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El big data del alma

Últimos glúteos, aun queda verano

Últimos glúteos, queda verano. La calle está encendida de deseo, aunque decir esto podría incurrir en la Ley Mordaza.

Hay una exuberancia carnal contenida, más intensa cuanto más prohibida. El puritanismo impreciso alcanza hasta el último pensamiento.

Igual que cada cual ha de ser su empresario, su marca… cada cual es su censor. La autocensura íntima roza el tope del siglo hedónico.

Todo puede ser delito.

La mirada de más de una milésima penaliza, y puede ser dañina para la salud, ¡como el azucar!

La sexualidad es innombrable. Todo ha sido censurado de nuevo. Incluso por Facebook, la nueva inquisición. Casi todo es indecible e invisible.

Por eso los glúteos se han apoderado del mundo. Es lo que queda. La última rebelión desnatada. Café sin café, cerveza sin alcohol, leche sin lactosa, glúteos sin público…

Ser es percibir (Berkeley).

Se va el verano y esa melancolía anticipada hace hervir el asfalto, revienta las costuras, clama al cielo, que solo es co2.

El algoritmo básico tira al glúteo, la IA primordial se revuelve en su caja hermética y se da tozolones contra los preceptos, las censuras y las prohibiciones.

El fin del verano (anunciado por la burocracia con la eterna monserga del cambio de horario, una muestra del poder absoluto –¿cómo hemos podido dejarnos robar el horario?)…

… Con el fin del verano los glúteos echan un último pulso al puritanismo ya interiorizado y más vale aprovechar estos últimos días antes de que prohíban (sin decirlo) salir a la calle a celebrar la vida o lo que sea

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La mirada se ha refugiado en la web, por eso a media altura siempre salta «xxx se desnuda e incendia Instagran», ahora tenemos el guardia civil hercúleo, etc.

 

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