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Entradas etiquetadas como ‘lesbianas’

Orgullo y libertad

Por Miguel A. Castro

OrgulloNuestra libertad debe de terminar donde empieza la de los demás. Que cada cual decida ponerla límite antes es una decisión personal, pero que termine después debería de ser un problema compartido por todos en una sociedad sana. Y como lógica consecuencia de este argumento, parece obvio que gente que desea vivir su relación sentimental y sexual de forma diferente a la nuestra, como es la del colectivo de gays y lesbianas, debería de poder hacerlo sin más obstáculos que el de respetar la premisa de no perjudicar a nadie con ello.

Defendiendo las libertades de otros defendemos las nuestras, por cuanto que contribuimos a hacer que nuestro sistema social sea más justo.
Los heterosexuales no debemos caer en el error de trabar las opciones que no nos interesan personalmente. Y sobre todo no podemos pensar que atacar lo que no queremos ser ayuda a demostrarle al mundo que no lo somos. Nuestra femineidad o virilidad es algo que, si queremos, se lo tendremos que demostrar en la intimidad a nuestra pareja. Pero nunca discriminando a ciudadanos que solo quieren vivir su libertad.

La ‘justa’ Iglesia

Por Adrián Infante Dionisio

Parece ser que a la Conferencia Episcopal Española le parece “gravemente injusta” la decisión del Tribunal Constitucional de avalar el matrimonio homosexual. Es decir, a los garantes de la moral y la ética en España les parece injusto que dos personas que se aman quieran formalizar su relación en pos de una vida en común.

A estas alturas, yo me pregunto: ¿qué es justo para la Iglesia? ¿Qué es para ustedes la justicia, señores clérigos? ¿Acaso entendéis por justicia aquellas cruzadas en las que se mataba a miles de personas en nombre de Dios? ¿O quizás les parecía más justo que su institución mandara quemar en la hoguera a los científicos y librepensadores que, en aras del progreso, se atrevían a poner en entredicho sus postulados?

Quizás soy muy antiguo en mis planteamientos; en ese caso, ¿les parece justo no permitir que las mujeres puedan oficiar sus sacramentos? Que vuestro máximo representante se desplace a uno de los países más azotados por el sida para dar el mensaje de que es malo usar preservativos, ¿les parece suficiente justicia? Que miles de niños y niñas en todo el mundo hayan sido vejados sexualmente por sacerdotes cristianos (y que se les intente encubrir desde las altas instancias eclesiásticas) es muy justo, ¿verdad? Y la ostentación y el derroche de medios económicos de los que hace gala el Vaticano mientras miles de millones de personas no pueden ni beber agua, ¿es justo?

Señores (que no señoras, porque no las dejan) de la Conferencia Episcopal, antes de hablar de justicia revisen su pasado y su presente; no banalicen un concepto tan importante porque entonces estaremos condenados, como a ustedes les gusta decir, al infierno.

La fe del ministro

Por Diego Mas

En principio, la fe de un ministro no tiene interés para nadie más que para él, aunque sea el ministro del Interior. No importaría, pues, que Fernández diga, a pesar de la sentencia del Tribunal Constitucional, que “sigo creyendo que el matrimonio es entre hombre y mujer”. Pero en España sí importa, y mucho. Porque Fernández está tratando de ocultar lo que él y el PP trataban de hacer con su recurso ante ese Tribunal: impedir por ley que otros ciudadanos tuvieran los mismos derechos que ellos para realizar un contrato civil de convivencia con otra persona, llamado matrimonio. Y no podemos olvidar que su partido ha sido fundado y han pertenecido y pertenecen a él personas que proviene de un régimen que condenaba a los homosexuales a la cárcel e incluso a la muerte. Así de claro, como así de dura y peligrosa es la ideología de no pocos de los que nos gobiernan aún en los más altos organismos del Estado. Con razón les suena fatal todo lo que sea que otros hablen de “memoria histórica”, aunque ellos no hagan sino santificar la de carniceros como Franco o Queipo de Llano. Esto nos exige una profunda y constante alerta para no perder nuestros derechos, nuestra libertad física e incluso algo más.