El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nuevo libro: Mamá come sano; guía indispensable en embarazo y lactancia

mama-come-sanoLa paternidad en general… la maternidad más en concreto, o lo que es lo mismo el saberte responsable en última instancia de una criatura que depende absolutamente de ti (padres en general y madres de nuevo más en concreto) obliga a que muchas personas se decidan a ponerse las pilas en eso de la alimentación saludable. Los hijos son un gran motor de cambio (te lo conté en este post), o al menos de buenos propósitos (ya veremos cómo se terminan por materializar) y conste que me parece fenomenal… tal y como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Los cambios, si son para mejorar, siempre serán bien recibidos.

Las estrategias para propiciar esos cambios pueden ser varias y no tienen por qué ser excluyentes… que si consultar con un profesional, investigar en Internet, hacerse con un libro que de forma monográfica aborde estas cuestiones, etcétera. Pues bien, en este último caso tienes un texto que debiera ser de referencia para todas aquellas madres-padres que en la aurora de la maternidad deciden poner un poco de cordura entre tanto mito y tanta controversia que hay en el terreno de la alimentación de la mujer embarazada y lactante. Pero voy a ir más allá.

Mamá come sano” escrito por Julio Basulto debiera ser un libro de lectura-consulta obligada para todos aquellos alumnos y profesionales de la nutrición humana y dietética (para los dietistas nutricionistas) ya que resume de forma magnífica las cuestiones más candentes entorno a la alimentación en este episodio de la vida de la mujer. Estoy hablando de averiguar, por ejemplo, hasta qué punto influye la alimentación en la fertilidad; aclarar la sempiterna cuestión de “comer por dos” en el embarazo; el papel de múltiples nutrientes como el ácido fólico, el yodo, la vitamina B12; el de otros elementos de los estilos de vida como el tabaco o el alcohol; los famosos suplementos; el uso de “plantas medicinales”; la mayoría de los alimentos más conflictivos (algas, café, aditivos…); la cuestión del peso antes, durante y tras el embarazo; el vegetarianismo en el embarazo y la lactancia; etcétera. Y todo ello con el estilo al que nos tiene acostumbrado Julio (padre de otras obras como No más dieta; Secretos de la gente sana, Se me hace bola y Comer y correr) es decir, aportando una apabullante bibliografía tanto en calidad como en cantidad (toda ella recogida al final de la obra) con el fin de que el lector así interesado siga por su cuenta tirando del hilo y contrastando opiniones sobre aquello que más le interese.

No merece la pena entretenerse mucho más para alabar el trabajo de Julio que ha terminado en una obra especialmente actualizada en el conocimiento de esta materia y que carece de defecto alguno. Antes de despedirme hacer mención a los dos grandes teloneros que acompañan a Julio Basulto en “Mamá come sano”. Se trata del prólogo a cargo del pediatra Carlos González (superlativo) y el epílogo de la mano de Eva Hache (estupendo).

Par despedirme no me resisto a dejar aquí por escrito parte de prólogo que Carlos González destina a explicar la finalidad del libro que, aunque sencillo en su planteamiento, no deja de ser revelador.

No se trata, pues, de hacer un “sacrificio” durante unos meses para luego volver a comer patatitas y refrescos, sino de dejar de sacrificarnos, dejar de sacrificar nuestra salud en el altar de la moda y de la publicidad, y aprender a comer normalmente el resto de nuestras vidas. Porque lo que de verdad va a influir a largo plazo en la salud de nuestros hijos no es lo que hemos comido en el embarazo (que influye solo un poco) ni lo que comemos durante la lactancia (que no influye casi nada), sino los hábitos que adquirirá comiendo a nuestro lado durante los próximos veinte años o más.

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Compa «Mamá come sano»

Nuevo libro: Alimentación inteligente, cocina saludable

Alimentación inteligente, cocina saludableUn libro que hable de las cosas que pasan en una cocina, que implique a los alimentos y trate de nutrición es fácil que llame mi atención.

Alimentación inteligente, cocina saludable es un libro necesario en el sentido de que no es ni un recetario ni un libro de nutrición al uso. Su autor, Antonio Palomar (@GarcPalomar), define su obra como un libro de “nutrición culinaria”. Con esta definición y conociendo mi especial interés por promover la vuelta al uso de la cocina (sí, he dicho la vuelta) como elemento promotor de una mejor salud tal y como he puesto de relieve en ocasiones (por ejemplo aquí y aquí) era inevitable dedicarle un post.

La obra aporta respuestas sensatas y contrastadas a buena parte de todas aquellas dudas y preguntas que rodean el acto alimentario, haciendo destacar que el cómo comemos es tan importante como el qué. De forma más o menos consciente cada día que pasa tomamos decenas de decisiones vinculadas a la cocina… cuando por ejemplo nos planteamos cenar de una forma y no de otra, o consumir un plato en frío o en caliente, o pelar una fruta o comerla directamente, el asar o freír, etcétera. Todas esas decisiones, a la larga van caracterizar nuestro hábito alimentario particular y dejarán su impronta sobre la salud, y el libro de hoy nos aporta buena parte de todas estas cuestiones, para que tomemos esas decisiones conscientes e informadas.

Así, a lo largo de 24 intensos capítulos Antonio Palomar, médico y divulgador sanitario, desgrana las más habituales cuestiones vinculadas al hecho de alimentarnos: la importancia de cocinar frente al no hacerlo; cómo articular una dieta saludable; descubrir la importancia de los sentidos en nuestra alimentación; porqué de las ventajas de que en nuestra dieta haya una porción considerable de alimentos vegetales; el papel de los alimentos encurtidos, fermentados y germinados; el de la industria alimentaria; las características del aceite de oliva; las diversas virtudes y riesgos de los distintos método de cocinado (freír, asar, parrilla, hervido, la plancha…), el uso y beneficios de las especias y hierbas frente a la sal; las diversas formas de endulzar; las características de los distintos materiales y utensilios empleados como menaje de cocina… para terminar concluyendo con una serie de rápidos y eficaces consejos sobre nutrición culinaria a la hora de preparar las más diversas recetas.

Sin lugar a duda, un libro del que poder sacar provecho durante mucho tiempo ya que, al menos desde mi punto de vista, me parece una interesantísima obra para contar con ella como material de consulta, quizá más que para leerla del tirón. En cualquier caso indispensable en la librería de mi cocina.

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Ninguno de los factores que intervienen en la obesidad infantil está bajo el control del niño

Si visitas este blog con cierta asiduidad supongo que ya conocerás aunque sea de oídas a Margaret Chan. Se trata nada más y nada menos que de la Directora General de la Organización Mundial de la Salud, y cada vez que abre la boca sube el pan. En especial cuando se refiere al tema de la obesidad, las políticas sanitarias que la facilitan (¿políticas sanitarias que la facilitan?) el papel de la industria y las relaciones entre ambas. Si además lo que está en liza es la obesidad infantil, ya puedes atarte los machos porque esta mujer, con más razón que un santo, arrasa con todo lo (chungo) que atreva a menearse dentro de este panorama. Para ponerte en sintonía te sugiero que visites este artículo del que se pueden extraer auténticas perlas fruto de sus declaraciones públicas. Aquí un breve extracto:

  • Son pocos los gobiernos que han priorizado las cuestiones de salud frente a los grandes negocios
  • Si una industria está involucrada en la formulación de políticas de Salud Pública, tengan la seguridad de que aquellas medidas más eficaces serán o bien minimizadas o bien apartadas en su totalidad
  • La industria alimentaria teme una regulación de sus productos por parte de las administraciones sanitarias y la está recurriendo a las mismas tácticas que antaño puso en práctica la industria tabacalera: grupos de presión, promesas de autorregulación, financiar estudios de investigación que lo que consiguen es tergiversar la evidencia y confundir al ciudadano, etcétera.

Pues bien, no hace demasiado Margaret Chan ha vuelto a salir a la palestra pública para dejarnos un buen manojo de reflexiones y sentencias para enmarcar. No estaría nada de mal que los responsables de nuestro querido Ministerio de Sanidad, aquel que entre otras cosas cobija el maravilloso plan Havisa, otorga los premios de la estrategia NAOS y apoya los fantásticos códigos de autorregulación de esta industria (como el PAOS)… tomara buena nota. Parece que lo hubiera escrito para nosotros.

Niña comiendo

Primero te cuento el cuándo: el 22 de junio de 2015; luego el cómo: en un discurso dirigido a una de las comisiones de la OMS encargada de plantear estrategias para acabar con la obesidad infantil; y luego el qué (tienes toda la información original en este enlace). Así, y en referencia a la erradicación de la obesidad infantil, Margaret Chan, Directora General de la OMS, dijo:

  • Muchos de los factores que contribuyen a la obesidad infantil o que se interponen en su prevención no son sanitarios. Influir sobre estos factores externos para obligarles a asumir este problema de salud no es fácil, aunque nuestra experiencia con respecto al tabaco muestra que es posible lograrlo.
  • Con independencia de que en la edad adulta se alcance un peso normal, aquellas personas que hayan padecido obesidad infantil sufrirán sus consecuencias de forma permanente.
  • Algunos niños están expuestos a un importante riesgo de padecer obesidad desde el mismo día en el que nacen o incluso antes de llegar a nacer. Así lo muestra la más reciente evidencia.
  • Modificar el “ambiente obesogénico” en el que estamos inmersos no es suficiente para atajar el problema de la obesidad infantil. No obstante, ninguna solución tendrá éxito sin abordar esta importante parcela.
  • Por encima de las causas de la obesidad infantil hay que considerar la responsabilidad moral de este asunto y recordar que ninguno de los factores que intervienen en la obesidad están bajo el control del niño.
  • Esta singular conclusión [reflejada en el informe] hace descansar una responsabilidad moral sobre toda la sociedad a la hora de actuar en nombre de todos los niños y así reducir el riesgo de obesidad a partir de las iniciativas que sean precisas.
  • [En este sentido] Existen dos líneas rojas que la OMS no debe permitir que se traspasen: Por un lado el asegurarse que la industria alimentaria no tenga ni voz ni voto en cualquiera que sea la recomendación realizada por este organismo. Y por el otro, que la industria alimentaria tampoco pueda estar implicada en la formulación de políticas de salud pública.
  • El mayor de los daños [hablando de obesidad infantil y de industria] proviene de la comercialización de bebidas azucaradas no alcohólicas y de alimentos ultra-procesados, especialmente calóricos y pobres en nutrientes, que al mismo tiempo suelen ser los más baratos y están más disponibles, especialmente en las comunidades más pobres.
  • [El sector de la industria alimentaria que fabrica estos productos] se adhiere a acuerdos voluntarios y se opone firmemente a cualquier enfoque normativo. Ambas industrias [la de las bebidas azucaradas y la de los alimentos procesados] son al mismo tiempo poderosos agentes económicos. Este poder económico se traduce fácilmente en poder político.
  • Dejemos a la industria alimentaria hacer sus promesas. Demos la bienvenida a sus nuevos productos reformulados, pero no dejemos de vigilarlos y hagámosles responsables de lo que sucede.
  • Esta es una estrategia que se sigue en muchos países, pero al mismo tiempo es imprescindible dar a la industria suficiente cuerda para que ella misma se ahorque cuando se contraste que no ha cumplido sus acuerdos de autorregulación. No se les debe excluir sin darles una oportunidad.

El azote de la industria alimentaria tiene nombre y trabaja en la OMS

Margaret Chan

Dar a la industria alimentaria suficiente cuerda para que se ahorque ella misma si no cumpleAmigos, es preciso reconocer que Margaret Chan acaba de destronar al Hombre de negro (creo que no hace falta presentarlo, pero por si acaso, me refiero al de El Hormiguero). Así pues, creo que esta mujer se merece un breviario de frases intimidantes que hagan glosa de su verdadera gallardía y ponga la del Hombre de negro en su lugar… es decir a la altura del betún. Vamos allá, me arranco yo, y ya si eso lo continuamos todos en los comentarios y en twitter con el hastag #MargaretOMS (eso sí, para que funcione hay que darle la entonación que Trancas y Barrancas le ponen al asunto):

  •  #MargaretOMS desayuna hombres de negro crudoooooooooooos,
  • #MargaretOMS se hace pendientes con las botellas de refresco de cola de dos litroooooooos,
  • #MargaretOMS no pone las peras al cuarto… las pone al kilooooooooo,
  • #MargaretOMS le echa salsa tabasco a los pimientos jalapeñooooos…
  • Todo el mundo teme al brazo izquierdo de #MargaretOMS… del derecho tiene miedo hasta ella mismaaaaaaaaa,
  • #MargaretOMS se hace enjuagues bucales con bollería industriaaaaaaaaaal,
  • Cuando #MargaretOMS habla la felicidad mira para otro ladoooooooooo,
  • #MargaretOMS enciende fuego frotando helados de coloooooooooores.

Etcétera… ¿te animas?

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Imagen: GTRES y http://www.who.int/dg/es/

¿Cuántas muertes se pueden atribuir al consumo de bebidas azucaradas? (2)

Este post es la continuación de este otro anterior en el que a modo de resumen se expuso el efecto sobre la salud (mortalidad) atribuible al consumo de bebidas azucaradas. A modo de resumen, se trata de explicar y poner en valor los datos arrojados por este estudio en el que se puso de relieve que se puede atribuir al consumo de las bebidas azucaradas cerca de 184.000 muertes al año… ¿Nos podemos fiar de estos estudios que dejan sobre la mesa un mensaje tan alarmante?

¿Beber refrescos y morir? Espera, espera...

¿Beber refrescos y morir? Espera, espera…

El problema de la fiabilidad de este tipo de datos

En ciencia resulta realmente complicado el aislar aquellos factores que terminan por propiciar una determinada condición de salud, una enfermedad en concreto o si es el caso el fallecimiento de un sector de la población. Vamos con un ejemplo.

Supongamos que alguien fallece a causa de un cáncer de pulmón. Siguiendo con el ejemplo supongamos al mismo tiempo que el fallecido era fumador activo, que convivía con otros fumadores (era por tanto también un fumador pasivo) y que además trabajaba en la minería, en concreto en la obtención de asbesto… otro elemento claramente identificado a la hora de aumentar de forma considerable el riesgo de padecer un cáncer de pulmón. Y ahora imaginemos que hay un número importante de personas que reúnen esas mismas características. Pues bien… las preguntas del millón son varias: ¿qué elemento de los citados ocasionó su cáncer? ¿Hubo algún tipo de sinergia entre todos los riesgos citados? ¿Hasta qué punto la genética de cada persona pudo influir teniendo en cuenta la exposición a estos factores de riesgo? Etcétera. No resulta nada fácil atribuir una magnitud concreta de riesgo a situaciones patológicas que tienen múltiples factores de riego… no digamos ya sí, al mismo tiempo coinciden elementos protectores y de riesgo, con determinadas predisposiciones genéticas. Lo que además suele ser habitual.

Volviendo al tema dietético

La cuantificación del impacto de la dieta en la génesis de enfermedades y en el riesgo de fallecimiento tiene las mismas dificultades que el ejemplo anteriormente expuesto. Sin embargo, el tipo de estudios que nos darían ése tipo de información tan útil y que tanto ansiamos serían muy fáciles de diseñar… Veámoslos.

Se trataría de ensayos de intervención a los que a una parte de la muestra en estudio se le sometería a unas condiciones dietéticas concretas y a la otra parte a condiciones distintas modificando una sola variable. En el caso que nos ocupa a un grupo se le obligaría a beber 12 latas de refresco azucarado al día frente a otra parte de la muestra en la que se mantendrían las mismas condiciones que en el primer grupo salvo que en este segundo se sustituirían aquellos refrescos por agua. Es más, podría haber otra(s) submuestra(s) a las que se aportara 6, 3, etcétera… latas de refresco al día. Luego se trataría de comparar los resultados de todos los grupos detallando en cada caso el impacto sobre la salud de la única variable entre todos los grupos considerados. Estos estudios como digo son fáciles de diseñar y se podrían hacer con todos los alimentos, desde la ginebra o la cerveza, a la panceta, pasando por las ciruelas claudias o la mantequilla de Soria… Todos. Pero, Houston, tenemos un problema. Y gordo: por razones más que obvias este tipo de estudios son éticamente reprobables y por tanto, al menos a día de hoy, es imposible llevarlos a cabo (al menos públicamente).

La solución: observación de cohortes

Por tanto, a la hora de establecer causalidades en este terreno no queda sino recurrir a lo que se denomina estudios de cohortes en las que una población es observada durante un cierto tiempo. Se miden ciertas variables y luego se observa si hay algún tipo relación (directa o inversa) en los parámetros de estas variables. Por ejemplo, una relación directa sería: “mientras hemos estado observando, los que beben más refrescos se mueren más”. Y si fuera inversa, al revés: “mientras hemos estado observando, los que beben más refrescos se mueren menos”. Aunque hay que tener en cuenta una serie de elementos, en el primer caso se podría decir que el consumo de refrescos incrementa el riesgo de muerte y; en el segundo que su consumo es un elemento protector.

En ambos casos la potencia de las conclusiones de este tipo de estudios quedará establecida por múltiples características, pero entre las más relevantes figuran el número de personas observadas (el número de la muestra) y el tiempo que han estado bajo observación.

Los principales problemas

Sin embargo, tal y como supongo que imaginarás este tipo de observaciones se prestan a un par de problemas típicos.

El primero de ellos es establecer la causalidad. Aunque dos variables evolucionen al mismo ritmo (cambios en un sentido de una variable implican cambios en el mismo sentido de la otra)… o de forma inversa (el aumento o disminución de la primera variable se asocia a cambios de signo contrario en la otra variable) no quiere decir a priori que los cambios de una de ella sea la causa de los cambios en la segunda… o sí. Recuerda esta entrada al respecto del chocolate y de su efecto sobre el adelgazamiento en lo que constituyó un nefasto ejercicio de divulgación periodística de un artículo científico al mismo tiempo también cuestionable.

Relacionado con el primer problema está el segundo a la hora de eliminar o al menos identificar los confusores. Un aspecto especialmente complicado en los estudios de este tipo. Los confusores son esos elementos que o bien no se han tenido en cuenta o que no se han ponderado de la forma adecuada y que influyen de forma significativa en la magnitud de la variable observada (lo más típico el fallecimiento o el padecimiento de una determinada enfermedad). El ejemplo clásico con el que suelo poner de relieve un confusor clásico es el del consumo de sandía y el número de muertes por ahogamiento: ¿Sabías que cuanta más sandía se consume, más aumenta el número de ahogados? Entonces, ¿acaso piensas que prohibir el consumo de sandía ayudará a evitar o a reducir el número de ahogados? La respuesta, ya la sabes, es que no. La correlación entre ambas variables existe (aumentan al mismo ritmo, asociación directa) pero no implica causalidad. La población toma más sandía cuando hace más calor (el verdadero elemento confusor) ya que en estas latitudes la temporada de sandía es el verano y también entonces se baña más gente, con lo que la probabilidad de que haya más ahogados aumenta.

Bebidas azucaradas y muerte ¿se han tenido en cuenta los confusores?

Pues para el pesar de la industria de los refrescos me temo me congratulo que sí. Precisamente el estudio en sí dedica unas pocas líneas a explicar la dificultad de demostrar fehacientemente el que este tipo de estudios ofrezcan datos fiables o lo que es lo mismo, que en este caso el número de fallecimientos mencionados (184.000, no te olvides) se pueda atribuir al consumo de bebidas azucaradas.

Para convencer de ello hay que partir del conocimiento de que la autoría principal del artículo descansa sobre una de las personas que en la actualidad gozan del mayor prestigio a la hora de investigar sobre estos temas, Dariush Mozaffarian. Y además el artículo hace constar que se ha hecho todo lo posible para controlar los elementos confusores, y de esta forma no sobreestimar en las conclusiones finales el impacto de las bebidas azucaradas sobre la salud frente a otros elementos dietéticos.

En resumen

  • El estudio en cuestión estima que cada año mueren 184.000 adultos y que la causa es el consumo de bebidas azucaradas.
  • Para llegar a estas conclusiones se han empleado los mejores datos que en la actualidad podemos obtener de forma ética.
  • Este resultado no sirve para identificar de forma personal el riesgo de muerte atribuible por el consumo de bebidas azucaradas. En su lugar, y no es tontería…
  • Sirve para establecer medidas válida encaminadas a evitar un buen número de fallecimientos a nivel poblacional… evitando/controlando (no alentando) el consumo de bebidas azucaradas.
  • Algo que hay que tener muy en cuenta cuando de forma ¿interesada… desinformada… torticera? se nos hacen llegar mensajes a través de los medios de comunicación generalistas como el que se puede ver en la imagen (MujerHoy, 1 de agosto de 2015), en el que se equipara el consumo de refrescos con el de otras bebidas, incluida el agua y otros productos netamente más interesantes desde el punto de vista de la salud, a la hora de mantener una correcta hidratación.
Con un par... de vasos de refresco, todo solucionado

Con un par… de vasos de refresco, todo solucionado

  • Aunque el estudio en cuestión está referido a la población adulta, me parece especialmente interesante hacer constar que las bebidas azucaradas (refrescos al uso, bebidas comerciales a base de frutas, batidos, etcétera) son un producto cuyo target de consumo, y por ende su publicidad, está dirigido a la población más frágil e inerme de nuestra sociedad: los niños y adolescentes.
  • Como consumidor, padre o madre, y ciudadano te toca a ti poner en su sitio a este tipo de productos. El momento de hacerlo (si no tienes un blog) es el de dejar de realizar determinados gestos en los lineales de tu supermercado, bares, cines y, en general, en cualquiera de los sitios donde estos productos de conveniencia (nunca de necesidad) se ponen a tu alcance.

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Imagen: http://giphy.com/gifs/vCHKWBlygEAtG

¿Cuántas muertes se pueden atribuir al consumo de bebidas azucaradas? (1)

Burbujeante

Tenemos bastante bien asumido que el tabaco mata y que el consumo de alcohol también. Bueno, en realidad lo que tenemos claro es que ambos factores aumentan de forma considerable el riesgo de fallecer a causa de diversas dolencias inexorablemente asociadas a su uso.

Al mismo tiempo y en los últimos años se está poniendo de relieve a través de diversos estudios que el consumo de bebidas azucaradas también tiene sus riesgos sobre la salud… pero lo cierto es que nunca, al menos que yo sepa hasta la fecha, se ha concretado este riesgo con cifras claras. Pero ahora sí y de forma bastante contundente. No obstante, antes de mostrártelo, déjame hacer una pequeña introducción a la cuestión de las cifras de muertes atribuibles.

Yo mato más que tú

Citar los datos aportados en el cine, como por ejemplo los que aparecen en la película “Gracias por fumar”, no resulta ni muy serio ni muy convincente, lo sé, pero hoy esta estrategia me va a ayudar a centrar el meollo de este post… y de su continuación. Espero que no me lo tengas en cuenta, máxime sabiendo que con mucha probabilidad esos datos a los que me refiero estarán bastante cercanos a la realidad. Por resumir mucho digamos que en la mencionada comedia se relatan los conflictos éticos de una persona en su desempeño profesional, un auténtico tiburón y tergiversador: el portavoz de una supuesta Academia de Estudios del Tabaco. Una entidad que en la ficción (pero basada en hechos reales) tiene como fin el loable objetivo el buscar las relaciones entre el consumo de cigarrillos y cualquier posible mal para sus consumidores, aunque en realidad esta Academia no sea otra cosa que un organismo interpuesto por las grandes tabacaleras para, tal y como se dice en la película, “guardar secretos y manipular la verdad” (no me enrollo demasiado con la peli ya que le dedicaré un post enterito la semana que viene. Lo merece). El caso es que en un momento de esta peli salen a colación las muertes atribuibles en Estados Unidos a tres elementos: el consumo de bebidas alcohólicas, la posesión de armas de fuego y, claro está, el fumeque. Así, el representante de las tabacaleras se pavonea como un ave Real de este tipo delante de sus compañeros (los portavoces de las otras dos industrias) al poner de relieve que su producto mata a muuuuuuucha más gente cada año que lo que lo hacen los otros. En concreto en USA y según la peli: El tabaco mata a 475.000 personas al año, las bebidas alcohólicas a 100.000 y el uso de armas de fuego a 11.000. Solo en USA.

Dando un paso hacia la seriedad, entre aquellos datos de la OMS más fiables, y globales, no solo referidos a USA, se estima que el consumo de tabaco mata a más de 5 millones de usuarios al año en todo el mundo y a más de 600.000 fumadores pasivos. En lo que respecta al uso del alcohol, las cifras que la OMS maneja, atribuyen a este tipo de bebidas más de 3,3 millones de muertes al año en todo el mundo. (No he encontrado datos en la OMS al respecto de las muertes ocasionadas por armas de fuego).

Fumar es guay de la muerte

Fumar es guay de la muerte

El consumo de bebidas azucaradas solo mata a…

Conocidas las anteriores cifras, es posible que las que ahora te voy a mostrar te resulten casi ridículas. No obstante, ya verás porque no hay que perderles, ni mucho menos, el respeto.

El reciente estudio Estimated Global, Regional, and National Disease Burdens Related to Sugar-Sweetened Beverage Consumption in 2010 (Estimaciones mundiales, regionales y nacionales de la morbilidad vinculada al consumo de bebidas azucaradas en 2010) despeja muchas dudas sobre el impacto sobre la salud del azúcar añadido en la dieta. El estudio estima que de forma global se puede atribuir al consumo de las bebidas azucaradas cerca de 184.000 muertes al año; y hace el siguiente desglose:

  • 133.000 por diabetes,
  • 45.000 por enfermedad cardiovascular, y
  • 6.450 por cánceres.

Es más, se afirma también en él que el consumo de este tipo de bebidas está detrás de cerca del 1,2% todas las muertes por diabetes, por enfermedades cardiovasculares y por cáncer de todo el mundo.

Te decía que estas cifras parecen casi ridículas al lado de las anteriores del tabaco y del alcohol, pero me parece especialmente interesante hacer estas dos reflexiones a la hora de poner estos datos en contexto:

  • Hablamos solo de las muertes atribuibles al consumo de bebidas azucaradas, refrescos, etc… no de todos los elementos que en su conjunto pueden llegar a caracterizar un mal estilo de alimentación. Es decir, este es solo uno entre los múltiples elementos dietéticos que pueden estar detrás de fallecimientos prevenibles. Solo uno.
  • Además, tal y como señalan los autores en su escrito, las bebidas azucaradas son un elemento muy fácilmente identificable y mejorable (su presencia vs su ausencia) a la hora de mejorar los hábitos dietéticos. Por tanto, se indica que estos datos debieran servir para poner de relieve la necesidad urgente de cambiar e implementar este conocimiento en los programas de prevención tanto nacionales como internacionales.

Aunque también lo mencionaré en el siguiente capítulo, no te olvides de que aunque el estudio está centrado en población adulta, las bebidas azucaradas (refrescos al uso, bebidas comerciales a base de frutas, batidos, etcétera) son productos cuyo target de consumo, y por ende su publicidad, está dirigido a la población más frágil e inerme de nuestra sociedad: los niños y adolescentes.

En el próximo capítulo se abordará la cuestión de cómo poner en valor este tipo de datos, es decir de su consistencia… ¡No faltes!

Si te ha gustado esta entrada, quizá te resulte interesante consultar:

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Nota: Quiero agredecer a mi padre el haberme aportado algunos enlaces y argumentos para la confección de esta entrada. Además de conocerme bastante bien en lo personal parece que cada vez estamos más en sintonía en lo dietético.

Imagen: Paul vía freedigitalphotos.net y http://giphy.com/

No te preguntes si alguien sigue la dieta paleolítica… él te lo dirá

El concepto de paleo dieta en mi opinión parte de una hipótesis, plausible, pero en definitivas cuentas una hipótesis, que sostiene que buena parte de las enfermedades metabólicas actuales más prevalentes son fruto de una disonancia evolutiva entre lo que “estamos diseñados” para comer y lo que finalmente estamos comiendo. Todo ello se podría enunciar, muy en resumen, afirmando que la dieta occidental actual nos enferma porque se aleja en gran medida del patrón dietético que tenían nuestros antepasados recolectores-cazadores.

Hombre paleolítico

A pesar de que la fiebre paleodietética está ahora alcanzando unas cotas importantes, es preciso conocer que no es un planteamiento precisamente actual, pudiendo encontrar las primeras propuestas en este sentido hace más de 30 años.

Sin embargo no ha sido hasta ahora que podamos encontrar una definición más formal de dieta paleolítica acudiendo a la base de datos de términos médicos de la  Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos que acaba de actualizar su contenido incorporando el término dieta paleolítica, y que más o menos dice así:

Se trata de un plan nutricional basado en la presunción de la dieta que seguían los antepasados del ser humano en etapas pre agrícolas. Se compone principalmente de carne, huevos, nueces, raíces, frutas y verduras frescas; y excluye los cereales, las legumbres, los productos lácteos y los azúcares refinados.

Existen pocas dudas al respecto de que la dieta que sigue buena parte de la población del primer mundo es bastante mejorable, al tiempo que, en general, buena parte de las propuestas paleodietéticas son bastante más recomendables que esa dieta a la que me he referido como “bastante mejorable”. De hecho, reconozco que nuestro actual patrón de consumo de alimentos es excesivo en productos que son ricos hidratos de carbono refinados (principalmente en forma de azúcares añadidos) ácidos grasos trans y sodio… al tiempo que pobres en fibra, determinados ácidos grasos que sin ser obligatoriamente esenciales son especialmente beneficiosos para nuestra salud y otros micronutrientes. Pero al parecer, reconocer que la forma en la que comemos no es la más adecuada y que es preciso, por salud, incentivar otros modelos alimentarios no basta para convertirse y ser distinguido como un seguidor y promotor de la paleovida; ya que de otro modo a estas alturas yo sería un paleonutricionista… y va a ser que no.

Sombras en la paleo-dieta

El caso es que hay paleocosas que no me convencen en absoluto ya que hay bastantes zonas oscuras en sus planteamientos. La primera pega que le veo es que es prácticamente imposible encontrar un consenso al respecto de cuáles son sus preceptos ni tan siquiera entre sus más fervientes defensores. Mientras algunos especialistas aconsejan el consumo de ciertos alimentos y no de otros o de un cierto reparto de macronutrientes, otros autores discrepan y proponen planteamientos sensiblemente diferentes. Este matiz no debiera ser demasiado preocupante habida cuenta que esta misma pega la podemos encontrar en otros planteamientos dietéticos más convencionales y tradicionales como la dieta mediterránea. Dieta de la que tampoco es fácil encontrar unanimidad en sus planteamientos más básicos.

Para continuar con otra gran pega, para mí la mayor desde un punto de vista más definitorio, es que al llamar “dieta paleolítica” a este planteamiento hay que reconocer que el periodo paleolítico abarca la friolera de… ¡2,8 millones de años! ¿Acaso la especie humana siguió el mismo patrón dietético y de estilo de vida durante 2,8 millones de años como para poder etiquetar ahora esa dieta con la marca paleolítica? ¿Acaso siguieron las distintas tribus, clanes y estirpes los mismos patrones con independencia de su localización geográfica? Imaginemos las dietas de tribus de América y de Eurasia ¿no crees que habría diferencias significativas en su patrón alimentario?

El caso es que los antropólogos y los historiadores tienen bastantes problemas para identificar el patrón alimenticio de los asentamientos humanos con tantos años… pero lo que sí se tiene bastante claro es que comían lo que pillaban y desde luego el colesterol, la glucemia o el ácido úrico no iban a ser elementos que condicionaran su dieta. Es más muchos especialistas coinciden en reconocer que en determinadas zonas y épocas del paleolítico se comían legumbres y cereales.

Por último en el apartado de sombras, no podemos olvidar que al hilo de los planteamientos paleodietéticos se están haciendo fabulosas, al tiempo que descontextualizadas alegaciones de salud derivadas de su seguimiento tal y como refiere Edzard Ernst en su muy recomendable blog (estar más ágil y fuerte, tener más resistencia, ser menos vulnerable a los antojos, aumentar la libido, una mayor claridad mental, tener una piel y unos ojos más claros… entre otros muchos y pretendidos beneficios… entre los que no falta la pérdida de peso)

Luces en la paleo-dieta

Lo anteriormente expuesto no quiere decir que las propuestas dietéticas y de estilo de vida de quienes promueven comer “paleo” sean dañinas, ni mucho menos. Es más, estoy casi seguro que el seguimiento de aquellas directrices dietéticas amparadas bajo el paraguas “paleo” en contraposición al actual patrón dietético sea más beneficioso que perjudicial. Es cierto que hay estudios esperanzadores que ponen de relieve los beneficios de comer-vivir paleo… pero, todo hay que decirlo, las evidencias sólidas son bastante escasas habida cuenta de lo escaso que suelen ser las muestras en estos estudios. Además, esos buenos indicios se observan para enfermedades como la diabetes y no para fruslerías como el aumento de la libido o similares para lo que no hay nada… de nada.

En cualquier caso, sigo opinando que los beneficios encontrados se hallan detrás más del abandono de los descabellados estilos de consumo actuales (ricos y abundantes en alimentos procesados, refrescos, cereales refinados, etcétera) que del seguimiento de planteamientos paleo, en los que prescindir de la leche, los cereales o las legumbres, por definición) me parece más un suvenir sin sentido de este nuevo negocio, que un motor de los posibles beneficios hasta ahora hallados.

En resumen, mi opinión sobre movimiento “paleo” al menos en lo que a dieta se refiere, es que me parece una moda auspiciada por ciertos empresarios que, apoyados en determinados científicos, han querido explotar (una vez más) la ingenuidad de la población en materia de alimentación aprovechándose de un cuento muy, muy viejo y que además no sabemos realmente como fue pero que suena muy idílico.

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Nota: El blog bajará la persiana durante la segunda quincena de julio. Retomaremos el ritmo habitual a partir del 3 de agosto.

Como todo no va a ser pureza dietética y control calórico, aquí os dejo un video, solo para disfrutar, que me han hecho llegar dos personas a las que adoro, mis hijas Carolina y Adriana. En él se ve la interpretación (playback de un tema de Rita Pavone) de Luciano Rosso y de esa maravillosa niña-rara que dedican a un alimento especialmente rico en hidratos de carbono: ¡las papas!

¡Buen verano everybody!

Actualización 2015/07/14: Los contenidos originales de este post se han visto modificados ya que según se me ha hecho saber, algunos alimentos que se citaban como prohibidos en los planteamientos paleo (en concreto patata y tomate) no lo son tal. Mi especial agradecimiento y reconocimiento a Carlos Ríos (@nutri_rivers) por sus aportaciones y comprensión ante mis errores.

Además, os invito a que dejéis de leer bajo ningún concepto este artículo de de Oscar Picazo (@OscarPicazo) sobre Paleodieta.

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Imagen:  vectorolie vía freedigitalphotos.net

La cara más amarga de las bebidas azucaradas (44 años después)

Refresco de cola (2)Con la que le está cayendo a la industria del azúcar no era de extrañar que alguien aprovechara sus propios recursos publicitarios de hace años y los utilizara en su contra dándoles, a aquellos anuncios, la vuelta como a un calcetín.

Al final de este post tienes una serie de enlaces para que si lo deseas te pongas al día en cuestión de azúcar y refrescos, pero déjame que por favor te presente esta maravillosa iniciativa.

Su autor es el conocido como Center for Science in the Public Interest (CSPI) o lo que es lo mismo, el Centro para el aprovechamiento de la ciencia en interés público que en realidad se trata de una especie de organización para defender los intereses de los consumidores llevando a cabo programas de investigación y promoción de la salud a partir de la nutrición. Con ellos el CSPI pretende hacer llegar a los consumidores una información actualizada y útil que redunde en su bienestar.

Con estos fines el CSPI ha escogido una de las sintonías más icónica de los años 70 vinculada de forma indeleble a una conocida marca de refresco y le ha cambiado la letra. Así, en vez de hablar en la canción original de amor, felicidad y buen rollete en plan flower-power… se habla de enfermedad, diabetes, obesidad, hígado graso, pérdida de piezas dentales, etcétera.

Haciendo un poco de historia patria, hay que reconocer que el anuncio original (titulado Hilltop) fue estrenado en Estados Unidos a principios de los años 70; sin embargo, aquí en España la cancioncilla se coló en nuestros televisores a partir de los años 80 y con motivo, exclusivamente, de una campaña navideña por parte de la esta compañía que lleva “hidratando al mundo desde 1886”.

No obstante la grandeza de esta acertada adaptación va más allá de una empresa en concreto y, tal y como debe ser, dirige su mensaje a todas las empresas que elaboran “refrescos” azucarados. De esta forma en el vídeo se pueden intuir algunas de las señas de identidad de las empresas más representativas al menos en Estados Unidos.

El Director ejecutivo del CSPI, Michael F. Jacobson, ha comentado que “las campañas publicitarias de las empresas de refrescos azucarados son “cada vez más sofisticadas e implican el lavado de cerebro de los consumidores destinando para ello miles de millones de dólares; campañas que están diseñadas para distraer la atención de la diabetes y centrar el mensaje en la felicidad. Por estas razones, nos pareció que ahora era el momento de cambiar la letra a la canción”.

No me entretengo más, te dejo con “Change the tune” (Cambia de melodía) invitándote a que no dejes de visitar el anterior enlace.

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Imagen:  tiverylucky vía freedigitalphootos.net

¿Mejorará la salud de los norteamericanos tras prohibir las grasas trans? Lo dudo

Bizcochito chocolateMe imagino que estarás al corriente de la noticia. Hace unos pocos días la Administración sanitaria estadounidense, la FDA (Food and Drug Administration) encargada de regular la comercialización de fármacos y alimentos, ha decido prohibir totalmente el uso de ácidos grasos trans (aquellos que se forman muy habitualmente en la hidrogenación de grasas y aceites vegetales) en la elaboración de alimentos procesados (enlace a la fuente original).

En realidad es la guinda de un pastel que se viene horneando desde hace al menos 10 años cuando este tipo de ácidos grasos empezaron a ubicarse en el punto de mira de las administraciones de salud de todo el mundo, pero más en especial en las de Estados Unidos. Así, hace años que tanto las administraciones locales como estatales de este país se lo estaban poniendo cada vez más difícil a este tipo de grasas. Ahora la FDA ha anunciado que las grasas artificiales «trans» son una amenaza para la salud pública y prohibirá su uso de manera gradual en un período de tres años dentro de todo el panorama nacional y que con ello espera reducir las enfermedades coronarias y la obesidad de sus ciudadanos.

No voy a entrar en tediosas explicaciones al respecto de los efectos metabólicos de este tipo de ácidos grasos y que al menos a mí nunca me han preocupado demasiado. Y digo que no me han preocupado por que la presencia de alimentos con este tipo de nutrientes en mi dieta y en la de mi familia es prácticamente anecdótica… por no decir desconocida. Es decir, si viviéramos en Estados Unidos y teniendo en cuenta que no incluimos alimentos que son fuente dietética de ácidos grasos trans, este tipo de medidas ni nos va ni nos viene. Y te digo esto por que…

Antes que usar alimentos que antes tenían… y ahora no van a tener… grasas trans, es mejor caracterizar tu consumo de alimentos con aquellos que no son susceptibles de incorporarlos. Al así hacerlo se matarán no dos si no varios pájaros de un tiro. Y es que los alimentos que son típicamente fuente dietética de ácidos grasos trans suelen ser, al mismo tiempo, ricos en azúcares, en grasas totales o en sal

Por aclararnos ¿qué alimentos son los típicos que incorporan ácidos grasos trans? pues la bollería industrial (o no tan industrial), las productos procesados, los platos preparados, la galletería, la chocolatería… es decir, alimentos que de ningún modo deberían obtener la etiqueta de ser saludables por convertirse ahora en libres de grasas trans o como a buen seguro dirán los norteamericanos trans fat free, dotando al producto en cuestión de una falsa apariencia beatífica a los ojos de los consumidores:

  • ¡Mira Kevin… estos bizcochitos rellenos de crema de cacahuete, nata y caramelo pone que son trans fat free!
  • ¡Genial Rose-Mary!… y además dice que son cardio-guays ya que tienen el sello de la Sociedad Americana de Dietética y Ciencias de la Alimentación… qué flipe… pillaré entonces un palé de bizcochitos para llevarlos de acampada este weekend.

Veamos. Llevamos demasiado tiempo practicando una guerra inútil contra los nutrientes mientras los alimentos en sí se van de rositas… y esto en mi opinión en es un error. Mientras la guerra se declare a la sal, al azúcar, a las grasas trans, etcétera, no conseguiremos nada en mi opinión. Vayamos contra esos grupos de alimentos insanos y, en vez de disfrazarlos salutíferamente hablando, pasemos de ellos mientras ponemos en valor los alimentos de verdad, aquellos que no tienen ingredientes (solo uno, ellos mismos) y que no digan nada en su envase termosellado de lo buenísimos que son para la salud porque le han puesto esto o quitado aquello.

¿Que si los estadounidenses mejorarán sus índices de salud con esta medida? Con sinceridad, lo dudo. Mientras no haya un cambio de paradigma lo veo muy improbable. Sin embargo, hay quien piensa que sí.
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Imagen: GTRES

La peor pesadilla para las empresas de ‘refrescos’ cada vez más cerca en EEUU

El panorama más peligroso que podría imaginarse la industria del refresco norteamericana parece estar cada vez más cerca. Tras haberse librado in extremis de la aprobación de una norma que pretendía gravar con un impuesto extra a las bebidas azucaradas, ahora la ciudad de San Francisco pretende que toda aquella publicidad de bebidas azucaradas dentro de los límites municipales incluya una leyenda bastante clara que rece tal que así:

ADVERTENCIA: El consumo de bebidas con azúcares añadidos contribuye a la obesidad, la diabetes y la caries dental.

Lata refresco

Con un par y sin dobleces.

Como lo oyes, los responsables de la sanidad municipal han aprobado por unanimidad la medida que ahora debe ser ratificada por la Junta Municipal de Supervisores. La aplicación de “esquelas” en la publicidad de refrescos al estilo de como las conocemos para el tabaco se aplicará, si es finalmente aprobada y salvo el veto del alcalde, a cualquier bebida que aporte azúcar añadido en su composición con 25 kilocalorías o más por cada 340 gramos de producto. Esta cantidad de calorías, realmente escasa, implica que habrá de aplicarse no solo a los refrescos típicos que todos tenemos en mente, sino también a bebidas energéticas o “para deportistas”, a las “aguas con vitaminas” (anda que no) y los típicos tés envasados. Quedarían exentas las bebidas light con edulcorantes acalóricos, los zumos obtenidos de fruta 100% y las bebidas lácteas.

Es lo que es y no lo que se está diciendo

En realidad no pocos medios han interpretado a su manera esta noticia y han dado a entender que la nueva normativa, de ser aprobada, se aplicaría sobre los propios refrescos… pero no es así. En realidad lo que de momento se pretende es incluir este tipo de advertencias en su publicidad, por ejemplo en la típica valla publicitaria, taxis, autobuses urbanos, etcétera. Además, hay otras normas que están pendientes de confirmación: la primera, más radical, prohibir toda publicidad de este tipo de productos (como ya sucede en San Francisco con el tabaco y el alcohol); y la segunda, prohibir su compra con fondos municipales. Más aún, los responsables de sacar adelante esta iniciativa anuncian que harán todo lo posible para extender la aplicación de la norma más allá de las fronteras de la ciudad.

En una de las declaraciones más claras que se han hecho públicas en el marco de esta noticia figuran las palabras de Scott Wiener, Supervisor municipal que afirmó:

Estas bebidas son productos que consiguen hacer enfermar a la población y es preciso tomar medidas

Más claro, y más saludable, agua.

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Imagen: Boians Cho Joo Young vía freedigitalphotos.net

Sugerencias de la OMS para restringir la publi de alimentos dirigida a los niños

Comida basura

Si hay una necesidad sobre la que parece que hay pocas dudas al respecto de las estrategias de marketing que sigue la industria alimentaria en general, es la de reducir la presión que ejercen los distintos productores sobre la población infantil. Y no es para menos, para ponerte en situación te sugiero que eches un vistazo al inmenso documental “Más allá del peso” o a este revelador post, ahí tienes algunos ejemplos de a qué tipo de presión me refiero.

Consciente de esta situación la OMS ha elaborado un documento con las normas que sería conveniente observar a la hora de dirigir no importa qué campaña de marketing al público infantil. La verdad es que es como para ponerlo en un pedestal. Tanto que es el típico documento que nuestras autoridades se pasarán a buen seguro por el arco del triunfo y que jamás veremos cumplirse (tiempo al tiempo y ojalá me equivoque). Lamentablemente.

En resumen y para no aburrirte, ya que lo gordo está precisamente en el contenido del documento, la OMS ha lanzado una herramienta para ayudar a los distintos países a reducir la promoción de alimentos con demasiada grasa, azúcar y sal dirigida a niños, tal y como pone de manifiesto en su web. Voy a dejar a un lado las razones que han movido a la OMS para realizar este trabajo ya que, en relación con la prevención obesidad infantil, además de conocidas las puedes obtener en el enlace anterior. Vamos al lío.

El documento en cuestión es este y la parte importante, donde está el meollo, está contenida en la tabla del anexo, es decir en la tabla de la página 11 y siguientes. Dicha tabla contiene 17 categorías de alimentos y la OMS sugiere que solo aquellos alimentos que dentro de su categoría cumplan con determinadas características nutricionales deberían poder anunciarse “para los niños”. O dicho de otra forma… si un determinado producto no cumple dichas características su fabricante debería tener prohibido realizar campañas de marketing y comercialización con los niños como publico objetivo. En concreto ésas características refieren exclusivamente al contenido de: grasa total; de grasas saturadas; de azúcares totales; de azúcares añadidos (es decir que no formen parte del alimento de forma consustancial y a diferencia del ítem anterior); de edulcorantes distintos del propio azúcar; de sal; y de calorías.

Es decir, si la composición de un determinado producto excede un determinado valor de alguna de las categorías mencionadas en 100g de producto… ese producto no debería tener permitido anunciarse. Seguro que te mueres por conocer las categorías y las recomendaciones de la OMS. Vamos a verlas:

Categoría 1. Chocolate y productos de confitería, barritas energéticas, y postres y aderezos “dulces”: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.

Categoría 2. Bollería, galletas dulces y pasteles; otros productos de pastelería dulces y las mezclas para su elaboración: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.

Categoría 3: Aperitivos salados (palomitas de maíz y maíz; frutos secos; galletitas y pretzels salados; otros aperitivos a base de arroz, maíz, o patata): Solo deberían anunciarse aquellos elaborados con cero azúcares añadidos y con un máximo de 0,1g de sal por cada 100g de producto.

Categoría 4. Bebidas (este ítem se subdivide a su vez en cuatro apartados):

  • Zumos: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.
  • Bebidas lácteas: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 2,5g de grasas totales; con cero azúcares añadidos y con cero edulcorantes.
  • Bebidas energéticas: No deberían poder anunciarse ninguna con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.
  • Otras bebidas (Colas, limonadas, naranjadas, otros refrescos, bebidas azucaradas, aguas minerales y aguas “con sabores”… con azúcares añadidos o con edulcorantes: Solo deberían anunciarse aquellos que tengan cero azúcares añadidos y cero edulcorantes.

Categoría 5. Helados: No deberían poder anunciarse ninguno con independencia de su contenido en los ítems anteriormente señalados.

Categoría 6. Cereales de desayuno: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 15g azúcares totales; y menos de 1,6g de sal.

Categoría 7. Yogures, leches fermentadas, cremas y alimentos similares: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 2,5g de grasas totales; menos de 2,0g de grasas saturadas; menos de 10g de azúcares totales y; menos de 0,2g de sal.

Categoría 8. Quesos: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 20g de grasas totales; y menos de 1,3g de sal.

Categoría 9. Comidas y platos precocinados o listos para comer: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 4g de grasas saturadas; menos de 10g de azúcares totales; menos de 1g de sal; y menos de 225 kcal/100g.

Categoría 10. Mantequilla y otras grasas y aceites: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 20g de grasas saturadas; y menos de 1,3g de sal.

Categoría 11. Pan y otros productos afines: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 10g de azúcares totales; y menos de 1,2g de sal.

Categoría 12. Pasta fresca o seca, arroz y otros cerales: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; menos de 10g de azúcares totales; y menos de 1,2g de sal (lo mismo que en el caso de la categoría anterior)

Categoría 13. Carne fresca y congelada, carne de aves, pescados y similares, huevos: Tienen libertad para anunciarse sin restricciones al respecto de su composición nutricional.

Categoría 14. Carnes procesadas, aves y pescados procesados: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 20g de grasas totales; y menos de 1,7g de sal.

Categoría 15. Fruta, verduras y hortalizas frescas o congeladas: Tienen libertad para anunciarse sin restricciones al respecto de su composición nutricional.

Categoría 16. Frutas, verduras y hortalizas procesadas: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 5g de grasas totales; menos de 10g de azúcares totales; cero azúcares añadidos y; menos de 1g de sal.

Categoría 17. Salsas y aderezos, incluyendo los productos para dippear/untar: Solo deberían anunciarse aquellos que aportaran menos de 10g de grasas totales; cero azúcares añadidos y; menos de 1g de sal.

Aplausos

Con un par de…

Hay que reconocer que la OMS los tiene bien puestos… eso y que no le va a hacer caso ni Dios… o a medias. Lo digo porque tengo bastante claro lo que va a suceder en nuestro país, algo que, no es por casualidad, no es lo mismo que ocurre, actualmente, en otros países en los que estas medidas ya se están aplicando. ¿Quieres ejemplos? No creo que te sorprenda, en especial los países escandinavos (Noruega, Dinamarca…) donde estas condiciones o similares no solo se están haciendo cumplir, sino que además han servido de inspiración a la OMS para elaborar esta herramienta.

Tampoco es por casualidad que los únicos grupos de alimentos que tienen “libertad” para anunciarse con independencia de su composición son solo los alimentos frescos (aunque se comercialicen congelados). Y otro de los aspectos llamativos es que el grupo de la bollería, el de la confitería, el de los zumos, el de las bebidas energéticas y el de los helados NO deberían anunciarse fuese cual fuese su composición… Y el de las bebidas azucaradas o con edulcorantes solo podrían hacerlo mientras no llevaran ni azúcar ni edulcorantes (me da que en la OMS además están de cachondeo). En resumen, a tomar por… con esos alimentos en lo que se refiere a su publicidad dirigida a los niños.

Y añado… si los alimentos no recomendados son los que son, y los que quedan tienen las limitaciones que tienen, (salvo los frescos, que no tienen ninguna) ve tomando nota porque lo que no es bueno para tus hijos tampoco lo es para ti… Y si de mí dependiera, estas normas no solo las aplicaría a la publicidad dirigida a los niños sino que las haría extensiva a toda la publicidad de los alimentos. ¿Acaso hay algo que justifique el no hacerlo?

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Imagenes:  Iamnee y Ambro vía freedigitalphotos.net