El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Todo el mundo necesita vitaminas, pero no es necesario engañarse con los suplementos

Según Euromonitor, una compañía especializada en estudios de mercado, los españoles nos gastamos cerca de 259 millones de euros el año pasado en suplementos vitamínicos y dietéticos que, en realidad, aun nadie ha demostrado fehacientemente que sirvan para hacer-nada-bueno. Entiéndase esta afirmación referida a nuestro entorno, en un marco de superabundancia alimentaria y con un acceso general a los alimentos que para sí quisieran otros países menos favorecidos.

Plato de suplementosLo más curioso de este dato es que según esta empresa que analiza el consumo en distintas regiones del mundo España es uno de los países que más margen tiene para “crecer” en este sentido (entiéndase por “crecer” gastar aun más dinero) si se compara con el gasto que se destina en otros países de su mismo ámbito al este concepto de la suplementación. Para que te hagas una idea los norteamericanos en el mismo periodo de tiempo se gastaron 25 mil millones de dólares. Si lo ponemos todo en las mismas unidades, esto significa que en España tuvimos un gasto per cápita de unos 5,6€/año en estas zarandajas mientras que en EEUU el gasto per cápita fue de unos 70€/año. Una diferencia importante y es que el caso de los norteamericanos es por demás…

Pero bueno, el caso que más me preocupa es el que me toca más cerca, el de España, pero también y viendo las diferencias con otros países, la que se nos echa encima. Sin ir más lejos, según la opinión de Euromonitor, se espera que los españoles nos gastemos hasta 10 millones de euros más en estos decorativos nutrientes al llegar a 2019.

Decía un poco más arriba que en referencia a los productos multivitamínicos y multiminerales apenas hay pruebas de que sirvan para nada bueno, pero sí alguna de que pueden hacer más mal que bien cuando su uso se cronifica. Tengo pruebas.

Suplementos: Un mal gesto

Suplementos: por lo general, un mal gesto

Esta importante publicación del año pasado Vitamin, Mineral, and Multivitamin Supplements for the Primary Prevention of Cardiovascular Disease and Cancer (Suplementos de vitaminas, multivitaminas y minerales para la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y el cáncer) concluye que:

Hay muy pocos ensayos que hayan estudiado los efectos de los suplementos dietéticos en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y del cáncer. De todas formas, entre estos, la mayoría no encontró ningún beneficio en sujetos sanos. […] Además, los resultados obtenidos en otros ensayos realizados sobre poblaciones en riesgo de estas enfermedades desalientan realizar más estudios en la población sana […]

Pero hay más; esta otra publicación de hace apenas dos años (en forma de resumen) Daily multivitamins to reduce mortality, cardiovascular disease, and cancer (Suplementación diaria para reducir la mortalidad, la enfermedad cardiovascular y el cáncer) no lo puede dejar más claro:

La actual evidencia no apoya el uso rutinario de suplementos multivitamínicos para reducir la mortalidad, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer en el caso de personas de países desarrollados.

Pero en el análisis que se hace por separado en este último estudio de algunos aspectos particulares se encontró además que aunque de forma poco acusada el uso de ciertas vitaminas aumentaba el riesgo de mortalidad total, en concreto el uso de vitamina E, beta-caroteno y altas dosis de vitamina A… sin haber encontrado efecto alguno sobre la mortalidad total en el uso de la vitamina C y el selenio.

Haz como este chavalote: di NO a los multivitamínicos

Haz como este chavalote: di NO a los multivitamínicos

Está claro que todo el mundo necesita vitaminas, al igual que minerales esenciales y al igual… qué-sé-yo que necesitamos el aire para respirar. Pero de igual modo que nadie necesita suplementos de aire (en condiciones normales, me refiero) tampoco, en condiciones normales y en nuestro entorno necesita suplementarse con vitaminas ni minerales si hiciera bien las cosas. Cierto es también que los análisis que se han hecho de nuestra forma de comer años atrás han detectado algunas posibles carencias en colectivos concretos… En estos casos, el problema suele ser una incorrecta pauta de alimentación y, por tanto la solución más barata, efectiva y creo que placentera es adecuar esa pauta de alimentación a esas necesidades concretas. Por ejemplo, si el problema fuese aflojar una tuerca rebelde y cuentas con la posibilidad de usar una llave inglesa (o fija)… no seas manazas y deja a un lado los alicates para tales menesteres, ¡usa la llave, joer!… por muy molones que sean esos nuevos alicates que te has comprado.

Esto se acaba señores y no me quiero despedir sin volver a repetir uno de mis mantras: ningún suplemento ha igualado mejorar una alimentación incorrecta, al menos con las garantías que ofrece el comer de forma equilibrada. La consigna pues: más alimentos (que no digan las vitaminas que tienen) y menos vitaminas.

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Nota: Mi agradecimiento a Miguel M. Mendieta (@mmmendieta) por aportarme los datos para esta post

Imagen:  YaiSirichai vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/

Una grande, la industria alimentaria, para que personas y mascotas coman igual… ‘de bien’

Perro con cubiertosQue la misma industria alimentaria que fabrica, elabora y transforma los alimentos que uno come se encargue también de dar de comer a nuestras mascotas debería hacernos reflexionar. O si esta perspectiva no parece suficientemente sospechosa siempre se puede observar al revés, es decir, que la industria que está detrás de la comida para perros y gatos es, en esencia, la misma que le da a sus dueños de comer. Todo ello sí uno quiere… claro, pero lo cierto es que hay muchos que queriendo o no, sabiéndolo o no… comparten el mismo restaurador que su perro. Es lo que de alguna forma puso de manifiesto un artículo del Washington Post hace unos meses con un elocuente título The McDonaldization of American pet food (“La McDonalización de la comida de las mascotas americanas”).

Es innegable… a día de hoy las empresas que copan la mayor parte del negocio del pienso para mascotas pertenecen a los mismos grupos empresariales que son líderes en alimentación humana… tal y como se pone de relieve y a modo de ejemplo en el muy recomendable blog Food polics: la marca Purina PetCare pretenece al gigante Nestlé (es decir, al mayor de los gigantes); el monstruo de las chocolatinas y golosinas Mars también tiene una división de alimentación para mascotas… Lo cierto es que en lo que a simple vista se muestra, tampoco veo una mayor diferencia entre las típicas barritas que comercializa Mars y las clásicas galletitas para perros… y así suma y sigue.

Con este panorama en el que la industria alimentaria típicamente humana diversifica su negocio hacia los animales me ha llamado mucho la atención el conocer que del año 2000 a esta parte las ventas de comida para mascotas se han prácticamente duplicado… ¡duplicado! pasando, solo en el mercado estadounidense, a generar unas ventas de 22.000 millones de dólares el año pasado. Pero por el amor de Dios… ¿se puede saber qué comían antes nuestras mascotas?

Quizá, parte de la explicación viene de contrastar que la entrada en plan a lo bruto de la industria alimentaria en el mercado de la comida para mascotas ha venido acompañado de un importante crecimiento en las ventas de productos de “élite” para las mascotas. Y es que con la experiencia que acumulaba el sector creando productos para “personas humanas”, esta industria no iba a dejar escapar el filón de explotar una de las mayores debilidades de este consumidor, es decir, el producto Premium. Es más, supuestas tres líneas básicas de comida industrial para mascotas: la básica y más económica, la de gama media y la Premium, es esta última la que acapara casi la mitad de la cifra de ventas mencionadas.

Estupidizando Humanizando a las mascotas

Pienso para perros alimenta tus defensas

Bien pensado, yo creo que la industria tampoco es la culpable, ella va a lo suyo, que es hacer dinero de la mejor forma posible y para ello nada mejor que observar al consumidor y darle lo que este quiere. Si el consumidor quiere idioteces, quién es la industria para negárselas… y con todo el derecho del mundo cobrárselas. ¿El bloguero ha dicho idioteces?

No te quepa la menor duda, ya que no sabría catalogar de otro modo un pienso industrial para perros basado en la dieta mediterránea (del que o quiero pararme a pensar en su formulación) o en aquel que estimula sus defensas (yo creo que Danone en este caso debería tener legítimo derecho a una mordida)… o, el no va más, pienso libre de carne para perros y gatos vegetarianos (o más bien para personas vegetarianas que, contra natura, quieren alimentar a su mascota al estilo vegetariano). Pero hay más, no te quepa duda, tras los piensos imposibles (en los que queda más que patente una proyección de las neuras y filias de algunos humanos) tenemos cerveza para perros o vino para gatos. A mi parecer en cierto sentido creo que el ser humano es un ser vivo social que vive físicamente aislado de sus congéneres… o que en cierta medida, conforme evoluciona tiende a ese aislacionismo mientras se rodea de otros seres vivos que le hagan compañía… y ¿con quién se podría compartir una birra después del trabajo si no hubiera una cerveza canina? ¿con quién si no festejar una cena a la luz de las velas con un ¿buen vino? si no hubiera vino para gatos?

Y enfermándolas

En fin, si alguien viera esto con la suficiente perspectiva se partiría de risa, pero solapadamente claro, ya que el mero hecho de sonreírse públicamente con estas cosas seguro que encima es políticamente incorrecto. A mí la verdad, no me hacen ninguna gracia. En definitivas cuentas, desde un punto de vista poblacional hemos conseguido enfermarnos consumiendo una serie de productos que la industria alimentaria se ha apresurado a proporcionarnos, al tiempo que hemos contagiado nuestras propias enfermedades crónicas a nuestras mascotas. Estas ahora ya comen igual, de mal, que nosotros; tienen una vida igual, de mala, que nosotros en cuanto a la actividad física; y padecen una serie de enfermedades iguales a las nuestras, entre ellas la obesidad y la diabetes, que han experimentado en el mundo canino y felino un despegue francamente inaudito en los últimos años.

Si nosotros tuviéramos perro o gato en casa (lo último lo veo francamente improbable) ten por seguro que comería igual que lo hacemos el resto, es decir, al margen dentro de lo razonable, de los alimentos procesados, elaborados, preparados, etcétera.

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Nota: mi agradecimiento para Carlos Casabona @carloscasabona y José Miguel Mulet @jmmulet por el intercambio de ideas en Twitter

Imagen: Mister GC vía freedigitalphotos.net y @carloscasabona

Carbón activado en los zumitos detox (la penúltima pijochorrada)

Carbon activado tonteríalulitonix

Por favor, que alguien me diga que de verdad no hay nadie por ahí detrás partiéndose la caja (la recaudadora) con esto de la moda detox, los zumos ultra-depurativos, el carbón y tal… Tiene que haberlo.

No sé si te has enterado, supongo que sí, si en especial tienes las neuronas abducidas por aquello del rollete new age-alternativo (en realidad, que lo sepas, new age y alternativo redundan en el mismo concepto) pero por si acaso te lo cuento: a la moda esta de los licuados más verdes que la rana de los smacks de kellogg’s ha llegado el ingrediente místico-científico-guay que le faltaba: el carbón activado. Ahora, con el carbón activado, los zumos de marras saben igual de mal que antes, realizan la misma acción detox que antes, ninguna, pero con un color mucho más… como diría yo… de chipirón. Eso es, tan oscuro como Darth Vader dándose un baño de espuma con jabón de La Toja en un pozo de petróleo por la noche. Todo sea por la salud alternativa. No queda tan chic como antes, eso es cierto, el verde aquel era espectacular, pero es que en este momento cuando lo chic se pasa de rosca, lo chic es lo no-chic. No sé si me entiendes. Tampoco te culpo.

Esto se parece cada día más al desayuno de unos supuestos picapiedra alternativos, ya me lo estoy imaginando. El cabeza de familia, Pedro, con su desayuno tradicional desintoxicante, a base de arcilla, el niño, Pebbles, algún licuado verde como de saurópsido, es decir como de dinosaurio, pero vegetal-tradicional, con bien de apio, perejil, acelgas, espinacas y cúrcuma; y ella, Vilma, lo mismo pero enriquecida la detoxificante bobada con carbón activado. Lo creas o no esta parece ser la última moda al respecto de la tontería de turno. Todo sea por la limpieza de intestinos y purezas de colon (el aloe vera y el limón parecen a su lado rudimentarias reliquias de la prehistoria purgativa. Totalmente demodé)

Cómo no, el actual origen mercantilístico del uso del carbón activado como estupidez depuradora ha venido de la mano de la de siempre: Gwyneth Paltrow. Es más, yo no tomaría otra cosa que aquella que hubiera puesto de moda esta especie de veleta buenrollista con el cerebro en paradero desconocido. Así lo dicen aquí, y si lo dicen es que será verdad. Para hacer el mejor zumo limpiador (léase detox) estos son los Tips (los tips quedan muy chic) de la receta:

  • Vegetables cold pressed (vegetales prensados en frío): Con este método de extracción los ingredientes, nutrientes y antioxidantes no se oxidan ni degradan y por tanto se mantienen más intactos.
  • Organic (ecológico): Por razones obvias las frutas y verduras deben estar libres de pesticidas [es decir, también por razones obvias, para comerte todo el estiércol con el que se abonan]
  • Raw & unpasteurized (crudo y sin pasteurizar): Utilizar verduras crudas que no se han calentado maximiza los nutrientes
  • Never High Pressure Pascalization (Nunca recurras a verduritas sometidas a procesos de Pascalización mediante altas presiones): Algunos fabricantes desaprensivos de la industria alimentaria guayona, pero malotes en su ser más íntimo, recurren a la Pascalización mediante altas presiones con el fin malicioso de alargar la vida útil de los zumos de las verduritas ecológicas, lo que les permite distribuirlos con seguridad en distintos puntos de venta y realizar envíos de sus productos a las tiendas de comestibles. No siempre será posible, pero por el bien de tus enzimas antioxidantes que vas a detoxificar es mejor elegir eco-licuaditos sin Pascalizar [Va en serio que me sentiría muy defraudado si no hubiera por ahí ningún vendedor de mandangas orgánicas partiéndose de risa)

La realidad (activada)

El carbón activado en realidad es una sustancia de uso sanitario ante situaciones reales de intoxicación. Es decir, algo que afortunadamente no se da en el día a día: si no te has comido una ración de setas ponzoñosas (u otras cosas venenosas por vía oral) nadie necesita ningún zumo detox y mucho menos que esté aderezado con el ¿de verdad? atrayente carbón activado.

Este elemento que en definitivas cuentas no es absorbible por la mucosa intestinal, se usa en situaciones críticas y puntuales para reducir la absorción de determinados fármacos, si es el caso, o de algunas sustancias tóxicas o venenos que se hayan podido ingerir accidentalmente o de forma voluntaria y con el fin de impedir en lo posible su absorción. Además, es interesante saber que aunque la eficacia del carbón activado no está bien documentada para todos los medicamentos y venenos, este se ha convertido en un elemento protagonista en la mayor parte de los protocolos de (verdadera) intoxicación. Es decir, la administración de dosis importantes de carbón activado tiene la finalidad médica de “arrastrar” aquella sustancia nociva que por la causa que fuera está presente en el tracto gastrointestinal, siendo su uso hospitalario.

Al mismo tiempo, la amplia capacidad adsorbente (ahora con «d») del carbón activado le hace ser también un elemento indispensable en determinadas máscaras de gas, filtros de agua… y en plantillas para que no te canten los pinreles.

En realidad, y volviendo a la cuestión alternativa, la cantidad que se añade de carbón activado a los zumos de la discordia es prácticamente anecdótica en relación a su uso racional en el ámbito hospitalario. Es decir, lo único que se consigue es dotar a la tontería licuada de un glamour inversamente proporcional a su efecto real. Lo más gracioso del tema es que en base a su poder adsorbente, este ingrediente también es capaz (y no poco) de robar, quelar, secuestrar, adsorber algunos nutrientes como por ejemplo las vitaminas del grupo B (tiamina, niacina, piridoxina, biotina) y el ácido ascórbico (vitamina C) con lo que su uso, además, implica un licuadito limpiador menos nutritivo que si no se usara el carbón de marras, o sea, menos vitamínico.

En resumen, el carbón activo no “limpia” ni detoxifica nada que no se encuentre en el tracto digestivo de quien lo ingiere, salvo, eso sí, unos cuantos, no pocos euros de la cartera. Porque la bobada esta es de todo menos eficaz para lo que se propone y barata.

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Nota: esta entrada ha tomado como inspiración este post del blog Science-based Medicine

Imagen: Instagram/LuliTonix

Tres cosas que estoy seguro mis hijas harán de mayores a la hora de comer

Gambas curry_ensalada

Bueno… seguro, lo que se dice seguro 100 % no lo estoy, ahora bien, sé que las probabilidades de que así lo hagan son bastante altas. No me entretengo, te las cuento y luego me explico:

1º Incorporarán de alguna forma una ración de alimentos vegetales en todas las comidas principales.

Tomarán fruta de postre.

No se “jartarán” de nada, incluso de aquello que más les gusta.

Mi mujer y yo tenemos la suerte de poder tener a nuestras hijas en todas las comidas principales del día. Suerte digo, por la oportunidad que tenemos de poder transmitirles, sin decir nada especialmente, solo “haciendo”, una serie de conductas alimentarias que consideramos las más adecuadas y por tanto las mejores para ellas… y la suerte también de poder disfrutar de ellas, de su compañía. Desayunamos con ellas y también comemos y cenamos… en realidad, salvo el almuerzo o la merienda, que las hacen en el colegio a lo largo de la semana laboral, todas las ingestas del día las hacen en casa. E incluso esos almuerzos y meriendas, aunque se consumen fuera, se hacen con alimentos o productos elaborados en casa… o sea, bocadillos en la mayor parte de las ocasiones.

Así, al respecto de los tres ítems mencionados, ellas saben, hasta el punto de echarlos en falta en las raras ocasiones que se cambia alguna de estas rutinas, y así nos lo hacen saber: ¿hoy no hay ensalada, ni verdura o guarnición vegetal? preguntan con extrañeza. Al mismo tiempo, no se cuestionan qué hay de postre sino que preguntan directamente qué fruta se va a tomar de postre. Es decir, estas cuestiones las tienen absolutamente interiorizadas… y lo que es mejor, las asumen con agrado más que como una obligación.

Carolina Naranja (480x640)Cada una, no sé hasta que punto es lógico o no, tienen sus propios gustos y apetencias, y además de una forma bastante marcada (te lo conté en esta entrada hace un par años, y el paso del tiempo no ha hecho sino remarcar esas diferencias). Carolina, la pequeña (6), y por citar solo unos pocos ejemplos, prefiere las naranjas, el pescado, el apio y en general los sabores exóticos. Por su parte Adriana (10) le encantan las manzanas, la carne en su más amplia definición, el tomate y los platos y sabores más tradicionales. La primera, creo, come más con sus papilas gustativas, y la segunda con lo ojos.

El caso, es que estas pequeñas-grandes diferencias nos importan y nos afectan bastante poco en la rutina diaria. Se soluciona con una oferta relativamente variada que unas veces, está claro, satisface más a una y otras a otra. Unas veces, va por días o temporadas, cada una de ellas tiene más hambre o apetito… y otras menos. Comen la cantidad que les apetece, ni más ni menos; rebañan o no el plato, según les apetezca. Pero lo que desde luego sí que me llama la atención es lo ¿perfectamente? que regulan su pulsión por comer incluso en aquellas ocasiones que encima del plato tienen el más codiciado de los manjares. Digamos que en el caso de Adriana, la mayor, ese plato podría ser cordero al horno, y en el caso de Carolina merluza a la romana. Pues bien, sea lo que sea que a cada una de ellas más les prive (y te aseguro que es algo que cualquiera de las dos manifiesta de forma bastante elocuente), paran de comer cuando… ¿consideran que ya han comido suficiente… o cuando están llenas? Pongo entre interrogantes ambas posibilidades porque la primera se me antoja demasiado reflexiva para su edad; y la segunda porque viendo lo que comen, tampoco creo que sea porque están “hartas”. No sé, no he llegado a comprender bien porqué dejan de comer ante los platos que más les gustan.

Sea como fuere, si faltan unos trigueros, unos pimientos, una ensalada… o lo que sea vegetal, máxime si de primero no ha habido acelgas, brócoli, alcachofas… nos lo van a recordar. Como también sabemos que, en virtud de sus distintos gustos, cierta polémica está servida cuando llega el momento del postre… ahí deciden ellas, teniendo que ponerse de acuerdo qué fruta van a comer, siempre de entre las de temporada, eso fijo.

Hueso de la suerte

Te cuento todo esto porque a pesar que las vivencias personales tienen muy poco peso a la hora de recomendar patrones de conducta a la población general, estas, las mías, las nuestras coinciden al 100% con las conclusiones de algunos estudios que, en relación a educar en materia de alimentación a los hijos, concluyen que tiene mucho mayor peso el modelo que ofrecen los padres que todos aquellos esfuerzos que de palabra, con presiones, chantajes, negociaciones, amenazas, premios y castigos estos tratan de condicionar los patrones de alimentación de sus hijos. Por ejemplo:

Influencia de las actitudes parentales en el comportamiento alimentario de los hijos

El ejemplo positivo de los padres podría ser el mejor método para mejorar la alimentación de los niños, antes que aquellos intentos por “controlar” su dieta.

Influencia familiar sobre la conducta alimentaria y su relación con la obesidad infantil

Existen evidencias que indican que el patrón de conducta alimentaria familiar tiene un papel relevante en el comportamiento de alimentación del niño.

“Solo tres bocados más”: análisis observacional de la socialización parental durante la comida de los hijos

El deber de los padres consiste en proporcionar a sus hijos un catálogo de alimentos nutritivos; y son los niños, no los padres, los que deben decidir qué y cuánto de esos alimentos comer.

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Foto 1: Gambas con curry y ensalada en casa.

Foto2: Carolina disfrutando como una loca de sus naranjas.

Foto 3: Adriana y Carolina con el “hueso de la suerte” tras comer pollo asado.

 

¿Tendrá el género masculino (obeso) mayores problemas reproductivos en el futuro?

Lunes pollasExiste cierta evidencia basada en la observación que sostiene que aquellos varones con mayores índices de masa corporal y mayor perímetro de cintura tienen una peor calidad de esperma. Las deducciones, aunque sean así a vuela pluma, no parecen muy complicadas: la cifra absoluta y el porcentaje de obesos en el mundo está en constante aumento y, si esto continúa en este sentido y el “fluido vital” de los varones obesos es cada vez menos eficaz en su única función conocida… ¿habrá un momento en que estos no se reproduzcan o que su éxito sea menor en estas lides que el de aquellos varones que no padecen obesidad?

Bromas (que no tanto) a parte, este estudio The relationship between male BMI and waist circumference on semen quality: data from the LIFE study (Relaciones del IMC y el perímetro de cintura masculino con la calidad del semen: datos del estudio LIFE) pone de relieve lo que te cuento:

Al examinar los parámetros de calidad del semen, el volumen eyaculado mostró una disminución lineal a medida que aumentaba el IMC y el perímetro de la cintura [a más IMC y a más perímetro de la cintura, menos semen]. Al mismo tiempo, el recuento de espermatozoides se asoció de forma negativa al perímetro de la cintura [a medida que este aumentaba, menos espermatozoides se constataban]. […] El porcentaje de hombres que presentaban un volumen anormal de esperma, que tenían una menor concentración de espermatozoides y un menor conteo total de estos, aumentaba a medida que aumentaba el volumen corporal […]

No sé si en este momento el decir “blanco y en botella” es una expresión adecuada… pero seguro que me entiendes.

En cualquier caso, ya se han hecho otros estudios en esta línea y, aunque de resultados variables, los más recientes apuntan hacia resultados similares a los comentados. En sentido contrario a lo dicho, este artículo, con metaanálisis incluido, no encontró asociación alguna entre el IMC y los parámetros de calidad del semen… la contrario que este otro, más reciente y también con metaanalísis, que sí:

El sobrepeso y la obesidad se asociaron con un aumento de la prevalencia de la azoospermia y la oligozoospermia […]

Sea como fuere, si las cuestiones del esperma no te interesan demasiado, pero el tamaño de tu “herramienta” sí, has de saber que perder peso, en especial perímetro de la cintura (barriga) puede ayudar a que esta luzca mayor (no a que aumente su tamaño) es decir, que parezca mayor. La razón, facil de comprender, la encontramos al saber que un vientre más o menos prominente invade en cierta medida la base del pene, y hace que el órgano parezca más pequeño. Así, perder grasa abdominal, podría ayudar a lucirla mejor.

Como ves, tanto en este sentido, como en el horizontal, no hay mayores ventajas de estar por encima de tu peso.

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Nota: esta entrada, como la del lunes anterior (#lunesTetas) se ha realizado a colación de la iniciativa #lunesPollas convocada a través del portal Naukas (@Naukas_com). A este paso, el lunes que viene toca #InglesBrasileñas.

Imagen:  Ambro vía freedigitalphotos.net

Si no quieres taza, toma cerveza y media

Cerveza y pistolaPocas bromas con la nueva jugada de aquellos que promueven el consumo de cerveza buscando para ello el más psicodélico y salutífero de los argumentos.

En los últimos años hemos asistido a la promoción de la cerveza como un producto sanísimo «sin más» dirigido a la población general (a partir de patéticas tergiversaciones al respecto de su composición) viéndola pasar también como un alimento idóneo en la práctica deportiva subiéndola al carro de la moda runner (con base en las mismas tergiversaciones nutricionales); recomendarla tanto en la lactancia como durante la gestación (sin alcohol, faltaría más); auparla hasta la dieta mediterránea y ahora… esto es lo último, recomendarla como un producto «idóneo» tras los excesos navideños.

Es difícil de creer, lo sé, pero así nos están vendiendo ahora la moto: ¿te has pasado de frenada en las comidas navideñas? pues nada, ahora un poco de penitencia dietética y, claro está, cerveza…. que no falte cerveza, con moderación, claro, ya que esta bebida es “idónea” para estas lides. Para flipar.

Tienes alguna muestra de lo que te cuento en este enlace, este o este otro (básicamentese trata de la misma información pero en medios distintos; y sin desperdicio, por aquello de la moderación, la imagen de recurso del último enlace).

Antes de continuar quiero justificar mis palabras, he dicho «tergiversaciones»… (¿podrían ser “mentiras”?). Y lo digo porque los promotores del consumo de cerveza usan argumentos cuajados de información falaz. Estoy hasta la bola que de la cerveza digan que es una fuente de proteínas, de fibra y de no sé cuantas vitaminas y minerales… y esto, habida cuenta de nuestro catálogo alimentario, es una mentira más grande que la lengua para pegar carteles de circo. Y lo peor es que, ya lo sabes, detrás de la práctica totalidad de este tipo de jugadas está el conocido como Centro de Información Cerveza y Salud. Bonito nombre, ¿eh? Rimbombante, dejémoslo ahí. Como ya dije lo que tenía que decir de ellos (y de sus científicos colaboradores) en esta entrada, te invito a que le eches un vistazo. A colación de su labor y de esta nueva campaña, quizá merece la pena que conozcas también la opinión de Mikel Iturriaga (@mikeliturriaga)

La clave es la mezcla de conceptos correctos con publicidad encubierta.

Encubierta y… malsana apostilla un servidor, empleando para dotarla de cierto caché el criterio de autoridad cuando son algunos señores o señoras médicos quienes hacen el caldo gordo. Digo esto porque todas esas veleidades que habitualmente se mencionan acerca de la cerveza son ensalzadas única y exclusivamente por quienes están interesados en su venta o por quienes en colaboración con ellos prestan su imagen y palabra. Nadie más habla salutíferamente bien de ella.

Y es que, en mi opinión, ante esta habitual y tergiversadora estrategia solo caben dos posibilidades: o los profesionales sanitarios que dan la cara para vendernos más cerveza no tienen ni idea de sus reales características nutricionales, ni de las del resto de alimentos (algo bastante preocupante de alguien que pasa por tener un cierto conocimiento de estas cuestiones) o, conociéndolas, se las pasan por el arco del triunfo a sabiendas (algo que me recuerda, no sé por qué esta entrada al respecto de la “prostitución nutricional”) lo que me parece aun peor.

La cerveza, tu mejor aliado para combatir los excesos navideños rica en minerales como el potasio, fósforo o silicio y contiene vitaminas del grupo B y antioxidantes naturales…

Anda no me jo… robes (te sugiero de nuevo que pongas en contexto estas falaces declaraciones nutricionales sobre la cerveza en este enlace)

 

La puntilla

Si ya de por sí te parece como a mí descontextualizado el hecho de recomendar cerveza (con moderación) para hacer frente a los excesos navideños, la puntilla sobre esta cuestión viene de la mano de aquella persona, médico, que presta su autoridad al respecto de esta movida para terminar por decir que:

Seguir las pautas de una dieta moderada en la que incluir todo tipo de alimentos y bebidas como la cerveza, y otras fermentadas, es fundamental, siempre y cuando se mantenga un consumo responsable.

Veamos, quizá a la Dra. Purificación Martínez de Icaya (que ya se ha prestado en otras ocasiones para colaborar con el ínclito Centro de Información interesada Cerveza y Salud) le interese conocer el significado de fundamental.

Así que Puri, te tuteo si me lo permites…, “fundamental” hace referencia a aquello que sin lo cuál algo, lo que sea, no puede ser o funcionar. A ver si me explico, las ruedas de tu coche son fundamentales para que este funcione o se desplace; los ojos son órganos fundamentales para poder ver; cursar y acabar estudios de medicina son fundamentales para poder ejercer de tal; etcétera… ¿lo pillas?

Así que no, no y no… la cerveza y otras bebidas fermentadas no son ni fundamentales ni principio para seguir un estilo de alimentación adecuado, aun cuando de ellas se haga un consumo moderado… ni de lejos. Sin cerveza se puede vivir… y muy bien.

Y no, no me malinterpretes Puri, no soy de la liga antialcohólicos, pero sí de una particular liga anti-chorradas descontextualizadas (afortunadamente no somos pocos). Pero sobre todo soy de esa liga anti-hacer llegar cualquier beneficio para la salud a través de cualquier forma de consumo de cualquier bebida alcohólica ya que entiendo (y entendemos) que en estos casos los presuntos beneficios nos quedan muy lejos cuando se observan los muy próximos riesgos. Nos duele sobremanera que cualquier profesional de la salud distorsione el mejor mensaje que se puede hacer llegar a la población general a través de los medios. Si quieres un día te lo explico, incluso con una cerveza delante. Ahora, al así hacerlo no será por salud, eso también te lo digo.

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Nota: mi agradecimiento para Raquel Blasco (@RaquelBlascoR), Mikel Iturriaga (@mikeliturriaga) y Aitor Sánchez (@Midietacojea)

Imagen: Boaz Yiftach freedigitalphotos.net

Dime qué comes… y te diré qué pienso de ti (según yo coma)

Existe una especie de deporte nacional que consiste en criticar, normalmente con aire censurador, las elecciones alimentarias de terceras personas cuando estas no coinciden con las propias. En realidad, para tu tranquilidad, has de saber que no es tanto una costumbre patria sino un hábito internacional (ya sabes, aquello de mal de muchos consuelo…)

Los hábitos dietéticos de una persona o comunidad suelen ser, muy a menudo objeto de crítica por parte de aquellos que no los comparten. De hecho, pocas veces podemos ser testigos de una mayor exhibición de prejuicios que cuando determinadas personas prejuzgan e incluso desprecian a terceros en sola referencia a su patrón dietético.

Y, aunque sea muy típico, no está bien eso de tener prejuicios o prejuzgar. Lo digo porque al menos en el caso de los prejuicios dietéticos sobre cómo comen otras personas, se suelen verter opiniones basadas en un dogmatismo indocumentado, pero sobre todo de una forma contundente, sin dobleces, despreciando el modo y manera que otros tienen de alimentarse y se hace así, a menudo, sin conocer suficientemente esas otras opciones dietéticas y sus posibilidades reales.

Te cuento todo esto, porque el otro día descubrí en Twitter una simplificación humorística de cómo es apreciado un determinado colectivo en base a su forma de comer y en función también de quién sea, o mejor dicho, de cómo coma el que opina. Se trata del siguiente cuadro que en buena medida me parece que retrata de forma bastante adecuada nuestra realidad (lo cual no quiere decir que esté de acuerdo). La viñeta es obra de Eduardo Salles @sallesino y su Cinismo ilustrado con sus tiras y viñetas que bien merecen un vistazo.

 

 

De cualquier forma hay un aspecto que me estoy encontrando últimamente bastante a menudo y que aborda subliminalmente este algoritmo. Como se puede contrastar en la imagen se representan tres patrones dietéticos: el vegetariano, el vegano y el carnívoro. Dentro de este universo los vegetarianos serían aquellas personas que solo comen alimentos de origen vegetal con contadas excepciones sobre productos de origen animal, normalmente y dependiendo de los casos, huevos y lácteos, aunque puede haber otros productos presentes, como por ejemplo la miel. Los veganos serían aquellas personas que no hacen excepciones y no aceptan en su dieta ningún producto de origen animal, venga de donde venga. Ambas opciones, bien planificadas, pueden ser perfectamente válidas y compatibles con un adecuado estado de salud siempre y cuando se adopten algunas precauciones: además de esa adecuada planificación, la de incorporar por el medio que sea una fuente apreciable de vitamina B12.

Sin embargo, con lo que no estoy de acuerdo es con la propuesta que del término “carnívoro” hacen algunos cuando lo contraponen al de seguir un patrón dietético vegetariano, y no digamos vegano. Y es que no, en el ámbito dietético y de la nutrición humana el concepto contrario de vegetariano es omnívoro… y no carnívoro. Algo que se puede leer debajo de “carnívoro” en la viñeta y de lo cual me alegro.

Sobre esta cuestión terminológica y práctica, asumido en sus últimas consecuencias el patrón carnívoro, sí que dudo mucho que pueda ser saludable a largo plazo. Si bien supongo que también se podría recurrir a la suplementación (como los veganos y vegetarianos harían con la B12) en el caso del carnívoro auténtico, me da que la cantidad de suplementos sería bastante más elevada. Empezaríamos por la fibra (los alimentos de origen animal carecen de fibra) y seguiríamos con algunas vitaminas y sustancias de carácter antioxidante. Si bien las últimas no son consideradas nutrientes esenciales, sí que su consumo está bastante asociado con el mantenimiento de un adecuado estado de salud, prevención de enfermedades, etcétera. Y claro, la fuente de todos estos nutrientes es eminentemente vegetal.

Además, si bien un vegetariano o vegano si que se niegan (por los motivos que sea) a consumir productos de origen animal, un carnívoro humano, es decir, un omnívoro, no se niega a comer productos de origen vegetal, simplemente come carne y otras cosas. O a la inversa.

Ya nos contarás qué te ha parecido.

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“Fed Up”: Brillante documental sobre obesidad, industria, administraciones y soluciones que no lo son

¿Somos tan egoístas, ruines y desafectos como para dejar la solución de la obesidad en manos de las respectivas responsabilidades personales?

Pues eso es exactamente lo que la industria alimentaria promueve y lo que las administraciones jalean.

fed_up_28810Fed Up es un documental estrenado recientemente en los Estados Unidos que a partir de preguntas obvias, al tiempo que incómodas, nos plantea una más que probable realidad en la que la industria alimentaria y las administraciones desempeñan un papel más que destacado en la incidencia de la obesidad y todos sus trastornos asociados. Su traducción juega con el doble sentido ya que Fed Up se utiliza tanto para indicar que uno está harto de comida o de tanto comer, como para expresar que esta hasta los… mismísimos en relación a un determinado tema. Y el tema del documental es la obesidad, sus causas, sus soluciones y los actores implicados.

¿Existe una relación entre el diámetro de nuestras cinturas, en continua expansión, y las recomendaciones dietéticas de las administraciones sanitarias?; ¿y si el enfoque para acabar con la obesidad estuviera claramente equivocado?; ¿las soluciones que se proponen son verdaderas soluciones?; ¿y si esas las “soluciones”, en el fondo, solo consiguen agravar el problema? Lo que desde luego está claro es que las soluciones propuestas hasta la fecha han coincidido con un aumento de las cifras de obesidad, más que en su retroceso.

Si te gustó esta entrada: Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública o esta otra: “Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil, no puedes dejar de ver Fed Up. Es imprescindible.

Resulta llamativo el contrastar que aunque el problema de la obesidad se venía barruntando desde mediados del siglo pasado, ha sido a partir de finales de la década de los años 70 cuando su progresión ha dado un salto cuantitativo, hacia arriba, importante. Precisamente cuando las administraciones sanitarias se han puesto manos a la obra “en serio” haciendo recomendaciones en un sentido u otro. Y lo ha hecho bajo unas presiones inauditas por parte de la industria alimentaria, la cual, cuando ha visto sus intereses peligrar, ha apretado como ella solo sabe hacer para que dichas recomendaciones y la forma que tienen de llevarse a cabo resulten lo más cómodas posible en atención a sus “valores”.

No soy de los que sostienen la opinión de que la industria alimentaria produce una serie de alimentos para enfermar a la población… Sin embargo, sus intereses, “el para qué” los produce (sin duda alguna para mejorar su balance de cuentas) comporta al mismo tiempo un grave menoscabo en la salud de los consumidores. Lo hace empezando con el mismo diseño de sus productos, con su embalaje, con los regalos promocionales, con su constante bombardeo de una publicidad malsana, con sus grupos de presión, con su omnipresente presencia en no importa casi qué entorno y así, en definitiva, dando pie a crear un ambiente obesogénico del que, para muchas personas, es francamente difícil evadirse.

Me cuesta encontrar en este documental algún aspecto criticable. Pese a su extensa duración, más de hora y media, todos los temas que aborda son de una importante relevancia y los toca de manera sublime, aportando los más contundentes argumentos y contando con las más expertas de las opiniones. Empezando por el principio cuando cuestiona abiertamente si es honesto el hecho de culpabilizar individualmente a las personas que padecen obesidad. Una explicación que a la industria alimentaria le viene muy requetebién.

De este modo, sostener que todo lo que hay que hacer es decir a la gente que coma menos y que haga más ejercicio resulta en la constatación de un grave problema de perspectiva. Digo de falta de perspectiva porque esto es lo que se viene diciendo a través de las recomendaciones “oficiales” desde hace prácticamente medio siglo… y el problema global más que atajarse, o al menos contenerse, sigue en aumento. Con este planteamiento se hace descansar, sin duda alguna, la culpa en la persona implicada. No diré que las personas, individualmente, no está implicadas; pero desde luego, colectivamente, tiene pinta de que hay alguna razón general que dificulta o impide a esas personas alcanzar las metas a través de la solución propuesta. Con sinceridad, habida cuenta de la magnitud del problema creo que no se puede hacer descansar todo, ni tan siquiera la mayor parte de las causas del problema, en la responsabilidad individual.

Me ha gustado tanto que, el verlo, me ha llevado casi cuatro horas a la hora de parar y tomar notas o buscar más información en la red al respecto de los temas que aborda y los datos que aporta. De hecho pocos son los temas, por no decir ninguno, que no hayan sido ya tratados en este blog:

Empezando por la absurda estrategia de contar calorías, el tema de las calorías vacías, por no hablar de la desmadrada presencia del azúcar en nuestro entorno (en especial cuando está camuflado en alimentos “saludables”), el impacto de la diabetes en nuestro entorno, el papel de la publicidad malsana, el doble juego de la industria que nos quiere vender como saludables aquellos alimentos con peor perfil nutricional, los curiosos socios de la administración sanitaria para hacer frente, poblacionalmente hablando, al problema de la obesidad (en todas partes cuecen habas), el peso del coste económico de una dieta saludable vs otra menos saludable, la importancia de los menús escolares, la de la educación nutricional y culinaria en casa, lo de atar los perros con longanizas etcétera. El caso, es que además el documental cuenta con la participación de no pocas personalidades y expertos de primera línea que tienen mucho que decir… y lo dicen, sobre esta cuestión.

En definitiva se trata de un completísimo documental que deja una misma pelota en tres balcones diferentes al mismo tiempo: en el de las administraciones, en el de la industria y en el de los ciudadanos. Está claro que las circunstancias invitan a pensar que los tres actores implicados van a hacer cosas muy distintas.

Por un lado, la industria es improbable que cambie su forma de actuar, tal y como sucedió con la industria del tabaco, seguirán negando la mayor ya que su porvenir depende de sus ingresos y, a día de hoy, con sinceridad, ya he desterrado cualquier idea de mi cabeza que invite a pensar que vayan a cambiar de forma positiva. Por su parte, es de esperar que un día la administración se dé cuenta de lo que tiene entre manos y de lo que se le avecina mientras le siga haciéndole el caldo gordo a la industria. Así, mientras ese día llega, que creo que lo hará, son los ciudadanos los que de forma colectiva tienen que decirle a la industria por donde pueden meterse sus productos, campañas, publicidades y demás ayudas privadas “para el desarrollo”. Es la sociedad la que con una mayor conciencia y castigando en el punto de venta a determinados productos, ha de terminar poniendo a esa industria en el sitio que se merece en virtud de la necesidad de la población… comprando más productos frescos y menos comida basura, cocinando más y dejarse de tantas declaraciones saludables, contenidos reducidos y enriquecimientos en los alimentos. En definitiva dejar el “nutricionismo” a un lado. Si queremos que algo cambie tenemos que tomar la iniciativa y no esperar a que alguien cambie las circunstancias por nosotros.

Podría extenderme bastante más contándote algunas de las escandalosas cifras que se manejan en el documental o haciéndote saber de las extorsiones y del mamoneo que se llevan entre manos la industria alimentaria, las distintas administraciones y, por ejemplo, la OMS… pero si así lo hiciera poco te quedaría por ver en un documental que, a pesar de lo dicho, tiene muy, muy poco de conspiranoico y mucho de realidad. Baste decir que entre los invitados a prestar su voz e imagen están el expresidente Clinton, investigadores de la escuela de Medicina de Harvard, numerosos políticos de Estados Unidos, representantes de la FDA, la cabeza del Servicio Público de Salud de Estados Unidos, Marion Nestlé… y tantos otros.

Sin embargo, déjame decirte que otros muchos representantes de la industria fueron invitados a participar en el documental y no accedieron. Entre quienes se negaron a participar figuran empresas como: Coca cola, Kellogg, Nestlé, Pepsi, la Asociación Norteamericana de Bebidas, Kraft, La Asociación del azúcar, etcétera. Ellos sabrán porqué ya que la realización del documental es, desde mi punto de vista, exquisita.

Por último, decir que te dejo a continuación el enlace al video que actualmente está colgado en el canal de YouTube con subtítulos en castellano. Ciertamente no confío demasiado en que siga ahí colgado mucho tiempo ya que tiene pinta de ir en contra de los derechos de autor. Así que ya lo puedes ver cuanto antes y, mejor aun, ya puedes ir encargando una copia. Yo ya lo he hecho.

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Nota: Mi agradecimiento una vez más para un buen compañero, Pablo Zumaquero (@pzjarana)

Imagen: http://www.elseptimoarte.net/peliculas/carteles/fed-up-9434.html

“That sugar film”: nuevo documental masoquista sobre el azúcar oculto en alimentos “saludables”

That sugar filmLa verdad es que no sé como la traducirán en España (si llega) pero el próximo mes de febrero se estrena en Australia That sugar film (“Ésa película azucarada (o sobre el azúcar)”, me atrevo a traducir así, un poco a vuela pluma) que sigue la estela de aquel clásico, Super size me, que acaba de cumplir 10 años. En aquella peli-documental, sin traducción oficial en el circuito español, pero que podría interpretarse como “Agigántame” o “Superagrándame”, su protagonista Morgan Spurlock decide someterse a una dieta drástica de McDonalds a base de comer en los restaurantes de esta franquicia durante todo un mes… desayuno, comida y cena, todo en McDonalds y chequear periódicamente sus indicadores de salud más típicos, empezando por el peso, pasando por ejemplo por los niveles de colesterol, glucemia, triglicéridos y demás y acabando por las transaminasas. El resultado, ya te lo puedes imaginar, al cabo de un mes el bueno de Morgan acabó con unos cuantos kilos de más y con unos significativante peores indicadores de salud. La película tiene varias aristas, pero digamos que a la compañía de las hamburguesas no le hizo mucha gracia y muchas cosas cambiaron en ella (al menos en su imagen) a partir de su estreno. El caso es que tuvo un éxito relativamente importante ya que incluso estuvo nominada a los premios Oscar… en su categoría, claro.

Pues bien, el caso es que un poco con la misma idea auto castigadora en la cabeza pero con otro objetivo en el punto de mira, está presta para su estreno la película mencionada. Como es fácil de presagiar, en este caso el objeto de la ira será el azúcar. Es decir, hay un sujeto, un tal Damon Gameau, actor australiano que se ha sometido a una estricta dieta especialmente rica en azúcares durante dos meses y nos cuenta en la peli su experiencia. Pero lo más llamativo de su propuesta no está en que sea él el que voluntariamente use ese azúcar y lo añada a su menú, no… Lo más destacado de su idea radica en seguir una dieta rica en azúcar pero a partir solo de alimentos que la industria cataloga o comercializa como “saludables” y que por tanto no pocos consumidores los consideraran de la misma forma y los incorporan sin el menor de los prejuicios a su ingesta habitual. Es más, por su supuesta cualidad mercantilista de “saludables” es más que probable que lejos de observarlos sin prejuicio alguno, estos productos “saludables” (pero con una cantidad importante de azúcares) sean buscados con el fin de seguir un patrón de vida saludable. Al fin y al cabo lo pone en la etiqueta, ¿no?

En resumen, la historia al parecer consiste en poner de relieve y en las carnes propias de este actor en principio bien parecido lo que te contaba en esta entrada acerca de si el problema con el tema del azúcar está en el azucarero o en otros alimentos que, al igual que sucede con la sal, por ejemplo, lo incorporan de forma que el consumidor medio es poco consciente de su presencia.

Al final, también nos lo podemos imaginar ya que de otro modo no habría peli, el bueno esta vez de Damon recibe las peores noticias por parte de sus médicos (spoiler): está desarrollando hígado graso entre otras calamidades relacionadas con su salud; aumento importante de su perímetro de cintura, aumento del peso, de la glucemia… y eso tan solo en las tres primeras semanas de experimento (recuerdo que se prolonga por espacio de dos meses) y en el que su meta es incorporar con esos alimentos “saludables” el equivalente a 40 cucharaditas de azúcar por día. Nada más… pero tampoco nada menos.

Como te decía se estrena en Australia el próximo febrero y no hay aun prevista fecha de su estreno en el mercado estadounidense… así que para el europeo imagínate. Eso sí, en cuanto podamos acceder a ella y verla al completo, no dudes que la comentaremos en este blog.

Puedes acceder a la página oficial de la película en este enlace, así como al blog de su protagonista en este otro (yo que acabo de saber de él creo que se le va un poco la pinza en relación los trabajos en los que participa y que comparte en su página) y al tráiler oficial aquí.

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Imagen: https://www.facebook.com/thatsugarfilm/photos_stream

Cocinar en casa es un ingrediente clave para seguir una dieta saludable

IMG_1686Cada vez estoy más convencido del interesante papel que podrían desempeñar aquellas recomendaciones que fueran básicas, sencillas de entender e incontrovertidas como lo es por ejemplo el “cocina lo que comes”. Todo ello con el fin de promover un cambio de hábitos alimentarios hacia aquellos más saludables.

Te lo conté en el post Más fogones y menos tocar los… y resulta que en las últimas fechas hemos sido testigos de la publicación de dos interesantes estudios que vienen a ratificar el peso que podría tener el hecho de cocinar más cuando se pretenden cambiar ciertos estilos dietéticos.

El primero de ellos, formulado el tema a modo de pregunta en el título Is cooking at home associated with better diet quality or weight-loss intention? (¿Esta relacionado el cocinar en casa con tener una mejor calidad dietética o con la intención de adelgazar?) realizó una encuesta sobre hábitos dietéticos a más 9.000 participantes y concluyó que la práctica frecuente de cocinar estaba relacionada con un patrón de consumo de alimentos notablemente más saludable tanto si los sujetos tenían la intención de perder peso como si no. Por tanto, en este estudio, los autores terminan por hacer un llamamiento a las autoridades sanitarias con el fin de promocionar la cocina entre la población general como estrategia para la adquisición de mejores hábitos.

Por su parte, el segundo de los estudios a los que hacía referencia Time Spent on Home Food Preparation and Indicators of Healthy Eating (Tiempo invertido en casa a la preparación de alimentos e indicadores de alimentación saludable) siguió una metodología similar al anterior pero con una población más pequeña (cerca de 1300 adultos) y observó que las personas que menos tiempo dedicaban a preparar los alimentos (cocinar) eran a su vez personas trabajadoras que focalizaban sus prioridades alimentarias a partir del prisma de la conveniencia y que seguían un peor patrón de consumo de alimentos. En sentido contrario, cuanto mayor era el tiempo que se dedicaba a cocinar, mejores eran los indicadores de calidad dietética con ingestas significativamente más frecuentes de verduras, ensaladas, frutas y zumos. La cosa no queda ahí, ya que la economía también resultó un elemento a tener en cuenta en la medida que se cocine más o menos. De este modo dedicar tiempos inferiores a una hora diaria para preparar los alimentos se asoció con un mayor gasto de dinero al tener que recurrir a restaurantes (muchos de ellos de comida rápida) que aquellos que comían lo que cocinaban en sus casas.

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En mi opinión, estos estudios ponen de relieve dos circunstancias destacables:

La primera, que cada vez está más clara la relación positiva “si cocinas lo que comes luego tienes más posibilidades de tener un mejor patrón alimenticio”… al mismo tiempo que la negativa “si no cocinas, aumentas las probabilidades de seguir un patrón inadecuado”.

La segunda hace referencia “al tiempo”. No pocos resultados indican que es la falta de tiempo el argumento más utilizado para justificarse entre quienes no cocinan o lo hacen poco. Bien, en este sentido y de nuevo en mi opinión, la clave estaría en dos conceptos: el de las prioridades y el de las habilidades. Está claro que si no se tienen las habilidades, el menaje, ni los conocimientos mínimos para enfrentarse diariamente a los fogones (o periódicamente, cocinando en una sola sesión para varios días) difícilmente resultará rentable eso de cocinar. El otro tema es el de las prioridades, igual sería conveniente que muchos que no cocinan por falta de tiempo analicen para qué sí lo tienen. Es probable que en algunos casos, creo que no pocos, se “roba” tiempo a la cocina para dedicárselo a otras cuestiones menores. Seguro que de todo habrá, pero en general creo que así sucede.

Insisto porque cada día lo tengo más claro: Si quieres mejorar tus hábitos alimenticios un buen comienzo es cocinar. Si no todo lo que se come sí al menos una buena parte de ello.

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Imágenes: @juan_revenga