Un microrrelato por día y cada uno de 150 palabras. Ni una más, ni una menos.

Archivo de diciembre, 2010

El microrrelato de las 55 historias

Fui hoja en blanco. Fui padre e hijo. Escapé a la muerte, compré una vida, la intercambié. Me reinventé. Engordé, vagabundeé, curioseé. Fui ceniza. Entre pintores, doctores, modelos, caminantes, enamorados, funambulistas, esperanzados, suicidas, fantasmas, mimos, hurones, periodistas y familias, conocí a Dusher, a Oscar y a Griselda, mi imposible Griselda. Maté. Obtuve 100 años de perdón. Viajé, y en mis viajes vi esculturas, mutaciones, mascotas, árboles, persecuciones, extraterrestres, tormentas. Compré tiempo. Di algunos besos. Recolecté cartas. Asesiné de nuevo. Descreí de las versiones oficiales. Me sinceré, concursé, amé, eduqué, leí. Volví a amar. Volví a matar. Algunos ángeles me regalaron historias y algunas musas inspiraron otras. Viví de mis personajes, disfruté de mis ambientaciones. Existo en lo que escribí, escribo y escribiré. Soy primera y tercera persona, sobreviviendo en tiempos indefinidos, perdido en un bosque de universos de corte fantástico. Para no enloquecer, procuro que mi nombre siga siendo Walter.

Nota:
Chicos, para despedir el 2010 me permití (casi por primera vez) un texto autorreferencial (algo muy distinto a la narración en primera persona) que seguramente voy a volver a utilizar (tal vez con algunas modificaciones) a modo de carta de presentación.
Sepan disculpar el exceso de paréntesis. 😀
Por el momento, les deseo un muy feliz fin de año.
Con el microrrelato de mañana les desearé un buen comienzo.

Arañando el cajón

Al principio tenía una leve sospecha, pero me di cuenta de lo totalmente desquiciada que estaba esa gente cuando tiraron la primera palada de tierra sobre el cajón en el que me habían encerrado. Hasta ese momento todavía mantenía la esperanza de que se tratara de una macabra forma de asustarme. «Me dejarán encerrado», pensaba, «luego me sacarán y me darán uno o dos días más para conseguir el dinero». Fui un iluso. No tuvieron piedad y con la frialdad que amerita el acto, me enterraron vivo. Arañé el cajón y grité durante un largo rato. Calculo que habrán pasado algunas horas hasta que finalmente se agotó el oxígeno por completo. Atrapé la última gota de aire que deambulaba vagabunda por dentro y con el último suspiro me convertí en la maldición que los condena. Ahora soy el fantasma que los persigue, respirando sobre sus nucas, atormentándolos en sus pesadillas.

Nada como volar en el agua

Los peces son los seres más afortunados del planeta; los únicos capaces de volar debajo del agua. Nacieron con la suerte de remontar flote sin necesidad de alas, desplazándose a su antojo por el anchuroso espacio que les proveen los mares, los lagos, las lagunas, los ríos, las cañadas, los pantanos, los charcos de agua. Así, una ballena es al océano lo que un renacuajo a una cuneta. Los límites, aunque existentes, les son indiferentes a los seres vivos que pueden deslizarse sobre el agua sin ningún impedimento, proveyéndose de un oxígeno que a los seres humanos ahoga. Pero existen excepciones a las reglas, extrañas mutaciones de la naturaleza que abundaron en lo profundo del ponto en épocas de epopeyas. Las sirenas, —hermosas y ancestrales criaturas que ahora escasean— provistas de escamadas colas, aún siguen volando los mares, secando sus cabellos mientras se deslizan libremente sobre el fondo del mar.

La elección de las almas

El salón era blanco e infinito. Yo no era yo en cuerpo físico sino que me manifestaba en el entorno como una masa amorfa de energía que se comunicaba telepáticamente con el resto de las almas que más tarde serían materializadas en su forma humana. Nos habían convocado al recinto con la intención de que nosotros mismos pudiéramos elegir el comienzo de nuestro destino, el origen de nuestra existencia, el seno materno donde comenzaría a formarse nuestro corazón y nuestra vida. La selección era simplemente por orden de llegada. Las almas sacaban un número y esperaban a ser llamadas por una voz omnipresente. Aquellas reuniones de selección de destino eran obligadas y diariamente concurrían a ellas miles y miles de almas. Lamentablemente llegué un poco tarde a la designación y al elegir una familia tuve que conformarme con el matrimonio Rodríguez; lo mejorcito dentro de todo lo malo que quedaba.

Recuerdos aparentes de un viaje en colectivo

Los recuerdos, en su mayoría, albergan vivencias del pasado. Pero muchos soñadores gustan de invertir en fantasías cotidianas y disfrutar de las posibles consecuencias imaginarias de una situación inexistente. A los recuerdos de estas vivencias cargadas de escenarios y contextos irreales, los llamaremos “recuerdos aparentes”. Sentado en el colectivo, Federico se imagina conversando con la pelirroja que ―gracias al antojo del vendedor de pasajes― está sentada en la butaca contigua. Haciendo uso de su creatividad para el desarrollo de diálogos ficticios, conduce la charla hacia terrenos favorables. Alardea sobre sus cualidades de buen cocinero, expone su amor hacia los animales, exagera las responsabilidades de su trabajo y rozando la utopía, sin siquiera saber su nombre, la invita a escabullirse hasta el baño del colectivo. La pelirroja acepta y al terminar el viaje y bajar del transporte, Federico archiva en su memoria el recuerdo aparente de algo que nunca ha sucedido.

Un hombre alcoholizado al volante

Hacía frío, me temblaban las manos y me dolía la cabeza. Creo que tenía fiebre. Aún así, fue una experiencia gratificante la de verlo caer por el acantilado. No pude diferenciar si mis lágrimas eran de alegría o de tristeza, ni tampoco si la inevitable carcajada fue producto de los nervios. Coloqué su flácido cuerpo sobre la butaca del conductor y saqué la piedra que sostenía el embrague. La primera marcha de la caja de cambios se encargó del resto del trabajo. El vehículo avanzó lentamente, flotando con desgana sobre el rocío de la madrugada que se adhería al césped. Los neumáticos marcaron dos huellas paralelas hasta que ya no tuvieron suelo y el auto se inclinó para comenzar el descenso a su inevitable final. Todavía tengo la imagen grabada en la memoria, viéndolo caer, sosteniendo con delicadeza una botella de Chivas que yo misma había sujetado a su mano.

Serie Comentarios Microrrelatados

Todo enunciado surge como respuesta a un enunciado anterior y a su vez, genera una nueva respuesta. Bienvenidos a la quinta entrega de la serie «Comentarios Microrrelatados», donde se muestran algunos de los microrrelatos, anécdotas, cuentos o historias que se publicaron en los comentarios del mes. No se tendrá en cuenta ni la gramática, ni la puntuación ni nada por el estilo. Lo importante es la historia, inspirada en una historia anterior.
Sin más, los dejo con los comentarios microrrelatados. Muchísimas gracias a los autores por engancharse.

Comentario publicado en la entrada «Atragantado en el almuerzo».

«… justo al momento de decírselo, un “me gustás mucho” se me atragantó en las cuerdas vocales». Aligeré el mal trago, prescindí del predicado, lo personalicé aún más, me dejé llevar del play. Se lo envié por mail. Mas fueme peor, como vuesa merced verá en la segunda parte, pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres. Ésta fue su respuesta: “Te gustan demasiadas cosas”. Y me mandó al spam. Allí sigo.

Autor: Sirio.

Comentario publicado en la entrada «Atragantado en el almuerzo».

……….yo le dije , en el desayuno ¡¡” Me gustas mucho ¡¡¡¡ y ella respondió ….¡¡a mi también ¡¡¡ me gusta mucho el croisant mojado en chocolate ….¡¡¡ desde entonces odio los desayunos , los croisants , el chocolate y las novias sordas …..

Autor: Jordi Durall.

Comentario publicado en la entrada «La promesa del prodigio».

Niño torpe y distraído en su infancia y adolescencia, con relación a la enseñanza, posiblemente taciturno, y algo de autista, repudiado de las básicas, y elementales normas de colegio, por no aceptar nada o muy poco las normas de estudio establecidas para los niños de la época.! Este niño es un caso perdido para los estudios no tiene solución búsquenle algún trabajo tipo artesano a de lo que sea para que en un futuro pueda ganarse medianamente la vida!. (Consejos de los profesores a los padres de nuestro niño). Era tal su torpeza que al primer cuarto o mitad de su vida aproximadamente participo siendo el pilar mas importante en el descubrimiento de la (fusión nuclear)( ley de la relatividad) (comportamiento y leyes del espacio exterior) entre otros muchísimos más descubrimientos de física básica, y cuántica, desconocida totalmente anterior a sus descubrimientos. Era tal su indigencia y mendicidad que en alguna época de su vida le fue reconocido y concedido el mayor premio de la época como fue el (PREMIO NOBEL) en reconocimiento a sus trabajos y descubrimientos en pos de la sociedad. Clasificado como el mayor físico y descubridor de toda la era moderna.

Autor: Pedro Moreno.

Comentario publicado en la entrada «Mimesis de un policía».

Jonatan se había metido tanto en el papel, que únicamente una orden del mago que lo hipnotizó podía haberle sacado de la piel del heroe justiciero. Para diversión de todos los espectadores, le había hecho creer que él era un heróico detective en busca de venganza. Jonatan cambió de aspecto ante la vista del público. Parecía realmente Victor, con la espalda erguida, la mirada de hombre duro curtido por la vida, y una pistola de juguete. Cuando el hipnotizador perdió el conocimiento y se apresuraron a atenderle, el que se creía Victor salió de la sala convencido del papel que representaba, en busca de acción.
En el hospital, el hipnotizador recibió la visita de la policía, que le detuvo por homicidio involuntario. Era casi tan culpable de la muerte de Jonatan como los atracadores. “Otra vez- Le advirtió el policía – consiga que los hipnotizados hagan la gallina. No es tan peligroso…”.

Autor: Metamorfosis.

Comentario publicado en la entrada «Una pelea en el living».

Se miró en el espejo y se preguntó a si misma.
-¿Qué te apetece hoy? ¿Qué te gustaría hacer?
La apatía y la negatividad se reflejaba en sus respuestas.
Así que decidió hacer completamente lo contrario.
Se quitó el pijama, se arregló el pelo, se puso sus pendientes favoritos y salió a la calle, pisando fuerte.
En una céntrica terraza, soleada y bulliciosa se tomó un enorme helado de chocolate.
Se sintió en la gloria.

Autora: Xulita.

Comentario publicado en la entrada «Una pelea en el living».

Día 2.
Hoy me he despertado sobresaltado, he estado toda la noche soñando que en mi interior, el otro yo anda escondido para saltar a la más mínima sobre mí. Incluso ha habido momentos en que he podido sentir un brote de odio y malaleche que rápidamente he tratado de esquivar con éxito, pero veo que se refuerza y temo que tarde o temprano me encuentre débil y logre vencerme.

Día 3
Hoy soñé que en mi obsesión, no he podido reprimir las ganas de ir al jardín a desenterrarme, necesito comprobar que las dudas que me asaltan son infundadas. Nada más llegar, he encontrado a mi perro que por cierto hacía dos días que no veía, llorando sobre el montículo que descanso. Sobre ese pequeño montículo de tierra removida, ha brotado una flor, que con todo su orgullo y humildad se muestra a mí con desafiante belleza.
No he podido más, me he desenterrado y tras fundirme en un abrazo conmigo, he vuelto a sentirme yo, los dos nos hemos prometido no volver nunca a hacerlo.

Irremediablemente no hay solución, este cabrón me había engañado. Yo era muy bueno, nunca había tenido antes conflictos y todo esto lo había provocado yo, o él…
En nuestro abrazo, dentro de la fingida efusión por mi reencuentro, al palparme, he descubierto que este hijo de puta en ningún momento había dado su brazo a torcer. No recuerdo en qué momento de mi conflicto había logrado hacerse con la cajetilla de tabaco.
Yo sabía que solo era cuestión de tiempo que acudiera a desenterrarme para volver a perder mi debilidad. En otro arranque de falso agradecimiento y comprensión, aprovechando que mi perro me distraía con sus saltos y lametones, me asesté un certero golpe en la nuca con la pala que instantes antes me había desenterrado. Ya no quedaba sino volver a enterrarme y colocar esa mustia flor que solo un rato antes me había desafiado.
Con unos golpecitos de pala, alisé el montículo que me contenía y sentándome encima a descansar, encendí uno de los cigarrillos que previamente me había asegurado de rescatar. Los círculos de humo, iban envolviendo uno tras otro el contorno del ya mustio jaramago.

Autora: Enmascarado.

Comentario publicado en la entrada «Amores que engordan».

Yo que soy diabético
y me tienen a mata hambre,
Con régimen muy extricto,
y pesar las cantidades.
de lo que puedo comerme.
Nada de azúcares ni alcoholes,
ni pastelitos, ni helados
ni cervezas, ni licores.
Cuando me saluda alguien,
lo mismo que al despedirse,
y se acercan a besarme.
Todos hacen el mismo gesto,
aspiran por la nariz,
y algunos se hasta se atreven,
a comentarme y decir:
Hueles a dulce, a merengue.
¿Qué perfume tú te pones?
A las damas no te acerques,
que seguro que te muerden,
y más de una te come.

Autora: Al S. de Gomaranto.

Comentario publicado en la entrada «A merced del maquillaje».

Recuerdo aquella vez que te miraba y me mirabas, creo que me gustabas y te gustaba y no nos atrevíamos a decirnos alguna palabra, solo ahí estábamos, con las miradas cruzadas cuando de repente de tu pequeña hermana te descuidabas y zas!! Contra el suelo su pequeña nariz daba, la pobre llorando por el dolor que eso le causaba y la sangre que en su rostro mostraba rompió aquella escena de placenteras miradas, a pesar que tú en tu casa estabas y claro, también yo desde la mía era que te miraba, recuerdo que salió tu madre desconsolada al oír el llanto de tu pequeña hermana y no dudaste en añadir a tu ahora despreciable mirada ese dedo que hacia mi apuntaba, acusándome de ser el autor de tal desgracia por haberte lanzado aquella mirada y tú, al querer corresponder, de cuidar a tu pequeña hermana te olvidabas.

Autora: Buscandovengo.

Comentario publicado en la entrada «El gen del altruismo».

Como siempre he tenido varios perros podría estar contando muchas anécdotas y cosas que he vivido con ellos, pero solo voy a contar una que ya he contado en diversas ocasiones, por lo inverosímil.
Un agricultor vecino de mi casa de campo tenia un perro que siempre estaba con él y un día el buen hombre se encontró mal y nos avisó a nosotros pues vivía solo Se acercó como pudo a mi casa a pedir ayuda, venia con su perro , un perro de mediana estatura de raza desconocida, durante un buen rato mientras venia el médico el perro no se movió de su lado y cuando el médico llegó y reconoció al enfermos dijo: Este hombre esta muy mal y seria conveniente llevarlo al hospital donde tienen más medios. El mismo galeno llamó a la ambulancia y se llevaron al señor, que era bastante viejo pues tenia ya ochenta años. A las dos horas nos llamaron por teléfono diciéndonos que había fallecido. El perro como si hubiera comprendido lo que nos estaban comunicando empezó a llorar como si fuera una persona y así permaneció bastantes días hasta que desapareció de mi casa y del entorno. Varios días después tuve que ir al hospital donde falleció el hombre para arreglar unos papeles y me encontré al perro en la puerta. El hospital esta a unos quince quilómetros de la casa y los empleados le estaban dando de comer porque el perro se negaba a moverse de allí y siempre estaba lamentándose.
Me lo llevé a casa y a los dos meses murió.
Nunca olvidaré a aquel perro que se llamaba Perdido. Bueno esa es la historia, otro día contaré alguna más, pues he tenido muchos perros.

Autora: Antonio Larrosa.

Comentario publicado en la entrada «Las palabras del ajeno – Segunda entrega».

Definitivamente fue algo que no debería haber visto. A poco de terminar su confesión, el hombre clavó su mirada sobe mí, fue en ese momento cuando pude reconocerlo, Giuseppe Testi, señalado por todos, como miembro de la Camorra junto con su familia, y del cual alguna vez pude saber, estaba en franco ascenso dentro de la jerarquía mafiosa.
No dejó de mirarme mientras se despedía del cura, se tomó su tiempo para ponerse en pie, y al pasar a mi lado se detuvo unos segundos. Supe con seguridad que él sabía lo que yo había descubierto.
Ahora estoy en mi casa, esperando, se que mis horas están contadas.

Autora: Penélope G.

Ver la primera entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.

Ver la segunda entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.

Ver la tercera entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.

Ver la cuarta entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.

Ver la quinta entrega de la Serie Comentarios Microrrelatados.

Una marca en la mejilla

Sucedió como suelen suceder las cosas. Nos conocimos, charlamos, fuimos al cine y nos juntamos a tomar un café, pero la relación no funcionó y ella propuso dejar de intentarlo. Fue tan efímero como intenso. Le pedí que me diera un último beso y antes de pegar media vuelta e irse, enterró su mano en mi pecho, apretó mi alma con fuerza y la arrancó hacia afuera. A cambio, marcó sus labios sobre mi mejilla y se alejó caminando, con la esencia de mi ser guardada en su cartera. Al tiempo volví a encontrarla. Yo estaba flaco, pálido, desanimado y ya casi sin vida. Nunca tenía hambre y parecía haber perdido la capacidad de sonreír. En líneas generales, me encontraba totalmente decrépito. La vi desde la vereda de enfrente y me sentí tentado a cruzar para pedirle otro de sus besos. Luego recordé que ya no tenía con qué pagarle.

Los regalos de navidad

Después de la medianoche me encontré con una gran cantidad de cajas debajo del árbol de navidad. La sorpresa fue inmensa. Cuanto terminé de abrir todos los obsequios, contabilicé cinco pares de media, cinco calzoncillos, tres pantalones largos, dos pantalones cortos, un traje de baño, cinco remeras mangas cortas, dos remeras mangas largas, una campera, dos pares de zapatillas, un par de zapatos, un pantalón de vestir y una camisa. También había un teléfono con su respectivo cargador. Unas gafas de sol, un cepillo de dientes, un desodorante, un perfume y una pasta dental. Un ejemplar nuevo de «La conjura de los necios» —libro que ya tenía pero que quería releer desde hacía tiempo—, una libreta de anotaciones y una lapicera. Se ve que por alguna extraña razón, la lista que estaba preparando para recordar las cosas que tenía que llevarme de vacaciones, terminó cayéndose debajo del árbol de navidad.

Carta de presentación

Al Sr. Herrera:
Me dirijo a Usted con intenciones de manifestarle el poco interés que tengo por formar parte del equipo de venta de su empresa, el cual deja mucho que desear. Aún así, necesito el dinero con suma urgencia y por lo visto, los horarios son apropiados y la paga es buena. Tengo varios años de experiencia en venta al público y mientras más acumulo más frustrado me siento, pero esta frustración se ve compensada por mi grado de entusiasmo, responsabilidad y motivación que aunque no es mucha, creo que puede resultarle de gran utilidad.
En conclusión, considero que este puesto es perfecto para una persona con mis características, ya que si bien soy uno más del montón, al menos Usted se asegura de que no va a encontrarse con malas sorpresas.
Espero, por último, sepa valorar la sinceridad, facultad que me caracteriza ampliamente.
Saluda cordialmente.
Martín Andrés González.