El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Guía rápida para el tratamiento dietético de la diabetes tipo 2

Stop diabetesA modo de breve introducción para unos pocos ya que para una importante mayoría considero que estáis al corriente de qué es la diabetes en general, diré que se trata de una enfermedad crónica con dos características propias no excluyentes: cuando el páncreas no produce insulina suficiente, y cuando el organismo no utiliza eficazmente esa insulina que produce.

Más en concreto, la diabetes de tipo 2 respondería a la segunda explicación, cuando existe una utilización ineficaz de la insulina, aunque con el tiempo (muy variable en cada caso) se pueda llegar también a la deficiente producción de esta hormona. La diabetes de tipo 2 representa el 90% de los casos mundiales de diabetes y en gran medida está condicionada por un peso corporal excesivo y por la escasez de actividad física de los pacientes que la sufren. Uno de los elementos más significativos de esta dolencia es que dependiendo de los pacientes la diabetes de tipo 2 puede ser diagnosticada cuando ya tiene varios años de evolución y algunas complicaciones están ya presentes.

Los datos que se manejan en cuanto a la incidencia de la diabetes de tipo 2 son bastante alarmantes… máxime teniendo en cuenta que su crecimiento en las últimas décadas solo se puede tildar de dramático: la diabetes afecta a cerca de 350 millones de personas en todo el mundo; en 2012 se calcula que fallecieron cerca de millón y medio de personas por esta causa; según una estimación de la OMS, se estima que la diabetes será la séptima causa de mortalidad en el año 2030.

Podemos hacer algo (y no es una pregunta)

Está bastante bien contrastado que la puesta en marcha de “simples cambios” relacionados con el estilo de vida resultan eficaces tanto para prevenir su debut como para abordar su tratamiento una vez diagnosticada. Así, la práctica totalidad de instituciones sanitarias volcadas bien en la salud o bien en el tratamiento de la diabetes de tipo 2 aconsejan, habitualmente siempre en este orden:

  • Procurar alcanzar y mantener un peso saludable.
  • Mantener un estilo de vida activo, y
  • Seguir un patrón dietético saludable caracterizado por la presencia de alimentos origen vegetal, al tiempo que se controle la cantidad de azúcares en la dieta (en especial aquellos que tengan la condición de añadidos) así como un control de sobre las calidad de las grasas presentes.

Más en concreto en el plano dietético

Tratamiento diabetes

Además de otras muchas fuentes de información básicas en esta material, como por ejemplo la página web de la Asociación Americana de Diabetes (que incluye una parte importante de sus contenidos en “español-americano”) o la Sociedad Española de Diabetes, hoy pretendo hacerte llegar un documento resumen publicado hace unos pocos años por el muy reputado Instituto de Salud de la administración del Reino Unido (NICE) y actualizado recientemente.

Aunque el documento que puedes consultar aquí en su totalidad aborda de forma sintética aspectos diversos sobre la diabetes de tipo 2, me gustaría destacar aquellos consejos que se aportan en referencia a las cuestiones dietéticas, y siempre basados en la mejor evidencia disponible. Dice así al respecto del abordaje dietético de la diabetes tipo 2:

  • Cada paciente debe recibir asesoramiento nutricional individualizado de forma continua de mano de un profesional con experiencia y con competencias específicas en nutrición para la salud.
  • Este asesoramiento ha de estar adecuado a las necesidades particulares de cada paciente, teniendo en cuenta para ello su entorno cultural y sus creencias haciendo especial hincapié en la voluntad de cambio del paciente, haciendo valer para ello los beneficios que estos cambios tendrán en su calidad de vida.
  • La alimentación saludable, equilibrada y adecuada para los pacientes de diabetes de tipo 2 debe estar en el marco de aquel patrón alimenticio aconsejable a la población general [si antes lo digo]. Para ello es preciso animar a diseñar menús diarios con alimentos que incorporen un alto contenido de fibra, que impliquen un bajo índice glucémico (frutas, verduras, cereales integrales y legumbres); incluir productos lácteos bajos en grasa y pescado azul; y controlar la ingesta de alimentos que contienen ácidos grasos trans y grasas saturadas.
  • Compaginar el asesoramiento dietético en un plan integral y personalizado dirigido al manejo de la diabetes que incluya otros aspectos referidos a los estilos de vida, tales como el aumento de la actividad física y la pérdida de peso.
  • Para aquellos pacientes con sobrepeso u obesidad un objetivo inicial y realista de pérdida de peso puede cifrarse en torno al 5 a 10% del peso inicial. En cualquier caso recordar que cualquier pérdida de peso será bienvenida y que los beneficios metabólicos derivarán de las pérdidas de peso mantenidas a lo largo del tiempo.
  • Aconsejar de forma individualizada al respecto de la cantidad de hidratos de carbono presentes en la dieta y del uso de bebidas alcohólicas. La reducción del riesgo de sufrir episodios de hipoglucemia es uno de los objetivos principales para cualquier paciente que use insulina u otros fármacos que interactúen con la acción de esta.
  • Tener en cuenta que la sustitución de alimentos que contienen azúcar (por otros que no la incorporen) puede ser una medida válida, pero nunca para “permitir” un consumo ilimitado de esos alimentos ya que en cualquier caso habrá que tener en cuenta el posible exceso de energía.
  • Desalentar el uso de alimentos comercializados específicamente para personas con diabetes.
  • En pacientes que estén hospitalizados o a cargo de cualquier otra institución planificar una adecuada pauta dietética teniendo en cuenta la cantidad de hidratos de carbono presentes en su dieta así como el número de ingestas.

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Imagen: Stuart Miles y Praisaeng vía freedigitalphotos.net

El aumento de la oferta calórica (que no la ingesta) como motor de la obesidad

Comida basura

Ya he contado en alguna ocasión que en la actualidad buena parte de la industria alimentaria está empeñada en sacudirse la culpa de encima al respecto de la obesidad. Su estrategia, ejercitada en plan elefante-en-cacharrería consiste en inundar los medios de comunicación con artículos basados en publicaciones científicas que “demuestran” que hoy se comen menos calorías que ayer… ergo, no me mires a mí como facilitador de esas supuestas calorías de más porque esa no es la causa del problema. Solo les falta rematar cada una de esas publicaciones con un ampuloso quod erat demonstrandum.

Al mismo tiempo sabes que a estas alturas soy persona poco influenciable por el simplismo del “balance energético”, ahora bien, el tema calórico es un elemento más que afecta, y no poco, nos pongamos como nos pongamos a la cuestión ponderal. Esto lo sabe muy bien la industria y, lo más importante, esta sabe que el consumidor también lo sabe y de ahí su erre que erre en poner de manifiesto que los ciudadanos de hoy en día ingresamos menos calorías que los de hace 40 años que además también comían menos refrescos y pizzas industriales que en la actualidad.

Sin embargo, no todo el mundo está convencido de la “exactitud” de esos estudios. Hay quien argumenta que los métodos que se emplean para estimar la ingesta de antaño y compararla con la actual no son especialmente fiables. Por tanto, lo que han propuesto algunos es poner de manifiesto las diferencias inter anuales de disponibilidad calórica de los distintos países. Es decir, contrastar si a día de hoy, hay más disponibilidad alimentaria por habitante que antaño.

Y eso precisamente es lo que se ha puesto de manifiesto en este estudio que investigó la relación entre los cambios en el suministro nacional de energía alimentaria (en calorías) de diversos países y los cambios en el peso corporal medio de su población.

Para ello, y entre otras cosas se recopilaron datos de 69 países (24 de ingresos altos, 27 de ingresos medios y 18 de ingresos bajos) en relación con el peso corporal medio de población adolescente y adulta, además de datos de suministro de energía alimentaria obtenidos de los balances sobre alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Al mismo tiempo también se calculó el cambio en la ingesta de energía que, en teoría, podría explicar el cambio observado en el peso corporal medio mediante el uso de un modelo experimentalmente validado.

Con todo ello se contrastó que en 56 países el aumento del suministro de energía alimentaria en forma de calorías coincidió con un aumento del peso corporal medio. Además, en 45 de los 69 países, se observó que el aumento del suministro de energía alimentaria fue mayor que el aumento de ingesta energética previsto en el modelo. La relación entre el cambio en el suministro energético alimentario y el cambio en el peso corporal fue estadísticamente significativo en general y en países de ingresos altos.

La conclusión: Los resultados sugieren que el incremento en el suministro de energía alimentaria basta para explicar el aumento del peso corporal medio de la población, en especial en países de ingresos altos.

Dicho de otra forma… tenemos dos tipos de datos, uno más objetivo, más fácilmente mensurable y controlable que el otro. El más errático y difícil de estimar es la ingesta y el otro, el más fiable, la cantidad de calorías de las que se disponía en forma de alimento per cápita entonces y ahora. Parece bastante claro que desde entonces a nuestros días hemos sido testigos de un incremento significativo en la disponibilidad de calorías.

Ahora bien, ahora tendrán que argumentar algunos que si nos las comemos o no, eso es ya otra cosa… Puede que una vez que las tenemos a nuestra disposición, las tiremos a la basura, las incineremos o las exportemos a otros planetas… todo sea para justificar que aunque actualmente tengamos más calorías a nuestra disposición estas no acaban en el buche.

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Imagen:  KEKO64 vía freedigitalphotos.net

La cara más amarga de las bebidas azucaradas (44 años después)

Refresco de cola (2)Con la que le está cayendo a la industria del azúcar no era de extrañar que alguien aprovechara sus propios recursos publicitarios de hace años y los utilizara en su contra dándoles, a aquellos anuncios, la vuelta como a un calcetín.

Al final de este post tienes una serie de enlaces para que si lo deseas te pongas al día en cuestión de azúcar y refrescos, pero déjame que por favor te presente esta maravillosa iniciativa.

Su autor es el conocido como Center for Science in the Public Interest (CSPI) o lo que es lo mismo, el Centro para el aprovechamiento de la ciencia en interés público que en realidad se trata de una especie de organización para defender los intereses de los consumidores llevando a cabo programas de investigación y promoción de la salud a partir de la nutrición. Con ellos el CSPI pretende hacer llegar a los consumidores una información actualizada y útil que redunde en su bienestar.

Con estos fines el CSPI ha escogido una de las sintonías más icónica de los años 70 vinculada de forma indeleble a una conocida marca de refresco y le ha cambiado la letra. Así, en vez de hablar en la canción original de amor, felicidad y buen rollete en plan flower-power… se habla de enfermedad, diabetes, obesidad, hígado graso, pérdida de piezas dentales, etcétera.

Haciendo un poco de historia patria, hay que reconocer que el anuncio original (titulado Hilltop) fue estrenado en Estados Unidos a principios de los años 70; sin embargo, aquí en España la cancioncilla se coló en nuestros televisores a partir de los años 80 y con motivo, exclusivamente, de una campaña navideña por parte de la esta compañía que lleva “hidratando al mundo desde 1886”.

No obstante la grandeza de esta acertada adaptación va más allá de una empresa en concreto y, tal y como debe ser, dirige su mensaje a todas las empresas que elaboran “refrescos” azucarados. De esta forma en el vídeo se pueden intuir algunas de las señas de identidad de las empresas más representativas al menos en Estados Unidos.

El Director ejecutivo del CSPI, Michael F. Jacobson, ha comentado que “las campañas publicitarias de las empresas de refrescos azucarados son “cada vez más sofisticadas e implican el lavado de cerebro de los consumidores destinando para ello miles de millones de dólares; campañas que están diseñadas para distraer la atención de la diabetes y centrar el mensaje en la felicidad. Por estas razones, nos pareció que ahora era el momento de cambiar la letra a la canción”.

No me entretengo más, te dejo con “Change the tune” (Cambia de melodía) invitándote a que no dejes de visitar el anterior enlace.

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Imagen:  tiverylucky vía freedigitalphootos.net

Alimentos en el recuerdo: Ensalada de remolacha

El otro día, junto con mis hijas, vino a comer a casa una amiga de la mayor (10 años). Aunque mis hijas comen de casi todo ya sabemos las preferencias alimentarias que tienen, que cosas les gustan más o menos… pero cuando vienen invitados estamos in albis y procuramos hacer comidas más facilonas que “exóticas” (sin caer tampoco en el “menú infantil”).

Ensalada de remolachaIndependientemente del menú (creo que fue pasta integral con trigueros al pesto y lomo de cerdo con bisaltos, más fruta) soy incapaz de reprimir mi ramalazo nutricionista y suelo dar pie a hablar en la mesa de la comida con el fin de indagar en los hábitos alimentarios, lo que le gusta y no, los hábitos de su casa… de la invitada de turno. Pregunté por los rábanos (mientras ponía un cuenco de ellos en el centro de la mesa para que cogiera quien quisiera) y a partir de ahí, fui tirando del hilo. Os sorprendería saber todo lo que se aprende con estas cosas. Entre todos los detalles que conocí, me llamó la atención que nuestra pequeña invitada no conociera ni de oídas la remolacha… ¿remo-qué? preguntó. “Remolacha” repetí.

Pues eso, que ni idea, aquella niña de 10 años no había oído hablar en su vida de este singular tubérculo (Beta vulgaris) de la misma familia que las espinacas (aunque de estas nos comemos las hojas) o de la tan de moda ahora, quinoa. Ni oído ni, claro está comido…

Mi extrañeza se tronó cierto cabreo, ya fuera de casa, cuando con la chirrinta de remolachas entre ceja y ceja, se me ocurrió ir a comprar un manojo para comerlas al día siguiente. Conste que quería remolacha de verdad, fresca, cruda, no las bolas esas que se venden termo-selladas al vacío y cocidas en la mayor parte de supermercados. Digamos que no hay una gigantesca diferencia para quién no conoce ambas opciones, pero para quién la conoce sí. Bueno, pues el cabreo vino de mano de mi fracaso: tras visitar cerca de 10 verdulerías y fruterías me volví a casa sin remolachas. Las razones me las dieron los verduleros: no se vende, es muy barata pero como no se vende, no me compensa traerlas. No daba crédito.

De mis recuerdos gastronómicos de la infancia guardo con especial cariño las ensaladas de patata cocida y remolacha de casa de mis abuelos. Una ensalada dificilísima de elaborar y carísima que se aliñaba con una complicadísima vinagreta de aceite de oliva, vinagre de vino, cebollita picada y perejil.

Pues bien no fue sino en Madrid el otro día cuando después de contar estas peripecias remolacheras a un amigo que me alojaba en su casa, que este se me presentó al día siguiente con un manojo de remolachas de verdad. Y de ahí esta entrada.

Remolacha cruda

Para hacer la remolacha solo hay que cocerla, algo más que la patata, con piel, pero sin pasarse ya que a mí me gustan con cierta turgencia… una de las características en las que más difieren las que están ya a la venta en los supermercados que son especialmente blandas. Cocer la patata. Cortar ambas en ruedas, aliñar como ya he dicho y a comer. Así era aquella ensalada en casa de mi abuela.

Hoy en mi casa, los días que hay ensalada de este tipo, los ingredientes que se suman han aumentado… la adornamos con unos encurtidos variados, algunos le ponen atún en aceite y se hace acompañar (o no) de mayonesa.

Bien sabéis que cuando me pongo con estos temas no me entusiasma practicar el nutricionismo y hablar de los aportes nutricionales del alimento en cuestión. Sin embargo y habida cuenta de que me imagino que muchos no sabrán ubicar este producto (muchos es posible que confundidos porque de la remolacha –pero otra- se extrae el azúcar, le atribuirán un elevado aporte energético) no me resisto a dar cuatro pinceladas. Aporta poquísimas calorías, unas 30 kcal/100g (para que te hagas una idea la acelga 29 kcal/100g) y aporta cantidades más que significativas de potasio, fibra y ácido fólico.

Además de esta ensalda, no es un producto que se prodigue demasiado en las recetas, sin embargo algunas hay, aunque lo reconozco, yo solo he probado su gazpacho.

No sé… de veras que no termino de comprender los problemas que tienen algunos de tiempo, económicos o de habilidades culinarias para diversificar su menú diario con opciones más o menos naturales.

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Foto: @juan_revenga

La falacia del balance energético

Es fácil caer en la falacia de eso que ahora se está poniendo de moda y que es más viejo que la tos. Me refiero a lo de la importancia del balance energético o que la obesidad (o no) depende del equilibrio entre las calorías que entran (con la comida) y las que salen (con la actividad física).

Y digo mejor aun: no es que sea fácil caer, es que es chupao hacerlo. Más que nada, y atentos a la jugada, por que esta falacia es vecina, puerta con puerta, con la realidad (y de hecho creo que hay puertas interiores que comunican a ambas). Sin ir más lejos, yo mismo en una determinada etapa de mi vida he incurrido en esta falacia y he defendido y argumentado su validez. Pero ya no. Podría decirse por tanto que el tema lo conozco bastante bien, he reflexionado con datos sobre el mismo y ahora estoy más convencido que antes de lo que opino al respecto… y eso que es lo contrario.

Es fácil caer porque como digo resulta habitual confundirse de puerta estando tan cerca y suena de maravilla eso de que se engorda porque se ingresan más calorías que las que se queman. En este sentido se hace valer el principio de conservación de la energía que en palabras vulgares se enuncia sabiendo que “la cantidad total de energía en cualquier sistema físico aislado (sin interacción con ningún otro sistema) permanece invariable con el tiempo, aunque dicha energía pueda transformarse en otra forma de energía”. Este principio constituye la primera Ley de la termodinámica: la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma y esas cosas.

En el tema que nos ocupa, la energía contenida en los enlaces químicos de los alimentos y que nosotros incorporamos al comerlos, la almacenaríamos en los enlaces químicos de las moléculas de grasa de nuestro panículo adiposo, tejido de reserva energética (entre otras cosas) dentro del Reino animal. Más se come y menos se gasta, entonces más se guarda (recuerda, la energía no se destruye). Hasta aquí todo perfecto; pero en este terreno hay muchas más realidades que comprender.

De entrada, el saber que a diferencia de esos sistemas cerrados para los que vale el principio de conservación de la energía, nuestra biología no puede ser asumida, solo, como un sistema cerrado. Sobre ella influyen múltiples circunstancias cuando comemos calorías (con los alimentos) en estrecha relación con la naturaleza u origen de esas calorías, es decir de esos alimentos. Dicho de una forma más llana: no todas las calorías implican las mismas respuestas metabólicas que otras y por tanto no todas las calorías alimentarias son iguales. Los efectos sobre el metabolismo, la saciedad, la satisfacción… de la misma cantidad de calorías aportadas por alimentos diferentes pueden ser totalmente dispares… y además estas distintas respuestas van a condicionar en no poca medida la pulsión para seguir comiendo más o menos, así como la respuesta metabólica inmediata relacionada con mecanismos tendentes a la obesidad o no. Vamos con un ejemplo: a pesar de que las calorías contenidas en dos naranjas pueden ser bastante parejas a las contenidas en un refresco al uso su efecto sobre múltiples variables metabólicas así como sobre la posterior ingesta de otros alimentos (tiempo transcurrido, alimentos que se comen en compañía de una y otra alternativa…) no tienen nada que ver. Aunque las calorías, insisto, sean las mismas. Y además tengo pruebas:

Refrescos (2)

En este estudio se puso en evidencia de forma bastante clara que excederse con 150 calorías de azúcar en la dieta (por ejemplo, una lata de refresco al uso), implica un aumento de 11 veces en la prevalencia de diabetes tipo 2, en comparación con un exceso idéntico de 150 calorías proveniente de la grasa o proteína.

Empezaba diciendo que la cuestión del balance energético o de calorías es más vieja que la tos pero que está siendo objeto de un importante resurgir de la mano de la industria alimentaria quien se enroca en este clásico subterfugio con dos fines claros en mi opinión: 1º sacudirse de encima su responsabilidad en el aumento de la obesidad poblacional y 2º invitar a seguir haciendo un uso extensivo de sus productos. Intereses que para nada son novedosos, pueden ser más o menos silenciados, pero no novedosos, tal y como te conté en esta entrada.

Al mismo tiempo y como viene siendo la estrategia habitual, la industria colabora o patrocina la publicación de determinados artículos científicos que arrimen el ascua a su sardina. Sin ir más lejos, el grueso de sus argumentos para señalar como causa de la obesidad al sedentarismo (nos movemos poco) frente a la cantidad de calorías ingeridas consiste en hacer estudios que observen la cantidad de calorías que se ingerían hace 40 años y las que actualmente se ingieren. Si a día de hoy se ingresan menos calorías que antaño y sin embargo cada vez hay un mayor porcentaje de la población con obesidad, la conclusión parece inequívoca… si comemos menos y engordamos más, es por que nos movemos menos que antes (la estrategia consiste en documentar estas cuestiones para dejar la culpa en el balcón del ciudadano, no en la del alimento). Esto que digo es lo que parece haber encontrado este estudio, cuyos resultados preliminares son elocuentes cuando llegan a los titulares:

El sedentarismo es más culpable de la obesidad de los españoles que la dieta, según la FEN

Así, la cuestión de la importancia del balance energético va a llegar a las próximas recomendaciones alimentarias dirigidas a los españoles en forma de pirámide tal y como mencioné en este post.

Sin embargo, y en sentido contrario tenemos esta otra publicación que sostiene que tras contrastar que en los últimos 30 años las cifras de obesidad se han disparado de forma alarmante, este aumento ha ocurrido mientras la población mantenía patrones de actividad física prácticamente idénticos entre los de entonces y los de hoy en día. Así, los autores del estudio hacen descansar la famosa culpabilidad de la obesidad en la calidad de la dieta, no tanto en la actividad física. Como dato objetivo creo que podría ser interesante valorar que el primer estudio está realizado en colaboración con la industria y este último no.

A modo de resumen me gustaría dejar aquí por escrito las últimas líneas de un editorial que se publicó hace dos semanas en una importante revista y que ha día de hoy ha sido retirado (aunque se puede consultar íntegro aquí). Su título: It is time to bust the myth of physical inactivity and obesity: you cannot outrun a bad diet (“Ya es hora de echar por tierra el mito de la inactividad física y la obesidad: es imposible escapar de una mala dieta”) ya lo deja bastante claro… y concluye:

Ya es hora de acabar con todo el daño que causa la maquinaria de mensajes publicitarios de las industrias de la comida basura. Desterremos el mito de la inactividad física y la obesidad. Nadie puede escapar, por mucho que corra, de las consecuencias de una dieta inadecuada.

No es habitual que un artículo sea retirado de una revista de este calibre… y menos un editorial. Sin embargo, alguna razón habrá aunque no nos la cuenten… Lo mejor-peor en este caso es que en estas circunstancias cada uno puede echar su imaginación a volar tras leer el artículo.

Y si quieres, para ti la perra gorda

Dicho lo dicho, ahora es cuando colándome por una de las puertas interiores que unen falacia y realidad, me paso al lado de la falacia para hacer bueno lo del balance energético: ¡ea! digamos que sí, que el balance energético es lo que cuenta… Pues bien, incluso dándolo por válido, ese equilibrio energético entre lo que se ingiere y lo que se gasta es muchísimo más facil de conseguir con un patrón de consumo que incluya alimentos netamente saludables… y muy difícil cuando se incluyen con no poca frecuencia esos alimentos que promociona la industria que constantemente nos cuenta la batallita de la importancia del balance energético.

Mi consejo, en definitivas cuentas es, come saludablemente y haz ejercicio; ambas cosas por salud (más allá de los kilos); destierra al cuasi-olvido los refrescos, los platos preparados, la bollería industrial, el azúcar que tú no pongas en los alimentos y el sofá. Así pues, come alimentos que no necesitan de la publicidad para decirnos lo buenos que son, cocina el resto y muévete.

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Imágenes: GTRES y Iamnee vía freedigitalphotos.net

Etiquetado europeo de bebidas alcohólicas: información nutricional y advertencias cada vez más cerca

Pava con cava

Los movimientos pro defensa del consumidor de la Unión Europea están realizando una importante presión para que el etiquetado de las bebidas alcohólicas incluya más información que la hasta ahora contenida en ellas. Propuestas que se están encontrando, para no variar, con una considerable resistencia por parte de la industria implicada a la que esta medida no le gusta ni un poquito.

Hasta ahora la poca información obligatoria que contienen alude al grado alcohólico y a la presencia de algunos alérgenos potenciales. Esta iniciativa se veía venir ya de lejos cuando en el RE 1169/2011 (del que te hablé en esta entrada) se advierte que para 2014 la Comisión europea debía presentar un informe al respecto de la idoneidad de incluir esta información en el etiquetado de las bebidas alcohólicas (artículo 16)

A esta nada remota posibilidad (la de incluir en su etiquetado un listado de ingredientes y una información nutricional en la que se incorpore el valor calórico del producto) se suma la de incluir advertencias al respecto de la idoneidad de su consumo en por parte de mujeres embrazadas, menores y aquellas personas que vayan a conducir.

(En esencia la coalición de organizaciones que están haciendo más presión al gobierno de Bruselas son la European Alcohol Policy Alliance (Eurocare), la European Public Health Alliance (EPHA), la European Association for the Study of the Liver (EASL), la European Liver Patients Association (ELPA), la United European Gastroenterology (UEG), la Association of European Cancer Leagues (ECL), el Standing Committee of European Doctors (CPME), el Royal College of Physicians (UK), el British Medical Association, la Scottish Health Action on Alcohol Problems SHAAP, y el Alcohol Action Ireland).

Todos ellos se alegran de que hace apenas un mes el Parlamento Europeo diera un primer paso a la hora de aprobar una solicitud dirigida a la Comisión Europea para que elabore un marco legal que regule un nuevo etiquetado con más información antes de que finalice 2016. La solicitud para regular la información en el etiquetado de las bebidas alcohólicas salió adelante con el voto de 63 de los 68 miembros del comité sobre medio ambiente, salud pública y seguridad alimentaria.

Ciudadanos celebrando el posible nuevo etiquetado en las bebidas alcohólicas

Así de contentos se pusieron los bodegueros al conocer la posibilidad del nuevo etiquetado (simulación)

No se ponen de acuerdo ni desde dentro del sector

Lo más gracioso del tema es que dentro del propio sector de bebidas alcohólicas hay fuertes enfrentamientos con una industria, la cervecera, que está encantada de que se compare el valor calórico de su producto con el del vino y no digamos ya con otras bebidas espirituosas ya que saben que la información, muy probablemente, se ofrecerá a los consumidores, siempre, por cada 100mL de producto. En esas circunstancias, más o menos, al whisky le corresponderán unas 245 kcal, al vino unas 85 kcal y la cerveza sacará pecho y (meterá barriga) con tan solo unas 45.

Por su parte la industria de los licores ha contratacado afirmando (y no le falta ni pizca de razón) que las cantidades de consumo estándar de unas y otras bebidas es muy diferente ya que “nadie” que bebe cerveza bebe 100mL de cerveza… bebe más; y nadie que bebe whiky bebe tampoco 100mL de esta bebida por ración. Este sector por tanto aboga por una información en la que se contemplen las raciones típicas de todas las bebidas y no por 100mL.

En mi opinión los “licoreros” lo tienen difícil ya que esa forma de presentar la información por la que abogan, a pesar de ser la típica en Estados Unidos (calorías por ración estándar) no se usa en la Unión Europea, salvo de forma voluntaria por cada uno de los fabricantes de los distintos alimentos tal y como recoge el RE 1169/2011.

Mi opinión

Por mi parte solo puedo decir que me consta que el ambiente está muy revuelto. Me ha llegado información de que una de las estructuras que representa al sector en España, la Federación de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), está tentando la opinión de los distintos gobiernos autonómicos para, imagino, ver con cuantos aliados cuenta a la hora de hacer presión en un sentido u otro. En este terreno el subsector más afectado es el del vino que no quiere las etiquetas ni en pintura.

En mi opinión este tipo de medidas son necesarias en el momento que igualan a las bebidas alcohólicas con el resto de alimentos; nunca me he explicado por qué las bebidas alcohólicas estaban exentas de aportar una información que era de obligado cumplimiento para el resto de alimentos (salvo contadas excepciones).

Esto por un lado y por el otro, los mensajes de advertencia, quizá sensibilicen a una población, la europea, que tiene, un serio problema derivado del consumo de bebidas alcohólicas. De hecho de todas las regiones de la OMS, Europa es la región del mundo en la que más se consumen este tipo de bebidas. Un hecho que tiene importantes consecuencias en forma de graves problemas de salud pública. Por ejemplo, es preciso conocer que los costos sociales atribuibles al abuso del alcohol en 2010 se estimaron en cerca de 155.800.000.000 € en Europa en 2010, de los cuales una buena parte (82,9 mil millones de euros) son asumidos por los sistema de salud. Es decir, los problemas derivados del consumo de alcohol cuestan a la sociedad europea el equivalente al 2 a 3% de su PIB.

Seguiremos al corriente de esta parece que cercana posibilidad.

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Consumir menos azúcar y refrescos reduce la obesidad y las enfermedades asociadas. Sin tonterías

RefrescosHe reconocer que he pecado… no sé cómo se me ha podido escurrir este pedazo de artículo en el “debe” y del que acabo de ser conocedor. Por eso ahora lo comparto y espero que vosotros también le podáis dar su verdadera importancia.

Se trata de este artículo titulado Resolved: there is sufficient scientific evidence that decreasing sugar-sweetened beverage consumption will reduce the prevalence of obesity and obesity-related diseases que podría traducirse como un elocuente “Asunto resuelto: ya tenemos suficiente evidencia para decir que disminuir el consumo de bebidas azucaradas reducen la prevalencia de obesidad y las enfermedades asociadas”. Es de 2013 y está publicado en la prestigiosa revista Obesity Research.

¿Y qué nos dice el propio artículo más de lo que el conclusivo título esconde? Pues la verdad que poca cosa más y que realmente no es precisamente tontería. En resumen que:

Las bebidas azucaradas son, pásmate, tanto la principal fuente de azúcar en la dieta de los norteamericanos como también la principal fuente calorías. Con este elocuente punto de partida, en el estudio se hace una revisión para poner de relieve si existe suficiente evidencia científica como para poder concluir que la disminución del consumo de este tipo de bebidas tendría algún resultado directo en la reducción de la prevalencia de la obesidad y de las enfermedades que le acompañan… pero en plan serio, es decir, encontrando una relación causa y efecto palpable. Así, los resultados de estudios prospectivos bien diseñados han mostrado de forma consistente una asociación significativa y han mostrado una relación directa dosis-respuesta entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento del peso a largo plazo, así como del riesgo de diabetes.

Además un metaanálisis de ensayos clínicos incluido en esta revisión y encargado por la Organización Mundial de la Salud halló que la disminución de la ingesta de azúcares añadidos redujo de forma significativa el peso corporal; al tiempo que el aumento de la ingesta de azúcares condujo a un aumento de peso. Otro de los metaanálisis tenidos en cuenta, encontró que un mayor consumo de bebidas azucaradas por parte de la población infantil estaba asociado con un riesgo un 55% mayor de tener sobrepeso u obesidad con respecto a aquellos niños que consumían menos refrescos.

Por si fuera poco, otro metaanálisis de estudios observacionales halló que el consumo de una a dos bebidas azucaradas al día se asoció con un riesgo un 26% mayor de desarrollar diabetes de tipo 2 que aquellos que consumían bebidas azucaradas de forma ocasional (menos de una bebida azucarada al mes). Otros ensayos clínicos han puesto de relieve que la reducción en consumo de bebidas azucaradas disminuye de forma significativa el aumento de peso y la cantidad de grasa corporal tanto en niños como en adolescentes.

Por tanto, teniendo en cuenta todos estos hallazgos y analizando toda esta información en su conjunto las conclusiones son demoledoramente claras: Consumir menos bebidas azucaradas disminuye tanto el riesgo de padecer obesidad como de las enfermedades relacionadas con esta, más en concreto Diabetes de tipo 2.

A la luz de estos datos… ¿hemos de esperar más tiempo para obtener pruebas aún más contundentes para ponernos manos a la obra y dejar al azúcar, a los alimentos que la proporcionan, a los refrescos y al resto de basurilla dietética afín en su sitio? Yo creo que no.

Sin embargo, está claro que no todo el mundo parece pensar como un servidor o se mueve por otros “intereses”. Así, esos otros, con el fin de otorgar al azúcar un tratamiento algo más que indulgente se sigue aferrando a otros artículos que, financiados por la industria, afirman que “no es tan mala” o que, directamente, no hay relación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia de peso. En realidad, los artículos que no observan tal relación son solo aquellos que están financiados por la industria. En el resto de artículos, en los independientes, la asociación es clara y en la línea de lo que te he contado. Así se puso de manifiesto en esta publicación: Financial Conflicts of Interest and Reporting Bias Regarding the Association between Sugar-Sweetened Beverages and Weight Gain: A Systematic Review of Systematic Reviews (“Conflictos de intereses económicos y sesgos de información en la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia ponderal”)

Más claro agua.

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Imagen: Iamnee vía freedigitalphotos.net

Industria del azúcar y recomendaciones de salud: el tenso tira y afloja de siempre

La noticia la verdad es que no lo es tanto, es de las del estilo, “perro muerde persona”, es decir, era esperable que pasara y ha pasado. ¿Y qué es eso que ha sucedido te estarás preguntando?

Pues que tal y como te contaba hace más de un año, ese horizonte que se veía muy lejano ha llegado: la OMS por fin se ha retratado y ha hecho sus nuevas recomendaciones al respecto de la presencia del azúcar en nuestras dietas. El resumen:

La OMS recomienda que tanto la población adulta como la infantil reduzca su consumo diario de azúcares libres a un máximo cifrado en 10% de su gasto energético total.

Nada nuevo pensarás y tienes toda la razón por que es lo mismo que se decía antes, salvo por la coletilla que le acompaña:

Una reducción adicional por debajo del 5% el probable que proporcione beneficios adicionales sobre la salud.

Latas de refrescoPuedes contrastar la información en la página de la OMS, y si lo prefieres puedes consultar el informe completo (solo en inglés) o bien el resumen (disponible en castellano).

Y resulta que ha habido a quien no le han sentado bien estas recomendaciones ¿Quién será, será…? Pues tal y como era fácil de prever al Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas (ICBA) le ha faltado el tiempo para salir a la palestra pública y decir que “la recomendación de la OMS se sustenta en estudios de calidad científica muy baja”.

Por si tienes alguna duda, el ICBA está compuesto entre muchos otros por PepsiCo, Coca-Cola, Red Bull y otras empresas que típicamente se dedican a vender bebidas azucaradas y edulcoradas. Tienes a todos los miembros del ICBA en este enlace. Llegáramos.

Parece que, ahora, se les va aponer más cuesta arriba a estas empresas el vender sus productos siendo que van a estar tachados de una peor imagen en su relación con la salud (en mi opinión, poco para lo que haría falta).

No se vayan todavía, que aun hay más

El caso es que, además de esta noticia, esta semana ha venido cargadita de malas nuevas para el sector azucarero, bueno, más bien para la industria de alimentos en las que el azúcar es un ingrediente principal o característico. Como se trata de sacar la luz una información que permanecía oculta, no puedo decir más que me alegro (la mierda flota, y al final sale a la superficie por muy profunda que se hunda)

Digo esto porque hace poco hemos conocido la verdad al respecto de la sucia estrategia de la industria alimentaria vinculada al azúcar al publicarse el estudio Sugar Industry Influence on the Scientific Agenda of the National Institute of Dental Research’s 1971 National Caries Program: A Historical Analysis of Internal Documents (Influencia de la industria del azúcar en la agenda del Instituto Nacional de Investigación Dental en el programa Nacional anticaries de 1971: Un análisis histórico de los documentos internos). En esta publicación se ponen de relieve las poco éticas estratagemas para modificar, aparentemente desde la ciencia, las políticas sanitarias relativas a la caries. Así, con diferentes argucias y representando la industria el papel de “amigo” el fin último era evitar la reducción del azúcar en las recomendaciones de consumo y por tanto “salvar el negocio”.

Soborno

Pero es que además de dedicarse a “marear la perdiz” con diversas ingerencias, el estudio también ha puesto de relieve la presencia de feos, muy feos, conflictos de interés o si se lo prefiere decir, de “puertas giratorias” a partir de las cuales científicos al cargo de la administración sanitaria pasan a ser directivos de lobbies vinculados a la industria o a la inversa. Y claro, con semejantes lobos cuidando de las ovejas, ocurre que las mejores medidas no fueron tomadas durante mucho tiempo en relación con los alimentos con azúcares y la caries.

Algo que me recuerda poderosamente, no me digas porqué, aquel artículo que se titulaba Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública en el que la directora general de la OMS ponía de relieve este tipo de feas circunstancias.

A partir de aquí, me parece que la duda es razonable… en el momento actual ¿estarán las industrias alimentarias relacionadas con el azúcar tratando de presionar o de ejercer alguna maniobra semejante a la puesta de relieve en los años 70? Hoy el foco de atención no está en la caries si no en el papel que este tipo de alimentos desempeñan en las alarmantes cifras de sobrepeso y obesidad.

Yo ya tengo mi respuesta. Y sí… creo que coincide con la tuya.

Para saber más de este tema quizá te interese consultar:

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Imagen: Victor Habbick y FrameAngel vía freedigitalphotos.net

San Valentín dietético y erótico: ‘Cómo adelgazar follando’ (libro)

P89669A.jpgQueridos y enamoradizos lectores… qué mejor forma de celebrar el cercano San Valentín que con un poco de información al respecto de dos de los grandes motores de nuestra existencia: adelgazar y sexo.

No es la primera vez que se trata este tema en el blog; en una primera ocasión y aunque el tema se preste a guasa, se hizo desde una perspectiva –más o menos- seria (¿Cuántas calorías se gastan en las relaciones sexuales?) me imagino que de gran utilidad para quienes, como sugerí, en algún momento o de forma habitual se aplican a estas retozonas actividades cronómetro en mano y con un pulsómetro enganchado al pecho.

Bueno, pero hoy la cosa va de humor. Sin tonterías, solo humor. Lo digo porque se trata de presentaros y comentar brevemente un libro que se titula tal cual “Cómo adelgazar follando” el que en su portada a modo de subtítulos dice. “Toda la verdad sobre la comida y el sexo. Polvos mágicos para siluetas de sílfide” de Richard Smith. Es preciso prevenir a los futuros lectores que no se trata de un libro precisamente inédito, la obra es de 1978. También hay que advertir que la versión traducida al castellano ha optado por la elocuencia en el título ya que el original es The dieter’s guide to weight loss during sex (en sentido estricto “Guía para los que están a dieta con el fin de perder peso durante la práctica sexual”)

En realidad se trata de una obra con muchas pretensiones de ser divertida que en realidad tiene muchos altibajos en este propósito. Hay que entender la época de su publicación cuando se contrasta que todo el libro consiste en una relación, absolutamente inventada por el autor, sobre las calorías que contienen determinados alimentos (más o menos típicos en un encuentro amoroso) pero más en concreto las que se gastan en ciertas actividades también más o menos relacionadas con ambos temas: sexo y adelgazamiento. Y es que, aunque eso de contar las calorías viene de muy, muy lejos, cuando de verdad se vivió el despegar de esta práctica (y que dura hasta nuestros días con muy poca merma en la devoción) fue allá por los años 70 o hacia principios de los 80.

Así pues, Richard Smith hace una extensa y humorística recopilación de las calorías de unas y otras cuestiones dando casi siempre una alternativa para que el lector que quiera adelgazar (se supone que este es el tipo de lector objetivo) pueda optar por una u otra circunstancia con el fin de quemar unas calorías de más en el contexto amoroso. Como no solo se centra en el acto amoroso en sí, sino que también aborda todos los prolegómenos y circunstancias que nos preocupan a la hora encontrar pareja, gustarle, ser físicamente atractivo, etcétera propone por ejemplo hacer un poco de ejercicio con el fin de alcanzar un mejor estado de forma, para ello informa que:

Realizar cinco abdominales implica un gasto energético de 10 kcal. Sin embargo, si se quiere optimizar este tipo de ejercicio se propone realizar solo 3 abdominales invertidos con las que se quemarían 563 kcal. Aclara que el ejercicio de “abdominales invertidos” se realiza igual que el tradicional pero tendido en el suelo boca abajo.

El aseo personal también es importante a la hora de mantener relaciones y las acciones que se pongan en práctica también queman calorías, un ejemplo de lo práctico del libro es el siguiente:

Secarse el pelo con toalla (vigorosamente) supone un gasto de 9 kcal, si se hace con secador, solo 3 kcal… pero si se hace soplando se gastan 348 kcal (dato importante si se quiere perder peso).

El poner a la pareja “en situación” y crear un ambiente más o menos embriagador es al mismo tiempo una actividad que puede hacer variar mucho el gasto calórico y, por lo tanto, que condicionar el adelgazamiento. Por ejemplo:

Puede ser interesante seducir a la pareja tocando alguna pieza musical con un instrumento y para ello aclara que tocar un tema con la guitarra consume 0,25 kcal. y que hacerlo con la trompeta 26 kcal. La parte verdaderamente interesante viene cuando aporta el dato que tocar el mismo tema con la trompeta, sin boquilla, y consiguiendo que suene igual gasta 320 kcal.

Un dato que me llamó la atención es el referido a una actividad que no suele figurar en las tablas: convencer a tu pareja de que no es solo atracción física lo que sientes, consume 70 kcal (creo que si hay que dar este tipo de explicaciones el autor se queda bastante corto en el gasto calórico)

El estatus económico también puede ser de gran ayuda para gastar calorías y por ende adelgazar:

Seducir a una pareja siendo rico gasta 5 kcal, sin embargo si se es pobre consume 164 kcal.

Quitarse la ropa también es una actividad mensurable que varía de forma importante de una u otra forma. Por ejemplo:

Desnudar a la pareja con su consentimiento, consume 12 kcal… y si no se deja 187 kcal.

Quitarse los calcetines uno mismo por el procedimiento tradicional gasta ½ kcal, sin embargo si pretende hacerlo sacudiendo violentamente los pies 418 kcal. (el autor adelanta que no siempre se consigue, pero que es una actividad esencial entre quienes más urgencia tienen en perder peso)

También se aportan buenas ideas para los fetichistas. Por ejemplo:

Chupar los dedos de los pies consume 12 kcal… pero 49 si se hace con los zapatos puestos.

Llega el momento de la acción… y para aquellos que usen preservativo… pero que al mismo tiempo quieran adelgazar han de saber qué:

Ponerse un preservativo consume 1,25 kcal, pero se alcanzan las 300 kcal si se trata de poner sin erección.

El hecho concreto de la penetración consume cerca de 0,25 kcal si la mujer está ya preparada, pero 274 kcal si el hombre no lo está.

Interesante como pocos son los datos referidos al orgasmo. Si este es real se consumen 27 kcal, pero si es fingido y convincente 167 kcal. (Si lo que se pretende es adelgazar… yo me pensaría muy bien que tipo de orgasmos tener)

Interesante como pocas es la actividad que se propone en aras del adelgazamiento, en este caso para después de la fiesta, una actividad que también implica gasto calórico es la de, por ejemplo, arropar en la cama a la pareja… eso gasta unas 2 kcal. Ahora bien, el arroparse mutuamente se calcula que puede gastar 547 kcal… el autor da cuenta de una pareja que se metió y salió de la cama 137 veces antes de darse cuenta de que era imposible.

Y así cerca de 170 páginas que reúnen infinidad de supuestos (y datos) absurdos pero divertidos referentes al sexo en grupo, la masturbación, el día después, etcétera. Como te decía una patochada sin más pretensión que la de pasar un buen rato… incluso en pareja. Advierto, para evitar sorpresas: solo apto para los que gusten del llamado humor del absurdo.

Si te ha gustado esta entrada, pero quieres encontrar algo más serio, te sugiero que visites estas entradas relacionadas:

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Nota: “Como adelgazar follando” Ed. DEBOLSILLO; ISBN: 9788497596695

“Fed Up”: Brillante documental sobre obesidad, industria, administraciones y soluciones que no lo son

¿Somos tan egoístas, ruines y desafectos como para dejar la solución de la obesidad en manos de las respectivas responsabilidades personales?

Pues eso es exactamente lo que la industria alimentaria promueve y lo que las administraciones jalean.

fed_up_28810Fed Up es un documental estrenado recientemente en los Estados Unidos que a partir de preguntas obvias, al tiempo que incómodas, nos plantea una más que probable realidad en la que la industria alimentaria y las administraciones desempeñan un papel más que destacado en la incidencia de la obesidad y todos sus trastornos asociados. Su traducción juega con el doble sentido ya que Fed Up se utiliza tanto para indicar que uno está harto de comida o de tanto comer, como para expresar que esta hasta los… mismísimos en relación a un determinado tema. Y el tema del documental es la obesidad, sus causas, sus soluciones y los actores implicados.

¿Existe una relación entre el diámetro de nuestras cinturas, en continua expansión, y las recomendaciones dietéticas de las administraciones sanitarias?; ¿y si el enfoque para acabar con la obesidad estuviera claramente equivocado?; ¿las soluciones que se proponen son verdaderas soluciones?; ¿y si esas las “soluciones”, en el fondo, solo consiguen agravar el problema? Lo que desde luego está claro es que las soluciones propuestas hasta la fecha han coincidido con un aumento de las cifras de obesidad, más que en su retroceso.

Si te gustó esta entrada: Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública o esta otra: “Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil, no puedes dejar de ver Fed Up. Es imprescindible.

Resulta llamativo el contrastar que aunque el problema de la obesidad se venía barruntando desde mediados del siglo pasado, ha sido a partir de finales de la década de los años 70 cuando su progresión ha dado un salto cuantitativo, hacia arriba, importante. Precisamente cuando las administraciones sanitarias se han puesto manos a la obra “en serio” haciendo recomendaciones en un sentido u otro. Y lo ha hecho bajo unas presiones inauditas por parte de la industria alimentaria, la cual, cuando ha visto sus intereses peligrar, ha apretado como ella solo sabe hacer para que dichas recomendaciones y la forma que tienen de llevarse a cabo resulten lo más cómodas posible en atención a sus “valores”.

No soy de los que sostienen la opinión de que la industria alimentaria produce una serie de alimentos para enfermar a la población… Sin embargo, sus intereses, “el para qué” los produce (sin duda alguna para mejorar su balance de cuentas) comporta al mismo tiempo un grave menoscabo en la salud de los consumidores. Lo hace empezando con el mismo diseño de sus productos, con su embalaje, con los regalos promocionales, con su constante bombardeo de una publicidad malsana, con sus grupos de presión, con su omnipresente presencia en no importa casi qué entorno y así, en definitiva, dando pie a crear un ambiente obesogénico del que, para muchas personas, es francamente difícil evadirse.

Me cuesta encontrar en este documental algún aspecto criticable. Pese a su extensa duración, más de hora y media, todos los temas que aborda son de una importante relevancia y los toca de manera sublime, aportando los más contundentes argumentos y contando con las más expertas de las opiniones. Empezando por el principio cuando cuestiona abiertamente si es honesto el hecho de culpabilizar individualmente a las personas que padecen obesidad. Una explicación que a la industria alimentaria le viene muy requetebién.

De este modo, sostener que todo lo que hay que hacer es decir a la gente que coma menos y que haga más ejercicio resulta en la constatación de un grave problema de perspectiva. Digo de falta de perspectiva porque esto es lo que se viene diciendo a través de las recomendaciones “oficiales” desde hace prácticamente medio siglo… y el problema global más que atajarse, o al menos contenerse, sigue en aumento. Con este planteamiento se hace descansar, sin duda alguna, la culpa en la persona implicada. No diré que las personas, individualmente, no está implicadas; pero desde luego, colectivamente, tiene pinta de que hay alguna razón general que dificulta o impide a esas personas alcanzar las metas a través de la solución propuesta. Con sinceridad, habida cuenta de la magnitud del problema creo que no se puede hacer descansar todo, ni tan siquiera la mayor parte de las causas del problema, en la responsabilidad individual.

Me ha gustado tanto que, el verlo, me ha llevado casi cuatro horas a la hora de parar y tomar notas o buscar más información en la red al respecto de los temas que aborda y los datos que aporta. De hecho pocos son los temas, por no decir ninguno, que no hayan sido ya tratados en este blog:

Empezando por la absurda estrategia de contar calorías, el tema de las calorías vacías, por no hablar de la desmadrada presencia del azúcar en nuestro entorno (en especial cuando está camuflado en alimentos “saludables”), el impacto de la diabetes en nuestro entorno, el papel de la publicidad malsana, el doble juego de la industria que nos quiere vender como saludables aquellos alimentos con peor perfil nutricional, los curiosos socios de la administración sanitaria para hacer frente, poblacionalmente hablando, al problema de la obesidad (en todas partes cuecen habas), el peso del coste económico de una dieta saludable vs otra menos saludable, la importancia de los menús escolares, la de la educación nutricional y culinaria en casa, lo de atar los perros con longanizas etcétera. El caso, es que además el documental cuenta con la participación de no pocas personalidades y expertos de primera línea que tienen mucho que decir… y lo dicen, sobre esta cuestión.

En definitiva se trata de un completísimo documental que deja una misma pelota en tres balcones diferentes al mismo tiempo: en el de las administraciones, en el de la industria y en el de los ciudadanos. Está claro que las circunstancias invitan a pensar que los tres actores implicados van a hacer cosas muy distintas.

Por un lado, la industria es improbable que cambie su forma de actuar, tal y como sucedió con la industria del tabaco, seguirán negando la mayor ya que su porvenir depende de sus ingresos y, a día de hoy, con sinceridad, ya he desterrado cualquier idea de mi cabeza que invite a pensar que vayan a cambiar de forma positiva. Por su parte, es de esperar que un día la administración se dé cuenta de lo que tiene entre manos y de lo que se le avecina mientras le siga haciéndole el caldo gordo a la industria. Así, mientras ese día llega, que creo que lo hará, son los ciudadanos los que de forma colectiva tienen que decirle a la industria por donde pueden meterse sus productos, campañas, publicidades y demás ayudas privadas “para el desarrollo”. Es la sociedad la que con una mayor conciencia y castigando en el punto de venta a determinados productos, ha de terminar poniendo a esa industria en el sitio que se merece en virtud de la necesidad de la población… comprando más productos frescos y menos comida basura, cocinando más y dejarse de tantas declaraciones saludables, contenidos reducidos y enriquecimientos en los alimentos. En definitiva dejar el “nutricionismo” a un lado. Si queremos que algo cambie tenemos que tomar la iniciativa y no esperar a que alguien cambie las circunstancias por nosotros.

Podría extenderme bastante más contándote algunas de las escandalosas cifras que se manejan en el documental o haciéndote saber de las extorsiones y del mamoneo que se llevan entre manos la industria alimentaria, las distintas administraciones y, por ejemplo, la OMS… pero si así lo hiciera poco te quedaría por ver en un documental que, a pesar de lo dicho, tiene muy, muy poco de conspiranoico y mucho de realidad. Baste decir que entre los invitados a prestar su voz e imagen están el expresidente Clinton, investigadores de la escuela de Medicina de Harvard, numerosos políticos de Estados Unidos, representantes de la FDA, la cabeza del Servicio Público de Salud de Estados Unidos, Marion Nestlé… y tantos otros.

Sin embargo, déjame decirte que otros muchos representantes de la industria fueron invitados a participar en el documental y no accedieron. Entre quienes se negaron a participar figuran empresas como: Coca cola, Kellogg, Nestlé, Pepsi, la Asociación Norteamericana de Bebidas, Kraft, La Asociación del azúcar, etcétera. Ellos sabrán porqué ya que la realización del documental es, desde mi punto de vista, exquisita.

Por último, decir que te dejo a continuación el enlace al video que actualmente está colgado en el canal de YouTube con subtítulos en castellano. Ciertamente no confío demasiado en que siga ahí colgado mucho tiempo ya que tiene pinta de ir en contra de los derechos de autor. Así que ya lo puedes ver cuanto antes y, mejor aun, ya puedes ir encargando una copia. Yo ya lo he hecho.

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Nota: Mi agradecimiento una vez más para un buen compañero, Pablo Zumaquero (@pzjarana)

Imagen: http://www.elseptimoarte.net/peliculas/carteles/fed-up-9434.html