El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Todo el mundo necesita vitaminas, pero no es necesario engañarse con los suplementos

Según Euromonitor, una compañía especializada en estudios de mercado, los españoles nos gastamos cerca de 259 millones de euros el año pasado en suplementos vitamínicos y dietéticos que, en realidad, aun nadie ha demostrado fehacientemente que sirvan para hacer-nada-bueno. Entiéndase esta afirmación referida a nuestro entorno, en un marco de superabundancia alimentaria y con un acceso general a los alimentos que para sí quisieran otros países menos favorecidos.

Plato de suplementosLo más curioso de este dato es que según esta empresa que analiza el consumo en distintas regiones del mundo España es uno de los países que más margen tiene para “crecer” en este sentido (entiéndase por “crecer” gastar aun más dinero) si se compara con el gasto que se destina en otros países de su mismo ámbito al este concepto de la suplementación. Para que te hagas una idea los norteamericanos en el mismo periodo de tiempo se gastaron 25 mil millones de dólares. Si lo ponemos todo en las mismas unidades, esto significa que en España tuvimos un gasto per cápita de unos 5,6€/año en estas zarandajas mientras que en EEUU el gasto per cápita fue de unos 70€/año. Una diferencia importante y es que el caso de los norteamericanos es por demás…

Pero bueno, el caso que más me preocupa es el que me toca más cerca, el de España, pero también y viendo las diferencias con otros países, la que se nos echa encima. Sin ir más lejos, según la opinión de Euromonitor, se espera que los españoles nos gastemos hasta 10 millones de euros más en estos decorativos nutrientes al llegar a 2019.

Decía un poco más arriba que en referencia a los productos multivitamínicos y multiminerales apenas hay pruebas de que sirvan para nada bueno, pero sí alguna de que pueden hacer más mal que bien cuando su uso se cronifica. Tengo pruebas.

Suplementos: Un mal gesto

Suplementos: por lo general, un mal gesto

Esta importante publicación del año pasado Vitamin, Mineral, and Multivitamin Supplements for the Primary Prevention of Cardiovascular Disease and Cancer (Suplementos de vitaminas, multivitaminas y minerales para la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y el cáncer) concluye que:

Hay muy pocos ensayos que hayan estudiado los efectos de los suplementos dietéticos en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y del cáncer. De todas formas, entre estos, la mayoría no encontró ningún beneficio en sujetos sanos. […] Además, los resultados obtenidos en otros ensayos realizados sobre poblaciones en riesgo de estas enfermedades desalientan realizar más estudios en la población sana […]

Pero hay más; esta otra publicación de hace apenas dos años (en forma de resumen) Daily multivitamins to reduce mortality, cardiovascular disease, and cancer (Suplementación diaria para reducir la mortalidad, la enfermedad cardiovascular y el cáncer) no lo puede dejar más claro:

La actual evidencia no apoya el uso rutinario de suplementos multivitamínicos para reducir la mortalidad, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer en el caso de personas de países desarrollados.

Pero en el análisis que se hace por separado en este último estudio de algunos aspectos particulares se encontró además que aunque de forma poco acusada el uso de ciertas vitaminas aumentaba el riesgo de mortalidad total, en concreto el uso de vitamina E, beta-caroteno y altas dosis de vitamina A… sin haber encontrado efecto alguno sobre la mortalidad total en el uso de la vitamina C y el selenio.

Haz como este chavalote: di NO a los multivitamínicos

Haz como este chavalote: di NO a los multivitamínicos

Está claro que todo el mundo necesita vitaminas, al igual que minerales esenciales y al igual… qué-sé-yo que necesitamos el aire para respirar. Pero de igual modo que nadie necesita suplementos de aire (en condiciones normales, me refiero) tampoco, en condiciones normales y en nuestro entorno necesita suplementarse con vitaminas ni minerales si hiciera bien las cosas. Cierto es también que los análisis que se han hecho de nuestra forma de comer años atrás han detectado algunas posibles carencias en colectivos concretos… En estos casos, el problema suele ser una incorrecta pauta de alimentación y, por tanto la solución más barata, efectiva y creo que placentera es adecuar esa pauta de alimentación a esas necesidades concretas. Por ejemplo, si el problema fuese aflojar una tuerca rebelde y cuentas con la posibilidad de usar una llave inglesa (o fija)… no seas manazas y deja a un lado los alicates para tales menesteres, ¡usa la llave, joer!… por muy molones que sean esos nuevos alicates que te has comprado.

Esto se acaba señores y no me quiero despedir sin volver a repetir uno de mis mantras: ningún suplemento ha igualado mejorar una alimentación incorrecta, al menos con las garantías que ofrece el comer de forma equilibrada. La consigna pues: más alimentos (que no digan las vitaminas que tienen) y menos vitaminas.

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Nota: Mi agradecimiento a Miguel M. Mendieta (@mmmendieta) por aportarme los datos para esta post

Imagen:  YaiSirichai vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/

El omega 3 y tus genes pueden ser amigos… si eres esquimal

EsquimalesTrataré de ser breve para quienes no conocen el trasfondo de la historia. En la década de los años 70, en plena paranoia anti grasa (principalmente por su relación con la enfermedad cardiovascular) un grupo de investigadores daneses contrastaron que una población concreta, los inuit, un pueblo de esquimales de las regiones Árticas, mantenían una salud cardiovascular más que aceptable a pesar de que su dieta consistía casi en su totalidad en alimentos de origen animal (cetáceos, focas y peces principalmente) además de la práctica ausencia de alimentos de origen vegetal. Ni que decir tiene que su consumo de grasa era especialmente alto y que esta tenía un origen animal. En principio nada halagüeño para el pronóstico que en aquella época les hubiera hecho cualquier cardiólogo. Sin embargo y como decía, sorpresivamente su sistema cardiovascular gozaba de buena salud. Esta historia es bastante más larga y tiene interesantes recovecos pero por aquello de abreviar, digamos que las características de aquellas grasas que consumían, en principio tan malas, se revelaron en el marco de los estudios que te contaba en protectoras por su riqueza en los hoy ya mundialmente conocidos como ácidos grasos polinsaturados del tipo omega 3.

Así y desde entonces, y aunque hubo que vencer ciertas inercias, este tipo de ácidos grasos especialmente presentes en la grasa de animales acuáticos se han presentado como una especie de bálsamo de fierabrás para infinidad de situaciones patológicas, muy en especial para todo el abanico de enfermedades cardiovasculares.

No obstante y a día de hoy, los supuestos efectos beneficiosos que habíamos depositado jubilosamente en este tipo de grasas se han venido desvaneciendo poco a poco a golpe de estudio. Así, en 2015, la evidencia que respalda la utilidad de esta clase de suplementos es muy limitada (y no soy más contundente por aquello del beneficio de la duda)… algo que de momento no se ha reflejado en las ventas de esos gili-suplementos que aún están en plena efervescencia.

Digo que lo que se ha disipado como la niebla de verano ha sido la utilidad de los suplementos de aceite de pescado ricos en omega 3. Te lo contaba en esta entrada la semana pasada. Pero, este verano, además también hemos asistido a la debacle de los omega 3 cuando se ha contrastado que su suplementación no es eficaz a la hora de proteger del deterioro de la función cognitiva en personas de edad avanzada, aspecto que era como la última boya para poder defender lo indefendible al respecto de la utilidad de estos suplementos . Es decir, la suplementación con omega 3 ha sido, por decirlo sin rodeos, un auténtico bluf (otros dirían caca-de-la-vaca, pero eso me parece ir demasiado lejos).

Entonces, ¿y los esquimales?

¿Qué era lo que protegía a los esquimales de enfermar llevando aquella dieta tan poco ortodoxa en relación a la occidental? Pues sencillamente, esos omega 3 ya que para ellos sí que tienen efecto. ¿Pero por qué a ellos sí y a nosotros no? Esta es la pregunta del millón, y un reciente estudio parece que ha dado con la clave y supongo que a estas alturas del cuento ya te estarás imaginando la respuesta. La clave es, de nuevo, el genoma. Otra vez los factores nutrigenéticos saltan a la palestra y se convierten en protagonistas (ojo, que no he dicho nutrigenómicos, aunque en el terreno de las intuiciones personales déjame decirte que yo apostaría a que también están implicados). Si quieres tener una idea básica de las diferencias entre estos dos términos, te sugiero que visites esta entrada.

En este estudio recientemente publicado, Greenlandic Inuit show genetic signatures of diet and climate adaptation (Los Inuit de Groenlandia presentan particularidades genéticas relacionadas con la alimentación y la adaptación al clima) se puso de manifiesto que la población Inuit ha desarrollado adaptaciones genéticas únicas para la metabolización de los omega 3 y otros ácidos grasos. Al mismo tiempo, esas variantes genéticas tendrían mostrarían alteraciones fenotípicas (visibles, patentes) en la morfología corporal de este pueblo, favoreciendo una talla y un peso medios relativamente bajos.

En pocas palabras, un ejemplo más de cómo una misma dieta puede tener diferentes efectos en diferentes personas en virtud de su genoma. Una vez más se vuelve a poner de manifiesto la importancia que tendrá en el futuro (insisto, en el futuro) la posible personalización dietética basada en variantes genéticas particulares.

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Nota: Mi agradecimiento a un buen compañero de mis años más mozos en la universidad David de Lorenzo, un biólogo especialista en nutrigenómica, al que te recomiendo que sigas en este enlace @daviddelorenzo.

Además, si quieres profundizar más en esta cuestión, te sugiero que eches un vistazo a este fantástico post de Francisco R. Villatoro (@emulenews) compañero en Naukas

Imagen:  National Geographic Magazine, Volume 31 vía Wikimedia commons

Suspenso estrepitoso para los suplementos de omega-3

omega3

Los ácidos grasos omega tres saltaron a la fama en la década de los años 80… al principio dentro de la comunidad científica, sin hacer demasiado ruido. Hay que tener en cuenta que a fin de cuentas son lípidos, grasas, y que la imagen de este macronutriente no era especialmente bondadosa en aquellos años.

Ya desde su “descubrimiento” se vino observando que las personas que incluían en su dieta una proporción relativamente alta de este tipo de nutriente tenía un menor riesgo cardiovascular. Por eso, la década de los cardados imposibles y las hombreras eternas (los 80, para quien necesite la aclaración) dio paso a la de los 90, caracterizada entre otras cosas por el refulgir de los llamados alimentos funcionales. La estrategia es muy simple y en principio con bastante lógica:

Si las dietas con un aporte adecuado de omega-3 benefician la salud cardiovascular, quienes no tomen alimentos con suficiente omega-tres se podría beneficiar de la suplementación a partir de pastillitas, ampollitas, etc. que contuvieran este nutriente

Y así desde hace 25 años más o menos nos están vendiendo la burra de lo estupendo que son los suplementos con omega-3. Sin ir más lejos, y no hace demasiado, estamos siendo víctimas del tormento publicitario a bombo y platillo de un complemento alimenticio que incluye este nutriente y que está asociado (¿avalado, respaldado, en colaboración…?) de la ínclita Fundación Española del Corazón

Pero resulta que la burra nos está saliendo mala, vieja… o en definitivas cuentas, inútil. ¿Estás diciendo que los omega-3 no sirven para nada? No. Lo que digo es que una importante revisión sobre la utilidad de los suplementos de omega-3 para la mejora de la salud cardiovascular ha puesto de relieve que es la misma que frotarse las orejas con vino (una expresión que decía mucho mi abuela para poner hacer constar la nula utilidad de algunas soluciones)

El estudio se titula: Association Between Omega-3 Fatty Acid Supplementation and Risk of Major Cardiovascular Disease Events (Asociación entre el uso de suplementos de omega-3 y el riesgo de eventos graves de enfermedad cardiovascular). En este estudio, se revisó la literatura científica más relevante publicada hasta el momento y se extrajo una conclusión destilada de su interpretación… fue esta:

En general, la suplementación con ácidos grasos poliinsaturados del tipo omega-3 no se asoció ni de forma relativa ni absoluta con un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa, ni en concreto tampoco con la disminución del riesgo por muerte súbita, infarto de miocardio o ictus

Dicho esto, lo que es preciso aclarar es que una cosa son las pastillitas de omega-3 y otra muy distinta las dietas que con alimentos incorporen de forma original una fuente dietética de este tipo de ácidos grasos polinsaturados. Y es que los beneficios de una dieta de este tipo aun no se han cuestionado y menos de forma tan contundente como con las pastillitas (más bien al contrario).

Para que no nos queden dudas, el mensaje es, que si lo que se pretende es reducir la posibilidad de que fallezcamos víctimas de un evento cardiovascular, la toma de suplementos, como este de aquí, por muy famoso que sea y mucho aval que lleve, no sirve pa-ra-na-da. Y si me equivoco o miento, que vengan con las pruebas de su utilidad y que me denuncien.

Una de las cuestiones que no podemos olvidar en este caso o en otros similares, es que la ley ampara este tipo de productos. Me refiero a que en base al RE 432/2012, de este tipo de suplementos que aportan omega-3 en unas determinadas condiciones se puede decir, entre otras cosas, que:

Los ácidos eicosapentaenoico y docosahexaenoico [ambos de la familia omega-3] contribuyen al funcionamiento normal del corazón.

Ahora, con lo que sabemos, lo que habría que hacer es destinar la posibilidad de poner dicha alegación solo en el bonito, el atún, los salmonetes, la trucha, las sardinas, el salmón, el rodaballo, el besugo, el cabratxo, las anchoas, etcétera.

Y es que consumir una ración típica de este tipo de alimentos incorpora “de serie” entre 5 y 15 veces más omega-3 que cualquiera de las cápsulas al uso que se recomiendan de forma diaria. Además, se tienen firmes sospechas que la “matriz alimentaria” original… es decir, los alimentos normales, influyen en un mejor aprovechamiento de esos nutrientes que hemos identificado como claves y que, por tanto, “funcionan” en los alimentos, pero no (o no tanto) en los suplementos.

Este ejemplo vuelve a ser otra historia que refuerza el sinsentido del nutricionismo de los… de los suplementos.

Si te ha gustado esta entrada te interesará ampliar información con:

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Imagen: Christian H. vía Wikipedia Commons

Vídeo que desmonta la dieta paleolítica y saca lecciones prácticas en apenas 20 minutos

Neanderthal

La mayor parte del actual movimiento paleodietético es una moda engañosa en sus planteamientos iniciales y falaz en varias de sus propuestas. Dicho esto, también es preciso reconocer que hay ciencia detrás, eso es cierto, más entre bambalinas que cara al público… pero lo que a pie de calle se hace llegar a la gran mayoría de consumidores es un estereotipo bastante ramplón de cómo debía vivir y comer un genuino cavernícola… un poco al estilo de “Érase una vez el Hombre”.

Más o menos esta es la conclusión en la que me reafirmo después de ver esta sensacional charla TED conducida por una joven doctora arqueóloga especializada en dietas antiguas… y me refiero a las antiguas de verdad. Me reafirmo digo porque ya te conté mi parecer en este post dos meses atrás.

Como se menciona en el título, la Dra. Christina Warinner no necesitó más de 20 minutos para, casi literalmente, despedazar con sus argumentos la moda actual conocida como dieta paleolítica. Nacida en la década de los años 70 con el libro “La dieta de la edad de piedra” hay que reconocer que ha alcanzado su esplendor mediático y popular en este siglo XXI y lo ha hecho dando por ciertos unos importantes mitos que no están avalados por la evidencia arqueológica, es decir, la que trata de poner de relieve qué pasó en aquel entonces. Por ejemplo:

  • Primer mito: los seres humanos evolucionaron para comer carne y en el Paleolítico se consumía en grandes cantidades.
  • Segundo mito: en el Paleolítico no se consumían cereales integrales o legumbres.
  • Tercer mito: los alimentos que se plantean consumir hoy en día en la denominada paleodieta, son los mismos que consumían nuestros antepasados en el Paleolítico.

Y son mitos o mentiras porque esta investigadora tiene pruebas que los contradicen. Es mejor que te lo cuente ella.

No obstante, el vídeo no se queda ahí echando por tierra la moda, sino que de forma muy lúcida, esta investigadora reconoce que nuestro actual patrón de consumo no es saludable y que ciertamente se aleja bastante del estilo de alimentación que debieron de tener nuestros antepasados y por tanto termina lanzando una serie de consejos claros y contundentes alineados con nuestras necesidades de salud y… lo mejor, basado en lo que probablemente sí se tiene claro de lo que se hacía en el paleolítico. ¿Quieres saber cuáles son esos consejos? No creo que te sorprendan si visitas con cierta frecuencia este blog, es mejor que te lo explique la Dra. Christina Warinner (insuperable) pero muy en resumen:

1º No hay una única dieta válida, la [adecuada] diversidad es clave.

2º Consumamos alimentos frescos en base a su estacionalidad.

3º Consumamos integral, no refinado ni procesado.

Impactante su reto: ¿Sabe alguien cuanta caña de azúcar habría de comer para igualar la cantidad de azúcar contenida en un litro de refresco? Esto ya, mejor lo ves tú mismo (está subtitulado)

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Nota: Mi agradecimiento a Vicente Prieto @jvicenteprieto, un buen compañaro con el que comparto buenos ratos en Twitter por haberme hecho llegar este vídeo.

Imagen: Photaro vía Wikimedia Commons.

Diga coláge-no (o la tontería de los suplementos de este tipo)

Colágeno

Hace unos pocos días hablábamos de la absurda moda enriquecedora en base al uso de suplementos de magnesio en forma de comprimidos, pastillas, soluciones, geles… es decir, más allá de su consideración como mineral esencial dentro de los alimentos de forma natural. Entonces ya te contaba que de forma bastante habitual esta tontuna (no necesitamos magnesio más allá del que nos provee una dieta equilibrada, ni tampoco por tomar de más encontraremos mayor beneficio) se acompaña de otra pauta enriquecedora, me refiero al colágeno. Resumiendo la introducción: existe una corriente actual que invita a suplementar la dieta con magnesio y con colágeno para así obtener algunos beneficios sobre la salud.

La cuestión que trataré de aclarar en este post consiste en poner de relieve hasta qué punto este enriquecimiento con colágeno puede resultar interesante.

Colágeno, me suena, ¿pero qué es?

En aras de la concreción y de la accesibilidad de la información, por colágeno en general se entiende una amplia familia de proteínas de origen animal que se organizan formando fibras (fibras de colágeno). Todos los animales tienen la capacidad de elaborar su propio colágeno (con no pocas variantes) y lo hacen a partir de diversas células, pero son los fibroblastos (la unidad celular característica del tejido conjuntivo) las células que de forma típica realizan esta función.

El colágeno es una proteína extremadamente abundante y que se encuentra en mayor cantidad en la piel y en los huesos. Es más, el colágeno representa aproximadamente el 25% de todo el monto de proteínas de un individuo. Forma parte principal de los tendones, está presente como te decía en el hueso, y en la piel contribuye de forma importante a mantener su estructura, aspecto… Llegándonos a cuestiones alimentarias uno de los criterios típicos con los que por lo común se ordenan las distintas categorías de carne es en base a su presencia de colágeno. A más colágeno, más fibras y carnes de inferior categoría. Y al contrario, carnes con apenas fibras (menos colágeno) y por tanto carnes de categoría “primera” o “extra” (¿acaso creías que el precio del solomillo era tres veces superior al de la melosa porque sí?).

Colágeno y cocina

Siguiendo con las distintas categorías de carne, estas se destinan a usos culinarios bien distintos. Además de por la presencia de grasa (que influirá también en la categoría de la pieza) la mencionada cantidad de colágeno terminará por definir el tipo de receta al que se destinará una carne u otra. El colágeno se puede desnaturalizar pero para eso necesita temperaturas suaves cercanas a la ebullición, aplicadas en un medio acuoso y durante un tiempo relativamente prolongado… por ejemplo el típico rancho de ternera a la jardinera o una sabrosa cazuelita de bacalao al pil-pil. ¿Sabes porqué “se te pegan los labios” después de probar un magnífico guisote de estos? Por el colágeno desnaturalizado… tras la cocción tú puedes masticar la carne con suavidad (sin que parezca un chicle) siempre y cuando esté bien hecho, y además estará jugosa… y la pegajosidad de la que hablo depende del colágeno que antes estaba junto a las fibras musculares, y que tras cocinarla se ha “fundido”.

Por el contrario, a ese mismo tipo de carne elaborada en plan a la plancha o al horno (temperaturas altas, corto espacio de tiempo y sin medio acuoso) no habrá forma de hincarle el diente ya que el colágeno seguirá ahí tan campante para desesperación de tus dientes.

Colágeno, bioquímica y digestión

Desde un punto de vista más íntimo, molecular, el colágeno, como todas las proteínas, está compuesto por una concatenación sucesiva de aminoácidos. Aunque son diversos los eslabones o aminoácidos que la componen, destaca muy en especial la presencia de dos de ellos, la glicina y la prolina. Ninguno de los cuales tiene la calidad de esencial, lo que quiere decir que si hicieran falta para cualquier uso (por ejemplo formar más colágeno) estos podrían formarse sin dificultad y sin tener que recurrir a su incorporación en la dieta como sí ocurre con otros aminoácidos (los esenciales, claro).

Sea como fuere cuando nosotros ingerimos colágeno suficientemente desnaturalizado con los alimentos (de otra forma sería imposible el poderlo digerir… y además facilitará el ardor de estómago) nuestras proteasas (tijeras enzimáticas presentes en los jugos digestivos) cortarán en trocitos más pequeños esos pequeños fragmentos de colágeno hasta obtener prácticamente los aminoácidos aislados, los cuales se absorberán y se destinarán a distintos usos metabólicos allá donde se necesiten. Lo mismo ocurrirá con los suplementos de colágeno. Se disgregarán en sus aminoácidos constituyentes y su destino será el de… vaya a usted saber. Me explico.

Deshacer una casa en sus ladrillos constituyentes (digestión del colágeno en aminoácidos) y pretender que luego cada uno de esos ladrillos (aminoácidos absorbidos) se destine a construir la misma casa de la que formaban parte (formar colágeno de nuevo) es tan ridículo como lanzar desde la luna las piezas de un coche… y pretender que aterricen montaditas en la Tierra. Ni los ladrillos de una casa, ni las piezas de un coche, ni los aminoácidos del colágeno tienen memoria.

Además ten en cuenta dos características propias de las “piezas” del colágeno (los aminoácidos):

  • La primera es que son piezas comunes, vulgares si lo prefieres, no esenciales en plan técnico… puedes hacer acopio de dichas piezas a partir de otras proteínas presentes en los alimentos. Se puede ser vegano (y por tanto no hacer acopio de colágeno con los alimentos ya que este solo tiene origen animal)… ¡y tener una salud colagénica perfecta!
  • La segunda, vuelvo a repetir, es que los principales aminoácidos que constituyen el colágeno no son esenciales. Es decir, se pueden obtener por génesis endógena si hicieran falta.

 

PÍLDORAS SUPLEMENTOS

Suplementos de colágeno y evidencia

Los fabricantes de mandangas diversas pueden diseñar las webs más chulas del mundo, los envases más futuristas y usar a personajes de relumbrón para promocionar los beneficios que tiene el uso de colágeno (ya sea usado de forma tópica o ingerido) bien sea a la hora de disimular los signos de la edad o mejorar cualquier condición fisiológica… pero lo cierto es que cuando nos ponemos serios, ni las cremitas ni los suplementos han podido demostrar mayor beneficio. Y da igual cuál sea la condición observada: el dolor articular, la recuperación del dolor post ejercicio, la osteoartritis, la artritis reumatoide o los procesos autoinmunes. No hay evidencia de nada. De nada. Y es que tal y como se ha explicado, tanto por la naturaleza del propio colágeno, como por su proceso como alimento (o suplemento) es imposible… los aminoácidos no tienen memoria.

Tal es así que en el plano más legal, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no ha dado luz verde a ninguna solicitud que permita hacer alegación de salud en los suplementos que incorporen colágeno. Ninguna (puedes contrastarlo aquí y aquí). La razón: no hay pruebas.

Coláge-no y consejos sí

Los suplementos de colágeno son ultra caros, y más cuando se tiene en cuenta que se obtienen de una materia prima especialmente barata (no dejes de leer ese post del amigo «gominolas de petroleo«) así pues para mantener tu salud en lo que respecta a tu colágeno te sugiero lo siguiente:

  • Antes de precipitarte a reponer el colágeno perdido, asegúrate de minimizar la pérdida del que todavía conservas. Las prioridades en este sentido serían sin lugar a dudas usar una adecuada protección solar, evitar una exposición prolongada al sol y evitar el tabaquismo.
  • En el plano dietético, incorporar una adecuada cantidad de proteínas en nuestra dieta (eso es bastante fácil ya que vamos bastante bien cumpliditos de ellas) a partir de fuentes proteicas saludables: legumbres, huevos, semillas, frutos secos, carnes y pescados con todos los parabienes expuestos en esta entrada, mantenerse hidratado, al tiempo que se sigue una pauta dietética con una presencia importante de alimentos de origen vegetal fresco.

Gelatina Royal

  • Déjate de chorradas, pero si aun y todo eres de los que no se resiste a seguir una conducta «intervencionista», te sugiero que abandones los suplementos al uso (carísimos) y te pases a algo tan mundano y de toda la vida como es la gelatina. Y es que al fin y al cabo la gelatina es en esencia colágeno puro hidratado (mira lo que pone en el diccionario). Los envases de gelatina no son tan chulos como los de las farmacias o herboristerías, ahora bien, tu bolsillo te lo agradecerá: aquí tienes un ejemplo de un suplemento de colágeno al uso que después de haber hecho las correspondientes reglas de tres, se puede concretar diciendo que su colágeno se comercializa al precio de, no te lo pierdas, 233 € por kilogramo de colágeno. Sin embargo, este otro colágeno, en forma de gelatina, se vende a 81,5 € el kilo. Para mí sigue siendo un disparate tratándose del producto que se trata (insisto en que yo sigo siendo más de garbanzos, de pil-pil y de ese tipo de cosas con tan poco glam) ahora bien, al menos el caso de la gelatina es un disparate tres veces menor… o casi. Así que tu mismo con tu bolsillo.

Ya por último, no me resisto a volver a comentar lo que ya he dicho en tantas y tantas ocasiones: que una mala pauta dietética jamás terminará arreglada con el uso de ninguna estrategia suplementadora por magnífica que esta sea. Además ahora tengo más pruebas para así defenderlo… pero eso será en el próximo post.

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Nota: Mi agradecimiento más sincero a Fernando Díez ‏@Hondoncity y Solo F1 sin Circo ‏@Solof1sincirco dos buenos contertulios con los que compartir reflexiones en Twitter.

Imagen: E rulez vía wikimedia commons y fantasista vía freedigitalphotos.net

“Alrededor de la mesa” es una expresión (y actividad) que hay que recuperar

No creo que descubra nada a nadie si digo que en la actualidad los españoles dedicamos menos tiempo a la comida que la que dedicaban las generaciones anteriores. Dedicarle menos a la comida, suele implicar en la mayor parte de los casos menos tiempo para compartir otras cosas con nuestros seres más próximos y queridos. Si bien aquello de reunirse en torno a una mesa es un rasgo que caracteriza a la mayor parte de las culturas, quizá sea por estos lares en donde más nos resistimos al cambio que los tiempos parece que obligan. A los españoles nos gusta, o al menos de eso tenemos fama, compartir más cosas y más tiempo alrededor de una mesa cuando nos juntamos a comer.

Este verano he tenido la oportunidad de volver a contrastarlo, aunque en verdad, si se presta atención, tenemos oportunidades casi diarias que lo ponen de relieve. Bueno, el caso es que por motivos estrictamente personales me desplacé con la familia a visitar a los padres de un viejo amigo de universidad que falleció hace años… tener viejos amigos (aunque ya no estén entre nosotros) es lo que tiene, que los lazos que estableces con ellos van a más allá de los personales… así pues, este julio tocó “carretera y manta” y visitar a unos señores, Obdulia y Manolo, ambos de 87 años, y pasar con ellos y otros amigos un par de cálidos días en su casa de Ourense.

Te cuento todo esto porque la mayor parte de nuestra estancia aconteció sin lugar a dudas alrededor de la mesa… la de la cocina-comedor, bien preparando lo que luego íbamos a comer, bien comiéndolo y después, en la sobremesa… contándonos nuestras cosas, poniéndonos al día, confesándonos en cierta medida y recordando con toda la alegría del mundo otros tiempos. Si las mesas hablaran, me gustaría conservar esa de Ourense para que nos recontara pasado un tiempo todo lo vivido a su alrededor.

Además de los correspondientes paseos por un entorno natural espectacular (nuestros amigos viven en una casa con huerto “de verdad”) como digo no puedo sino reconocer que pasamos la mayor parte del tiempo compartiendo, junto a otros invitados (vecinos que se acercaban a comer con nosotros) muchas más cosas que aquello que comíamos.

Ourense

En el plano más gastronómico no faltaron los productos que este encantador matrimonio auto producía (y no solo en su huerto): su embutido, la empanada gallega, sus verduras, sus patatas… y por supuesto un espectacular pulpo á feira (el mejor que he probado en mi vida o al menos empatado con el que probé hace 12 años en la misma casa) no podían faltar.

Te cuento todo esto a modo de homenaje de aquel amigo que tuve, Manolo, y que tuve la fortuna de compartir con otros buenos amigos: y por supuesto también de esas entrañables personas que son Obdulia y Manolo, sus padres.

Pero al hilo de este tema, al mismo tiempo también me gustaría poner en alza una campaña que de la mano de IKEA España va a poner en alza estas cuestiones y que, sinceramente, me gusta bastante. Por lo que he visto se trata de, usando el nicho de negocio de esta empresa, invitar a cocinar como una forma de desconectar los fines de semana, así como el facilitar la cocina durante el día a día, en especial en las cenas; y ayudar a mejorar en la planificación en todo lo que tiene que ver con el ciclo de la comida.

Y a mí, que alguien favorezca y te invite a retomar estas buenas y sanas costumbres… me parece muy acertado. Y es que digan lo que digan, no me imagino nuestra estancia en Ourense alrededor de una mesa mientras consumíamos pizza a domicilio o croquetas “caseras” industriales. No hubiera sido lo mismo. Y no me refiero a lo gastronómico.

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Nuevo libro: Mamá come sano; guía indispensable en embarazo y lactancia

mama-come-sanoLa paternidad en general… la maternidad más en concreto, o lo que es lo mismo el saberte responsable en última instancia de una criatura que depende absolutamente de ti (padres en general y madres de nuevo más en concreto) obliga a que muchas personas se decidan a ponerse las pilas en eso de la alimentación saludable. Los hijos son un gran motor de cambio (te lo conté en este post), o al menos de buenos propósitos (ya veremos cómo se terminan por materializar) y conste que me parece fenomenal… tal y como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Los cambios, si son para mejorar, siempre serán bien recibidos.

Las estrategias para propiciar esos cambios pueden ser varias y no tienen por qué ser excluyentes… que si consultar con un profesional, investigar en Internet, hacerse con un libro que de forma monográfica aborde estas cuestiones, etcétera. Pues bien, en este último caso tienes un texto que debiera ser de referencia para todas aquellas madres-padres que en la aurora de la maternidad deciden poner un poco de cordura entre tanto mito y tanta controversia que hay en el terreno de la alimentación de la mujer embarazada y lactante. Pero voy a ir más allá.

Mamá come sano” escrito por Julio Basulto debiera ser un libro de lectura-consulta obligada para todos aquellos alumnos y profesionales de la nutrición humana y dietética (para los dietistas nutricionistas) ya que resume de forma magnífica las cuestiones más candentes entorno a la alimentación en este episodio de la vida de la mujer. Estoy hablando de averiguar, por ejemplo, hasta qué punto influye la alimentación en la fertilidad; aclarar la sempiterna cuestión de “comer por dos” en el embarazo; el papel de múltiples nutrientes como el ácido fólico, el yodo, la vitamina B12; el de otros elementos de los estilos de vida como el tabaco o el alcohol; los famosos suplementos; el uso de “plantas medicinales”; la mayoría de los alimentos más conflictivos (algas, café, aditivos…); la cuestión del peso antes, durante y tras el embarazo; el vegetarianismo en el embarazo y la lactancia; etcétera. Y todo ello con el estilo al que nos tiene acostumbrado Julio (padre de otras obras como No más dieta; Secretos de la gente sana, Se me hace bola y Comer y correr) es decir, aportando una apabullante bibliografía tanto en calidad como en cantidad (toda ella recogida al final de la obra) con el fin de que el lector así interesado siga por su cuenta tirando del hilo y contrastando opiniones sobre aquello que más le interese.

No merece la pena entretenerse mucho más para alabar el trabajo de Julio que ha terminado en una obra especialmente actualizada en el conocimiento de esta materia y que carece de defecto alguno. Antes de despedirme hacer mención a los dos grandes teloneros que acompañan a Julio Basulto en “Mamá come sano”. Se trata del prólogo a cargo del pediatra Carlos González (superlativo) y el epílogo de la mano de Eva Hache (estupendo).

Par despedirme no me resisto a dejar aquí por escrito parte de prólogo que Carlos González destina a explicar la finalidad del libro que, aunque sencillo en su planteamiento, no deja de ser revelador.

No se trata, pues, de hacer un “sacrificio” durante unos meses para luego volver a comer patatitas y refrescos, sino de dejar de sacrificarnos, dejar de sacrificar nuestra salud en el altar de la moda y de la publicidad, y aprender a comer normalmente el resto de nuestras vidas. Porque lo que de verdad va a influir a largo plazo en la salud de nuestros hijos no es lo que hemos comido en el embarazo (que influye solo un poco) ni lo que comemos durante la lactancia (que no influye casi nada), sino los hábitos que adquirirá comiendo a nuestro lado durante los próximos veinte años o más.

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Compa «Mamá come sano»

Yodo en el embarazo: suplementamos, enriquecemos… o no hacemos nada

Yodo

Como padre de dos criaturas que nacieron con 4 años de separación (2004-08) no pude dejar de sorprenderme cuando dentro de los protocolos relativos al embarazo y al puerperio de mi santa se siguieran distintas rutinas al respecto de la suplementación en los respectivos embarazos. Una de esas diferencias, la más notable, se refería al yodo. En el primer embarazo el médico que nos atendió no hizo referencia alguna la presencia de yodo en la dieta de mi mujer y, en el segundo (el mismo médico) todo lo contrario, recomendándose el consabido suplemento de yodo (ya que se había instaurado un nuevo protocolo que incluía este elemento).

Sin embargo, como nutricionista la cosa me sorprendió menos ya que el tema viene de más atrás y las cuestiones suplementadoras relativas al yodo (en especial en el embarazo) siempre han sido un tema relativamente candente.

Un poquito de yodo, muy poquito, pero necesario y tampoco más

El yodo es uno de esos minerales que necesitamos incluir en nuestra dieta de forma obligatoria en un determinado rango de cantidades ya que de otro modo (por encima o por debajo) se corre el riesgo de sufrir determinados trastornos y enfermedades ligados a su toxicidad y deficiencia respectivamente. Otro de los aspectos más llamativos de este nutriente es que la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) para la población adolescente y adulta es de 150 microgramos al día… aumenta casi hasta el doble en el caso de la mujer lactante, 290 microgramos al día, y también sufre un aumento considerable en el momento del embarazo, 250 microgramos día. Ya que estamos con esto de los números puntualizar que para lactantes la CDR está comprendida entre 110 y 130 microgramos al día (dependiendo de la edad del lactante) y para los niños (no lactantes) entre 90 y 120 microgramos (también en función de la edad)

Es importante el asegurar el aporte de yodo en la dieta ya que entre otras funciones se utiliza para la síntesis de las hormonas tiroideas imprescindibles a la hora de mantener el fino equilibrio de nuestro metabolismo, así como importantísimas funciones en el momento del desarrollo fetal y posterior crecimiento, ya que su déficit está relacionado con deficiencia mental y retraso moderado de la maduración intelectual o neuromotora.

Pero al mismo tiempo no nos debemos exceder con su aporte ya que se correría el riesgo de toxicidad por altas ingestas de yodo, que aunque parezca un contrasentido puede estar detrás tanto de situaciones patológicas de hipo como de hipertiroidismo.

Deficiencia de yodo en mujeres embarazadas europeas

De todas las regiones mundiales que la Organización Mundial de la Salud tiene establecidas es Europa, contra todo pronóstico, la región en la que más casos de deficiencia de yodo se han hallado entre los niños escolarizados. Lo de “contra todo pronóstico es relativo” porque cuando se contrasta por países la ingesta de yodo de las mujeres europeas durante su gestación, los datos revelan que en más de dos terceras partes de esos países las mujeres embarazadas no alcanzan las cantidades diarias de ingesta recomendada para el yodo (por no hablar del poco control que existe en buena parte de los países europeos para evaluar esta variable).

Por otra parte, en España la más reciente encuesta sobre ingesta alimentarioa de los españoles ENIDE 2012 (a estas alturas empezando a quedarse anticuada) reflejó en la ingesta habitual de alimentos por parte de los españoles un riesgo por ingesta inadecuada de yodo, especialmente en el caso de las mujeres. Es muy importante destacar que ENIDE 2012 recogió los datos nutricionales referidos al yodo a partir de encuestas, por lo que la estimación de la ingesta de yodo se ha realizado a partir de las respuestas de los encuestados y tablas de composición de alimentos y no por la yoduria (que es la herramienta que se considera como idónea para valorar estas cuestiones). Al mismo tiempo, tampoco se consideró en esta encuesta la posibilidad de consumo de sal yodada. Dos cuestiones importantes para interpretar con precaución los datos que ofrece la encuesta.

Consejos sobre el yodo en el embarazo

Ante esta situación y con independencia del protocolo embarazo-yodo que nuestra administración sanitaria asuma hay dos alternativas lógicas (la primera además de lógica es muy sencilla, económica y cómoda)

salinas (2)

  • La primera y más recomendable, hacer caso a la OMS cuando recomienda usar por sistema y para todas las personas en todo el mundo, la sal yodada. Para que te hagas una idea una ración de 2,5 gramos de este tipo de la sal aporta, ¡oh casualidad! 150 microgramos de yodo. (Ojo, he dicho sal yodada, no sal marina ni sal bajo cualquier otra denominación por muy molona que suene. Para que te hagas una idea, los mismos 2,5 gramos de sal de antes, pero marina, en vez de yodada, tan solo aportan de media 15 microgramos de yodo). Con esta simple medida, muy simple como puedes contrastar, se alcanza la CDR de yodo para la población general… pero no la de las mujeres embarazadas ni lactantes. Se considera con bastante buen criterio en mi opinión que el resto del yodo necesario en embarazo y lactancia puede ser aportado con facilidad a partir de una dieta adecuadamente diversificada. No obstante y por aquello de curarse en salud hay otra posibilidad.
  • Se trataría de la suplementación. Es decir, de recurrir al correspondiente comprimido que de forma combinada con otros nutrientes, o bien de forma individual (en cualquiera de los casos aportando unos 200 microgramos de yodo) se aporte la correspondiente cantidad de este micromineral.

En resumen

Para facilitar el mensaje práctico, adapto a continuación el mensaje que Julio Basulto deja en su imprescindible libro «Mamá come sano» (del que daré detallada cuenta en el próximo post de este blog) que dice más o menos así:

La utilización en casa de una cucharadita de sal yodada diaria de 2,5 gramos [una medida más que razonable que además no llega al límite con respecto al sodio que aporta] alcanza las recomendaciones de yodo para cualquier adulto (mientras no haya embarazo). ¿Y si estoy embarazada o dando el pecho? Bien, en esas circunstancias, se da por seguro que el uso de la mencionada sal yodada en el marco de una dieta saludablemente planificada es suficiente para cubrir los requerimientos especiales en estas etapas.

Sé que suena redundante pero en línea con la OMS, usa sal yodada y, además, come bien. En especial si estás embarazada.

Lamentablemente para lo que sería un mundo perfecto la suplementación con yodo para las mujeres gestantes no goza de un consenso claro a la hora de realizarla de forma sistemática.

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Imagen: Wikimedia Commons y tuelekza vía freedigitalphotos.net

Guía rápida para el tratamiento dietético de la diabetes tipo 2

Stop diabetesA modo de breve introducción para unos pocos ya que para una importante mayoría considero que estáis al corriente de qué es la diabetes en general, diré que se trata de una enfermedad crónica con dos características propias no excluyentes: cuando el páncreas no produce insulina suficiente, y cuando el organismo no utiliza eficazmente esa insulina que produce.

Más en concreto, la diabetes de tipo 2 respondería a la segunda explicación, cuando existe una utilización ineficaz de la insulina, aunque con el tiempo (muy variable en cada caso) se pueda llegar también a la deficiente producción de esta hormona. La diabetes de tipo 2 representa el 90% de los casos mundiales de diabetes y en gran medida está condicionada por un peso corporal excesivo y por la escasez de actividad física de los pacientes que la sufren. Uno de los elementos más significativos de esta dolencia es que dependiendo de los pacientes la diabetes de tipo 2 puede ser diagnosticada cuando ya tiene varios años de evolución y algunas complicaciones están ya presentes.

Los datos que se manejan en cuanto a la incidencia de la diabetes de tipo 2 son bastante alarmantes… máxime teniendo en cuenta que su crecimiento en las últimas décadas solo se puede tildar de dramático: la diabetes afecta a cerca de 350 millones de personas en todo el mundo; en 2012 se calcula que fallecieron cerca de millón y medio de personas por esta causa; según una estimación de la OMS, se estima que la diabetes será la séptima causa de mortalidad en el año 2030.

Podemos hacer algo (y no es una pregunta)

Está bastante bien contrastado que la puesta en marcha de “simples cambios” relacionados con el estilo de vida resultan eficaces tanto para prevenir su debut como para abordar su tratamiento una vez diagnosticada. Así, la práctica totalidad de instituciones sanitarias volcadas bien en la salud o bien en el tratamiento de la diabetes de tipo 2 aconsejan, habitualmente siempre en este orden:

  • Procurar alcanzar y mantener un peso saludable.
  • Mantener un estilo de vida activo, y
  • Seguir un patrón dietético saludable caracterizado por la presencia de alimentos origen vegetal, al tiempo que se controle la cantidad de azúcares en la dieta (en especial aquellos que tengan la condición de añadidos) así como un control de sobre las calidad de las grasas presentes.

Más en concreto en el plano dietético

Tratamiento diabetes

Además de otras muchas fuentes de información básicas en esta material, como por ejemplo la página web de la Asociación Americana de Diabetes (que incluye una parte importante de sus contenidos en “español-americano”) o la Sociedad Española de Diabetes, hoy pretendo hacerte llegar un documento resumen publicado hace unos pocos años por el muy reputado Instituto de Salud de la administración del Reino Unido (NICE) y actualizado recientemente.

Aunque el documento que puedes consultar aquí en su totalidad aborda de forma sintética aspectos diversos sobre la diabetes de tipo 2, me gustaría destacar aquellos consejos que se aportan en referencia a las cuestiones dietéticas, y siempre basados en la mejor evidencia disponible. Dice así al respecto del abordaje dietético de la diabetes tipo 2:

  • Cada paciente debe recibir asesoramiento nutricional individualizado de forma continua de mano de un profesional con experiencia y con competencias específicas en nutrición para la salud.
  • Este asesoramiento ha de estar adecuado a las necesidades particulares de cada paciente, teniendo en cuenta para ello su entorno cultural y sus creencias haciendo especial hincapié en la voluntad de cambio del paciente, haciendo valer para ello los beneficios que estos cambios tendrán en su calidad de vida.
  • La alimentación saludable, equilibrada y adecuada para los pacientes de diabetes de tipo 2 debe estar en el marco de aquel patrón alimenticio aconsejable a la población general [si antes lo digo]. Para ello es preciso animar a diseñar menús diarios con alimentos que incorporen un alto contenido de fibra, que impliquen un bajo índice glucémico (frutas, verduras, cereales integrales y legumbres); incluir productos lácteos bajos en grasa y pescado azul; y controlar la ingesta de alimentos que contienen ácidos grasos trans y grasas saturadas.
  • Compaginar el asesoramiento dietético en un plan integral y personalizado dirigido al manejo de la diabetes que incluya otros aspectos referidos a los estilos de vida, tales como el aumento de la actividad física y la pérdida de peso.
  • Para aquellos pacientes con sobrepeso u obesidad un objetivo inicial y realista de pérdida de peso puede cifrarse en torno al 5 a 10% del peso inicial. En cualquier caso recordar que cualquier pérdida de peso será bienvenida y que los beneficios metabólicos derivarán de las pérdidas de peso mantenidas a lo largo del tiempo.
  • Aconsejar de forma individualizada al respecto de la cantidad de hidratos de carbono presentes en la dieta y del uso de bebidas alcohólicas. La reducción del riesgo de sufrir episodios de hipoglucemia es uno de los objetivos principales para cualquier paciente que use insulina u otros fármacos que interactúen con la acción de esta.
  • Tener en cuenta que la sustitución de alimentos que contienen azúcar (por otros que no la incorporen) puede ser una medida válida, pero nunca para “permitir” un consumo ilimitado de esos alimentos ya que en cualquier caso habrá que tener en cuenta el posible exceso de energía.
  • Desalentar el uso de alimentos comercializados específicamente para personas con diabetes.
  • En pacientes que estén hospitalizados o a cargo de cualquier otra institución planificar una adecuada pauta dietética teniendo en cuenta la cantidad de hidratos de carbono presentes en su dieta así como el número de ingestas.

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Imagen: Stuart Miles y Praisaeng vía freedigitalphotos.net

A tus riñones no les entusiasma nada tu exceso de grasa

riñonesTenemos el defecto de tener una perspectiva demasiado cortoplacista al respecto de nuestra alimentación y su efecto sobre salud. Ya se trata de magufadas con mayor o menor sentido o de relaciones firmemente establecidas entre lo que comemos (o dejamos de comer) y los efectos de nuestras elecciones sobre la salud, creo que con demasiada frecuencia tenemos puestas las miras salutíferas en un de hoy para mañana o casi. Pero también debiéramos preocuparnos por el pasado mañana.

Hay un montón de situaciones patológicas que se gestan poco a poco durante años y cuyos síntomas y signos se ponen de relieve de forma abrupta. Uno de estas situaciones es por ejemplo la insuficiencia renal crónica y su relación con la obesidad.

El caso es que la exposición continuada a las condiciones metabólicas y estructurales propias de la obesidad ocasiona graves, e irreversibles, alteraciones en la funcionalidad de los riñones. Esta patología renal vinculada a la obesidad es debida a la alteración de las unidades funcionales de los riñones, las nefronas, y se sospecha con pocas dudas que tiene causas directas (el aumento de la cantidad de grasa en la matriz del riñón, las lesiones en la barrera filtradora); e indirectas (la diabetes y la hipertensión asociadas habitualmente a la obesidad) y su efecto se traduce de forma sistemática tanto en años de vida sana perdidos, como en casos de muerte prematura entre quienes la padecen.

Tal es así que un reciente artículo publicado en la edición Diabetes & Endocrinology de la prestigiosa revista The Lancet, ha puesto de relieve que dentro del tablero de juego en el que la obesidad actúa como epidemia a nivel global, se acaba de poner de manifiesto la importancia de un nuevo y peligroso “jugador” en referencia a la mencionada insuficiencia renal crónica. Así, refiere el citado artículo, esa patología tiene la mayor tasa de crecimiento entre todas aquellas enfermedades no transmisibles que son causa de muerte prematura, tanto en prevalencia (proporción de individuos que presentan una característica o evento concreto) e incidencia (número total de individuos con una esa característica o evento en un período determinado).

Y las cifras cantan, en el periodo de tiempo comprendido entre los años 1993 y 2013 la diabetes (una de las condiciones patológicas sobre la que vienen sonando todas las alarmas desde hace tiempo en el terreno de la Salud Pública) creció un 67% frente a, pásmate, la insuficiencia renal crónica que creció un 90%.

La relación causal entre el peso y la enfermedad renal es difícil de establecer de forma inequívoca, en especial teniendo en cuenta que estos datos son fruto de estudios observacionales. Sin embargo, la mayor parte de investigadores están bastante convencidos de que, más allá de otros elementos implicados, en especial la edad de los pacientes, la obesidad es con pocas dudas el factor de riesgo más importante (y potencialmente prevenible) para desarrollar una insuficiencia renal con el paso de los años.

No creo que a estas alturas del cuento hiciera falta aportar ningún dato más para recomendar encarecidamente el mantener un peso adecuado, así como una proporción de grasa corporal conveniente… pero esto es lo que hay.

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Imagen: dream designs vía freedigitalphotos.net