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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nutrición-área 51: La prodigiosa, pero a todas luces falsa, longevidad de los Hunza

HunzaDentro de los misterios poco misteriosos y más legendarios, los del tipo Monstruo del Lago Ness o Abominable Hombre de las Nieves, figura la existencia de un pueblo de leyenda (nunca mejor dicho) cuya asombrosa longevidad se ha hecho descansar en cuestiones dietéticas. Me refiero a los Hunza.

La región geográfica existe, el valle de Hunza, enclavado a una considerable altitud en el marco de un valle montañoso dentro de Paquistán. Como también existe una población autóctona que recibe el nombre de pueblo Hunza. El caso es que sobre este pueblo se han hecho de descansar una serie de prodigios entre los que destacan su extrema longevidad cifrada en no pocas ocasiones más allá de los 120 años, así como una especial apariencia de juventud a pesar de su avanzada edad y el no padecer enfermedades. Las causas que habitualmente se esgrimen para justificar estas maravillas son variadas, entre las más habituales figura su particular estilo dietético del que se han apuntado “secretos” varios: desde que su dieta es especialmente parca en calorías, a que apenas consumen proteínas de origen animal siendo su patrón dietético principalmente vegetariano, pasando por los habituales periodos de ayuno o las excepcionales características del agua que consumen. En particular, en referencia al agua, las explicaciones son de lo más variopintas y divertidas: algunos hacen destacar su riqueza en cesio, otros afirman que al venir de los glaciares del Himalaya, el agua tiene una viscosidad diferente con un pH alcalino mayor, otros que unos niveles altos de hidrógeno activo, otros que posee un potencial redox negativo y otros más que el contenido de este agua es especialmente rico en minerales coloidales (sean las que sean que estas supuestas propiedades del agua impliquen sobre la longevidad y la posibilidad de enfermar). Internet, fuente inagotable de mitos y justificaciones varias, ofrece una amplia muestra de lo que comento; tienes algunos ejemplos en este enlace o en este otro.

La verdad sobre los Hunza

Antes que buscar las verdaderas razones sobre su excepcional longevidad habría que cuestionarse si en verdad este pueblo vive tanto tiempo y con tan buena salud. Y las respuesta verdadera es que de eso nada. Más al contrario, existen datos que afirman que los Hunza tienen una vida media por debajo de la edad media de las poblaciones del primer mundo y que además enferman como todo hijo de vecino. Muchas veces esas enfermedades que son especialmente prevalentes en esta población son fruto, precisamente, de una alimentación con no pocas deficiencias.

Conviviendo con los cientos de páginas que pululan en Internet al respecto de esta fantástica leyenda que repiten incesantemente las mismas palabras pero sin aportar prueba alguna, también se encuentran las vivencias de un tal John Clark que en su obra Hunza – Lost Kingdom of the Himalayas.pdf (Hunza: El Reino perdido del Himalaya) recapitula, en una especie de diario de bitácora, sus experiencias tras 20 meses de convivencia en el seno de los Hunza allá por la década de los años 50. En esta obra el tal Dr. Clark da cuenta de las frecuentes enfermedades observadas en este pueblo entre las que destacan: disentería, tiña, impétigo, cataratas, infecciones oculares, tuberculosis, escorbuto, malaria, caries dental, bocio, bronquitis, sinusitis, beriberi, neumonía… entre otras. Si bien es cierto que la mayor de estas enfermedades son infecciosas y degenerativas (tanto o más probables en función de la edad) no se da cuenta de patologías psicosomáticas más propias de las civilizaciones occidentalizadas. Así, en este estudio Hunza – a healthy and a long living people (Hunza-un pueblo saludable y longevo) una serie de investigadores búlgaros dan cuenta al parecer de este hecho: los Hunza no presenta enfermedades psicosomáticas fruto del estrés… aunque, todo hay que decirlo, en esta publicación se sigue atribuyendo a los Hunza una vida especialmente feliz y longeva.

Sobre su excepcional longevidad, el hecho incontestable es que más allá de las habladurías que crecen con un efecto bola de nieve, nadie en absoluto ha sido capaz de presentar una sola prueba tangible de que sea una realidad. Bastaría con una foto de familia en la que se pudiera ver a ocho generaciones juntas: el gran patriarca (o la gran matriarca) con 145 años, su hijo de 125; su nieto de 105; su bisnieto de 85; su tataranieto de 65; su chozno de 45; el hijo de su chozno de 25 y; por último el nieto de su chozno de 5 años. Así de “fácil”.

Es más, volviendo al escrito de John Clark, este da cuenta (página 170) de una particular encuesta entre los nueve niños que asisten a las clases que él había establecido y les preguntó al respecto de los familiares que habían perdido. Su resultado fue bastante elocuente: un primer niño había perdido a su madre, tres hermanos y dos hermanas; el segundo a un hermano y una hermana; el tercero a su madre, dos hermanos y dos hermanas; el cuarto a su madre y a una hermana; el quinto a una hermana y un hermano; el sexto a su madre, dos hermanos y una hermana; el séptimo a dos hermanos; el octavo a un hermano y; el noveno a su padre. Significativo.

En resumen

Ya no estamos en el siglo XIX o mediados del XX cuando los primeros exploradores occidentales se adentraron en aquellas remotas tierras. Con la racionalidad en la mano, creo que está bastante claro que si algo verdaderamente excepcional se estuviera cociendo en esta indómita región ya se estaría investigando (o ya se habría hecho). Ahora, el hablar de las cuestiones dietéticas para explicar su excepcional longevidad cuando la causa de así merecerlo ya no solo está en entredicho, sino que todo apunta a que es más falsa que un billete de 13 euros, carece de todo sentido.

Quizá, el conocer que este pueblo se asiente donde, más o menos, se supone que se encontraría aquel lugar ficticio descrito en la novela de 1934 Horizontes perdidos, conocido como Shangri-La (utopía mítica ubicada en el entorno del Himalaya consistente en una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior y cuyos habitantes son casi inmortales) tenga parte de la culpa.

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Nota: el pasado viernes aparecí, brevemente, hablando sobre este particular en el programa de radio “Levántate y Cárdenas” (@cardenaseuropa) de Europa FM. Puedes escucharlo en este enlace (minuto 53:48)

Imagen: John Hill vía en.wikipedia

Nutrición-área 51: El misterio de la muerte de plantas regadas con agua “de microondas” (#Busted)

Echemos un vistazo a los numerosos experimentos que se pueden contabilizar en la red en los que se pone de manifiesto la presunta peligrosidad del microondas a base de “demostrar” que las plantas regadas con agua calentada en microondas (dejándola enfriar antes) mueren de forma irremediable en un plazo relativamente corto. Si quieres puedes ver el resumen del experimento y sus “fatales” consecuencias en este vídeo, aunque la cantidad de blogs que citan esta clase de experimentos caseros es incontable; entre los mas famosos figuran este de aquí, este otro y este (y muchos más).

Acojona, ¿no? Lo primero que te viene a la cabeza es una especie de “ya sé que suena raro, (raro, raro, raro) pero ¿y si fuera cierto?… Y así se aumentan las probabilidades de que termines pasando del microondas y renegando públicamente de él a base de seguir difundiendo el bulo sin haberlo contrastado… Y claro, como de costumbre, la gente encantada de recibir esta información tan impactante.

Afortunadamente hay quien, sin la necesidad de ponerlo en cuarentena (que es lo primero que habría que hacer con esta información) lo ha calificado de una burda y zafia trampa eco-conspiranoica (bueno, esto lo digo yo). Así, en este artículo de “La mentira está ahí fuera” se aportan pruebas que destapan parte del engaño, unas trampas tan groseras como la de manipular las fotografías.

Con sinceridad, no podemos saber (o yo al menos no tengo los medios) para contrastar la verisimilitud del post de “La mentira está ahí fuera” pero lo cierto es que suena infinitamente más serio.

Cosas que hacer mal y que podrían terminar en tan espectacular resultado

Hay un conjunto de circunstancias que podrían haber influido en la obtención de tan impresionante resultado. Trucajes aparte (que como ya hemos visto es una causa bastante probable) el blog Snopes en su artículo Boiling point (Punto de ebullición) apuntó a una serie de posibilidades no excluyentes entre ellas, a saber:

Brote de planta

  • Que ambas plantas no partieran inicialmente de un mismo estado, de forma que una de ellas podría haber muerto (o haberse empochecido antes) aun tratando a las dos plantas por igual.
  • Que el recipiente utilizado para almacenar o hervir el agua en el microondas podría haber contenido una sustancia residual en el agua que dificultara el crecimiento de la planta tratada con el agua “de microondas”.
  • Que la tierra o la maceta de una de las plantas podría haber contenido algo (originalmente o introducido más tarde) que dificultó el crecimiento de una de ellas.
  • Que los dos recipientes de agua quizá podrían no haber sido calentados o enfriados hasta la misma temperatura, lo que a su vez haría que una de las plantas recibiera el agua más caliente.
  • Que en el trascurso de los días que dura el experimento las plantas podrían haber sido objeto de diferentes factores ambientales (por ejemplo luz, radiación solar, cercanía a una estufa…) o también podrían haber sido afectadas de forma diferente por otros factores externos (insectos, hongos, animales domésticos…)
  • Que el experimento no se realizara “a ciegas” de forma que es posible que los resultados se vieran influidos por las expectativas que el experimentador depositaba en ellos.

Con estas posibles variables como posibles elementos confusores, y que en suma hacen de este trabajo una chapuza, el autor de Snopes decidió reproducir el experimento en condiciones controladas (al menos con muchos más controles) de forma que:

  • Preparó tres juegos de tres especies vegetales diferentes para realizar sobre ellas el experimento
  • De cada una de las especies se hizo con tres ejemplares lo más parecidos entre sí que fuera posible.
  • Los colocó en un lugar lo más homogéneo posible en cuanto a las condiciones que pudieran incumbir a todos los ejemplares de una misma especie (humedad, temperatura, iluminación…)
  • Preparó agua en un mismo depósito con la que regaría diariamente a las 9 plantas. A cada una de los tres juegos de plantas las regó de la siguiente forma: una con agua sin más obtenida del mencionado depósito; otra con agua calentada previamente en el microondas y dejada enfriar hasta temperatura ambiente; y la última de cada juego de plantas la regaría con agua calentada en la placa de cocina y también dejándola enfriar hasta temperatura ambiente. El agua para realizar los tres tipos de riego la almacenó en tres depósitos idénticos y bajo las mismas condiciones.
  • Transcurridos los días de riego que fueran (este es el único dato que no aporta) solicitó a un observador que no había participado en el experimento (en esto consiste “cegar” el experimento) que evaluara a su juicio cuál de las tres plantas de cada juego tenía mejor aspecto (la regada con agua “de microondas”, la del agua calentada en la placa, o la del agua que no se calentó en ningún momento). Veamos los resultados…

Con independencia de lo suficientemente elocuentes que son las tres fotografías en las que se muestra sendos juegos de tres plantas idénticas entre: indistinguibles en base al agua de riego que recibieron (ver serie de fotos en este enlace al final del post); al observador externo se le preguntó qué planta de cada juego ofrecía mejor aspecto de las tres en cada grupo… y en dos de los grupos señaló plantas que habían sido regadas con agua previamente calentada (y enfriada) en el microondas y en el otro caso señaló al ejemplar que había sido regada con agua sin calentar por ningún procedimiento.

Al igual que antes he de decir que carezco de pruebas para apoyar este resultado como cierto ya que solo dependo, como en el caso de los post magufos, de la lectura que de ellos puedo hacer en Internet, pero que quieres que te diga…

La alternativa para terminar de salir de dudas sería que tratara de reproducir el experimento en casa y que luego os lo contara aquí… pero con sinceridad no tengo ni ese tiempo ni esas ganas, ni (sobre todo) me hace falta.

El broche

Microondas ruso

Como despedida me gustaría señalar que en ocasiones existen cuestiones magufas que pueden dar el pego, que son muy efectistas y que no son fáciles de contrastar (como esta de la planta más o menos). Pero con frecuencia en su paroxismo maguferil incurren en verdaderas barbaridades. Aparte de las evidentes de las del vídeo de arriba, en no pocos foros en las que se comenta la jugada de las plantas y el agua de riego, para dar peso a su discurso, se afirma que en Rusia se sabe desde hace mucho tiempo que los microondas son perjudiciales para la salud y que por eso desde los años 70 (antes de su comercialización, fíjate) está prohibida su venta. No sé que tal andas de ruso pero no hay más que poner en google “купить микроволновую печь” (comprar microondas) y darte cuenta que la venta en este país de microondas no sé si es un comercio especialmente próspero pero que desde luego sí que te puedes comprar un microondas de cualquier color, tamaño y aspecto, para empotrarlo en la cocina o para tenerlo de sobremesa… a costa de unos cuantos rublos contantes y sonantes. Eso sí.

Si te ha gustado este post quizá te interés consultar:

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Nota: quiero agradecer la contribución e interés para la realización de este post de varias personas cuyo perfil en Twitter es: @blogpaleodieta, @HijodelasFrutas y @nacho_zizou

Imagen:  adamr vía freedigitalphotos.net y http://www.foxtrot.com.ua/

¿Quién dice que dar azúcar a un niño favorece que se «acelere»?

Niño dulcesSus padres, básicamente lo dicen sus padres, y conste que yo también lo he creído así durante cierto tiempo. Sin embargo, la ciencia no ha establecido hasta la fecha una relación de causalidad entre un relativamente alto consumo de azúcares en un momento puntual y un mayor aceleramiento o hiperactividad del niño o niña. Hablo en esencia de una hiperactividad aguda y pasajera y no del trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

Lo cierto es que me comprometí a hacer una entrada sobre este tema cuando el otro día mi vecino de blog, Alfred, en “Ya está el listo que todo lo sabe” publicó un post sobre esta cuestión: ¿De dónde surge el mito que indica que dar azúcar a los niños los vuelve hiperactivos? Con el que se generó una cierta polémica bien en el propio blog y más en las redes sociales.

Así pues, sin demasiados datos serios sobre la mesa que apoyen tanto una teoría como la otra (el azúcar sí acelera o no acelera) nos basamos demasiado en la “experiencia” de esos padres, en su realidad y no se puede por menos que reconocer que existe una creencia generalizada en que efectivamente sí que les acelera. Esa experiencia bien se podría explicar en base a lo que cuenta Alfred en su post y que se resume en el hecho de que al observar dos variables evolucionando proporcionalmente tendamos a relacionarlas de modo causal: Toma más azúcar; se acelera, luego el azúcar es la causa. Sin embargo, el aceleramiento, no tiene por qué estar causado por la ingesta de azúcar y ser las circunstancias las que propician ambos procesos no relacionados: Ambiente festivo, jolgorio; se consumen más chuches y al mismo tiempo hay más ajetreo, pero por el ambiente, no por el azúcar. En sus propias palabras:

Ya sea en un parque infantil, un cumpleaños o cualquier fiesta especial, es el hecho de estar jugando, correteando y trotando de un lado a otro sin parar con otros niños (amigos, compañeros, primos, hermanos…) lo que causa la sobreexcitación e hiperactividad del pequeño y no lo que ha estado comiendo

Y además, y aquí viene la madre del cordero, no hay ningún estudio que haya validado la creencia popular de que el tomar más dulces invita a su sobreexcitación. Más al contrario, este meta-análisis The effect of sugar on behavior or cognition in children. A meta-analysis (Efecto del consumo de azúcar en el comportamiento y en el rendimiento cognitivo en niños) abordó la cuestión de pleno y no halló relación alguna entre la variable “niño come azúcar” y la de “niño se acelera”. Sus conclusiones fueron claras:

Hasta la fecha, nuestro estudio de meta-análisis no ha encontrado relación entre el consumo de azúcar por parte de los niños y que este afecte tanto a su comportamiento como a su rendimiento cognitivo. La firme creencia de los padres puede ser debido a la expectativa y la asociación común en el tiempo de ambas situaciones. […]

Que viene a ser lo que nos explicaba el bueno de Alfred.

Siguiendo con los razonamientos que podrían explicar este comportamiento, es posible que en estas jornadas festivas, muchas de ellas con tintes maratonianos, a los niños les llegue un momento en el que agoten “sus pilas” y que al tomar más “combustible” revivan y más si se trata de “gasolina rápida” como lo es el azúcar. Posibilidad frecuente que se sumaría a la anterior aportada y que serviría para explicar en otras circunstancias el proceso mitificado.

Otra cosa, hiperactividades aparte, es el escaso beneficio que habitualmente pueden tener este tipo de productos en su salud habida cuenta de las innumerables ocasiones que se tienen para acceder a ellos y las cantidades en las que se suelen tomar.

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Imágenes: Sura Nualpradid vía freedigitalphotos.net

¿Qué hay de cierto sobre la tripa cervecera?

Pensativo¿De verdad se le puede atribuir un papel significativo a la cerveza como tal en la protrusión abdominal que lucen en especial no pocos varones?

La respuesta es que a medias. O que de alguna forma la cerveza contribuye a ello, pero desde luego, por si sola no suele ser una explicación, hay otros elementos que normalmente se obvian en esta ecuación.

Tal y como explico en mi libro “Con las manos en la mesa” en el que se aborda la verosimilitud de este y otros mitos alimentarios, la cuestión ha de ser observada a través de varios factores. Además de los que son evidentes, es decir, la cantidad de cerveza y la frecuencia con la que se toma, es indispensable tener en cuenta otros no menos importantes: el marco alimentario junto al que se realiza esa ingesta de cerveza (si se comen más o menos panchitos, snaks, tapas, etcétera al tiempo que se bebe esa cerveza), así como el género del consumidor cervecero y su edad.

La cantidad y la frecuencia como claves

El tema de la cantidad no es baladí. Por ejemplo, es relativamente habitual que alguien entre en un bar y pida: ¡un zumo de tomate, por favor! Y en ése caso, lo más probable es que le sirvan unos 200 ml. (1 botellín) de zumo de tomate. Sin embargo, si alguien entra en el mismo bar y pide: ¡una cerveza, por favor!, lo más probable es que la ración sea de unos 330 ml. de cerveza. El resultado de la primera petición, unas 90 kcal (tomate), el resultado de la segunda 148 kcal (cerveza). Al mismo tiempo, en el caso de la cerveza y a diferencia del zumo de tomate, es más probable que haya una segunda, tercera y así sucesivamente consumición. Siendo así, el resultado es totalmente diferente como puede comprenderse con facilidad. Es decir, cuando se bebe cerveza es más frecuente que las ingestas sean mayores que cuando se bebe cualquier otra cosa.

El acompañamiento como clave

Cerveza y picoteo

Tampoco es tontería el tema del acompañamiento y el marco. En cierta medida se criminaliza un único producto (la cerveza) haciéndole culpable de un mal planteamiento alimentario general. En el marco del consumo cervecero, son mucho más frecuentes las asociaciones de esta con patatas bravas, “panchitos”, pizza, patatas fritas, etcétera. Asociaciones que quizá sean menos inmediatas con otro tipo de bebidas. Además el tema de la cerveza se vincula también en no pocas ocasiones a un estilo de vida más sedentario (¿hablamos de los eventos deportivos delante del sofá con unas cuentas cervezas en la mano y su acompañamiento?). En este sentido, sería tan correcto decir “tripa cervecera” como lo sería el referirse a ella como tripa patatera, cacahuetera, pizzera, sedentaria, etc. o simplemente, tripa tuttiguarri (y abundanti). Como ves, todo cuenta.

El género y la edad

Luego está el tema de “la tripa cervecera” en concreta alusión a la de algunos varones y de determinada edad. Pues esto también tiene su explicación. Sobrepasada la “plenitud” fisiológica y ya en la mediana edad, cuando no de pleno en la madurez, en general es contrastable un descenso en el gasto energético total tanto por un descenso del metabolismo basal, como por la habitual disminución del gasto debido a la actividad física. Ni que decir tiene que en estas circunstancias se facilita la acumulación de grasa a partir de los excesos calóricos a lo que puede muy frecuentemente contribuir la cerveza y sus acompañamientos. En el caso del varón, el patrón de acumulación de tejido graso más típico (mediado por características hormonales) tiene lugar en la región del abdomen.

Así pues, esta es la explicación, que si bien en general no hace justicia a realidad de la expresión, ayuda a comprenderla.

Aquí tienes un vídeo que lo explica a las mil maravillas y que se ciñe como un guante a los contenidos que en su día dejé por escrito en el libro. Educativo y entretenido. Que lo disfrutes.


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Imagen:  David Castillo DominiciKEKO64 vía freedigitalphotos.net

Si solo le importan las pechugas y los muslos… mándalo a KFC

KFCMucha gracia me hizo ver el otro día en mondo twitter este mensaje tal cual que pone de relieve, supongo, la excesiva importancia que suelen dar a la “imagen” de algunas mujeres sus respectivas parejas. Muchas veces, también hay que reconocerlo, la culpa la tenemos nosotros, todos, al hacer descansar sobre esa imagen un valor desorbitado, es decir, esa culpa también podría recaer en no pocas ocasiones en las propias implicadas (recuerda esta entrada: “Thigh gap” o el espacio entre los muslos, como peligrosa tendencia«)

Cambiando de tercio, quería dedicar esta entrada a hablar precisamente de la marca en cuestión, KFC, ya que en mi opinión su imagen carga con uno de los mitos más difundidos y absurdos en el mundillo de las cadenas de restauración. Supongo que ya estrás al corriente de este bulo que dice que esta cadena de restaurantes se vio obligada a cambiar su nombre original de “Kentucky Fried Chicken (Pollo frito de Kentucky) por el de KFC por que resulta que se había comprobado que la comida que ellos servían no procedía de pollos al uso sino de una especie de engendro polleril, una especie de Frankenstein avícola, que carecía de pico (a veces incluso se decía que carecían de cabeza), plumas e incluso de casi, casi de huesos que les impedía sostenerse en pie. De esta forma, continúa el mito, era mucho más económico y rentable, echar entero la especie esta de mutante a la freidora… sin desperdicios, todo aprovechable ya que el negocio así era mucho más rentable. Por lo tanto, según este bulo, a la marca se le urgió a que quitara la palabra chicken (pollo) porque no reflejaba la realidad de su producto. Lo cierto es que esto de los mitos que ponen en la picota a empresas de renombre siempre me ha hecho mucha gracia, supongo que a las empresas implicadas ninguna, pero es lo que hay.

Al parecer, la realidad del cambio de nombre de Kentucky Fried Chicken, por el de solo KFC se debió al interés de la empresa de desvincular su nombre comercial de la palabra “frito”. Término que en los tiempos que corrían (y corren) podría asociarse por parte de los consumidores, consciente o de forma subliminal, a una elección alimentaria poco saludable, a muchas calorías, a fritanga y, así en general, a un producto poco recomendable. Este cambio en la denominación comercial se produjo en 1991 pocos años después de que la empresa pasara a manos de  PepsiCo, quien introdujo diversos cambios en su carta, ampliándola y ofreciendo más opciones (pizzas, hamburguesas…) más allá del pollo frito.

Conste que no soy ningún defensor de la marca, ni detractor tampoco… más allá de lo poco que a título particular me gustan este tipo de opciones (grandes cadenas de hamburgueserías, pizzerías, etcétera), tanto desde el punto de vista organoléptico o como opción frecuente. La verdad es que creo que solo he pisado uno de estos establecimientos en mi vida, creo que en los años 90 y, la verdad ya entonces no me entusiasmó. Igual va siendo hora de volver a probar y de salir de dudas… o de ratificarme.

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