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El big data del alma

USA emite su primer pasaporte de género X

USA emite su primer pasaporte con el género X (AP) y Tesla vale en bolsa un billonazo. Herz le comprará cien mil coches eléctricos para alquilar. Es una idea, son varias ideas en dos.

El género X es un avance estupendo, la identidad varía por minutos, los sesgos mutan y se devoran entre sí, la identidad pelea darwinescamente consigo misma.

Una vez que hay comida y la brasa de Netflix el aburrimiento se enrosca en el genoma y la identidad, empezando por la sexual, se amodorra en sus natas.

El pasaporte X es un avance USA, arrancado a los tribunales, un avance más guay que el misil hipersónico chino, que da la vuelta al mundo pero no va a ninguna parte. Con el pasaporte X USA se adelanta a sus rivales mostrencos que todavía pelean contra las homosexualidades y contra cualquier disidencia en general.

USA, foco del neolib, ha visto que la individualidad es sagrada siempre que consuma y pague. Por eso Chicago va a dar 500 dólares (el euro de allí) al mes a cinco mil ciudadanos, para que los gasten en Amazon y otros insumos patrióticos.

Las identidades vuelan, y esa pesantez de ser siempre uno misma, elevada a siete mil millones de cuerpos, es lo que atasca los contenedores en los puertos y la logística mundi. El que no haya horizontes ni futuro visible tiene que ver con la deuda mundial personal y con la ausencia de la X en la oferta de géneros.

Que USA se haya librado de la brasa de Afganistán (Afg) con la excusa de virar a China y esos mares es más que nada por la novedad, lo que se dice un cambio de aires y de enemigos, ahora solo rivales.

El haberse librado del pudridero talibeo le permite, con sus rémoras y ranciedumbres, afrontar el futuro del pasaporte X. Cualquier ciudadano podrá ponerse la X en los docs oficiales y asistir a su propia resurrección o a ninguna. Lo siguiente será el signo de interrogación -?-, que cuestiona hasta la duda o ambivalencia de la X.

Esto solo puede mejorar.

Se anuncia tanta escasez (pero Amazon no acierta a destruir el potrerío sobrante) que ampliar la gama de géneros es una riqueza bioecológica y social que además es gratis. Bueno, lo que cueste el papeleo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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