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El big data del alma

La sociedad del reparto… a domicilio

Íbamos a la sociedad del conocimiento… pero estamos en la sociedad del reparto… a domicilio.

El conocimiento es FP acelerado para software expres, instalar placas solares por los campos… y logística: almacén y trasiego. Y granjas de cerdos.

Y algo de turismo agitado hostelero. Y vender por teléfono, abrasar a la gente. Y el buzoneo, que no cesa. El papel aguanta.

El conocimiento está en el móvil, copiapega y fakea y juega y enreda. Y el metaverso que se cierne. Y blockchain.

El conocimiento es aplicado al instante para sobrevivir, como en Atapuerca pero a lo bestia. Hacer lo que sea.

Aunque cada vez hay más empleos, con el 5,5 de inflación, que no sirven para comer más que esa comida basura cuya publi trata el gob de prohibir.

El conocimiento es cuatro cosas para ir tirando, y ya es mucho.

El conocimiento es que el móvil te va diciendo las calles para llevar este paquete y lo que cargas a la espalda.

Y forrarse de ropa en casa para no encender nada, ni una bombilla, al precio que está el oligopolio.

Y los coches, que también hicieron su cártel para deliquir y fijar precios. Quien no hace cártel no vive, quien no va de offshore no gana suficiente, lo legal es la ruina, esos son los preceptos y Forbes da la lista top evasores filantrópicos.

El conocimiento son series basura hinchadas a marketing para vender moñacos y disfraces. El conocimiento es Halloween, una fiesta de monstruos y sangre y vísceras muy animada y chuches de azúcar de esas que el gob quiere prohibir la publi.

Íbamos a las sociedad del conocimiento pero eso queda para la élite que va y viene en jets privados (o públicos) y el resto al reparto a domicilio, a esperar el paquete o a llevarlo, que no es lo mismo.

Y luego el CC que está por todo.

 

La salida de la luna, John Ford, 1957, vose. Maravilla.

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