Los más asiduos lectores de 150xdía continúan inspirándose en los microrrelatos del blog para escribir sus propias historias, con sus propios escenarios, con sus propios personajes, con sus propios desenlaces. Sean bienvenidos a la Serie «Comentarios Microrrelatados» del mes de junio, donde se recopilan las más destacadas historias desarrolladas por los lectores de las 150 diarias.
Comentario publicado en la entrada «Desenmascarando sueños».
Mis sueños suelen ir por otros caminos. Mucha gente, no nos conocemos, hay malentendidos, acabo entre los brazos, y a veces entre las piernas, de alguien que cada cinco minutos cambia de rostro, de sexo, de raza, de intenciones y me dejo llevar sabiendo que soy yo la que lleva las riendas.
Autora: Carla.
Comentario publicado en la entrada «Desenmascarando sueños».
Cuando no era una cosa era otra, pero la situación se estaba poniendo fea.
Todo comenzó con lo que comienza todo. Un día se sueñan cosas felices, o eso creemos, hasta que dejan de serlo y comienzan las pesadillas. ¿Qué culpa tengo yo de que cosas cotidianas me terminen afectando?
La consecuencia de todo esto fue que mis pesadillas comenzaron a tomar cuerpo a cualquier hora, tanto dormido como despierto, por tanto tomé la determinación de acudir a un experto. Al oír mis historias, quedó tan involucrado en mis problemas, que decidió aventurarse a mandar una expedición directamente a mi cerebro. Necesitaba recoger de primera mano todos los restos y muestras posibles a fin de dejar limpios mis sueños de todo tipo de malestar.
Ya en el primer viaje le costó llegar, pero según se iban haciendo rutinarias las expediciones, mi confianza y sus ansiolíticos lograron mi descanso con rotundidad.
Autor: Enmascarado.
Comentario publicado en la entrada «La ancianidad temprana».
No es la adversidad fortuita,
la que sin advertencia llega.
La que de improviso azota,
la que con ojos vendado,
va dejando en el camino
aquel, que se la ha tropezando,
que sin méritos ni desméritos,
tiene que cargar con su yugo.
Al que desde muy pequeñitos
tiene que trabajar ya duro
para ganarse el sustento.
El trabajo en la niñez
a nadie convierte en adulto,
ya que el niño que trabaja
sigue siendo solo un niño,
al que convierten en esclavo,
sin dejar de ser niño.
Al que roban la niñez,
sin darle nada de nada a cambio.
Ya que la poca comida
es para que continúe con vida,
y que a la mañana siguiente,
pueda seguir trabajando.
Que poco importa la escuela,
ni la formación escolar,
mucho menos la académica
y de la universitarios
de esa ya mejor ni hablar.
¿De cuántos millones uno,
prospera en estas condiciones?
¿Si de la mediocridad el salir,
es cosa arto difícil?
De la miseria es bien sabido
que el salir, es imposible.
En estas penosas condiciones
de niño se llaga a viejo,
unos antes otros luego.
Y cuando a viejo se llega,
aunque solo con diez años,
las espaldas que se encorvan,
se llenan de arrugas la piel,
entonces ya todo pesa tanto,
que un lápiz entre los dedos
cuesta mucho el sostener.
Autor: Al Sur de Gomaranto.
Comentario publicado en la entrada «La novela de la tarde».
Nunca me ha parecido más oportuno ese disparar la manguera a la jeta de alguien como cuando mi hijo lo hizo.
Después de 20 días en la incubadora que se pasó, con visitas de todo la parentela, cierto que a su ladito, en la número 8 estaba su hermana, que vino a casa 10 días después. Pero mi suegro nunca se dignó ir ver a sus nietos recién nacidos ¡Qué va!, el Don Rodrigo en la horca (como le llamaba mi madre) estaba por encima de ello. Cuando le dieron el alta a mi nene, con 2 kg 800 grms, vinimos a casa de mis suegros y tumbamos al niño en el sofá, mi suegra, que dicho sea de paso no dejó de ir a ver a sus nietos, le quitó el pañal, mi suegro, después de 20 días todo altivo el capullo, se acerca, se agacha y…… Olé mi nene, le dio con todo el chorro en su cara dura de impresentable. Me reí como se suele decir a “mandíbula batiente”, y le dije “chúpate esa, tu nieto te ha calado” (yo tenía 22 recién cumplidos), lo sigo recordando y haciéndolo recordar por su significado.
Autora: Marisa.
Comentario publicado en la entrada «Desde la terraza».
Me lancé al vacío y planeé con los brazos abiertos, evitando antenas y enormes anuncios de bebidas que invadían los tejados. La sensación era de un inmenso placer, con el viento en la cara y la ingravidez. Pero entonces me di cuenta de que los pájaros volaban a mi alrededor y parecían molestos por mi presencia. Yo les hablé como a hermanos, pero ellos graznaron, piaron y gritaron que no me querían allí en el aire, porque era un humano y no debía volar. Amenazado por la presencia de muchos pájaros que me expulsaban de sus dominios, aterricé en una plaza con buena visibilidad. Allí me esperaba una multitud de humanos, semejantes a mí, pero de los que no podían volar. Me señalaron con el dedo y me miraron como a un monstruo. Lo cierto es que ni yo mismo sabía lo que era. No era un gran pájaro ni tampoco un humano. No sabía qué hacer ni a donde ir, y en mi angustia desperté, cubierto de sudor. A mi lado, en pie y observándome estaban mi psiquiatra y una enfermera, diciéndome algo así como que había sufrido un episodio de delirios, no entendí muy bien la terminología. Me alegré de no hallarme en aquella plaza, rechazado por pájaros y humanos y les sonreí.
– Doctor, he decidido que ya no quiero volar más. He elegido ser humano.¿Puede cortarme las alas, por favor?.- Le dije, y ellos me sonrieron.
Autora: Metamorfosis.
Comentario publicado en la entrada «Después del Bip».
Cuando me enterraron nadie sabía que tenía un teléfono móvil en el bolsillo. Debí decírselo a Patricia, porque ahora estará muy asustada y no se cree que la llame desde el otro mundo, ella ignora eso de que me podía haber muerto letárgicamente, lo mejor que puedo hacer antes de que me quedes sin batería es que llame al teléfono de emergencias y les cuente mi problema. Debo darme prisa pues ya llevo al menos tres días sin comer y lo malo es que no recuerdo el número de emergencias.
Autor: Antonio Larrosa.
Comentario publicado en la entrada «La repentina ausencia».
Inmediatamente, el extraño suceso, alertó a entomólogos, biólogos, ecologistas, que comenzaron a buscar las causas, a estudiar posibles cambios en el suelo, el aire, el agua, ascensos o descensos en la temperatura, contaminantes, superpoblación de depredadores… Los resultados sorprendieron a algunos, aunque muchos ya lo sospechaban, la gente, se había quedado sin sangre en las venas…
Autora: Penélope G.