El ‘Palacio Ideal’ de un cartero ‘idiota’, monumento nacional en Francia

En 1879 el cartero idiota soñó un palacio. Estaba en ruta, y en su recorrido diario había tropezado con una piedra a la que llamó «Obstáculo». Esta roca le pareció singular. Imitando a profetas y locos, decidió fundar un castillo con ella.

Dedicó su vida al estúpido proyecto (33 años, 10.000 días, 93.000 horas de trabajo, dejó inscrito en uno de los muros). Carecía de conocimientos dignos en arquitectura. Nada sabía de los masones y constructores de iglesias.

El cartero Cheval frente a su trabajo terminado, en una estampa de la época. Wikimedia Commons.

El cartero Cheval frente a su trabajo terminado, en una estampa de la época. Wikimedia Commons.

Historische Bilder vom Palais Idéal du Facteur Cheval in Hauterives, Frankreich. Erbauer des Palais idéal war der französische Postbote Ferdinand Cheval. Wikimedia Commons.

Historische Bilder vom Palais Idéal du Facteur Cheval in Hauterives, Frankreich. Erbauer des Palais idéal war der französische Postbote Ferdinand Cheval. Wikimedia Commons.

Sueño tonto de cartero. Un palacio ideal, se dijo. Sería arquitecto y albañil de una obra maestra. Torres que imitarían la arquitectura hindú, torcidas y abigarradas pirámides, plagadas de iconos bíblicos, árabes y egipcios, en las múltiples fachadas que lo delimitarían. Estatuas de humanos, plantas y animales grotescos. Un delirio que terminó entrando en el catálogo de monumentos artísticos de Francia por venganza vanguardista. Arte naif, pueril, acusaron. Cosa de marginales. Naturalmente.

Palacio Ideal del Cartero Cheval. CC BY-SA 3.0. Pabix. Wikimedia Commons.

Palacio Ideal del Cartero Cheval. CC BY-SA 3.0. Pabix. Wikimedia Commons.

En este juicio el cartero no fue el tonto que muchos piensan. Cumplió, al menos, con una de sus fantasías, y es más de lo que la mayoría de gente -esclavos de los ideales de otros- puede decir: piedra a piedra levantó la catedral surrealista y la llamó Palacio Ideal; su otra quimera, el siguiente imposible, no pudo cumplirse. El Estado francés le prohibió ser enterrado en él.

 

Palacio Ideal. Wikimedia Commons

 

Se llamaba Ferdinand Cheval. Nació el 19 de abril de 1836, en Charmes-sur-l’Herbass.

Ferdinand Cheval. Wikimedia Commons.

Ferdinand Cheval. Wikimedia Commons.

Hoy su Palacio Ideal es una atracción turística, un monumento irracional situado en Hauterives. Recogió esas piedras durante 33 años aprovechando las rutas postales que debía cubrir. Sus vecinos lo consideraban, como hemos dicho, el tonto del pueblo. Podemos imaginar las chanzas al verle con los bolsillos llenos de rocas. Podemos imaginar el esfuerzo de llegar a casa, tras el arduo trabajo, con ese peso. Tardó décadas en alzar los sinuosos muros exteriores de un modo intuitivo. Finalmente tuvo que utilizar cestas y carretas ante la magnitud del proyecto. Es la obra de un solo hombre y una catedral del misterio. Amaba las cuevas y los recovecos. Cavó un estanque. Levantó fuentes. Dijo que era un himno natural y un homenaje a la cultura universal.

 

Solía trabajar al atardecer y de noche, tras cubrir la treintena de kilómetros de su ruta. Las piedras fueron ensambladas con cal, mortero, alambre y cemento. Fue completado en 1912 y mide 12 metros de alto y 26 de largo. Breton y Picasso le dieron la fama. El sueño de un cartero idiota era el surrealismo en sí mismo. Gaudí pudo ver en él a un hermano bastardo.

Fue André Malraux, en 1969, al cargo del Ministerio de Cultura, el que apoyó el proceso para que el complejo fuera declarado Patrimonio Cultural. Sus detractores decían que era un conjunto horrible, locuras reunidas por un patán.

Podemos definir al idiota en este juicio, término que viene del griego y se refiere a los marginales. Al tropezarse con la piedra, este patán, un sencillo cartero, pudo ver que de ella nacía el reflejo fantasmagórico de un palacio. La materia tiene doble nacionalidad: una física y prosaica, visible a los ojos del más bruto; y otra poética y potencial, misteriosa.

Dos mundos que conviven en uno sin que reparemos muchas veces en ello: en toda piedra habita el espíritu nonato de la estatua, una Atlántida posible, la Esfinge, el templo, o el Coliseo. La mayoría de nosotros la apartaría del camino o la usaría como arma de guerra. Solo unos pocos podrán ver el Palacio Ideal en su embrión ignorado, pero casi ninguno llegará a invocarlo, mimarlo, levantarlo, como sí hizo Ferdinand Cheval durante 33 años, el cartero loco que enamoró a los surrealistas al percibir el potencial que se escondía en su insignificante piedra.

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6 comentarios

  1. Dice ser Le palais idéal

    Todo aquel que viaje direccion a Lyon desde España deberia hacer un alto en el camino para verlo, junto a la tumba, dos monumentos singulares creados por un «simple» cartero, sobre todo porque la tumba comenzó a hacerla cuando ya tenia 78 años, no es el valor de la arquitectura en sí, sino de que una persona sin conocimientos en arquitectura llegase a construirla con las piedaras que recogia cuando iba repartiendo las cartas, algo admirable.

    03 septiembre 2018 | 14:05

  2. Dice ser Alex

    Y el estado no le dejo, que lo enterraran en su obra? yo alucino.. el estado sea cual sea siempre jodiendo..

    Seguro que si es un rico le dejan enterrarse en bajo la Torre Eiffel

    Que triste.

    03 septiembre 2018 | 14:07

  3. Dice ser Alex

    En bajo.. mejor dicho en lo ALTO de la Torre Eiffel.. por no revisar lo que escribo.

    03 septiembre 2018 | 14:16

  4. veinte-segundos

    Muy bueno, me encanta. Gracias.

    03 septiembre 2018 | 21:17

  5. Javier Rada

    Me alegro, Veinte-Segundos. Gracias a ti por leerlo. Un abrazo.

    04 septiembre 2018 | 18:22

  6. Dice ser Volunteer World

    Postman Ferdinand-Cheval built an incredible stone palace between 1879 and 1912 in his garden in Hauterives, now regarded as an extraordinary In 1879 the idiot postman imagined a palace . He was en way, and on his way he had tripped upon a stone which he called {Obstacle}.

    05 septiembre 2018 | 10:47

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