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El big data del alma

La siesta del tory

El diputado conservador Jacob Rees-Mogg se ha echado una siesta en pleno debate del Brexit en el Parlamento Británico, la oposición le ha afeado su receso y ha sido meme mundial.

La verdad es que en semejante caos absurdo una siesta es lo más apropiado, una cabezada. Además, el pobre hombre (millonario y ultraconservador), sabe dormir muy british, sin perder la compostura. No ha puesto los pies en el asiento y pese al griterío ha tenido un dulce despertar.

El hermano de Boris Johnson ha dejado el gobierno (como aquí, los gobiernos son cosa de familias) cuando su hermano ha perdido toda opción. En esta locura mundial que tan bien representan los ingleses (que lo único que quieren es llamar la atención, como hicieron a su manera la mitad de los catalanes), echarse una siesta en el plenario no parece una extravagancia sino una necesidad.

La siesta honra a España, y este gentlemen (palabra ya en desuso, y con razón, como todo en general) ha rescatado una esquina del imperio ya perdido sin remedio, el inglés, el español y todos. Hasta el imperio chino se pierde antes de arrancar, porque en Hong Kong los díscolos se enfrentan al partido con bluetooth, sin pasar por la red.

Este tipo merece ser el primer ministro: también es pro-brexit pero al menos sabe echarse una siesta. Todo sirve para atraer al turista: esta cabezada vindica el verde de los escaños corridos.

La siesta de este tory recién ascendido por Boris (ya perdida toda opción) equivale a la sobremesa de Rajoy el día que lo sacaron del gobierno: comida de cuatro horas y salida tambaleante.

Cuando todo se derrumba hay que mantener la pachorra.

 

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