensaje se centra de forma significativa hacia la importancia del desayuno “completo”. En primer lugar no estoy totalmente convencido de la importancia del desayuno (hacerlo o no) en el tratamiento y prevención del sobrepeso y obesidad. Te recuerdo esta entrada (¿Es obligatorio desayunar si quieres adelgazar?), en la que se ponía de relieve que, al menos en adultos y en la actualidad, no está nada claro si el hecho de hacer un desayuno o no constituye un elemento preventivo o terapéutico válido. No sé muy bien en qué se puede basar la FESNAD para, insisto, poner el acento en un elemento con una utilidad… al menos tan difusa, ¿no hay otras cuestiones a las que prestar tanta atención antes que al desayuno?

La importancia del desayuno «completo»

En segundo lugar, de lo que no me cabe la menor duda es de lo desacertado a la hora de hablar de un desayuno “completo” en los términos a los que se refiere esta campaña. ¿Qué se supone que es “completo” o “equilibrado” en estos casos? Pues lo que te imaginas y te temes al mismo tiempo: la presencia, al parecer ineludible, de al menos tres elementos en el desayuno, un alimento del grupo de los lácteos, uno del de los cereales y una fruta. El remate de la jugada es cuando entre esos alimentos de origen “cereal” además se incluye de forma destacada las galletas. Y es que, con estos parámetros en el punto de mira para catalogar un desayuno como “equilibrado, completo o ideal” no me extraña el dato estadístico que se ofrece referido a que solo un 3,8% de los niños españoles realizaban un “desayuno completo”… Ay, ay, ay.

Y que pasa si un niño desayuna tortilla de patatas y ya está… ¿está mal? Y si desayuna arroz con lentejas o una ración de gazpacho o un trozo de merluza a la romana… ¿está mal también, se incrementa el riesgo de obesidad por desayunar así? Pues a mi juicio no, y me explico.

(Pensamiento al margen: Prefiero no pensar en si las empresas de la industria alimentaria que han patrocinado esta jornada habrán tenido algo que ver, porque, esa es otra, ¿para cuándo un DNN sin patrocinio directo de la industria alimentaria? ¿Acaso es imposible?)

Deberíamos dejarnos ya de tanta comida ideal, desayuno equilibrado y cenas completas y empezar a poner el acento en la bondad general de la dieta… en la del adulto y en la del niño. Deberíamos pues, dejar de hacer una presión perfeccionista injustificada e innecesaria en parcelas tan concretas y reducidas como son las ingestas tomadas una a una y centrarnos más en dos aspectos: por un lado en el papel de las personas para decidir y dar, dentro de un orden, gusto a sus preferencias y; por el otro, empezar a observar los estilos de vida en su conjunto, como el elemento importante a la hora de proponer mejoras. No se debería en mi opinión continuar por ese camino que acaba por atomizar y disgregar todos y cada uno de nuestros comportamientos (y por ende el de nuestros hijos).

Que me disculpe la FESNAD, pero a mí nadie me ha demostrado la existencia de un desayuno “equilibrado, ideal y completo” que sirva para todo el mundo tal y como se plasma en esta información (puedes consultar esta entrada al respecto: ¿Hay un desayuno “ideal”?). Si de mí dependiera, conservando el lema y el leitmotiv del DNN 2014, me hubiera centrado en el papel de los padres y cuidadores, en el ejemplo que dan y en las opciones alimentarias que ponen delante de sus hijos en todo momento. Estas relaciones y todas las cuestiones relativas a la formación son las que para mí tienen un peso abrumadoramente mayor en nuestros estatus ponderal y por tanto en el que con cierta probabilidad tendrán nuestros hijos. Recuerda, un niño no come lo que tú no le pones a su disposición. Pero este tema, para mí eje central de estas cuestiones, ya se trató en el DNN del año 2012 (Enseñar a comer es enseñar a crecer) y de ahí mi entusiasmo al aplaudir, entonces sí, aquella iniciativa.

Reducción del peso o cambio de hábitos

Ya por último esta la cuestión de hacer pasar todo por el “peso” y no tanto por los “malos hábitos”. Porque si de medidas útiles se trata, existen interesantes estudios que sugieren que lo verdaderamente importante debería de partir de centrarse en los cambios de los estilos de vida antes que en la pérdida de peso como tal. Para empezar por que con esos cambios en los estilos de vida se beneficiaría tanto la población obesa como la que no lo es; y para acabar por que es una mucho mejor forma de no estigmatizar a nadie (especialmente a los niños en una edad tan delicada) y de mantener a largo plazo las metas ponderales.

Así pues larga vida al DNN, si puede ser sin los patrocinadores del tipo que suelen ser los habituales; ojalá sirva para recordar a la población general la importancia de la alimentación y su peso en la salud. Y recuerda, no te dejes despistar: una dieta saludable no pasa por desayunar indefectiblemente leche con galletas y una manzana (o sus típicos sustitutos).

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La mala alimentación entre los niños españoles es patente y las soluciones claras

Niños comerLo he venido contando en infinidad de ocasiones, pero eso no quita para volver a recordarlo, máxime cuando nuevos datos vuelven a ratificar lo que ya sabíamos: nuestros niños ingresan más calorías que las que necesitan; entre ellos, la mayor parte por no decir la práctica totalidad estadísticamente hablando, no alcanzan las recomendaciones diarias de vitamina D; un 64% no llegan a esas recomendaciones de hierro y un 40% no alcanzan las de ácido fólico. Datos extraídos del  Proyecto Europeo Nutrimenthe, tal y como se hacía eco hace unos días este medio. Datos que ya se pusieron de manifiesto en otros estudios observacionales como este llevado a cabo en el marco de la Unión Europea, en el que además de los antedichos nutrientes se ponía de manifiesto una posible deficiencia en la ingesta de ácidos grasos de la familia omega tres y yodo.

Buenas soluciones vs malas soluciones

A tenor de los anteriores datos no me extrañaría que te entraran los miedos y que antes de terminar de leer este post ya estuvieras camino de la farmacia más cercana para proveerte de unos buenos y completos suplementos vitamínico-minerales que les rescaten a tus hijos de esas posibles deficiencias. Espera, no te precipites, hay una solución mejor. Y desde luego tampoco pasa por hacer acopio de alimentos ultraenriquecidos tal y como puse de manifiesto en la entrada Las mal llamadas “leches de crecimiento”: innecesarias y caras”; cualquiera de esas (malas) soluciones no harían otra cosa que incidir en la práctica del poco recomendable nutricionismo, mientras, además y probablemente nuestros hijos sigan comiendo más proteínas de las aconsejadas, más grasas saturadas y más azúcares, que son otras de las características de su alimentación y que se han puesto de manifiesto en el mencionado Proyecto Nutrimenthe.

No, la solución no consiste en poner malos parches a una prenda, la de su alimentación, que en general tiene más agujeros que un tapete de ganchillo. La solución pasa por “cambiar de prenda” y usar una más acorde a sus necesidades. Como digo, la solución no pasa por recurrir al aporte “artificial” de estos nutrientes al estilo del ejemplo que puse en el post Sucedió en una farmacia.

Más al contrario el posible camino hacia el deseable cambio consiste en que reviséis en casa qué es lo que coméis todos, recuerda que un niño no come lo que no tiene, y solo come lo que tiene porque tú lo pones a su disposición.

Estamos donde estamos porque, probablemente, la alimentación de nuestros niños está cuajada de alimentos superfluos y es deficitaria en alimentos… básicos, normales, de esos que yo llamo mudos, sin alegaciones sobre la salud. Estaríamos hablando de lácteos básicos, frutas, verduras, hortalizas, frutas, pescados, carne, huevos, etcétera.

Tomar pastilla

Ya que he tocado el tema de los pescaditos, alimentos que constituyen una importante fuente de ácidos grasos omega tres, quizá te interese saber que antes de incluir en la dieta de tus hijos ese tipo de suplementos que tan torticeramente de moda se están poniendo, que incluyáis más pescado en vuestra dieta. Tal y como le oí decir el otro día a Aitor Sánchez (@MiDietaCojea), antes que dar este tipo de suplementos (que aportan la ridícula cantidad de 250mg de omega tres) igual compensa que te pasees de vez en cuando con tus hijos por una lonja de pescado… si van con la boca abierta es posible que metan para dentro más omega tres que la que aportan estos suplementos en una de sus pastillas. Sí lo sé es una exageración, pero es una exageración graciosa. Pero igual te interesa saber que con una simple ración de sardinas o de salmón, o de atún, o de caballa o de otros pescados similares, estarás incorporando de 10 a 30 veces más omega tres que con los comprimidos de marras.

Un dato y una puntualización

Y por último, un bonito dato para que tengas en consideración y una puntualización. El dato hace referencia a que los padres, con no poca frecuencia, suele subestimar el peso de sus hijos o, peor aun, que estando “gordicos”, “rellenitos” o “majos” (es decir, con un sobrepeso u obesidad clínicos en toda regla) piensan que están mejor que si estuvieran en su peso. El problema es que el estatus de “estar en el peso” es observado no pocas veces en el caso de los niños como un signo de debilidad, y en esas circunstancias se les considera más dentro del estatus de “delgados” que en el de “normales”. A este respecto te recomiendo que le eches un vistazo a este post de Julio Basulto (@JulioBasulto_DN), ¿Considera normal que su hijo esté “fornido” o “rellenito”? Se equivoca.

La puntualización hace referencia a las recomendaciones de una pediatra que se incluyen en la mencionada noticia. En mi opinión, Cristina Campoy, tras haber hecho una defensa bastante buena sobre los elementos que deberían estar presentes en la dieta de esos niños, vuelve la vista a los padres como responsables (perfecto) diciendo que estos han de mantenerse firmes (¿cómo en un cuartel?) para inculcarles buenos hábitos. Y ahí, la cosa, para mí, desentona un poco. Lo de firmes me ha traído a la memoria el relato corto de Carlos González “La carga de la brigada nutricional” (incluido en su libro “Mi niño no me come”) y el adoctrinamiento con el que a veces se persigue que nuestros hijos coman mejor. Y lo de inculcar, pues lo de siempre… por muy buena (o mala ya no lo sé) prensa que tenga este término, significa lo que significa: “Apretar con fuerza algo contra otra cosa” y otras definiciones poco amables. Supongo que esta pediatra lo habrá hecho con su mejor intención, en cualquier caso considero necesario hacer estas matizaciones.

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Imagen: stockimages y imagerymajestic vía freedigitalphotos.net

Los convincentes deseos de Jamie Oliver sobre obesidad infantil

Jamie Oliver

Si sigues este blog supongo que estarás al tanto de quién es Jaime Oliver, por si acaso te lo resumo: se trata de un talentoso cocinero británico de 38 años especialmente comprometido con la influencia de una correcta alimentación en la salud y calidad de vida, más en concreto en la de los más pequeños, los niños y adolescentes. Así, gran parte de su fama se debe no tanto a su condición de chef, sino a la insistencia, vehemencia y atino con los que pone a caer de un pino el actual entorno en el que viven nuestros hijos, bien en los comedores escolares o en casa. Por tanto, además de los diversos premios que ha cosechado por su carrera culinaria, en 2010 fue galardonado con el premio TED (Tecnología, Entretenimiento, Diseño –Technology, Entertainment, Design-). TED es una organización sin ánimo de lucro dedicada a poner de relieve aquellas ideas dignas de ser difundidas. Es ampliamente conocida por su congreso anual –TED Conference– y sus charlas TED Talks que cubren un amplio espectro de temas que incluyen las ciencias, arte y diseño, política, educación, cultura, negocios, asuntos globales, tecnología y desarrollo, y entretenimiento.

Por tanto, lo que hoy te traigo es un vídeo, precisamente el de su conferencia en la entrega del mencionado premio TED, en el que se sintetiza de manera sublime las razones, de Jaime Olivier (compartidas por muchas personas, yo mismo entre ellas) para explicar nuestra triste realidad en lo que se refiere a la alimentación cotidiana. Al mismo tiempo enuncia una serie de propuestas, de deseos, para cambiar esta situación.

Es corto, apenas 22 minutos y no merece la pena hacer un resumen, es imprescindible en su totalidad. Jamie da cuenta del papel de la industria, el de las administraciones sanitarias y educativas, los problemas de los negocios comedores escolares (en los que suelen primar las hojas de balance económico antes que la calidad de los menús), el de los padres, el de los educadores y cuidadores, etc.

Es un placer escuchar a este hombre que utiliza sus argumentos para describir nuestra realidad alimentaria como quien conduce un gigantesco bulldozer para recoger la basura… sin contemplaciones. Cuánta razón y cuánto mejoraríamos si este tipo de deseos se implementaran; algo difícil ya que, al parecer, el motor cortoplacista que termina por decidir el sentido en el que se van a hacer estas cosas es única y exclusivamente el dinero.

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Nota: Quiero agradecer, una vez más, a un buen compañero de profesión, Pablo Zumaquero @pzjarana, el proponerme hacer un post con este video.

Imagen: Fr33kman vía Wikimedia Commons