Veinte Segundos Veinte Segundos

El big data del alma

La España que nunca tiene vacaciones

Hay una España que no veranea ni diez minutos, pero pasa un poco inadvertida. Aquello de los niños que no desayunaban bien, millones de niños, ya no se dice. Es un asunto más de invierno, o quizá ya desayunan. No se sabe.

Lo de la referencia de las hipotecas. Felipe González decía el domingo en su entrevista que el DB, el principal banco alemán, estaba quebrado. Hay una España que no veranea ni diez minutos. El único veraneo es el paro, cuando viene la gota fría y arrecia el miedo a que los bancos alemanes estén quebrados.

Todo se aguanta por cuatro hilos, cuatro elefantes sostienen la tierra o el cielo, en un pendrive cabe la info esencial del universo, y aun sobran 100 gigas o más.

Hay una España que va con la lengua fuera, lenguafuerismo precario insomne, malaria digital, cultura de la nada en perspectiva, interinidades eternas, se oye cada cosa tremenda.

A esa España que no veranea hace años, quizá diez o más, no le da tiempo a pensar ni a descifrar la complejidad que ehora está de moda, la complejidad es el último refugio del lujo.

Y así ha pasado otro día, cada día pasa más veloz que el anterior, ya olvidado antes de empezar, veloces como los repartidores de Glovo, con el mochilón amarillo –qué color– a la espalda.

El país quizá aguanta porque hay una millonada de personas, muchas sumergidas, que nunca se detienen. Hasta que les digan basta.

 

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