Mientras que medio mundo piensa en las 3D, con gafas polarizadas y sin ellas, y en los nuevos sistemas de detección de movimientos, algo se mueve en la sombra, una vía alternativa de cara al futuro de los videojuegos. Estoy hablando de OnLive, un nuevo dispositivo, un nuevo concepto de ocio interactivo que se reveló en marzo de 2009 y que ahora ha comenzado a funcionar (de momento en Estados Unidos).
El invento, basado en Internet, interconecta el terminal que hace las veces de consola con un potente servidor remoto en el que se ejecutan los juegos. La idea está basada en la «computación en nube» y pretende eliminar el «obstáculo» del hardware. En teoría, con OnLive, cualquiera puede jugar a cualquier juego en una televisión sin necesidad de tenerlo almacenado en un disco duro, una consola o cualquier otro soporte, ya que el usuario se limita a recibir la imagen e interactuar con un videojuego que está «corriendo» en un servidor remoto.
Antes de su salto a los televisores, OnLive ha comenzado a funcionar en Mac y PC con una interesante oferta de lanzamiento: dos años de suscripción, el primero gratuito y el segundo con una cuota de 4,95 dólares mensuales. Ha salido al mercado con el apoyo de grandes compañías como Electronic Arts, THQ o Ubisoft y 14 juegos entre los que se encuentran NBA 2K10, Assassin’s Creed 2, Dragon Age: Origins, Mass Effect 2 y Batman: Arkham Asylum.
Con estas potentes credenciales queda claro que no nos encontramos ante una marcianada de interés minoritario. Si el concepto triunfa, no tardará en cruzar el charco hacia otros continentes. Sin embargo, OnLive debe superar muchos escollos. Ya desde el mismo momento de su anuncio, los medios comenzamos a comentar los posibles problemas del sistema: la necesidad de poderosísimos equipos que sirvan de núcleo núcleo para que el sistema funcione correctamente, exceso de latencia durante el juego, dificultades de codificación de vídeo…
Habrá que estar atentos a la evolución de OnLive puesto que, aunque no tenga éxito (y yo dudo que lo tenga, sobre todo por la falta de una gran campaña de marketing que pueda competir con las de las máquinas actuales) tal vez se convierta en la primera piedra de un nuevo panorama en el sector. A mí de primeras, el concepto no me llama, pero no son más que prejuicios. Sus ventajas son evidentes. Ya veremos…