El parque mágico de Nikola-Lenivets, donde los rusos queman sus ‘Fallas’

La brújula señala la magia y está al norte, en el invierno alargado, a doscientos kilómetros de Moscú, cuyo centro son los bosques del Ugra.

El lugar se llama Nikola-Lenivets, y es un pueblo que contiene un parque, un festival y unas Fallas. Fallas como las de Valencia, fuego sagrado, o artístico, solo que aquí en vez de ninots arden instalaciones de arte moderno para conmemorar una vieja tradición eslava, la Maslevitsa.

Nikola-Lenivets es descrito como una territorio abierto al arte al aire libre, un lugar para vivir y crear, y su parque lo constituyen seiscientas hectáreas que esconden enigmáticas esculturas (28 objetos de land art).

Parque artístico Nikola Lenivets. Wikimedia Commons.

 

 

Este año ardió sobre la nieve una catedral gótica de madera con 30 metros de altura. Tres meses de construcción que se evaporaron en solo unos minutos y que no vencieron al invierno ruso, que tiene tentáculos y se ríe de la Bestia del Este.

 

El pueblecito, antaño semi-abandonado, dormita en la orilla del río Ugra, en la región de Kaluga. La zona fue habitada desde el siglo III a.C. por eslavos que aprovecharon sus colinas para levantar un pequeño fuerte. Desde el año 2000 el artista Nikolay Polissky diseña instalaciones artesanales que después son levantadas, pieza a pieza, tronco a tronco, por los campesinos, artistas y voluntarios.

Las esculturas y edificaciones parecen salidas de un pasado ancestral, erigidas a dioses ignotos con los materiales que nutre tierra. Un Stonehenge de arte moderno. Una parábola orgánica. Están hechas de ramas y tablas en desuso.

Nikolay Polissky desarrolló el proyecto como un proceso de “reanimación cultural y social” del pueblo. Y esa región remota, situada en un parque natural, es hoy la casa del festival Archstoyanie y de la bienal New Media Night para las artes digitales.

El objetivo fue crear un entorno natural autorregulado para la vida, la creación, el arte y el trabajo en armonía con la naturaleza. «Objetos, talleres y estudios, espacios públicos y áreas de alojamiento, toda la infraestructura necesaria para la vida y la creatividad que se integran en el entorno natural y el paisaje de Nikola-Lenivets», afirman en su página web.

Cual incubadora de sueños, pueden acudir a este espacio artistas internacionales y voluntarios, está abierto a la experimentación; aparecen nuevas esculturas y objetos artísticos. Alguna de ellas arderá el año que viene, porque en Rusia nadie se ríe del invierno.

 

 

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