El gob Cat, que preside Torra, ha licitado por más de medio millón de euros un proyecto de identidad digital basado en blockchain para que cada ciudadano maneje sus datos. Los responsables políticos llaman a esto soberanía digital, y sale mucho la palabra empoderamiento, ya un clásico.
Si lo hacen bien y la gente lo utiliza, en un año podrán hacer su referéndum sin que nadie lo impida ni lo altere. Ya que no han podido por lo analógico, lo intentan por lo digital. Y es posible que esta vez, a fuerza de probar cosas, lo vayan a conseguir.
Si lo hacen bien van a ser unos adelantados. Si consiguen que se apunten todos, o sea, el censo, y no solo los independentistas, habrán dado un paso de gigante.
Tarde o temprano los votos serán digitales. Tendrán el mismo riesgo que todo lo digital, y que la vida general, un riesgo permanente con el que habrá que contar. Lo que resulta extraño es que cuando tantas cosas, incluyendo, o especialmente, el dinero, funcionan con ceros y unos, los sistemas de votación e identidad, vayan a boli.
Si el dinero funciona, con todos los riesgos y problemas, todo lo demás debe funcionar.
No hay excusa. Votaciones frecuentes sobre muchos temas, democracia actualizada, CIS verificable en tiempo real.
Apuran los políticos el mundo analógico porque sospechan que con el digital se les va a acabar el chollo, que ya es de escándalo.
A lo tonto a lo tonto, por pura desesperación, el gob Cat se lanza al soberanismo digital. En este caso, el muermazo de la demo esp, colapsada por su propia corrupción, puede llevarse una sorpresa con los sediciosos (también corruptos) y su incursión en la identidad digital.
_____