El Harry Ransom Center, un archivo para morirse dentro

Sede del Harry Ransom Center - Foto: Harry Ransom Center

Sede del Harry Ransom Center – Foto: Harry Ransom Center

Nunca te preguntan dónde quieres morir. No lo hacen por razones grotescas —piensan quizá que nombrar la muerte es acortar en un paso la distancia de un encuentro inevitable—, formales —al igual que no se debe hablar del dinero que ganas por ser esclavo, tampoco debes hacerlo de los gusanos que te esperan— o de puro método neoliberal —¿para qué preguntar algo que a nadie beneficia?—.

Para que quede constancia, anoto el lugar en el que, de ser posible el aplazamiento con métodos, digamos, químicos, y siempre que alguien pague mi último viaje —no tengo en las alforjas ningún fondo para imprevistos—, deseo morir.

Esta es la dirección:

Harry Ransom Center
The University of Texas at Austin
300 West 21st Street
Austin, Texas 78712
Estados Unidos

Para quien no sepa andar por el mundo sin un guía electrónico, el lugar está aquí.

Para quien considere que esto es una broma, una cita del único Dios en el que todavía creo, Bob Dylan:

La muerte no llama a la puerta. Está ahí, presente en la mañana cuando te despiertas. ¿Te has cortado alguna vez las uñas o el pelo? Entonces ya tienes la experiencia de la muerte.

Nota necesaria: si me duele más allá del aullido, si no soy capaz de valerme, si araño la indignidad de ser una vergüenza biológica, me importa un bledo el Harry Ransom Center. En ese caso, opten por la eutanasia. Es el último favor que reclamo, lo juro.

Robert Louis Stevenson (arriba, izquierda), Jack London (abajo),  Joseph Conrad (arriba, derecha) y la licencia de taxista de Robert De Niro - Fotos: Harry Ransom Center

Robert Louis Stevenson (arriba, izquierda), Jack London (abajo), Joseph Conrad (arriba, derecha) y la licencia de taxista de Robert De Niro – Fotos: Harry Ransom Center

Por una especie de movimiento arcano que se ha convertido en virus, al Harry Ranson Center, el archivo de la Universidad de Texas en la caldeada Austin —seguramente la única ciudad del estado en la que podría pensar como destino: me basta que sea el hogar natal de Coetzee y que tenga un voluptuoso lema urbano, «capital mundial de la música en directo»—, termina por ir a buscar refugio todo aquello con lo que me siento hermanado.

Este archivo universal tiene números que parecen de un holding mediático o financiero: 38 millones de páginas manuscritas de obras literarias, un millón de libros, cinco millones de fotos y casi 20.000 objetos, entre ellos, por citar dos que me ponen, un mechón de pelo de Byron y la licencia de taxista que el actor Robert De Niro obtuvo antes de rodar Taxi Driver e interpretar al psicótico are you talkin’ to me Travis Bickle con el que hizo, en 1976, el retrato futuro más exacto del nuevo ser humano del siglo XXI.

Además, el archivo de Austin tiene una de las 48 Biblias Gutenberg completas que se conservan, la primera edición de Alicia en el País de las Maravillas que pagaron de su bolsillo Lewis Carroll y el ilustrador John Tenniel, un Ulises anotado por Joyce, los cuadernos de trabajo de David Foster Wallace, Cormac McCarthy y Gabriel García Márquez, el original de Bajo el volcán (Malcolm Lowry), documentos y correspondencia de Jorge Luis Borges, Joseph Conrad, Robert Louis Stevenson, Jack London, John Fowles, Don DeLillo, Philip Larkin, Dylan Thomas, Norman Mailer, Vladimir Nabokov, Samuel Beckett, Graham Greene, Carson McCullers, Ann Sexton, Jack Kerouac, John Steinbeck, D.H. Lawrence…

No necesito otra compañía para atravesar los círculos celestes o infernales que alguien me ha destinado en el otro mundo.

Para quienes confunden cantidad con nobleza, puedo dar una cifra, que es lo que se lleva. El contenido del archivo donde quiero morir está asegurado en 1.000 millones de dólares. Los gestores de la institución dicen que se trata de un espejismo al que debieron llegar porque las aseguradoras imponían primas escabrosas a partir de esa cantidad. Los mil millones, añaden, ni siquiera bastarían para valorar el diez por ciento del contenido.

Harry Huntt Ransom (1908 - 1976)

Harry Huntt Ransom (1908 – 1976) – Foto: Harry Ransom Center

Harry Huntt Ransom (1908 – 1976) tenía dos pasiones: la literatura y el coleccionismo. Cuando fundó, en 1957, lo que entonces se llamó Humanities Research Center, soñaba con una visión casi epifánica: montar una biblioteca-archivo que funcionase como «un compás de referencia» para investigadores y respondiera al orgullo texano de haber sido «el único lugar de los EE UU con categoría de país independiente». Empezó poco a poco, comprando bibliotecas enteras a buen precio a herederos desapegados e indecentes —sólo la miseria o la obscenidad pueden justificar la venta de los libros de casa—. En 1988 el puesto de director recayó en un exalumno de jesuitas, Tom Staley. El amor por la literatura le llevó a hacer del Harry Ransom un competidor de la British Library. Cuando se retiró, en 2013, lo hizo a regañadientes y con la más bella de las amenazas: «nadie va a impedir que siga coleccionando libros».

Traigo hoy al blog al archivo de mi muerte ideal porque acaba de lanzar otro de sus proyectos: Reveal, siglas de Read and View English & American Literature (Lee y observa literatura inglesa y estadounidense). Son 25 colecciones con casi 25.000 manuscritos que han sido digitalizados y colocados en internet al alcance de todos. Para que la navegación entre los documentos sea más placentera han utilizado la aplicación fancyBox

"La Madonna Vigilante" - Julia Margaret Cameron, 1864 - Foto: Harry Ransom Center)

«La Madonna Vigilante» – Julia Margaret Cameron, 1864 – Foto: Harry Ransom Center)

El material que el Harry Ransom nos regala va de una colección de 261 fotos de Julia Margaret Cameron, hasta manuscritos, cartas y originales de Stevenson, ConradJack London.

En medio, materiales de Dante Gabriel RossettiOscar WildeKatherine Mansfield, Zane Grey y otros, no todos literatos, porque el archivo, fiel a la filosofía de entender la cultura como una cadena de muchas ajorcas, incluye cartelería de la I Guerra Mundial, una excelente colección de daguerrotipos, los cuadernos de notas del mago Houdini, pósters de circos

Dejo tras la firma de esta entrada algunas páginas de una de las joyas del proyecto, el libro de recortables (decoupages) Victorian Blood Book (Libro de la sangre victoriana), una obra de arte secreta del hombre de negocios y político inglés John Bingley Garland (1791-18t5) que en algún momento fue a parar a manos de la escritora Evelyn Waugh (1903–1966).

Con simbología cristiana, ortodoxa y egipcia y referencias constantes a la sangre, los bellos collages de la obra parecen sugerir que su autor era francmasón y perseguía algún tipo de conocimiento gnóstico.

Jose Ángel González

"Victorian Blood Book" - Harry Ransom Center

«Victorian Blood Book» – Harry Ransom Center

"Victorian Blood Book" - Harry Ransom Center

«Victorian Blood Book» – Harry Ransom Center

"Victorian Blood Book" - Harry Ransom Center

«Victorian Blood Book» – Harry Ransom Center

"Victorian Blood Book" - Harry Ransom Center

«Victorian Blood Book» – Harry Ransom Center

"Victorian Blood Book" - Harry Ransom Center

«Victorian Blood Book» – Harry Ransom Center

1 comentario

  1. Dice ser Uno mas

    Un sitio entretenido e interesante para morirse, si señor…

    10 julio 2015 | 13:01

Los comentarios están cerrados.