Sobran oficinas. Aquí, cifras de San Francisco (USA). Sobra de todo. Sobre todo abusos.
En USA muchos estados apoyan al cine para que no decaiga más la producción (WSJ). La ficción mueve el mundo, y los hechos reales.
Netflix no tiene nada, el año pandémico ha sido fatal. Desde The Crown, cero. Compran pelis en mercados remotos.
Amazon ha comprado MGM, archivo. Y sobran oficinas. Nadie quiere ir a una oficina, quizá un rato, un par de días. Y nadie quiere estar en casa, y menos en un bar, con el virus delta suelto.
La variante delta es apocalipsis puro recién mutado, pero en fin, vamos a cenar por ahí, confiamos en las vacunas, incluso en las semivacunas. Confiamos en lo que sea, incluso en el Estado ya medio privatizado.
Empresarios se quejan de que no llegan los euromillones, ni un céntimo. Solo deudas, gastos, verborrea oficial estival, la peor.
Lo de siempre se ha hundido, turismo, construcción, serie b, informalidades hispanas. Lo nuevo ni siquiera asoma.
El gob no tiene ni idea, por eso el presi lo ha cambiado, ensayo y error. La pandemia ha agotado las reservas mentales, sobre todo las que ya estaban vacías.
El sanchazgo en general se pregunta: ¿Y qué vamos a hacer ahora?
Europa envía docs llenos de jerga futurista que en otros sitios ya es arqueología. ¿Acaso hemos perdido hasta tal punto el tren que ni siquiera lo sabemos?
Puede ser. De ahí el doc gob sanchero para 2050, enunciado en la portada con un cero delante: 02050, que nadie sabe qué significa ese cero misterioso. ¿Es el infinito pasado?
De momento sobran oficinas. En San Francisco al menos.
Y oficinistas. En todas partes.
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Lo del soft espía israelí… saldrán más cosas, según The Guardian.
Y el toque de Hamilton a Vestappen… que casi lo mata. La F1, ya muy aburrida, hace lo que puede para conseguir atención, dinero, como todos. Una minicarrera los sábados, con sponsor.