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El big data del alma

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Cuando converjan nuestros datos seremos transparentes y se sabrá todo

Te roban los datos, tu vida entera, por todas partes. Los pensamientos más íntimos, aquellos que ni tu mismo/a querrías reconocer como propios, se deducen (algorimos) de todo lo demás.

Así es como nace una nueva criatura que eres tú, o yo, y las deducciones del programilla que nos están aplicando. En realidad, son varios o muchos programillas, porque los datos los revenden muchas compañías por cuatro perras. Una de las más famosas va a empezar a cobrar a la policía, que no hace más que pedir gratis info sobre cada vez más gente. Minority report.

Esos datos que recogen millones de interacciones dibujan un perfil exacto, o más que exacto, puesto que muchas de las cosas que hacemos son automáticas y otras ni siquiera las recordamos.

Somos bacterias y algoritmos, quizá el alma es lo que queda de exprimir todo eso, letras y números. Ahora todo eso está en el aire, o sea en centros de datos, más o menos dispersos, de momento, pero en seguida se van a cruzar, convergencia, IA, máquinas aprendiendo (¡de sí mismas!) y entonces, ya, por fin, estaremos completos… y presentables.

Todo se sabrá algún día, dicen los libros sagrados. Lo que está oculto saldrá a la luz. Pero no pensábamos que fuera tan pronto.

En todo caso, más hacia el Juicio Final.

A lo mejor es que estamos en pleno Juicio Final, y no es como pensábamos.

Etc.

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Más cajas fuertes, Aramco lo peta en bolsa, todo va bien

 

Aparecen más cajas fuertes, esta vez en la Comunidad de Madrid, y afloran facturas del esperancismo, ya más olvidado que los EREs de la Junta de And.

Cajas fuertes llenas de facturas impronunciables, papeles viejos, pufos ya caducados, fuera de fecha y siglo. Fuera del mundo. La corrupción ya ha sido sobreseída en general, y en particular. Ya olvidada, excepto por los que tienen que seguir pagando la cuota, la mordida, el porcentaje o como se llame. Varía según zonas. La encuesta del Eurobarómetro indica que las empresas españolas son muy sensibles ante esta infrarrealidad, el intramundo de los pagos bajo mano.

Cajas fuertes hay en todos los edificios del poder, es lo que distingue al poder. Aparte de tener a un Villarejo en nómina.

Los silencios de Villarejo Zone son temibles. Ahora debemos estar en uno de esos silencios.

El partido Barça-Madrid del próximo 18 miércoles, el clásico-brasa de siempre, llega esta vez reanimado por las ínfulas de los ya olvidados tsunamiteros, que al parecer estaban descansando de las algaradas del mes pasado.

El partido, y el fútbol en general, como todo, hay que reavivarlo para que no se olvide, para que el atribulado y disperso citoyen no se despiste y pague algo, se interese, se haga fanático eventual, lo que sea con tal de que no le roben el público, que no se vaya la audiencia, siempre tan dispuesta a zascandilear en pos de cualquier novedad, serie, juego, reto, artesanía, cómic…

Al fútbol hay que reanimarle las ganas como a todo, el siglo XXI se va solo sin rumbo, se despista y se dispersa, gaseoso inflamable, gasolinácero, Aramco lo peta en bolsa en plena Cumbre de Greta. ¡Inversores a mí!

Arabia Saudí, la de la escabechina de aquel pobre hombre que entró en el consulado a buscar un papel para casarse… y salió en mp3.

Y ahora lo peta en bolsa. El petróleo y la muerte.

Oy oy oy.

Ni siquiera han respetado a la pequeña Greta, portada en TIME, bay, ebay, Bombay, Hanoi.

La pequjeña Greta explica un mundo ideal ya destruido en la bolsa mientras la petrolera saudí o saudíe o saudita lo peta en su estreno.

Ni Trump ha sabido tuitear eso.

Esta degollina y/o descuartizamiento de Jamal Khashoggi habilita la peli de Scorsese, El Irlandés, que sin esas realidades no valdría nada porque la hemos visto mil millones de veces y siempre es lo mismo. Pero la realidad le viene a hacer un hueco, un huecograbado para alojarse.

A ver qué va saliendo en esas y otras cajas fuertes perdidas en los pasillos de los poderes. Ni tiempo ni ganas de triturar las facturas. Qué gente.

 

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‘Érase una vez en Hollywood’ de Tarantino: ganas de verla más veces

Érase una vez en Hollywood es un canto a la amistad de dos hombres que no están en su mejor momento (como el Quijote). Enamoran Brad Pitt y Di Caprio. Es un canto a Los Ángeles y a Hollywood, colinas polvorientas, neones, fiestas y comunas hippies, con el trasfondo de la masacre de la secta asesina de Manson. Y un canto al cine como posibilidad (quizá única) de cambiarlo todo, o de mejorar un poco las cosas, este día, este minuto. El cine, para Tarantino, depende de la escritura:

«Estaba en un cuarto de hotel en Austin cuando escribí la primera escena, que luego sufrió una gran metamorfosis. Cuando empecé a escribir la historia, lo hice como una novela. Terminé los dos primeros capítulos, el introductorio que hablaba de Cliff (el personaje de Brad) y que daba una mirada general a la carrera de Rick. Tuve sólo eso durante un año, en el que me dediqué a reescribir esos capítulos una y otra vez. Luego escribí la secuencia que habla del personaje de Al Pacino, Marvin. En los siguientes dos años, para aprender más sobre estos personajes, seguía trabajando la escena entre Marvin y Rick. No planificaba utilizar todo este material, pero era mi manera de conectarme con la historia.Si quería aprender algo sobre la carrera de Rick o incluso sobre laciudad, dejaba que ellos fueran los que hablaran del tema. O sea que, durante un año y medio, básicamente me dediqué a escribir una obra de un acto que me permitió aprender quiénes eran estos personajes.»

La película de Tarantino te mejora el día, mejora el ambiente. Lo notas, sobre todo, al día siguiente, porque la historia se ha quedado contigo. La salida del cine es brusca, silenciosa. Quizá por el final, porque sabemos lo que ocurrió aquel día aciago. La peli cambia ese final pero la realidad se impone.

Luego, al día siguiente, poder y magia del cine, acabas por creer el final feliz, revisado, el fakeado inocente.

Está llena de momentos tiernos y de impacto de larga duración. Hollywood se ve a sí mismo como el destino espiritual, donde se fraguan las creencias, y cuando consigue transmitir eso, triunfa.

También hay provocaciones contra el dogma de los tiempos. La primera, nuclear, imperdonable, es que es una película masculina.

Y el máximo humor de la mejor especie, que fluye sin pausa por las tres horas de vidas. Cultura y mitología americana, quizá la única que ha sobrevivido.

Solo tengo ganas de volverla a ver otra vez, varias veces.

Lo mismo que la de Jonás Trueba, La virgen de agosto.

Cuando Brad Pitt le dice a su amigo Di Caprio, desde dentro del coche:

–¡Eh, eres el puto Rick Dalton, no lo olvides!

 

 

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Esa intervención recuerda a la frase de El gran Gatsby (pdf), cuando el narrador le grita a Jay (también Di Caprio, o Redford…):

–Vales más que todos ellos.