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El big data del alma

Sanchería

Aprobado el presupuesto y desbloqueados los fondos europeos llegamos a la Sanchería, el auténtico emporio sanchero, que convive y compite con la criatura, bicéfala a ratos, el IgleSánchez, que se manifiesta en twitter como una aparición intermitente del apocalipsis.

La Sanchería se consolida con el PGE y emite decretos inaccesibles para los mortales, decretos que legislan sobre casi todo el orbe aunque las realidades ya hace tiempo que han escapado a las normas pues hay una zona de evasión vip para entes y corporaciones selectas a las que nunca llegan estos edictos ilegibles.

La Sanchería es una finca que coincide con el antiguo país pero que ya muestra sus líneas de fractura, como costurones después de una pelea a cuchillos. El roto ya estaba hecho, pero ahora se ve con más claridad, se admite y se reconoce.

La Sanchería confedera informalmente a estas taifas y tribus que, sin saber qué hacer con la nueva libertad de facto y con el dinero de iure (el dinero siempre tarda) se miran de reojo para anexionarse unas a otras y ampliar sus ínfulas y los sueldos de los próceres a costa de exprimir al resto si se dejan.

Entretanto el virus muta y mata por países, por autonomías, pueblos y provincias, confirmando genéticamente las identidades y los aumentos de sueldo correspondientes de las respectivas élites.

El virus lo rebate todo y lo confirma todo, según quién Alicia en el país de las maravillas.

De momento la cogobernanza es que cada cual se apañe como pueda, libertad absoluta en lo aleatorio y mando único en los euromillones, cuando lleguen amén. Usted gestione el horario de bares mientras yo decreto sobre el universo en general.

La patria uncida por el yugo tiene que admitir que el antiguo sanchazgo, acusado de ilegitimidad y de cien pecados más, ha mutado a saltos más rápido que el propio virus y se consolida bajo la forma de Sanchería, vasta finca informal ilocalizable, cada vez más anaerobia, que seguirá revendiendo trozos y ciudades con la misma parsimonia que instituyeron González, Aznar, ZP, Rajoy… Hay continuidad en el pillaje sistemático, que es independiente de gobs y jerarquías. La costumbre es ley.

El languidecer hispanófilo atraviesa crestas y valles, en paralelo a otros imperios que arrastran sus grandeurs y sus reinonas por las series de las nuevas majors: solo hay que esperar a que la Unión Europea cuaje en un aglomerado más prieto y aguante unos años más emitiendo pagarés al difuso porvenir.

A ver.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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