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El big data del alma

A Navalny le pusieron Novichok en los calzoncillos, confiesa un agente

A Forges, siempre con cariño

Navalny, el disidente ruso que fue intoxicado con Novichok en agosto y salvó la vida de milagro ha grabado una conversación con uno de los agentes del equipo que intentó asesinarle.

Navalny camufló su número de teléfono y al agente le apareció el número de su propia agencia, creyó que le llamaba un jefe y le contó los detalles de la macabra operación: le pusieron el Novichok en los calzoncillos. Y salvó la vida porque el avión aterrizó de emergencia, si hubiera continuado en vuelo habría muerto.

Los saudíes fueron más expeditivos, trocearon y desaparecieron al periodista Jamal Khashoggi, aunque también los pillaron con la red de escuchas que los turcos habían instalado en la propia embajada. La diplomacia de tóxicos y capoladora.

Aun se oyen los gritos por Estambul. Khashoggi había ido a recoger los papeles para casarse, su novia le esperaba fuera…

Novichok en la muda

Si no fuera de asesinatos sería de Gila: la víctima llama a los que intentaron asesinarle, que son un organismo oficial, los administradores del temible Novichok, y se lo cuentan todo. Incluso se justifican por el fracaso, quizá temen que los despidan. Ahora, una vez desvelado el pastel, el pobre que lo ha explicado seguramente tendrá que tomar su dosis del mismo remedio que recetan y aplican a los opositores y periodistas.

Putin ha dicho que tal y cual.

La otra movida espeluznante es el culebrón del ciberespionaje masivo a cientos de organismos oficiales USA (y quizá de otros países) y a la mayoría de empresas importantes del S&P 500, incluida Microsoft, que lo ha confirmado.

Una intrusión generalizada a través de un soft de empresa –SolarWinds–, que ha llegado hasta las salas de máquinas más importantes del mundo. Nadie sabe nada, acusan a Rusia, claro, que ya tiene tantos antecedentes.

Ni siquiera se sabe qué se han llevado, o qué han descubierto. Y nunca se sabrá, porque cada cual esconderá sus propios daños, sus secretos.

Son dos episodios que señalan a la temible Rusia de Putin. En el del Novichok le han hackeado a él, aunque sea con métodos tradicionales –cambiar el número de teléfono–, en la otra el Kremlin guarda silencio al pasar por el Pilar.

En la decadencia de Reino Unido (más por la serie The Crown que por el virus mutado o el Brexit) Rusia se alza como un agente peligroso. Oficialmente Rusia es de segunda, pero en la liga del crimen, que es la que cuenta, es de Champions.

Si tiene todos los datos de esas corporaciones que aun están flipando y tiene la banda del Novichok (con sus fallos), si puede irrumpir discretamente y pasar meses espiando a gusto, es temible. La ciberguerra se confirma otra vez.

El hackeo indica también el atraso USA, que fue el gran hermanísimo y ahora es víctima total. A no ser… que quien lo haya hecho sea tan listo y tan poderoso como para culpar a Rusia de sus desmanes. En ese caso no es USA. ¿Quién queda?

Le Carré nos lo explicará desde el cielo de los espías, donde están Anacleto y el Superagente 86.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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