Por Enrique Chicote Serna
Soy funcionario municipal. Llevo trabajando con regularidad desde 1976 y a principios de primavera cumpliré 63 años. El aumento de la jornada laboral me obliga a entrar a las siete y media de la mañana (es decir, levantarme a las seis y media) para poder comer a partir de las cuatro de la tarde, o entrar a las ocho y empezar la comida a la hora de la merienda. En diciembre no cobré la paga extra. Este año tendré menos días libres y menos vacaciones. Cada vez que enferme me restarán una parte del sueldo. Se me ha ocurrido comparar las nóminas de enero de 2012 y 2013 y resulta que cobro 48 euros menos a pesar de haber cumplido un trienio más. Me han retrasado el júbilo de jubilarme y todo parece indicar que la pensión se verá severamente reducida por las modificaciones legales que se avecinan. No se lo van a creer, pero hace unos días me preguntaron qué tal andaba de motivación en el trabajo.