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Volver a bailar

Pocas cosas echo más de menos que bailar. Desde que hace 3 años decidiera aprender a hacerlo, sin saber dar un solo paso que no fuera del revés, no hay día en el que no lo extrañe.

Mira quién baila, en TVE, supuso el vehículo para hacer algo con lo que soñaba hace tiempo: bailar.

Más torpe que la reciente gala de los Oscar, me inicié en esto de ser grácil de la mano de Gestmusic, una productora de esas con las que da gusto trabajar por lo mucho que te cuidan.

De cría bailar era retirar la alfombra y unos cuantos muebles, al compás de alguna canción de la radio o la Lambada, con las faldas de algún verano extinguido y camisetas que dejaban ver el ombligo. De mayor el destino se empeñó en recuperar todo eso y, recién diagnosticada de mi enfermedad celíaca, débil, me embarqué en una de las experiencias televisivas y personales más bonitas de mi vida.

Aprendí que bailar significa tomar las riendas de tu cuerpo hasta sentir que los límites sólo están en tu cabeza. Que el cansancio regala energía, risas y también moratones. Que relajar tu cuerpo y dejarte guiar es volar. Que la música es bienestar y alegría. Que rendirse algunos minutos no es malo. Que el spagat aún es posible. Que una caída no es una derrota. Que sudar abrazada a alguien no es sucio. Y que llorar, a veces, sofoca un grito y ayuda a sacar una coreografía adelante, aunque el resultado no sea perfecto.

Durante mi etapa como bailarina era imposible atrapar mis pies, que se movían sin querer en la cola del supermercado – o incluso sentada en una silla- tratando de recordar los pasos de las galas. La postura de mis hombros era erguida y bajaba a saltos las escaleras, emocionada y sintiéndome más alta. El tango, la salsa, el chachachá, lindy hop, rock, disco, los pasodobles o el vals consiguieron que tuviera el cuerpo más musculado que nunca. Sólo me quedé con ganas de bailar un ritmo, mi maravilloso profesor Poty me dijo que era un suicidio acudir con él a la pista ante el jurado: la Lambada. Una pared de ladrillos cayó sobre mis ilusiones brasileñas y mis faldas de los veranos.

Ensayar 4 horas diarias con zapatos de salón, cuyas tiras eran al tacto un regaliz desenroscado que estrangulaba el empeine, me marcó más allá de la piel. No he sentido tanta pena en un trabajo como cuando apagaron las luces del Círculo de baile (Madrid) y las rojas paredes quedaron en sombra, en nuestro último día. Y aunque me prometí seguir bailando, las circunstancias me alejaron de mi empeño y el cuerpo que se había vuelto chicle, se puso de nuevo tieso y regresó a la rutina, mientras las calles eran un La la land sobre el que ya sólo pasear.

Ahora pretendo volver. Tal vez sea posible medir la felicidad a través de unos pasos de baile.

Avec tout mon amour,

AA

¿Es recomendable lavarse por parroquias como Irma Soriano y optar por no ducharse a diario?

(GTRES)

Cada cierto tiempo sale algún personaje famoso tirando por tierra la ducha o celebrando que no utiliza jabón para el pelo, mientras el resto pensamos en lo liberado que queda de lavar sartenes porque puede freír casi cualquier cosa en su cabeza en contacto con el secador.

La última en pronunciarse al respecto ha sido Irma Soriano en la casa de Gran Hermano VIP, que ha dejado muy claro que lo suyo es lavarse por parroquias y no darse un agua a diario, para evitar los estragos que la higiene provoca en la piel. La polémica está servida.

Incapaz de no recordar nada más allá de su intención de hacer gimnasia en la casa todos los días, no puedo dejar de lamentar la cercanía con sus vecinos más VIP, con los que me solidarizo, que pueden percibir la llegada de la chica Hermida sin tener que abrir los ojos.

Porque en realidad en el punto medio está la virtud, ni mucho ni poco, ni tres duchas diarias, ni ninguna.

El doctor José Carlos Moreno, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Reina Sofía de Córdoba, aseguraba recientemente que “una ducha diaria no compromete nuestro manto lipídico. El problema no está tanto en el exceso de agua como en el uso del jabón, un producto que termina disolviendo nuestra envoltura natural de defensas”.

Lavarse con jabón (solución acuosa con pH, por lo general, entre 8 y 10) no crea ningún tipo de problema, es un producto desechable y la piel repone con facilidad el grado justo de acidez (entre 4.5 y 5.9). El problema radica en los componentes químicos del jabón que entran en contacto con la piel y acaban además llegando al torrente sanguíneo. Pero las cremas son mucho peor, querida Irma, no resbalan con el agua y permanecen durante horas en ti. Y estoy segura de que te rebozas en ellas, sin leer la letra pequeña, para lucir joven -como todos-, y no dudas a la hora de aplicarte el maquillaje a palas, rutina que no deja de ser una agresión continua para la piel por la basura que contienen estos productos.

Más coherente sería hacer uso de la ducha de Gran Hermano, pedir al Súper un jabón de Alepo con laurel (un fungicida natural) elaborado artesanalmente, que nutre, regenera, desinfecta, reestablece la capa hidrolipídica de la piel y ayuda en problemas cutáneos (dermatitis, eccemas, psoriasis, quemaduras…), en lugar de dejar sin un agua los petetes, las axilas o los genitales y fardar de ser la precursora de un nuevo aroma que, gracias a Dios, los que estamos al otro lado de la pantalla no percibimos. Considéralo una manera de promover el bienestar social de la casa de Guadalix de la Sierra.

(GTRES)

Y, como consejo, Irma, no abuses del agua caliente culpable de que se empañen los espejos y hasta las cámaras, porque es la ruina de la piel y de la flacidez. Tampoco te excedas con los peelings, ni restriegues con la toalla tu piel, utiliza una suave o deja secar la piel al aire.

Como desodorante, a mí me va genial uno de árbol de té, 100% natural y ecológico, de la casa Mon Deconatur, que no contiene aluminio, ni tóxicos.

Ánimo al resto de habitantes de la casa. Y, por favor, no sigáis su ejemplo si no queréis que en los sillones salgan champiñones.

¡Feliz estancia y no tengáis miedo a oler bien!

Avec tout mon amour,

AA

La otra lotería

Ayer 22 de diciembre el Gordo de Navidad caía íntegramente en Madrid, y era evidente que no iba a resultar agraciada con un solo décimo porque las probabilidades de que a una le vuelva a tocar la lotería en la vida son prácticamente inexistentes. De hecho -y aunque a mí bailarín y amigo de MQB, Pol, hace dos años le cayeran del cielo los 400.000 euros que todo ser humano que respira desea en estas fechas-, lo cierto es que se corre más riesgo en esta vida de parir cuatrillizos o de morir por ser un zurdo que abusa de los productos para diestros, que de que tengas la potra de que tu número surja de entre los bombos.

Y, en este sentido, sé que aunque los juegos de azar no están de mi parte, sí lo están los astros que hacen que cada mañana me levante pensando en la lotería que supone abrir los ojos junto a la persona con la que más batallas he librado entre las sábanas y conservar inalterada la ilusión de pasar un día más junto a un equipo que se deja la piel para que cada día gocéis de Hazte un Selfi News (de lunes a viernes, a las 19:30h, en Cuatro).

De pequeña pensaba que la tele sólo la hacían los presentadores y el cámara, pero hay un gran número de personas detrás velando por que todo vaya bien.

Desde nuestro pequeño gran dictador y director Alberto Pierres, todo ternura, que cada amanecer nos despierta con el dato y al que Uri Sabat y yo respondemos con gráficos emoticonos, a Zafra, responsable de guion y único culpable del comportamiento bipolar que gastamos ambos en plató.

Con nuestro guionista Zafra.

La vida es más amable cuando Alberto, Debo y producción está cerca mimándonos o deambula a nuestro lado Puchu, la regidora que más paz inspira pese a las tensiones que se viven a pie de pista.

Pero Hazte un Selfi no tendría el mismo ritmo sin nuestros intrépidos reporteros y la montaña rusa que supone estar en manos de nuestra veterano realizador Valentín, cuya visión artística de la jugada es una incógnita a despejar cada tarde y al que le gusta tenernos controlados a vista de pájaro, a través de Óscar, el hombre que pilotando desde una grúa sobrevuela con su cámara nuestras cabezas como si de un helicóptero se tratara, mientras se escuchan de fondo los ruidicos de Pulpo, el hombre de abrigo rojo encerrado en una garita cercana a plató, que remarca todas las collejas y zascas dirigidos a Uri y que tanto me gustan.

En mis pensamientos no pueden faltar David Cardona y Olga Cabanillas, ellos nos cuidan, nos aconsejan y evitan que nos metamos en líos, siempre con buenas caras y la mejor energía del mundo.

Los momentos que más unen al equipo son las lecturas de guion en las que jefes, colaboradores -Rober Bodegas, Sara Escudero, Sara Gil y Charly- y presentadores buscamos el tono y la intención de todo lo que va a suceder en directo, entre consejos, fluorescentes y selfis, alrededor de una frágil mesa de esas en las que si te subes te partes el alma, algo habitual en un programa de televisión, que siempre supone un extra de esfuerzo, trabajo e ilusión para que nos disfrutéis desde casa y seáis un poco más felices… la mitad, al menos, de lo que nosotros lo somos creando sonrisas para vosotros, aunque no sea Navidad.

Y ahora que sí lo es, pediré a los Reyes Magos que se repita mucho esta maravillosa rutina que me persigue desde hace unos meses, junto al presentador más atractivo de la pequeña pantalla y el más jefe de la radio.

Gracias a maquillaje, estilismo y sastrería por convertirme en una preciosa presentadora cada tarde. También a mis compañeros de redacción, edición, azafatas y a los técnicos que me ponéis el micro, por tan difíciles maniobras en ocasiones… (risas)

Con mi estilista Antonio

Peluquería hace magia con mi pelo.

Maquillaje me convierte en la más preciosa presentadora.

No puedo sentirme más dichosa de haberme embarcado en este proyecto de Cuatro.

Por muchos minutos a vuestro lado. Qué afortunada me siento.

Avec tout mon amour,

AA

Hoy lunes se estrena en directo, en Cuatro, ‘Hazte un selfi’: una maravillosa provocación para los sentidos

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¡Y por fin llegó el gran día! Como una novia con micro de corbata me hallo a escasas horas de que se estrene, en peligroso directo y a las 15:50 horas, en Cuatro, el nuevo programa Hazte un selfi que os volverá locos de lunes a viernes.

Me acompaña en este reto un adicto a las redes sociales como yo, Uri Sabat, que con sus 1.93 metros de masa magra y simpatía me obliga a estar subida a los tacones hasta que se pone el sol, mirando los leds del techo.

Estos días hemos estado jugando a hacer el programa y no puede ser más divertido. El plató de Hazte un selfi, el mismo que Hable con ellas, estrena mesa, decoración, contenidos y flamante presentadora a la altura de las circunstancias (risas). Y aunque en una atmósfera de lluvia y otoño confluyeron allí mismo la semana pasada, por el cambio de tiempo, todas las cepas y cupones de lotería para llegar al lunes como un microbio rubio, estamos con más energía que nunca y locos por inaugurar el programa.

¡Os va a encantar! ¡Lo vamos a revolucionar TODO!

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Y qué decir de la alegría de volver a ver a todos mis compañeros de Mediaset que se han colgado de mi cuello poniendo a prueba mi musculatura cervical y mi entereza. De repente, me he visto haciendo equilibrios con mis stilettos por los mismos pasillos en los que te cruzas con todo el mundo, bajo el calor de los abrazos y el secador de mis amigas de maquillaje o colándome en programas en los que he crecido en muchos sentidos y en los que habría deseado irrumpir marcándome un Jimmy Jump.

Y precisamente por eso, por todo el cariño que estamos poniendo en que os guste, sólo puede salir bien.

¡Se acabaron las siestas!, a partir de ahora cogeréis la cama por las noches como criaturas, porque vais a desear pegaros celos en los ojos para gozar de este magazine vivo, fresco y desenfadado. Hazte un selfi se trata de una apuesta hilarante en la que hablar de la actualidad, los programas que más molan y del famoseo patrio y extranjero; además nos colaremos en todas las alfombras rojas para contar en primera persona lo que está sucediendo y haremos hincapié en las meteduras de pata de nuestras celebrities, para que no pasen desapercibidas. Tenemos previsto liarla muy gorda y atraparos con muchas sorpresas, ni os imagináis el equipazo que hay detrás para que todo esto sea posible.

¡Nos vemos en los postres de Cuatro con un EXCLUSIVÓN!

Que se encienda ya el piloto rojo. A disfrutar.

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Avec tout mon amour,

AA

Feminismo e igualdad

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El viernes pasado, en el programa de La 1 Amigas y Conocidas, salía a relucir sobre la mesa el tema del feminismo al hablar de un club que recientemente ha abierto sus puertas en Madrid sólo para mujeres, pese a estar erigido por un hombre, ironías de la vida.

A mí la idea me pareció el colmo de lo absurdo, por mantener estereotipos sexistas, en vez de contribuir a esa sociabilización que desde pequeños han intentado inculcarnos cuando, por ejemplo, ya en su día nuestros padres y la sociedad apostaron por una educación mixta y sana, ya que las diferencias de aprendizaje residen en las personas, no en el sexo, y estas medidas mejoran la sensibilización hacia las personas del sexo opuesto. No es coherente aplaudir la convivencia en la sociedad cuando somos niños y hacerlo por parcelas en la etapa adulta. Y así lo manifesté, porque además las bases de dicho club eran tremendamente clasistas y enfocadas a ricas aburridas y snobs.

Pero tal vez no me expresé bien cuando dije que no estaba de acuerdo con el feminismo, puesto que con lo que no estaba de acuerdo era con ese tipo de MOVIMIENTOS DISFRAZADOS DE FEMINISMO que defendía una de las colaboradoras del programa al apoyar ese tipo de clubes.

Matizar mis palabras en ese momento hubiera supuesto irnos del tema que estábamos tratando, el de ese arcaico club que protagonizaba la escaleta del programa. Así que, aunque ya lo hice con un tweet nada más concluir el directo, consciente de que podría haber dado mi afirmación lugar a equívocos, vuelvo a hacerlo ahora con más tranquilidad que la que otorgan los 140 caracteres de una red social.

Por supuesto que en el siglo XXI, como mujer y persona que soy, DESEO LA IGUALDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES que ha permitido que se reconozcan nuestras capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados a los hombres. El feminismo ha sido el motor de un gran cambio social, motivo por el cual nosotras las mujeres votamos, tenemos igualdad ante la ley, hemos estudiado una carrera, conducimos (aunque yo lo deteste) o se nos reconocen los derechos reproductivos.

Lo que quise manifestar al mostrar mi desacuerdo es que me parecía un error esa venenosa y errónea utilización del feminismo, el FEMINISMO COMBATIVO que defiende la superioridad del género femenino sobre el masculino, comportamientos “hembristas” (neologismo usado para referirse al desprecio hacia los hombres) o “misándricos” (opuesto a misógino), términos que para algunas nacen del intento de deslegitimizar el feminismo y que, en mi opinión, son la misma basura que el machismo y debieran constar en la RAE, ya que NO EXISTEN, al contrario que la palabra “feminismo”, que sí consta y me parece una acepción muy desacertada -que da lugar a confusiones y puede herir sensibilidades- de la doctrina que defendemos todos -hombres y mujeres- los que respetamos al ser humano y perseguimos la equidad entre géneros, dejando fuera al hombre y manteniéndolo al margen, como si el término no fuera con él ni nada pudiera aportar al cambio. Deberían acuñar el movimiento de otra manera más acorde a los tiempos que vivimos.

Así que permitidme que critique a esas mujeres que persiguen la igualdad observando al hombre por encima del hombro y que se sienten incluso molestas si un hombre les sostiene la puerta o les cede el asiento en el metro. Esas mujeres radicales que desvirtúan con grandes zancadas lo que de verdad implica el feminismo y que viven en una guerra constante y desmedida contra el sexo contrario y cuyo mayor afán es poner a la mujer por encima del hombre discriminándolo a nivel social, laboral y personal. ¡Cuánto daño hacen al feminismo! Y qué pereza todas ellas.

Los hombres suman (casi todos) y junto a ellos todo es más divertido. Y quién no lo quiera ver tiene un serio problema. Así que esos clubes de los que hablábamos el viernes en el programa me parece que son un paso atrás en la igualdad.

Y sí, todas en la mesa de “Las Rodríguez” somos mujeres, pero no excluimos a ningún hombre, nos dirigimos también a ellos a través de la cámara, con todo nuestro cariño. El género que ocupa las sillas es sólo una característica que hace al programa diferente.

IGUALDAD POR AMBAS PARTES, POR FAVOR.

Avec tout mon amour,

AA

Agosto en la ciudad

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Agosto me daba la bienvenida esta mañana, antes de acudir a mi cita diaria en Amigas y Conocidas en Televisión Española, con un escenario de película, el de la Gran Vía madrileña aletargada, más sola que la una y con el asfalto comenzando a evaporarse por el calor.

Con las sábanas plegadas todavía en mi cara y el semáforo en rojo, había tratado de encontrar la cámara que estaría rodando de nuevo la laureada película Abre los ojos, escuchar un “acción” en boca de Amenábar o subir a Eduardo Noriega el día de su 43 cumpleaños en mi coche con aire acondicionado y escapar los dos a una paradisíaca playa de Santander. Pero, como en la película del cineasta chileno-español, la vida es sueño y el semáforo se ponía de nuevo en verde dejándome huérfana de mis ensoñaciones en dirección al desvío de Boadilla del Monte, aprendiendo a dominar los delirios (se me aparecen oasis de agua turquesa por la Avenida de Portugal) hasta encontrarme con la misma chica que, bajo una gruesa capa de crema solar, vende pañuelos (que esconde detrás de un vehículo azul) todos los días.

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En el plató de las mañanas de La 1 hace calor, por eso a las Rodríguez nos gusta enseñar pierna. Unos cócteles y una cerveza (nada etílica) adornan nuestra mesa y nos invitan a imaginar paraísos ajenos a la capital. Nos lo pasamos muy bien, pero sabemos que el mar está lejos y que lo único que nos deparará con certeza la tarde es una piscina de cloro o bromo, para las más afortunadas, o en mi caso las gloriosas neveras del súper de El Corte Inglés próximo a mi casa por las que pasear palmito cuando la calle te asfixia con los dedos y el canto de las cigarras y las tiendas ya han cerrado.

Los nebulizadores de agua, a estas alturas del partido, ya son mis amigos y los busco como si fueran Pokémons. Cualquier obra de teatro o concierto es bien recibido si los grados bajan en torno a ellos, y Madrid de eso va sobrada, es un lujo, por mucho que os empeñéis en empapelar de manera virtual vuestras redes con fotos en bikini luciendo cacharrería, lugares que mojan sólo con mirarlos, noches estrelladas a kilómetros de la urbe o un Daiquiri de saturado color fresa, resultado de un filtro más falso que el bolso de un mantero, que hace más pocho al que repta por mi garganta cada mediodía.

Mañana, cuando deambule por los senderos de Dios de nuevo en coche, con el rostro transfigurado, le compraré un cargamento de pañuelos a esa chica, para secar la envidia y las lágrimas que arrastro como una zombie más a la intemperie, cuando por las tardes tiro de mis pies por las aceras sujeta a un té helado que me recuerda que también existe el invierno, pese a las imágenes que me devuelven las olas, que suenan a distancia como bofetadas.

Contentémonos con saber lo fácil que es encontrar aparcamiento en agosto en la ciudad. Eso es a lo que se agarra todo el mundo, ¿no?

¡Felices vacaciones a los desertores! Pese a todo…

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Avec tout mon amour,

AA

‘Amigas y conocidas’

 

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Tengo un grupo de whatsapp llamado “Las Rodríguez”, la versión veraniega del programa Amigas y Conocidas que promete dar que hablar. Y es que, desde el pasado viernes -y por culpa del responsable del formato al que es imposible darle un no por respuesta-, mi trasero rubio invade los mediodías y una de las sillas del plató de una cadena que me es felizmente familiar.

Tenía ganas de incorporarme a esa mesa gamberra, pero crítica y sincera, inspirada en el talk show estadounidense The View, entre las que ahora me encuentro. Peligroso todo, por estar constituido sólo por mujeres. Es claramente un “me asusta, pero me gusta” diario.

Es muy gracioso porque, el primer día, debido a mi naturaleza loca y creativa, el director del programa estaba atacado, intentando atarme en corto como a una criatura que viene de la anarquía más absoluta y come con las manos. Me habría gustado besarle la frente para que se relajara, como creo que no hace ningún día (risas); motivos no le faltan, somos una mesa más que efervescente. Al final puede que le coja cariño por atreverse a que dé mi opinión públicamente, cosa que, por muy raro que os resulte, es nueva para mí en televisión -no en mi blog, donde no dejo títere con cabeza- ya que siempre he trabajado con guion, narrando acontecimientos de manera improvisada o jugando a ser otra.

En lo poquito que llevo con Las Rodríguez, me alegro de haber congeniado tan bien con ELLAS, además a algunas ya las conocía, como a Berta Collado, Sonia Ferrer o Beatriz Cortázar. Ahora no nos queda otra que compartir, además de risas, las audiencias y hasta la maquilladora que nos restaura cada mañana que, cada vez que ve que Sonia lleva su perfume habitual, Chloé, al que tiene alergia y contra el que mantiene su personal cruzada (que por cierto huele increíble), no hay más remedio que fumigar la sala con un spray de limón que evoca directamente los baños de una gasolinera de carretera (risas).

Y cómo no hablar de las reuniones previas a la emisión, son maravillosas, en esa sala de muebles color cereza y sofás verdes tendría cabida otro programa. Alrededor de un espectacular catering compuesto por croissants calientes, zumos naturales, tortillas caseras y brioches, las Rodríguez nos pintamos las uñas o nos sacamos los ojos mientras debatimos acaloradamente los temas que nos han pasado por correo la noche anterior. Yo aquí tengo que decir que soy mucho de economizar, contarles lo que voy a soltar por la boca considero que hace que se pierda el factor sorpresa, así que siempre me guardo un as en la manga que va por autopista al directo, sin pasar por el peaje. Vale, lo del catering es mentira, me llevo yo la manzana de casa, pero el resto es cierto.

Café sí hay, para que estemos despejadas y cabales.

Aunque mi mayor preocupación es disfrutar, es lo que permanece al cabo del tiempo cada vez que emprendes un nuevo proyecto en la vida.

¡Vivan Las Rodríguez!

¡Y un beso a Inés Ballester, te estamos cuidando muy bien el chiringuito!

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Avec tout mon amour,

AA

Nacida para correr

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En vistas a que en escasas horas deberé ponerme manos a la obra y convencer al mundo de que mi meta en la vida no es otra que poner pies en polvorosa, en el nuevo programa de TVE, Nacidos para correr, hago un repaso a mi actividad física de los últimos meses y sumo menos metros que de mi casa al Corte Inglés. Oh, yes!

Decido ponerme yo misma a prueba y me calzo unas deportivas tan ajenas que, al estirar mis atrofiados músculos, siento que hago equilibrios sobre un colchón de viscoelástica. El cuerpo me responde a medias y Zaragoza, donde hace meses que no paseo porque Madrid me retenía entre grabaciones, fotos y amigos, es un lugar en el que campan a sus anchas gramíneas, plataneros y cipreses, que hacen que mi nariz se comporte como un chile picante y mis ojos brillen emocionados. La misma emoción que me invade al saber que mis tiernos pies van a tener que golpear un rato el arenoso suelo de la ciudad que me ha visto crecer deportista, me encuentra ahora más oxidada que un tornillo navegando en el Ebro y más blanda que una letra de Pablo Alborán.

Inicio una marcha ligera y estiro en lo posible el momento de empezar a trotar, entre runners machos que utilizan un árbol como baño, que ya no van envueltos en bolsas de basura -como hace años- y que se recomponen el tipo con la maniobra de “la cobra” al cruzarse con el sexo opuesto, cuando venían a lo lejos doblados cual Torre de Pisa y tocándose el lumbago con ambas manos.

Es el momento de echarse a correr y, antes de que me sobrevenga un flato, ya siento que llevo meses corriendo, que puedo escupir a la hierba, que lo sé todo del running y que va siendo hora de dar consejos a diestro y siniestro en Instagram. Nueva York se me antoja como el próximo destino para colgarme el dorsal, entre altos edificios y meros aficionados.

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Pero un pinchazo debajo del corazón, que podría ser un inesperado infarto, me hace menguar la carrera. Con lo bien que iba todo, mierda. Para colmo, siento que se me ha subido un gemelo en una estúpida cuesta, hasta casi alcanzar mis ingles y no consigo zarandearlo lo suficiente para recolocarlo. Aprovecho para convertir una fea mueca en una impagable sonrisa y hacerme una foto que sirva para ilustrar mis palabras.

De repente, la boca se me seca y recuerdo haber olvidado el agua en casa porque ya mi smartphone era lo suficiente aparatoso para hacerme perder la vertical, al galope, por lo que es muy posible que sufra una deshidratación en minutos. Y es que la vida es cuestión de prioridades: con una mísera botella no puedes fardar, a lo sumo evitar un desmayo, pero qué queréis que os diga, caerse está sobrevalorado, siempre habrá alguien que te encuentre y te asista con amor. Sin embargo, amigos: un móvil os permite recoger el momento, muy práctico si tenéis alma de periodista egocéntrico.

Sé de antemano que mañana tendré agujetas y estaré más limitada de movimientos que mi propio culo en estas mallas. Será estupendo poder mostraros mis resultados de runner rubia durante la friolera de 21 días, como en el programa de Cuatro. Si me veis cojear por las aceras, no os dé pena, pensad en que este verano seré la primera en llegar a las Rebajas.

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Chupaos esa.

Avec tout mon amour,

AA

Pánico en ‘Pasapalabra’

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No creo que haya un programa, a día de hoy, en el que me sienta más a gusto. Y, sin embargo, fue PÁNICO lo que sentí la primera vez que me invitaron a ocupar una silla en el plató de Pasapalabra, con mi nombre -por si no quedaba ya lo suficientemente claro quién iba a meter la pata en bucle- imantado en el pecho. En la primera prueba, Letra a letra, estaba tan nerviosa que cuando Christian Gálvez me preguntó, con cuatro letras: “palabra malsonante que se come en México”, aquí una que es prosa pura y venía de la palabra “coto”, debutó con un “coño”.

Desde luego, que aquello se come en ese país y en todos.

A partir de ahí, cualquier cosa que dijera ya no podía ser utilizada en mi contra, así que me relajé tanto que pasé a convertirme en una incondicional del programa, gozándolo como la que más y hasta el punto de aparecer casi en nómina.

Con todos ellos he vivido momentos muy especiales. He dado el bote, he despedido el año y mi soltería, disfrazada de Catwoman horas antes de dar el “sí, quiero”; también he encarnado a Eduardo Manostijeras, llena de cicatrices, e incluso he entrado en un 600 a plató, con Fernando Romay al volante (y su cuerpo plegado), enfundada en unas mallas blancas y una peluca azul.

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Sin duda, lo más fuerte fue aparecer en las páginas del periódico británico Daily Mail por haber sido la primera concursante en hacer trampas en la historia del programa español Pasapalabra. Lo que no entiendo es cómo no se le había ocurrido antes a nadie hacer uso del Shazam en la pista musical (risas). ¡Ay! ¡Si Christian no me hubiera cazado con el móvil entre los muslos, esos puntos habrían sido para nuestro equipo naranja! Porque esa es otra, yo siempre pertenezco al equipo más dulce, a la izquierda de Chris, el que rompe el hielo cada tarde a las 20:00 horas, en Telecinco.

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Aún no concibo cómo a su presentador, a mi amigo Chris, no se le traba la lengua y se le hace un nudo marinero, de lo rápido que habla. Me fascina. Me contó que se cronometraba en sus comienzos para adquirir rapidez. Ahora es capaz de atravesar la jodida barrera del sonido.

Hace una semana volví para enfrentarme a mi prueba más dura, la de defenderme desde mi silla naranja a cada uno de los juegos de Pasapalabra sin perder la voz, recuperada tan sólo 72 horas antes de grabar.

De esta manera, un coche me recogió en casa y me llevó a los estudios Picasso, en Villaviciosa, donde también se hace La Voz, ironías de la vida. En esta ocasión, iba a compartir sudores con unos compañeros de excepción: Carlos Latre, genio y amigo, Víctor Palmero (súper mega ultra descubrimiento) y una melodiosa Diana Navarro. Sergio me acompañaba porque sabía que volvía a sentir el miedo del primer día y temía hablar con voz metálica, como si hubiera inhalado helio, o ronca y rasgada a lo Bonnie Tyler, aunque sin afinar.

La gente en Pasapalabra es todo bondad, lo juro. Desde dirección, pasando por producción, realización, maquillaje y peluquería, sus maravillosas azafatas, un majadero y extraordinario rubio que escribe sobre Leonardo Da Vinci, su adorada regidora, sonido… Con todas las que les he liado -la mansedumbre no es lo mío- y aun así creo que me quieren. Qué cosas.

Estoy deseando que se emita para que veáis lo bien que estuve (por supuesto de sonido, no de respuestas). Como templada con un diapasón.

Larga vida a Pasapalabra y a todos los que lo hacen posible.