Una comuna hípster en una antigua base militar de los EE UU en Alemania

© Carlo Ratti Associati

© Carlo Ratti Associati

Cuatro mil habitantes en una antigua base militar de los EE UU en Alemania que será reconvertida en comuna.

No hay relación alguna con los ideales libertarios, de eliminación de la propiedad y amor libre de las comunas hippies de los años sesenta. Se trata de algo mucho más actual y con un target menos belicoso: el censo occidental de hípsters y techies, esa especie (tanto monta, se mimetizan) alimentada por una altísima autoestima, una bien repleta cuenta corriente y un ansia crédula por todo lo que suene a moda, esnobismo e ingenuidad 2.0.

El Patrick Henry Village, una propuesta del arquitecto italiano Carlo Ratti, pretende reconvertir y ocupar la base militar de los EE UU en los alrededores de Heildeberg, en el estado federado de Baden-Wurtemberg. La ciudad, universitaria, cultural y muy turística, desea ser una especie de sucursal europea de Silicon Valley y confía ciegamente en las bondades de la tecnología basada en la informática, las redes y el escamoteo de impuestos.

La base militar, montada en 1947, en plena postguerra mundial, permaneció activa hasta 2013, cuando los 13.000 militares ocupantes tuvieron que largarse por el desmantelamiento de las estructuras ya inoperantes basadas en la Guerra Fría. Mientras estuvo habitada era era como un pueblecito yanqui en miniatura: capillas católica y protestante, bares, tiendas, dos escuelas, gimnasio, bolera, biblioteca, minigolf

Ahora quieren hacer de ella «un centro de convivencia, cotrabajo y correalización, impulsado por una visión de cooperación e inclusión», según los promotores de la comuna.

© Carlo Ratti Associati

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Quienes están detrás de la comuna —debe quedar claro a estas alturas que usan el término como gancho mercantil, deslindándolo del significado habitual e histórico o administrativo—, la idea es transformar Patrick Henry Village (PHV) en un «experimento para la vida futura», según declara Ratti a la BBC.

¿Cómo? La e-economía tiene la solución: co-living blocks, co-working spaces, co-transport units y, en general, todo aquello a lo que se pueda añadir el prefijo co. Se mantiene en el silencio de lo sobreentendido que implica también el co-pago y si puede ser en dinero opaco y líquido, no rastreable por la Hacienda Pública, mejor.

Ya se han empezado a enumerar modelos económicos a seguir: Uber, Airbnb, Zipcar y otras empresas que, acaso porque son intangibles, se creen con derecho a driblar las obligaciones fiscales de los ciudadanos de a pie y los autónomos en obligada extinción.

El ideario de la protocomuna —por ahora es un mero proyecto, presentado a la muy acogedora sombra de la IBA de Heildeberg, la entidad que desea hacer de la ciudad un escenario casi disney pero con procesadores Intel— está plagado de lugares comunes: «nuevos modelos de trabajo», «mercados de productos biológicos», «locales de ensayo para grupos musicales», «un área dedicada a la fabricación digital», «reciclado de materias primas», «creación de artesania con impresoras 3D», «conversión de los garajes en fab-laboratorios«, «cocinas compartidas», «espacios nuevos y flexibles»…

© Carlo Ratti Associati

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Cuando se ahonda en los pormenores sociales, el arquitecto italiano, que es también director del Senseable City Lab del MIT de Massachusetts y proyectó el Pabellón Digital del Agua de la Expo de Zaragoza de 2008, se bambolea.

¿Quién ocuparía las viviendas de la comuna?, ¿a qué precio se venderían?, ¿tendría preferencia la compra o el alquiler?, ¿sería favorable el acceso para los parados?, ¿existirían requerimientos de edad?…

Las respuestas son tan vagas como la propuesta. El villorrio hípster «estará abierto a todos» y se apunta como probable que los potenciales residentes sean invitados a presentar sus razones para querer unirse. Será la comunidad quien vote sobre el derecho a quedarse de los peticionarios. Todo el proceso se desarrollará, por supuesto, online.

Jose Ángel González

2 comentarios

  1. Dice ser Ignotis parentibus

    comuna hípster? Suena a comuna hippie. ¡que modernos!

    09 enero 2017 | 23:39

  2. Dice ser JR

    Me hace gracia el tonito despectivo, ya que entonces el tema del escamoteo de impuestos se puede hacer extensivo a otras muchas ideas como bancos de tiempo, monedas alternativas, etc, que también promueven los intercambios de trabajos entre particulares mientras los autónomos pagan impuestos.

    10 enero 2017 | 15:18

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