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Si la arquitectura te rodea, deberías empezar a fijarte en ella

Arquitectura en España: atraco a las tres

Estando un servidor poniéndose al día de la cartelera cinematográfica atrasada me dispuse a ver Heat –sí, llevo unos cuantos años de retraso, lo se- y disfrutar del Pacino y del De Niro frente a frente. Oiga, que momento, en esa mesa, con esas frases, con esa tensión interpretativa, con tan poca arquitectura de por medio que ya estaba uno entregado y disfrutando a tope, completamente absorto…

Y en éstas que el equipo de ladrones de De Niro localiza los planos del banco, con sus circuitos, sus cajas de registro, sus accesos y su ingeniería informática y mire usted, se van al banco, hacen el agujero justo donde dicen los planos y…¡sorpresa! el cuadro de mando desde el que anular el sistema de vigilancia estaba ¡¡¡EXACTAMENTE ALLÍ!!!, ¡Ni un centímetro de desviación!

El cuerpo de este arquitectador, tras dos espasmos y un escalofrío se quedó rígido, y les costó a mis allegados hacerme volver en mí al menos su buen cuarto de hora y un copazo de pacharán del malo, único consuelo del que vive instalado en la envidia por lo que esos cinematográficos arquitectos son capaces de conseguir.

Difícil es en esta piel de toro hacer un proyecto serio. No estoy hablando de formas ni de modas. No hablo ni siquiera de que las cosas funcionen. Hablo de que se pueda recibir el proyecto en una obra y construirlo sin más, o con un número de dudas razonables. Es frecuente la edición de los proyectos sin que se cumpla con la información mínima necesaria para poder ser construidos o sin que sean objeto de mil cambios, aprovechando que el río tal pasa por la ciudad cuál y otras muchas excusas que se le ocurren a cualquier constructor para ofrecer ese stock barato a precio de las mil y una noches y hacerlo con la sonrisa helada del que tiene un as en la manga.

En España se puede atracar cualquier cosa sin un solo plano, hombre faltaría más

Y si esto no es nada fácil, hacer que toda esa serie de cambios que se producen en las obras se reflejen con veracidad en los planos finales -caso de que no sean exactamente los mismos que en el anteproyecto- es verdaderamente una utopía, una entelequia, un sueño jamás cumplido. De ahí mi sorpresa, y mi admiración por los ladrones de bancos españoles que tienen un mérito no reconocido. Aquí no hay otra manera de atracar que entrar como un triceratops en una tienda de delicatessen a pedir una ración de pterodáctilo a la parrilla. ¡Que poco hacemos los arquitectos por el buen cine de atracos!

-Pues que lo hagan bien, que hagan sus planos que para eso los cobran- dirá el amable lector, siempre dispuesto a ser comprensivo. Error. Lo cierto es que cualquier empresa de construcción o estudio de arquitectura americano tiene entre sus activos un ejercito de especialistas dedicados a cada parte del proyecto y a definir hasta la última rosca del último tornillo de la última bisagra de la obra. Lo digo porque he visto sus planos y he gozado hasta el climax con esos planos de detalle. Y eso en España, queridos lectores, nadie está dispuesto a abonarlo. Es preferible pagar menos y tenerlo rápido que para exigirlo bien ya me basto yo solito que soy promotor y doy tres voces y pongo firme a tirios y troyanos, que para eso tengo la pasta.

Los tiempos están cambiando y el paradigma de la arquitectura y construcción se va a llevar por delante a quienes sigan anclados en su manera de hacer las cosas, ya basta de mirar con envidia lo que vemos ahí fuera, es el momento de hacerlo aquí. Empezando por lo que se exige a los proyectos, a los constructores, a los albañiles y claro está a los arquitectos. Y por supuesto pagándolo.

Nota del arquitectador: Solo hay algo que me reconcome por dentro. Dentro de semejante manera de hacer las cosas, ¿cómo pudo salir de aquí una genial película como Atraco a las tres?

 

 

 

4 comentarios

  1. Inspirado por las compañeras de la fabulosa web Desmontando Mentiras, vamos a intentar desmontar una: la que dice que los españoles son vagos y producen poco. Creo que no va a ser muy difícil. Para ello, vamos a comparar los datos del Estado español con los de otros siete países europeos, los únicos de los que tenemos cifras fiables.

    Una trabajadora española produce unos 64.000 € al año brutos. Esto está, efectivamente, un poco por debajo de la media, aunque dentro del rango «normal» (fig. 1, banderas). Sin embargo, la productividad bruta, es decir, lo que cada persona aporta al PIB, no es muy relevante; lo que importa es la neta, también llamada rendimiento (marrón), es decir, lo que produce menos lo que cuesta. Ahí somos campeones absolutos, muy por encima de la media. Esto ya no está en el rango normal, es lo que se conoce como un dato aberrante. Otra cosa que vemos en esta figura es que un aumento de la producción no repercute en el rendimiento. Por ejemplo, en España y Eslovenia conseguimos unos rendimientos altísimos produciendo muy poco, mientras que en Dinamarca es al revés. Entonces, ¿somos unos genios?

    Para saberlo, hay que averiguar de qué depende la producción bruta. El sentido común nos dice que cuantas más horas trabajemos, más produciremos. Pero la realidad (fig. 2) nos muestra que nada tiene que ver una cosa con otra. De nuevo, España vuelve a batir el récord: somos los más pringaos, con diferencia. De genios, nada. Aquí cabría preguntarse cómo se mide la producción: la creación de tejido social, por ejemplo, o la protección del medio ambiente, no computan, ya que son difíciles de medir. Pero ese es otro tema.

    La producción sí depende, en cambio, del coste por trabajador (fig. 3): las trabajadoras caras producen más que las baratas. La correlación es clarísima, con una única excepción: España, donde la relación calidad/precio se dispara. Si yo fuera un empresario, no lo dudaría: contrataría a una española. Por cada euro que invierten las empresas en Alemania, ganan 61 céntimos, mientras que aquí ganan 1,01 euros.

    Así pues, los trabajadores españoles (los que quedan) somos, perdón, son extraordinariamente productivos. Para acercarnos a la media europea, y evitar así datos aberrantes, deberíamos aumentar la producción y disminuir el rendimiento. Según estos datos, la manera de hacer eso no es otra que:
    Aumentando el coste por trabajador, ya sea en forma de salarios, impuestos a la empresa, beneficios sociales, etc.
    Disminuyendo las horas de trabajo. Esto tiene, además, ventajas adicionales: mejor reparto del trabajo, creación de nuevos puestos, mejor conciliación de la vida familiar, mayor felicidad y, por si a alguien le interesa, menos manifestaciones y «golpes de Estado».

    El mensaje falaz sobre la baja productividad española es repetido incansablemente por ciertos medios con el claro objetivo de hacernos creer que merecemos todos los recortes que están haciendo, metiéndonos en un círculo vicioso en el que sigue disminuyendo la producción (que no el rendimiento), justificando falsamente más recortes de todo tipo, incluyendo libertades y derechos básicos. No es un punto de vista, ni una manera de verlo, ni una opinión, ni tiene parte de razón. Es, simple y llanamente, mentira.
    Estas son mis conclusiones, que son subjetivas y, posiblemente, equivocadas. Te invito a que las cuestiones y saques las tuyas propias.
    Este artículo está elaborado en colaboración con Paco Andrés.
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    Para poder compararlos, los datos de las figuras 1, 2 y 3c están normalizados sobre la media de los 8 países (ojo: no es la media de la UE). SI: Eslovenia. UK: Reino Unido. D: Alemania. FI: Finlandia. B: Bélgica. SE: Suecia. DK: Dinamarca. E: España. Fuentes: Eurostat, excepto las horas de trabajo, que son del diario Expansión.

    por Pablo Prieto. 29/10/2012 Biólogo y activista, Movimiento 15-M

    18 noviembre 2013 | 12:08

  2. Dice ser Antonio

    Bueno, no se le puede pedir precisión a quién se deja llevar por tópicos (como el que dice que los españoles trabajamos poco…. en realidad trabajamos 5 horas mas a la semana que un alemán de media). Pero bueno, si así hace los posts no quiero ver como hace los proyectos, (éste es un claro ejemplo de arquitecto, no tiene ni la menor idea de lo que está haciendo) y luego se queja de que le pongan en su sitio a base de leyes y demás. En buena hora nos empezaremos a parecer a los países de nuestro entorno.

    P.D: eso que sale en negrita, lo de «esos cinematográficos arquitectos son capaces de conseguir.» ya es burdo de narices intentar dar a entender de forma tan descarada concepto tan erróneo. Lo que a nuestro posteador le parece arquitectura, o intenta asociar tan cutremente, es algo llamado TALENTO (y no, cada ejercicio del mismo no se llama arquitectura de lo que sea, mas bien ingeniería en todo caso). Y eso, no se tiene en función de lo que uno haga o haya estudiado. A ver si le entra de una vez en la cabeza, que el talento no lo enseñan en arquitectura, mas bien al contrario a juzgar por los comentarios y posts de los mismos, y por la tremenda lentitud mental que impide la cognición a tiempo de tan simple suceso.

    Saludos. Un Ingeniero Civil.

    18 noviembre 2013 | 15:18

  3. Dice ser F.Ángel

    Hace relativamente poco le pregunté a un Jefe de Obra por qué teníamos que estar pagando tantísimas multas a la compañía del agua por roturas de tuberías y similares, si no había forma de localizar esas tuberías antes de hacer las obras, y «tener cuidado».

    El hombre podía haberse cabreado o algo, pero la verdad es que se mostró muy solícito y me enseñó los informes remitidos por las compañías de suministros con la (presunta) localización de las tuberías y demás canalizaciones, y luego me enseñó los mapas donde REALMENTE estaban esas canalizaciones.

    La verdad es que me escandalicé un poco ya que muchas veces, demasiadas, los datos de los informes oficiales estaban mal, bien por localización, bien por profundidad.

    Lo peor, estas compañías se lavan las manos, te dan los informes, COBRANDO, y luego si te cargas algo, es tu culpa, SIEMPRE, y a multarte.

    18 noviembre 2013 | 15:58

  4. Dice ser Juas

    La spanish chapuza afecta a todos los sectores. No se de que os sorprendeis.

    En España se trabajan un montón de horas, pero se trabaja mal.

    Es lo que hay. El primer paso para superarlo es asumirlo.

    Y la construcción, desde el peón hasta el arquitecto de mayor postín, no es más que un cúmulo de enormes chapuzas, timos de la estampita y egos del tamaño de Texas.

    18 noviembre 2013 | 18:18

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