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Isabel Díaz Abuso, arrastrada por el MAR

Solo con una fe ciega en la estrategia de la mentira, inspirada en Donal Trump, puede Miguel Ángel Rodríguez (MAR) justificar su suicidio político con el que arrastra también a su jefa, Isabel Díaz Ayuso, aún presidenta del Comunidad de Madrid. Me consta que él sabe que sus fans, con los ojos cerrados, creerán sus bulos como verdaderos. Tapa una mentira con otra mayor. Así funciona la fe, tan alejada de la razón.

Afortunadamente, mis colegas de la Junta Directiva de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas) han reaccionado rápidamente en defensa de los periodistas amenazados por MAR con una nota de condena. «Sin Periodismo no hay Democracia». Me pido esta pancarta.

Pag. 294 de mis memorias («La prensa libre no fue un regalo)

Manifestación de periodistas ante el Palacio de la Prensa (hoy sede de elDiario.es) que no fue del gusto de los «grises» de Franco. Otros tiempos que no queremos que vuelvan.

Es triste seguir luchando por cosas tan evidentes. Pero no podemos bajar la guardia. La libertad, tan vilmente manoseada por Ayuso, es como el oxígeno. La volaras más cuando te falta. Después de Semana Santa, en la plaza del Callao, tendremos que concentrarnos para mostrar nuestra solidaridad a los compañeros de elDiario.es, amenazado por MAR con ser «triturado y cerrado».  Muy pronto, veremos pasear encapuchado al propio MAR, si aún le queda algo de vergüenza, para no ser reconocido. Por el bien de la Democracia, la pobre Ayuso, que no tiene piso ni cama propia, podría deshacerse de su Rasputín, un matón psicópata, y devolvérselo a Aznar, otro que tal baila con sus mentiras.

Cubierta de mi libro de memorias

MAR, el Rasputín de Ayuso, en la cumbre de la vileza

Miguel Ángel Rodríguez (MAR), el ex Rasputín de Aznar y ahora de Ayuso, es un bravucón astuto, tramposo y, por tanto, peligroso. Esto no es ningún secreto para quienes lo hemos sufrido de cerca. Miente, amenaza y ejecuta sus amenazas sin que le tiemble el pulso. Carece de empatía y golpea con una herradura escondida en su guante. Es un psicópata del tipo Pedro J. o Federico Jiménez Losantos, «dos viejos amigos» que recuperó Aznar para su gran mentira del 11M. Haría bien la señora Ayuso en devolvérselo rápidamente a Aznar antes de que la enfangue demasiado con los delitos fiscales de su novio. Le sirvió en su ascenso al populismo, estilo Bannon, pero dudo mucho que le sirva ahora de ayuda en su caída. Ni siquiera estando sobrio.

 

MAR, con su compañero inseparable.

Miguel Ángel Rodríguez insultó y amenazó a una redactora de elDiario.es que había publicado exclusivas verficadas de los delitos fiscales del novio de su jefa. Estas fueron sus palabras escritas en un mensaje:

“Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Que os den. Idiotas”. 

La receptora de los mensajes preguntó al jefe de gabinete de Ayuso: “¿Es una amenaza?”

“Es un anuncio”, respondió Miguel Ángel Rodríguez, quien todavía increpó a la integrante de la redacción de elDiario.es con algunos insultos más. 

 

El abrazo de MAR a Ayuso.

La actitud bravucona de MAR contra un diario no me ha sorprendido. Tengo grabado el recuerdo de la campaña de calumnias que dirigió contra el doctor Montes. Antonio Muñoz Molina tampoco lo ha olvidado y así lo recordó en su columna espléndida «La era de la vileza» en El País (15 de julio de 2023):

«Un rasgo de la edad de la vileza es la repetición metódica del abuso, la injuria y la mentira. Al volverse habituales no pierden su veneno, pero cada vez provocan menos escándalo. Es posible que los primeros sedimentos de esta nueva época fueran sembrados por este personaje público, siempre más o menos en la sombra, Miguel Ángel Rodríguez, que según dicen asesoró a Feijóo antes del debate, y que hace 15 años usó por primera vez en público, en programas de televisión, a sabiendas de que lo hacía, la calumnia contra una persona del todo honorable. Los residuos de vilezas pasadas los olvida todo el mundo, salvo los que las sufrieron. En 2008, en plena campaña derechista para desacreditar la sanidad pública en Madrid, Miguel Ángel Rodríguez llamó reiteradamente nazi en varias tertulias de la televisión al doctor Luis Montes, antiguo coordinador de Urgencias del hospital de Leganés, acusándolo de haber abusado de las sedaciones de enfermos graves para acelerarles la muerte. El embustero sabe que a partir de un cierto grado la mentira tiene un efecto paralizador, como lo tiene siempre un acto de violencia súbita, un grito, una bofetada. Las mentiras de Miguel Ángel Rodríguez trastornaron la vida y la carrera de un hombre íntegro, que ya había sido objeto de una sostenida persecución política. Los tribunales confirmaron la inocencia del doctor Montes, y condenaron por un delito de injurias a Rodríguez. Ya no importaba nada. El daño estaba hecho. Había enfermos que se negaban a ser atendidos por el médico injuriado. Y el mentiroso y condenado por la justicia convirtió su indecencia en un mérito para su currículum, que ha vuelto a situarlo en lo más alto de la influencia política en España. (..)

En el registro sedimentario de la era de la vileza resaltarán dos fechas aún más fundacionales, dos mentiras tan desvergonzadas como las de Miguel Ángel Rodríguez, pero de mucha mayor resonancia: en 2003, la mentira sobre las supuestas armas de destrucción masiva almacenadas en Irak por Sadam Husein; en 2004, la mentira del Gobierno de José María Aznar sobre los atentados del 11 de marzo en la estación de Atocha.»

Con el candidato Aznar en TVE.

Después de ser despedido de la TVE de Aznar, tras la entrevista preelectoral que le hice en 1996, puse un pleito contra la TV del nuevo Gobierno por despido improcedente. Gané el juicio, pero no pude volver a la prensa. Me refugié en la Universidad hasta que, años más tarde, fundé 20minutos. Tuve fuentes solventes que apuntaban a MAR como el mensajero de la Moncloa que amenazó a los grupos de prensa para que no me dieran empleo. Se le da muy bien amenazar… y ejecutar. No te confíes, querido Ignacio Escolar. No soportan el éxito de elDiario.es. Recuerda que MAR esconde herradura en su guante.

Solo por eso, comprenderéis que este Rasputín no sea santo de mi devoción. Por prevención, en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») no quise darle a MAR el triste crédito por sus amenazas a los medios. Su mensaje fue, más o menos, que «si me daban trabajo lo considerarían con un acto de hostilidad hacia el nuevo Gobierno». ¡Madre mía! Nunca me había sentido tan importante… pero, por si acaso, salí huyendo hacia Almería, la tierra refugio donde nací.

Esto fue lo que, en plena pandemia, escribí en mis memorias:

 

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Frankenstein vence a Drácula ¡Qué alivio!

Contra todo pronóstico (salvo Tezanos), España derrotó ayer a la extrema derecha. Los gobiernos Drácula (PP-VOX) en Valencia, Extremadura y Castilla y Leon han asustado a más de la mitad de los españoles y han impedido la victoria de la derecha con la extrema derecha en el Gobierno de España. ¡Qué alivio!

PSOE/SUMAR vence a PP/VOX

El Gobierno Frankenstein de PSOE/Sumar es más probable que el Gobierno Drácula de PP/VOX. Ayer perdieron el machismo, la homofobia, la xenofobia, la LGTBIfobia y el retroceso fatal hacia el centralismo y la censura franquista. ¡Qué bien!

La noche electoral en 20 minutos.

También es probable que, si el precio que pide Puigdemont para apoyarle es muy alto, un renacido Pedro Sánchez opte por la repetición electoral cerca de Navidad. Hoy están abiertas las dos opciones: Gobierno Frankenstein o repetición electoral. Si yo fuera Sánchez repetiría las elecciones… con Nadia Calviño de número 2.

El giro ultra pasó factura al amigo del narco

Si yo fuera Fakejóo, me retiraría a Galicia con el narco Dorado y dejaría paso libre a Isabel Díaz Ayuso (IDA) como líder nacional del PP.

Los militantes madrileños concentrados en la puerta del PP se lo gritaron anoche a Feijóo. «¡Ayuso, Ayuso, Ayuso!» fue el grito de la noche pepera. En el balcón de Genova, Feijóo se quedó sin palabras: un silencio fatal que tronó en toda España. Nadie gritó «¡Feijóo, Feijóo!».

Ayuso, en el balcón de Génova, sonríe a quienes la quieren en La Moncloa. A su lado, la muy Cuca, también sonríe como Cruela de Vil.

Anoche se me pasó el susto. Pude dormir a gusto. El dictador felón, Francisco Franco, que amenazaba con resucitar, vuelve a su tumba. España es más diversa, compleja y rica de que lo que piensan PP y VOX. Tomen buena nota. Los pactos de la vergüenza PP/VOX le han pasado factura al centro derecha.

MAR, el Rasputín de Aznar, empuja a Ayuso hacia la Moncloa.

Me pregunto qué es lo que MAR (Miguel Ángel Rodríguez), Esperanza Aguirre o Jose María Aznar le estarán susurrando al oido de Ayuso. Desde el balcón de Génova, la lideresa de la derecha/extrema derecha mostró anoche su sonrisa maléfica. Feijóo estuvo triste y cariacontecido. Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, eufóricos, ante los gritos de “No pasarán”.

Hay victorias que matan y derrotas que resucitan.

Y el vencedor fue…José Félix Tezanos, presidente del CIS. Acertó más que los encuestadores privados.

 

 

 

 

 

 

Fakejóo ni se inmuta: «Miente que algo queda»

Las mismas técnicas de las teorías de la conspiración de Trump, Bolsonaro, etc. (miente y calumnia, que algo queda) se están asentando en España.

MAR y Fakejóo, aprendiendo de Goebbels

Primero, de la mano de Miguel Ángel Rodríguez (MAR). Este asesor astuto y cínico, prestado por Aznar, que mueve la cuna de Ayuso y le consigue mayoría absoluta en Madrid. Algo bueno ofrecerá Ayuso a los madrileños para que la voten. Los alemanes también votaron a Hitler y ganó unas elecciones libres (las últimas, hasta después de la guerra mundial).

Respuesta de izquierdas en las redes al «Que te vote Txapote» de la derecha.

Albert Camus reconoce que «puedes tener razón y perder la guerra». Busco una explicación racional y no la encuentro. «Son las emociones», me dicen. ¿No serán acaso las vísceras, donde se archivan la rabia, la envidia, la venganza y el odio? El pueblo no se equivoca ni siquiera cuando vota con sus vísceras. «Algo tendrá el agua cuando la bendicen», me dicen otros. Ahora es Feijóo («Fakejóo), movido por el MAR de Goebbels, quien copia a Ayuso, a Trump y a Bolsonaro. Las teorías de la conspiración tienen una gran ventaja: son verosímiles, fáciles de tragar sin esfuerzo mental. Pero (¡ay!) tienen una terrible desventaja: suelen ser falsas y te acaban quitando la libertad. Pero, para descubrir su falsedad, hay que pensar. Y pensar cuesta. Ya lo creo. Y, a veces, incluso duele.

«El cuento de la criada», una novela espléndida y tenebrosa de Margaret Atwood.

Hoy me gustó leer la crónica de Ignacio Escolar desde su pueblo (Torresandino, Burgos). Con su permiso (y el de la directora de 20 minutos) la copio y pego aquí, en mi blog «Se nos vio el plumero». Es una buena crónica que os recomiendo. Conozco su pueblo porque allí enterramos a su abuela, cuando su padre y yo trabajábamos juntos en 20 minutos. Os la recomiendo.

Hola, José Antonio

Te escribo desde mi pueblo: Torresandino de Esgueva, Burgos. Son las fiestas patronales, las de la Virgen del Carmen; habrá orquesta, castillos hinchables, churros, tómbolas y todas esas cosas que, de niño, me hicieron tan feliz. Llegué el viernes por la tarde y me quedaré hasta el domingo, para reencontrarme con los amigos y ver a mi familia. A mis tíos, a mis primos y a mi abuelo José (93 años), que siguen viviendo aquí.

Siempre digo que yo soy de pueblo, pero no como lo somos casi todos en Madrid. Torresandino no es solo el lugar donde nacieron mis padres y donde después veraneé. Yo también me crie aquí, hasta que mi familia tuvo que emigrar a Madrid en busca de futuro, como tantas otras. De niño, en el pueblo me conocían como el nieto del lechero –por mi abuelo José, que tuvo vacas hasta que se jubiló–. O como el hijo de la cartera. Porque mi madre trabajó muchos años en Correos y, en ocasiones, la acompañaba a repartir las cartas y los certificados por las calles de Torresandino y por las del pueblo de al lado donde también repartía, Villatuelda.

Mi madre recuerda bien lo duras que son las campañas electorales para los carteros. ¡Lo que pesa la propaganda de los partidos! Era en unos años –principios de los 80– cuando aún usaban valijas, unas plúmbeas carteras de cuero que se colgaban al hombro para desgracia de las cervicales de los pobres carteros. Más tarde, cuando nos mudamos a Madrid, mi madre y otras compañeras de Correos (en el distrito de Moratalaz, donde vivíamos entonces) abandonaron esa tortura y empezaron a utilizar un carro de la compra, soportando las bromas de algunos de sus compañeros. Usaban entonces el que tenían en casa, que se pagaban de su bolsillo, hasta que la empresa entró en razón y empezó a repartir esos carros amarillos que hoy usan casi todos los carteros. También esos hombres que, en un primer momento, despreciaban los carros como un accesorio femenino y preferían destrozarse la columna. Ya sabes, hay quien cree que un verdadero hombre solo puede usar algo con ruedas si corre mucho y contamina –y esto no solo cuenta para las bicis o los carros de la compra, también para los carros de bebé–.

Recuerdo todo esto porque conozco bien a ese cuerpo de funcionarios, a los sufridos carteros. Casi te diría que me crié allí. Y tal vez por eso me han indignado tanto estas palabras de Alberto Núñez Feijóo. Especialmente viniendo de alguien como él, que fue presidente de Correos. Que conoce esa casa mejor que yo. Y sabe perfectamente que sus gravísimas insinuaciones sobre una manipulación del voto por correo son una pura invención.

  • “Les pido a los carteros de España que trabajen al máximo, mañana, tarde y noche. Y que aunque no tengan los refuerzos suficientes, que sepan que custodian algo que es sagrado de los españoles, que es su voto. Y por eso les pido a esos carteros, con independencia de sus jefes, que repartan todos los votos antes de que venza el plazo.”

El diablo está en los detalles y, en este caso, en las palabras que pongo en negrita: “Con independencia de sus jefes”. Y no hay que ser muy suspicaz para interpretar cuál es el mensaje que Feijóo está dando a entender. Un discurso envenenado que no solo manda él y que por eso no es casual. Porque conecta con una extendida teoría de la conspiración que, desde hace tiempo, difunden varios medios y políticos de la derecha y la extrema derecha. Esa idea tóxica para la convivencia: que el pérfido Gobierno de coalición, el malvado Sanchismo, estará dispuesto a todo con tal de conservar el poder. Incluso un pucherazo electoral.

No es siquiera la primera vez que azuzan esta teoría de la conspiración. Pasó lo mismo en las anteriores elecciones, en las municipales y autonómicas. Donde el Partido Popular cerró su campaña electoral con un mitin en el que Isabel Díaz Ayuso acusó abiertamente al Gobierno de amañar las elecciones (“Sánchez se irá como llegó: con un intento de pucherazo”, fue la frase literal). Una brutal acusación sin base alguna, que hermana al PP con Bolsonaro y Trump. Una enorme barbaridad que Feijóo, que estaba allí presente, no cuestionó.

Luego pasaron aquellas elecciones. Y más tarde descubrimos lo que cualquier persona informada ya sabía: que ese tipo de pequeños escándalos de compra de votos por correo en algunos pueblos han ocurrido siempre, que son normalmente irrelevantes y que no forman parte de ningún plan organizado a gran escala. También supimos que en Mojácar –epicentro de la supuesta corrupción electoral del PSOE porque allí veranean Pedro Sánchez y Félix Bolaños– el único detenido por comprar votos que terminó encerrado en prisión era un apoderado del PP. Pero nadie ofreció disculpas desde la derecha. Ni tampoco les ha temblado la mano para volver a usar otra vez esta misma treta indecente.

Es un mensaje tóxico para la convivencia democrática. Otro más. Porque sea cual sea el resultado, estas elecciones serán recordadas por varias tácticas sucias de manual: las infundadas acusaciones de pucherazo y ese lema oficioso de la derecha y la extrema derecha que debería avergonzar a cualquier demócrata: “Que te vote Txapote”. Que ya ha llegado a los Sanfermines, o incluso a las bodas.

Lo expliqué en otro artículo que publiqué esta semana:

  • Los líderes políticos tienen una importante responsabilidad: marcan los márgenes de lo aceptable en el debate público y guían a los demás. Son límites importantes, porque cuando los políticos estiran el discurso hacia el odio alguien puede llegar más allá. ¿Es un marco aceptable la deshumanización del rival político y de quienes no piensan como tú? ¿Hay alguna deshumanización mayor que equiparar al otro con un asesino? ¿O es que todo vale?

Las preguntas finales son retóricas. Porque la realidad es que sí, que todo vale. Y es evidente también por qué el Partido Popular lanza estos infundios o hace suyo este discurso de odio. Son tres razones.

  1.  Porque sirven para movilizar el voto de la derecha.
  2. Porque sirven para que una parte del voto de izquierda se quede en casa.
  3. Porque sirven para desviar la atención.

Y por eso no es tampoco casualidad que Feijóo alentara esta teoría de la conspiración sobre el voto por correo los mismos días en los que el PP y Vox, en Extremadura y en la Comunitat Valenciana, culminaban su pacto para alcanzar el poder. En el caso de María Guardiola, con el oprobio de traicionar esos mismos principios, esa misma palabra, que la presidenta de Extremadura hace muy pocos días defendió.

Hay una cuarta razón, una que siempre está ahí. Feijóo lo hace porque puede. Porque le sale gratis. Porque cuenta con la complicidad y la colaboración de la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Por eso, en la política española, aplica una teoría del embudo, donde la derecha siempre tiene el lado ancho y la izquierda el estrecho.

Es lo mismo que pasó en el debate electoral del pasado lunes, el famoso cara a cara. Usar la mentira para descolocar al oponente y desviar la atención. Para más tarde, todo serio, proclamar:

  • Alberto Núñez Feijóo: “El activo más importante que tiene un político es decir la verdad. Y la verdad nos acompañará en todas y cada una de nuestras decisiones. Con la verdad vamos a ganar las elecciones. La verdad siempre le gana a la mentira”.

La verdad siempre le gana a la mentira, dice Feijóo. Y de todas las mentiras del líder del PP, esta es sin duda la más cínica de todas.

Me despido por hoy. Pero antes, una buena noticia: el éxito de un equipo de investigadores españoles que han dado un importante paso para lograr resucitar a la primera mariposa que se extinguió por culpa de los humanos.

Que tengas un buen fin de semana. Ojalá lo pases tan bien como un niño en una verbena de pueblo. Ojalá regresen las mariposas extintas. Ojalá triunfé siempre la verdad.

Un abrazo, José Antonio. Y gracias por tu apoyo a elDiario.es. Nuestra voz es posible porque nos apoyan personas honestas como tú.

Ignacio Escolar

Gracias, Ina, por tu crónica… de pueblo.

Yo pensaba que Feijóo era un conservador moderado…

Fui un ingenuo. Pensaba que Feijóo era un conservador moderado, no un VOX con piel de cordero.

MAR, el Rasputin de Aznar y Ayuso, asesora a Feijóo. ¡Qué miedo!

Las 9 grandes mentiras flagrantes del cara a cara con Sánchez (sin citar la fuente) y su presunción, ruin y miserable, del pucherazo en Correos («que trabajen los carteros, con independencia de sus jefes») me han hecho cambiar de opinión.

Como hizo Trump, Feijóo maltrata a una institución pública como Correos con el fantasma del fraude…

Si no gana, Feijóo ya tiene un fantasma para deslegitimar al vencedor en las urnas. No son verdaderos demócratas. No aceptan la alternancia, base de la Democracia. Ya lo hizo Aznar con Zapatero («presidente por accidente») cuando, el 14-M de 2004, el PP perdió las elecciones tras su mentiras de ETA y no Al Qaeda en la masacre del 11-M.

La mentira tiene las patas cortas… pero, a corto plazo, puede emocionar a sus partidarios.

Miguel Ángel Rodríguez (MAR, prestado por Aznar y Ayuso) le ha convertido en un franco-trumpista de tomo y lomo. Seguí de cerca las dos campañas sucias que hizo Trump del brazo de Bannon (su MAR particular) y me asusté.

Conozco a MAR. Sé de lo que es capaz. Una inteligencia astuta al servicio del mal.

Pensé que eso no podrían pasar nunca en España. Me equivoqué. Ahora recuerdo a Albert Camus sobre la guerra civil española: «Puedes tener razón y perder la guerra».

No se les cae la cara de vergüenza al manosear y dividir a las víctimas de ETA (que no mata desde hace años) para ensuciar la campaña electoral.

Pues eso, Pedro Sánchez. No te confíes. No vayas tan sobrado. Feijóo lleva una herradura en su guante. Tómatelo en serio.  Yo me estoy asustando mucho por el túnel oscuro y tenebroso que se avecina para mi patria.

«El cuento de la criada», de Margaret Atwood, siempre me dio miedo. Ahora, mucho más.

Por eso, animo a todo el mundo a votar. Más vale prevenir que lamentar. Más vale votar que llorar.

En Alemania estaría prohibido cantar un himno de Hitler. Algo como el «Cara al Sol, el himno de la Falange, no se podría cantar por estar ligado a una dictadura cruel como fue la de Franco, el dictador felón.

Como respuesta a «Que te vote Chapote», contra Sánchez, en las redes ha surgido este otro contra del pacto PP-VOX

Mensaje en clave de oculista.

 

¿Soy anti español si voto al PSOE? ¡Sosegaos!

¿Soy anti español si voto al PSOE?

El eslogan maquiavélico y perverso “Sanchismo o España” de Feijóo, el derogador, (“que le vote el del bote”, digo yo) es enemigo de la España que construimos entre todos con la Constitución del 78. Dudo que alguien de la derecha me gane a patriotismo. Sin embargo, por sentirme socialista a fuer de liberal, la derecha dura me coloca en la anti España, junto a los heterodoxos de Menéndez Pelayo. Desentierran el hacha de la dos Españas. Ya veo por qué. Todo le vale y el fin justifica los medios. A algunos les resulta rentable la tierra quemada con tal de alcanzar el poder. A mí no. Y a muchos amigos y conocidos de derechas, tampoco. ¿Qué hacer?

Lo primero, escuchar a los que no piensan o juegan como yo. Si pierdo al tenis es porque he jugado peor que mi adversario. ¿Qué hice mal y qué hizo bien el vencedor?

Mensaje de Manuel Saco que hago mío.

El coste de pacificar la parte sediciosa de Cataluña, de arreglar los platos rotos por los separadores Rajoy y Aznar, antes de la declaración de independencia de los separatistas del Parlament, ha sido muy alto. Quizás no había alternativa, pero en el resto de España el acercamiento de Sánchez a ERC (quitar la sedición, reducir la malversación, etc.) ha tenido un coste electoral muy alto en municipales y autonómicas. Lo entiendo. No hay mal que por bien no venga. Cataluña se separa hoy de España mucho menos que en tiempos de Rajoy.

No digamos el gran error de la Ley del “sí es sí” y el empecinamiento de Podemos para no remediar inmediatamente el desaguisado. Ahí creo que murió la coalición PSOE-Podemos. El PP tuvo el acierto genial de votar con el PSOE contra Ione Bellara e Irene Montero, dos nombres quemados y que serán disuasorios en cualquier lista electoral. Con el “sí es sí” acertó el PP y erró el PSOE.

A mi juicio, acierta el PSOE cuando vota con el PNV para cerrar el paso a Bildu en Álava, por ejemplo. Aunque el eslogan le fue muy rentable, a fuer de hipócrita, se equivocó el PP con eso de “que te vote Chapote”. Iba dirigido, con mala fe, a las tripas, no al cerebro ni al corazón de los españoles. Las emociones (y las tripas) son traicioneras. ¿Acaso no negoció Aznar con ETA a la que definió como Movimiento Vasco de Liberación y autorizó cientos de traslados de etarras al País Vasco? ¿A qué viene ahora eso de “que te vote Chapote” contra el partido que acabó, de verdad, con el terrorismo de ETA?

El PSOE acertó con sus medidas de fondo de carácter social (subida del salario mínimo, pensiones, reforma laboral, etc.). Muy oportuno el artículo sobre “¿Qué hicieron los romanos por nosotros?” Se equivocó al vender chuches de última hora (cine más barato, inter rail para jóvenes, etc.). Ir del brazo del populismo de Podemos (que critica a los empresarios con nombres y apellidos, que se emperra en dividir al feminismo con minucias de la ley Trans, etc.) ha tenido un coste electoral muy alto para el PSOE. Dime con quien andas y te diré quien eres.

Para mí el error más gordo del PSOE es no haber sumado a los socialistas liberales que, aunque ya van rozando la ancianidad, adelantaron la civilización y cambiaron España durante 14 años: Felipe González no puede faltar en la foto con Pedro Sánchez. Y algo habrá que hacer para que Alfonso Guerra, artífice principal en la sombra de la Constitución del 78, junto con mi amigo y maestro Fernando Abril Martorell, no vuelva a recomendar nunca más que votemos en blanco.

Muchos vecinos de mi pueblo (Villanueva de la Cañada) nos seguimos queriendo después de votar al centro derecha o al centro izquierda, y me pregunto ¿qué les pasa a nuestros dos grandes líderes políticos emperrados en radicalizar y tirar de nosotros hacia los extremos?

Ni Feijóo es un narco ni Sánchez un etarra. ¿A qué esperamos para luchar decentemente por el centro? Y que gane el mejor. Tengo envidia por las grandes coaliciones derecha/izquierda que los alemanes hacen en caso de apuro. Imaginemos un debate en televisión sobre el futuro de la economía española entre las dos cabezas más singulares del PP y del PSOE, Luis Garicano (ex Ciudadanos) y Nadia Calviño (nº 2 del PSOE en el Gobierno). Sus márgenes de maniobra serían pequeños y sus discrepancias no tendrían nada que ver con las “gamarradas” de Cuca, la rabiosa monja alférez del PP, o los golpes bajos que MAR (Miguel Ángel Rodríguez, el Rasputín de Aznar y Ayuso) dirige, sin pudor, a las tripas de los españoles más ignorantes o apáticos.»¿Comunismo o libertad?» ¡Vamos, hombre!

Falta alguien como Adolfo Suárez, Felipe González, Fraga Iribarne o, incluso, Santiago Carrillo (padres de la Democracia) que les diga a los suyos, a voz en grito: ¡Sosegaos!

Amén.

 

 

4-M: “El patillas” frente a Sánchez

Aznar, El patillas, junto al grandullón Villalonga, en El Pilar

Aznar, presidente del Gobierno, con Villalonga, presidente de Telefónica

Muchos reconocen a José María Aznar como “el hombrecillo insufrible” (según le bautizó el canciller Kohl). Sin embargo, mucho antes, sus compañeros de pupitre del colegio “pijo” de El Pilar (Barrio de Salamanca, Madrid) le conocían como “El Patillas”. Cuando, no me explico por qué, llegó en 1996 a presidente del Gobierno, Aznar amenazó con retirar la palabra y no dar pupitre en empresa pública a quien le llamara “Patillas”.  (Yo le entrevisté el día antes en TVE y me costó el puesto de corresponsal en Nueva York).

Juan Villalonga, el joven más alto y fuerte de la pandilla, solía proteger al bajito y debilucho Aznar. Le llamaba “normalito”. Juan era algo así como su primo el de Zumo Sol. “El Patillas” le compensó con la presidencia de la Telefónica.

 

Desde antes de aterrizar en Madrid, de la mano de Manuel Fraga, José María Aznar tuvo debilidad por el joven Miguel Ángel Rodríguez (MAR) con quien compartía el amor al vino y a la conspiración política. Fue su Fouché, su Rasputín y su sicólogo de cabecera. Le conocí bien.

Cuando el superviviente Pedro Sánchez ocupó el despacho que había sido suyo en La Moncloa, “El Patillas” no tardó nada en insultarle como “tonto útil”. Es su estilo de hacer política. En realidad, es el estilo de MAR, su alter ego.

Aznar con MAR

 

Para combatir a Sánchez, Aznar ayudó a Isabel Díaz Ayuso (IDA) prestándole nada menos que a su MAR para que le susurrara maldades al oído. ¿De dónde salió, si no, el eslogan colosal de los convulsos años 30 “Comunismo o Libertad”?

 

MAR es a la señora IDA lo que fue Bannon al señor Trump: un fabricante de misterios y mentiras, un tejedor de odios que la arrastra irremisiblemente hacia la extrema derecha. Lo descubrimos cada día en el lenguaje de IDA. MAR es su ventrílocuo.

 

Y detrás está – ¡pobre centro derecha soñado por Casado! – el mismísimo José Mari, el pequeño Patillas, tratando de vencer al gigantón Sánchez. IDA podrá ganar Madrid el 4-M, como Trump ganó hace cinco años, con semejantes trucos maliciosos y engaños, la presidencia de EE.UU. Pero, aliado con VOX, dudo que el PP de Aznar (perdón, Casado) pueda ganar al PSOE de Sánchez en las próximas elecciones generales dentro de dos años. Ese es el regalo envenenado de MAR. ¿De qué te sirve ganar Madrid con el discurso de VOX si te alejas de La Moncloa?

El señor MAR con la señora IDA

 

Aznar frente a Sánchez, dos gladiadores en la arena. Con dos historias y dos estilos diferentes. Uno, El Patillas, bajito y debilucho, de El Pilar, un colegio privado religioso y caro de la alta burguesía madrileña. El otro, el “tonto útil”, alto y fuerte, jugador de baloncesto en el Estudiantes, del Ramiro de Maeztu, un instituto público de la clase media, barato, aunque, eso sí, con vestigios ilustrados de la vecina Residencia de Estudiantes / Institución Libre de Enseñanza. Por allí pasaron, García Lorca, Buñuel, Dalí, Juan Ramón, Salinas, Ortega…

 

Descomunal batalla nacional se avecina el 4-M en Madrid. Miedo me da.