Entradas etiquetadas como ‘Manuel Saco’

Mongolia contraataca con «¡STOP INQUISITION!

La editorial de Mongolia, perseguida por los Abogados Cristianos en los tribunales, y absuelta, acaba de dar un nuevo salto en su campaña en favor del laicismo: presentará una querella contra sus perseguidores.  Les acusa de fraude procesal y otros delitos.

¡Stop Inquisition!

Además, propone reunir 35.000 euros (por micro mecenazgo) para lanzar la segunda edición del libro de Manuel Saco ,«NO HAY DIOS (probablemente)», con la intención de presentarlo por toda España. Ya me apunté como modesto mecenas.

El domingo de Ramos, Manolo Saco paseaba su libro por la calle Alcalá de Madrid y tropezó con la procesión…

El miércoles 20 de marzo, ante un público entregado y con buen humor, Ana Cañil, Ignacio Escolar (director de elDiario.es) y un servidor presentamos el libro de Saco en el Teatro del Barrio de Madrid. Todos a favor.

Pere Rusiñol, mongol mayor, celebra la salida del libro de Saco y presenta a los presentadores: Ignacio Escolar, JAMS, Ana Cañil y Manuel Saco.

La entrevista de Manuel Saco en elDiario.es resume muy bien el contenido del libro. Por ser mecenas del libro, Mongolia me regaló una camiseta que, mira por dónde, no hace milagros. El sábado, tras un intenso partido de tenis de dos horas, sudé la camiseta y perdí por 2-1 frente a mi hijo Erik.

Mongolia tampoco hace milagros.

Manuel Saco con su libro «NO HAY DIOS (probablemente)»

 

Si no defendemos la libertad, merecemos perderla

Estoy escandalizado y sorprendido. Escandalizado por las amenazas de Miguel Angel Rodríguez (MAR) de «triturar y cerrar» elDiario.es. Sorprendido por la tibieza (quizás, el miedo justificado) de mis colegas periodistas en activo que no reaccionan antes las amenazas del Rasputín de Isabel Diaz Ayuso, presidenta de la CAM, herida por los delitos fiscales de su novio. Ahora, desde el Poder, añaden bulos, al estilo Donald Trump, acusando falsamente a colegas nuestros (¡encapuchados!) de acosar a los vecinos de Ayuso y de querer asaltar su casa. Algunos medios, próximos al PP, se han tragado los bulos. En tiempos no muy lejanos, por mucho menos, los periodistas habríamos organizado una concentración, naturalmente pacífica, en la puerta de elDiario.es (Palacio de la Prensa, en Callao) en solidaridad con nuestros colegas amenazados y en defensa de la libertad de expresión que es un derecho de todos los ciudadanos no solo de los periodistas. Cuando ves las barbas de tu vecino…

La Asociación de la Prensa de Madrid (y las de España) y las Facultades de Periodismo deberían tomar la iniciativa con urgencia. Si la convocan en día laborable, iremos los jubilados… que ya perdimos el miedo a perder nuestro empleo. Si es en fin de semana, pueden venir periodistas valientes en activo y estudiantes de Periodismo que no pueden ser despedidos por manifestarse en Callao. No sería la primera manifestación de periodistas en la puerta del Palacio de la Prensa en Callao. Yo recuerdo una emocionante, recién muerto el dictador Franco, a la que no pude asistir por estar curándome la heridas causadas por las torturas de mis secuestradores. Ahora será solo contra las amenazas de cierre de un diario. Esto es progreso.

Mi primer mensaje de esta mañana en redes sociales

Asamblea de periodistas en el Palacio de la Prensa en Callao (1976), donde hoy está la sede del amenazado elDiario.es. Aprobaron la manifestación en defensa de la libertad de expresión.

A los «grises» no les gustó la manifestación en Callao. Hubo palos y detenciones.

La «mani» echó a andar por la Gran Via hasta que llegaron los «grises».

El artículo que provocó mi secuestro y mi cara magullada y quemada.

Pag. 294 de mis memorias («La prensa libre no fue un regalo», Marcial Pons)

Portada de mi libro de memorias.

Al menos, esta tarde, a las 19.00h, en el Teatro del Barrio (calle Zurita, 20, Madrid), podré dar personalmente un fuerte abrazo de solidaridad a Ignacio Escolar, director de elDiario.es. Ignacio, Ana Cañil y yo vamos a presentar el libro de Manolo Saco «No hay Dios (probablemente)», editado por Mongolia.

 

«No hay Dios (probablemente)», el libro de Saco

Anotad lugar y fecha: Teatro del Barrio, calle Zurita, 20 (Madrid), el miércoles, 20 de marzo a las 19.00h. El libro «No hay Dios (probablemente)» será presentado en Lavapies por Manolo Saco, Ana Cañil, Ignacio Escolar y un servidor. Ya está (probablemente) en las librerías valientes. También podrá comprarse a través de la web de Mongolia. He tenido el privilegio de leer el borrador (que nació de sus columnas en 20minutos), y os lo recomiendo vivamente. Primorosamente escrito, mezcla humor y terror (no sé en que orden) y rezuma sabiduría, gracia y valor. Este libro es una fiesta para los ateos, agnósticos y librepensadores y, quizás, una pesadilla, con «duelos y quebrantos», para los creyentes o medio creyentes. Incluso puede gustar a los no creyentes, pero sí practicantes en bautizos, bodas, primeras comuniones, procesiones o entierros.

Calle Zurita, 20, Madrid, a las 19.00 h. del miércoles 20 de marzo, con Ana Cañil, Ignacio Escolar, Manuel Saco y un servidor.

Manolo Saco con el primer ejemplar de su nuevo libro. Mongolia ha hecho una edición impecable. ¡Bravo!

Hay que comprarlo antes de que la Inquisición, tan amante de las hogueras, o los Abogados Cristianos (sus herederos) lo quemen. Es una joya. Decía mi admirado Melville en Moby Dick que «la fe, como las hienas, se alimenta alrededor de las tumbas». Pues eso. El miedo a lo que no hay después de la muerte sobrevuela por las páginas provocadoras y sabias de este libro. No te lo pierdas.

Portada (que tanto da que pensar) y solapa del libro de Saco

Soy testigo del encuentro provechoso de Pere Rusiñol, alma de Mongolia, con Manolo Saco, durante la procesión cívica que hicimos, de la mano de Nieves Concostrina, por las tumbas más celebres del cementerio civil de Madrid, tras el duelo por la muerte de nuestro querido Ramón Lobo. Allí mismo, entre lápidas, mientras «íbamos dando tumbas», según el Saco, llegaron al acuerdo de publicar este magnífico y edificante libro. La ciencia y la razón frente a la fe. ¡Lobo lo celebraría tanto!

Contra cubierta del libro de Saco

 

Las personas merecen respeto. Las ideas, no

Todas las personas son, a mi juicio, respetables. Las ideas, no. Las ideas pueden y deben estar sometidas toda crítica por demoledora o constructiva que ella sea. Lo he compartido mucho con mi amigo Manolo Saco, otro ateo e internacionalista como yo, cuando hablamos, por ejemplo, de religiones o de naciones. Este viernes, en el Teatro del Barrio de Madrid, Saco presentó con brillantez el proyecto de su libro «No hay Dios (probablemente)» que publicará muy pronto la revista Mongolia (crowdfounding o micro mecenazgo mediante, verkami.com). He disfrutado mucho del manuscrito y, por eso, recomiendo su lectura y divulgación por doquier. No te lo pierdas.

Entrevista a Manolo Saco en la revista Mongolia.

Pere Rusiñol, director de Mongolia, perseguido con cuatro querellas de asociaciones católicas fanáticas por «ofensas a los sentimientos religiosos» (residuo legal anacrónico de la blasfemia medieval), mantuvo un diálogo muy rico con Saco sobre el libro. 

Pere Rusiñol y Manolo Saco dialogan sobre el libro «No hay Dios (probablemnte)» en el acto de Mongolia en el Teatro del Barrio de Madrid

Portada del último número de la revista Mongolia.

Como Saco, Daniel C. Dennett, predica contra las religiones, generadoras de fanáticos. Este filósofo apuesta por la ciencia, no por la fe. (El País, 29 de octubre de 2023)

Guía de Ramón Lobo para homenajear a los disidentes en el cementerio civil de la Almudena. Mis nietos han marraneado la página de Mongolia sin que yo pudiera evitarlo.

Recuerdo aquí la emocionante ruta que nos marcó el gran Ramón Lobo, poco antes de morir el verano pasado, ya que fue durante este paseo por el cementerio civil de Madrid cuando Pere Rusiñol y Manolo Saco acordaron publicar el manuscrito de «No hay Dios (probablemente)». Yo fui testigo privilegiado (casi celestino) de aquel acuerdo. Otro milagro póstumo de nuestro querido Ramón Lobo. ¡Cuánto le echamos de menos!

Mientras, guiados por Nieves Concostrina, íbamos repartiendo las flores del coche fúnebre de Lobo por las tumbas otros famosos ateos («íbamos dando tumbas por el cementerio», según Saco), no pude evitar recordar a mi admirado Herman Melville cuando escribió en Moby Dick que «La fe, como las hienas, busca su alimento alrededor de las tumbas». Así es.

 

 

 

 

«La muerte es un problema para quien no ha vivido» (RamónLobo).

En el homenaje a Ramón Lobo me he percatado de que aún no hemos cerrado la herida que nos provocó su muerte tan prematura. Un montón de amigos nos hemos juntado hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para recordarle. Reunión emocionante y, tratándose de nuestro Lobo, divertida. ¡Cómo le echamos de menos! Varios amigos han citado una de sus frases que siempre me impactó: «La muerte es un problema para quien no ha vivido».

Entre todos ellos, el discurso cariñoso de Manuel Saco (mi hermano menor en nuestra familia inventada) me llegó al corazón. Por eso, lo copio y pego a continuación:

Palabras de Manuel Saco en el homenaje a Ramón Lobo:

«Reconozco que no es fácil mantener el duelo por amigos como Ramón Lobo, él que me eligió como hermano mayor en su familia inventada. Sé por experiencia que los recuerdos y la pena, tras la pérdida de la persona amada, van siendo poco a poco amortiguados por nuestros afanes diarios, a menudo hasta desvanecerse para siempre.

Pero en su caso, no todo está perdido, gracias a las nuevas tecnologías. Para los que ya estamos en esa edad en que una enfermedad, que no recuerdo cómo se llama, hace estragos en la memoria, algunos medios de comunicación, como whatsapp, pueden crear la ilusión de que el ausente no se ha ido del todo, que en cierto modo permanecerá atado a nosotros durante lo que quede de nuestras vidas. No sé si habéis hecho el ejercicio de repasar conversaciones de días, meses o años atrás, pero os aseguro que, en el caso de Ramón, su ingenio y su genio hacen imposible mantenerle el duelo con el decoro debido.

Ese whatsapp, al que me he aficionado en esta ausencia suya, es como un notario de todas las complicidades que nos unieron durante más de treinta años. Aun más, como un diario de sesiones sobre las luces y las sombras de nuestra amistad, de nuestras filias y fobias, conversaciones intrascendentes a veces o relámpagos de ingenio, como bien saben sus lectores y seguidores en las redes sociales.

Como los dos nos entendíamos mucho mejor escribiendo que hablando, nos atrevimos a dejar por escrito cuánto nos queríamos, esa tierna tontería que tanto nos cuesta decirnos a viva voz y a la cara entre amigos. Conservo también, claro, sus mensajes de audio que me mantienen la ilusión de que todavía puede hablarme, y me permiten oír su risa socarrona cuando musitaba entre comillas, esa modulación de voz tenue que parecía convertirlo todo en un secreto.

El repaso de nuestras conversaciones de whatsapp es también un viaje a los vaivenes de la política de este país en los últimos años. A veces entre interjecciones de indignación, a veces completado con el emoji que te guiña un ojo cómplice, a veces entre signos de interrogación, como cuando intentábamos explicarnos el ascenso de los neonazis en España o la atracción letal que ejerce la simpleza y la estupidez en parte del electorado. Y aquí venía en nuestro socorro Truman Capote cuando aseguraba que “siempre hacen más ruido las latas vacías que las llenas. Pues lo mismo ocurre con los cerebros”.

Además de su hermano mayor, ejercí durante años de chef de guardia. Ramón era lo que se conoce como un cocinillas, un bon vivant amante de los buenos vinos y la buena mesa. Y nos consultábamos y copiábamos recetas y tiempos de cocción, como dos científicos delante de una placa de cultivo en la que crecen bacterias multicolores, células y semillas. Y nos intercambiábamos fotos con el resultado final que, en verdad, parecían placas de Petri suculentas, de callos a la gallega que luego habrían de tener consecuencias irremediables de ventisca o temporal. Una vez, tras una comilona de fabada asturiana en la que se incuban esas tempestades, me envió un recorte de periódico con este titular: “Según el Juzgado de violencia de género número 1 de Valencia, soltar una ventosidad ante su pareja es violencia de género”. Y yo le contesté: “Pues a ti te habrían condenado a muerte”. Desde entonces supe que no existe verdadera amistad si tienes que aguantarte los pedos.

Compartíamos otra pasión: los gatos. Él tenía solo dos. Uno de ellos rubio, rechoncho, amoroso, siempre demandando mimos, amante del sillón… completamente mimetizado con su dueño. Pero por mi jardín hacían piña una pandilla de seis o siete gatos que venían a preguntar sobre lo suyo puntualmente dos veces al día: al desayuno y a la cena. Buena parte de nuestro whatsapp lo ocupan decenas de fotos de nuestros gatos en todas las posturas, acompañados de comentarios cursis de abuelos embobados. En cambio, creo que tan solo una vez mencionamos a Kierkegaard… quizá porque ambos éramos ateos.

Sí. En el tiempo dilatado en que le conocí, Ramón pasó de un anticlericalismo visceral, pues consideraba a la clerigalla antidemocrática, correa de transmisión de los poderosos, cómplice de las peores dictaduras del planeta, pasó, digo, a un agnosticismo difuso con el que mortificaba a su piadosa madre. Solo en la madurez abandonó el agnosticismo, que es como negar a dios con la boca pequeña, por si las moscas, para entrar decididamente en el paraíso de los ateos donde ningún dios vengativo te espera para leerte la cartilla el día de tu muerte.

El hilo de whatsapp está plagado, también, de consultas gramaticales y literarias. Esa duda e inseguridad en la que viven siempre los autores. Con el tiempo nos hicimos editores y correctores de nuestros respectivos libros, agradecidos a que solo nosotros conocíamos nuestras torpezas y carencias. Creo que me toca dar el último remate a la edición de su último libro nonato. Tengo ganas de que llegue a mis manos. Sé que me costará seguirle.

Ramón vivió muy de cerca la pérdida de la mujer que acompañó mi vida durante casi cuarenta años. Aunque separados quinientos kilómetros, sentí su preocupación, cariño y aliento cada día, a través del whatsapp. Cuando yo le decía que no se imaginaba el desgarro que suponía para mí su pérdida, me contestó como un resorte: “La pena solo se puede sentir. Es imposible contarla”.

Ahora lo sé, porque no encuentro mejores palabras para contaros esto que siento. Siempre me quedará la duda de si yo supe estar a la altura de la generosidad de Ramón en su último año de martirio. Tres días antes de su muerte, a solas, con sus gatos como testigos, nos hicimos un selfi juntos, él componiendo el signo de la victoria con dos dedos de su mano izquierda, yo improvisando mi mejor sonrisa del que acompaña al reo al paredón. Y, con un hilo de voz, me juraba que había sido un hombre con suerte.

Mes y medio antes, el 20 de junio, cuando ya conocía su sentencia de muerte, le escribí que yo no era muy bueno para dar ánimos, “pero antes del viaje definitivo tienes pendiente, cuando te recuperes emocionalmente, un viaje a Galicia para charlar con tu hermano mayor sobre lo absurdo y hermoso que fue vivir. Un beso de oso amoroso, hermano. Recuerda que te quiero”.

Así le dije. Y así se lo recuerdo cada día desde entonces.»

Tengo fotos preciosas del homenaje, pero mi ordenador (que cambié ayer de sitio) ya no me permite pegarlas en este blog. Dice que pesan mucho. Lo siento. Preguntaré a mi hija en cuanto la vea. O a Melisa, de 20 minutos, que se lo sabe todo.

 

 

Un selfie de Manuel Saco con Ramón Lobo

Le acabo de pedir a mi amigo Manolo Saco que guarde algún párrafo de la despedida de su hermano adoptivo Ramón Lobo (que copio y pego, a continuación) para que lo repita en mi obituario.

El último selfie de Manolo Saco con su hermano Ramón Lobo.

Nuestro Ramón tenía dos familias, la biológica y la adoptiva. En una de sus obras (no recuerdo si fue en «Todos náufragos» o en «La ciudades evanescentes»), Lobo le dice a su madre que va a visitar a su hermano Manolo a Ourense. La madre, ya muy mayor, le replica: «No sabía que tú tuvieras un hermano».  El hijo se lo explica así a su madre: «Mamá, yo tengo dos familias, una biológica y otra adoptiva. Y tú estás en las dos».  Ese es mi Ramón. El que se fue «por una senda clara» marcándonos un camino de esperanza. Adiós, querido Ramón. Me quedo con tu hermano Manolo a quien, por admiración y envidia (no sé en qué orden) yo llamo Mozart. Él me llama a mí Salieri. Y no le falta razón.

Con permiso de Manolo Saco y de Ignacio Escolar, director de eldiario.es, copio y pego a continuación, en mi blog de 20minutos.es, el obituario emocionante que Saco ha dedicado a su hermano Lobo.

eldiario.es

Un selfi con Ramón Lobo

Selfi de despedida del periodista Manuel Saco con Ramón Lobo el 29 de julio
6 de agosto de 2023 22:21h
Actualizado el 07/08/2023 05:30h

Creo que ya todos lo sabéis: desde el miércoles 2 de agosto, el mundo es un poco peor. Al filo de la medianoche de ese día, se dejaba morir el periodista Ramón Lobo, mi hermano del alma. Se iba feliz, amarrado a un respirador y un gotero, meciéndose tranquilo en un mar de endorfinas que aliviaban su marcha hacia el paraíso de los ateos. El único cierto, donde no te espera ningún dios bárbaro y vengativo para ajustar cuentas.

Dos días antes de su marcha, a modo de despedida, quiso que nos encerráramos a solas en su casa durante más de dos horas, para consolarnos el uno al otro. Él, en verdad, no pedía consuelo, pero intuía que los amigos como yo necesitábamos el último aliento de su voz, el guiño cómplice de sus ojos claros, como provisión para seguir viviendo sin él. En un trance tan definitivo, sus palabras adquirían un valor doble.

Los amigos éramos su familia elegida. Y en ella me tocó ser su hermano mayor. Horas antes del encuentro, me preguntaba cómo afrontar la conversación con un condenado a muerte, sin caer en los tópicos o en la lágrima traicionera, cómo elegir las palabras exactas que estuviesen a la altura de la gravedad del momento y que sirviesen de bálsamo para ambos a un tiempo. Sobre todo para mí.

Con Ramón Lobo resultó muy fácil. Había visto la muerte tan de cerca en los combates de los que fue testigo como corresponsal de guerra, que me describía esta batalla suya, definitiva, como el observador que toma nota y que ya apenas puede hacer nada por solucionarlo. Y allí me encontraba yo, hablando con él de nuestras vidas y nuestras muertes, sin desazón, como dos profesionales con las piernas colgando al borde del precipicio, que se podían permitir perder el escaso tiempo que les quedaba.

Nos hicimos un selfi de despedida, y con el aliento que le proporcionaba el oxígeno enchufado a su nariz, tuvo fuerzas y humor para sonreír, al tiempo que hacía el signo de la victoria con dos dedos de su mano izquierda. Solo un tipo como él es capaz de invocar la victoria cuatro días antes de enfrentarse al pelotón de la muerte. “Por cierto, no publiques esta foto antes de que me haya ido”, me advirtió a continuación, como una última lección de ética periodística. Pensaba guardarla para mí, por pudor, pero creo que acababa de insinuarme que debía darla a conocer, como una lección de cómo hay que irse de este mundo, con elegancia, sin pataletas, agradecido a la vida y mofándose de la muerte.

Por mor de suavizar el trance, le recordé una de mis sentencias favoritas: “He decidido no ir a los entierros de mis amigos porque sé que ellos ya no vendrán al mío”. Se rio con un golpe de tos, y apenas me oyó aclarar a continuación que con él iba a hacer una excepción, porque, más que un amigo, era un hermano, y que entendía sus disculpas. Nunca hagáis el intento de sonsacarle una sonrisa o una carcajada a un condenado a muerte: os advierto que Ramón Lobo era único en su especie.

Hablamos de sus dos gatos, su familia más cercana, su compañía fiel, extrañamente mimosos, arremolinados a nuestro lado como si supiesen que algo grave ocurría en aquel trance. Y repasamos con la mirada su biblioteca, los recuerdos de sus viajes, los cuadros clavados en las paredes… Y le recordé el poema de José María Valverde, la Elegía para mi muerte, en el que vaticinaba: “Se quedarán mis cosas sin mí desconcertadas”. Y abrió los ojos como platos mirando en derredor, al tiempo que me pedía que se los enviase por WhatsApp, porque estaba rematando el último capítulo del libro que tenía entre manos.

Esto ocurría a las 18:42 del sábado 29 de julio. Moría cuatro días después. No sé si le faltó tiempo, porque escribir el último capítulo de un libro cuando estás en el último capítulo de tu vida me parece toda una proeza. La muerte fue para ambos un tema recurrente desde que nos hicimos hermanos, hace de esto 34 años. Él la había visto de cerca decenas de veces, y sabíamos que hablar de ella era la receta mejor para aventar el miedo. Estaba preparado. Solo le asustaba el dolor… y la alegría que le damos a los enemigos con nuestra muerte.

Cuenta María, su viuda, que cuando los médicos de paliativos le preguntaron cómo quería morir, Ramón demostró que tantos años de preparación habían servido para morir con dignidad. “Al final -les dijo- no soy un impostor”.

Y se fue. Sin más.

 

Lobo: «La muerte es un problema para quien no ha vivido»

Espléndida mañana, casi otoñal, cargada de emociones y abrazos, para despedir los restos mortales del muy querido y admirado Ramón Lobo.

Junto al ataúd de nuestro amigo, Javier de Pino leyó el primer párrafo del libro póstumo inacabado de Ramón.

Antes de proceder a la incineración del cadáver, Javier del Pino lee el primer párrafo del libro inacabado de Ramón Lobo.

Dijo así: «Una parte de mí escribe palabras desde los kilómetros vividos; otra, desde los pocos que me quedan por vivir. Rescato imágenes, voces, memorias en busca de un orden que complete el rompecabezas. Quisiera tejer un tapiz que abarque mi existencia, poder verla extendida ante mí para valorar lo conseguido sin encelarme en lo que quedará sin hacer. Padezco una enfermedad grave que me va a matar en unos meses, aún no sé si en dos o tres o cinco. La suerte está echada. La percepción de la inminencia del final ilumina el camino andado, le da sentido. No arrastro demasiado equipaje porque aprendí a moverme ligero, sin ataduras. Un viaje de un mes cabe en una maleta que no se factura. Ahora escribo, medito y sueño en busca de materiales que me permitirán esculpir algo parecido a un epitafio. Somos solo eso: una frase, un párrafo corto; el resto es artificio.»

Solo los abrazos y algún gemido que otro rompieron el silencio, esta vez sí, sepulcral, del último adiós a nuestro Ramón.

Procesión laica por el cementerio civil de Madrid

Tal como él había dispuesto en las instrucciones que dio, en vísperas de su muerte, a Willy Altares, su hermano menor adoptivo, todos los asistentes al duelo (¿doscientos, quizás?), armados de flores, seguimos los pasos de Nieves Concostrina, maestra de ceremonias de una procesión cívica singular por el cementerio civil de Madrid.

María, viuda de Ramón, con Nieves Concostrina.

Manolo Saco, el hermano mayor adoptivo de Ramón, y su jefe en La Gaceta de los Negocios y en El Sol, ha sido el corrector de sus borradores. Y de los míos. Puedo presumir de que tanto Ramón como yo hemos gozado del mismo editor de lujo. Solo por eso, me siento alguien. Además, el Saco escribió el preámbulo de mi último libro «La prensa libre no fue un regalo». Eso sí que fue un regalo.

Con Manolo Saco y su chica, Isabel Malpica, nuestra realizadora favorita en TVE.

El Lobo habría celebrado los chistes malos del Saco («Íbamos dando tumbas, de un lado para otro, por el cementerio»). En nuestras tertulias, entre tantas risas, era imposible competir en ingenio con el Lobo y el Saco. Ya te echamos de menos, Ramón. Me alegra que hayas incluido a mi paisana Carmen de Burgos entre las tumbas a visitar con los comentarios brillantes y jocosos de Nieves Concostrina.

La tumba de Carmen de Burgos, Colombine, cuyo nombre, tallado en el granito, apenas se puede leer. Prometo volver pronto con acrílico negro para restaurar el nombre de mi paisana, la primera periodista en nómina de España.

Nieves nos ilustró, de tumba en tumba, sobre la vida y milagros los hombres y mujeres más grandes de la historia reciente de España que están enterrados en el Cementerio Civil, un auténtico museo al aire libre de personas ilustres: Benito Pérez Galdós, Pío Baroja, Carmen de Burgos, Francisco Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón, Pablo Iglesias, Antonio Fraguas (Forges), Almudena Grandes y tantos otros.

La tumba de Marcelino Camacho, hombre clave en la Transición a la Democracia. Los bárbaros del PP y VOX quieren borrar su nombre de una calle dedicada a él en Navalagamella,

Un experto me dice que bajo este vertedero de la parte católica del cementerio de La Almudena hay una fosa común con restos sin rescatar de fusilados por la Dictadura de Franco.

Mañana, 5 de agosto, a las 4:30 de la madrugada, es el aniversario del asesinato de las 13 rosas en la postguerra del dictador felón. Ramón no se olvidó de ellas en sus instrucciones.

QR con la lista de asesinados por el franquismo en la postguerra.

El PP quitó a martillazos de este monumento los nombres de los fusilados por el franquismo. El autor de los troncos de bronce incluyó hábilmente una cajita de titanio que contiene un penn drive con todos esos nombres.

Antes de despedir el duelo y la procesión laica, aproveché para hacerme esa foto con dos genios: Nieves y Max Pradera. A ver si se me pega algo de ellos.

Obituario de Ramón, escrito por A. Morales. Habrá más.

Recordé su libro de memorias («Todos náufragos») que me inspiró y animó para escribir las mías. Pero había olvidado su generosa dedicatoria…

«A mi mejor director…» Gracias, Ramón. Nunca mientes, pero aquí exageras…

Una mañana, como digo, cargada de emociones, risas… y lágrimas. Hasta siempre, querido, admirado y envidiado Ramón. Descansa en Paz

 

¿Soy anti español si voto al PSOE? ¡Sosegaos!

¿Soy anti español si voto al PSOE?

El eslogan maquiavélico y perverso “Sanchismo o España” de Feijóo, el derogador, (“que le vote el del bote”, digo yo) es enemigo de la España que construimos entre todos con la Constitución del 78. Dudo que alguien de la derecha me gane a patriotismo. Sin embargo, por sentirme socialista a fuer de liberal, la derecha dura me coloca en la anti España, junto a los heterodoxos de Menéndez Pelayo. Desentierran el hacha de la dos Españas. Ya veo por qué. Todo le vale y el fin justifica los medios. A algunos les resulta rentable la tierra quemada con tal de alcanzar el poder. A mí no. Y a muchos amigos y conocidos de derechas, tampoco. ¿Qué hacer?

Lo primero, escuchar a los que no piensan o juegan como yo. Si pierdo al tenis es porque he jugado peor que mi adversario. ¿Qué hice mal y qué hizo bien el vencedor?

Mensaje de Manuel Saco que hago mío.

El coste de pacificar la parte sediciosa de Cataluña, de arreglar los platos rotos por los separadores Rajoy y Aznar, antes de la declaración de independencia de los separatistas del Parlament, ha sido muy alto. Quizás no había alternativa, pero en el resto de España el acercamiento de Sánchez a ERC (quitar la sedición, reducir la malversación, etc.) ha tenido un coste electoral muy alto en municipales y autonómicas. Lo entiendo. No hay mal que por bien no venga. Cataluña se separa hoy de España mucho menos que en tiempos de Rajoy.

No digamos el gran error de la Ley del “sí es sí” y el empecinamiento de Podemos para no remediar inmediatamente el desaguisado. Ahí creo que murió la coalición PSOE-Podemos. El PP tuvo el acierto genial de votar con el PSOE contra Ione Bellara e Irene Montero, dos nombres quemados y que serán disuasorios en cualquier lista electoral. Con el “sí es sí” acertó el PP y erró el PSOE.

A mi juicio, acierta el PSOE cuando vota con el PNV para cerrar el paso a Bildu en Álava, por ejemplo. Aunque el eslogan le fue muy rentable, a fuer de hipócrita, se equivocó el PP con eso de “que te vote Chapote”. Iba dirigido, con mala fe, a las tripas, no al cerebro ni al corazón de los españoles. Las emociones (y las tripas) son traicioneras. ¿Acaso no negoció Aznar con ETA a la que definió como Movimiento Vasco de Liberación y autorizó cientos de traslados de etarras al País Vasco? ¿A qué viene ahora eso de “que te vote Chapote” contra el partido que acabó, de verdad, con el terrorismo de ETA?

El PSOE acertó con sus medidas de fondo de carácter social (subida del salario mínimo, pensiones, reforma laboral, etc.). Muy oportuno el artículo sobre “¿Qué hicieron los romanos por nosotros?” Se equivocó al vender chuches de última hora (cine más barato, inter rail para jóvenes, etc.). Ir del brazo del populismo de Podemos (que critica a los empresarios con nombres y apellidos, que se emperra en dividir al feminismo con minucias de la ley Trans, etc.) ha tenido un coste electoral muy alto para el PSOE. Dime con quien andas y te diré quien eres.

Para mí el error más gordo del PSOE es no haber sumado a los socialistas liberales que, aunque ya van rozando la ancianidad, adelantaron la civilización y cambiaron España durante 14 años: Felipe González no puede faltar en la foto con Pedro Sánchez. Y algo habrá que hacer para que Alfonso Guerra, artífice principal en la sombra de la Constitución del 78, junto con mi amigo y maestro Fernando Abril Martorell, no vuelva a recomendar nunca más que votemos en blanco.

Muchos vecinos de mi pueblo (Villanueva de la Cañada) nos seguimos queriendo después de votar al centro derecha o al centro izquierda, y me pregunto ¿qué les pasa a nuestros dos grandes líderes políticos emperrados en radicalizar y tirar de nosotros hacia los extremos?

Ni Feijóo es un narco ni Sánchez un etarra. ¿A qué esperamos para luchar decentemente por el centro? Y que gane el mejor. Tengo envidia por las grandes coaliciones derecha/izquierda que los alemanes hacen en caso de apuro. Imaginemos un debate en televisión sobre el futuro de la economía española entre las dos cabezas más singulares del PP y del PSOE, Luis Garicano (ex Ciudadanos) y Nadia Calviño (nº 2 del PSOE en el Gobierno). Sus márgenes de maniobra serían pequeños y sus discrepancias no tendrían nada que ver con las “gamarradas” de Cuca, la rabiosa monja alférez del PP, o los golpes bajos que MAR (Miguel Ángel Rodríguez, el Rasputín de Aznar y Ayuso) dirige, sin pudor, a las tripas de los españoles más ignorantes o apáticos.»¿Comunismo o libertad?» ¡Vamos, hombre!

Falta alguien como Adolfo Suárez, Felipe González, Fraga Iribarne o, incluso, Santiago Carrillo (padres de la Democracia) que les diga a los suyos, a voz en grito: ¡Sosegaos!

Amén.

 

 

Mi libro, en la Feria de Madrid (caseta 82 de Marcial Pons)

Os parecerá mentira, pero hace unos días cobré los primeros derechos por la venta de mi libro «La prensa libre no fue un regalo. Cómo se gestó la Transición». Sorpresa mayúscula. Había olvidado que no escribí mis memorias personales y periodísticas por dinero. Lo hice, naturalmente, por vanidad. Quizás, también, para que algunos me conozcan un poco mejor y, aun así, me quieran.

Mi libro en la caseta 82 de Marcial Pons en la Feria de Madrid. En primera fila …y a la vista.

El caso es que hoy he recibido una foto que han hecho unos amigos de la caseta 82 de Marcial Pons en la Feria del Libro de Madrid y ahí están mis memorias. En primera fila y a la vista.

Caseta 82 de la Feria del Libro de Madrid. Muy recomendable. Claro que no soy objetivo…

Me dice mi librero favorito que la venta no ha ido mal y que ya quedan pocos ejemplares para saltar a la segunda edición. Aún estás a tiempo de hacerte con un ejemplar de la primera edición. Quedan pocos.

Portada de mi último libro

Empezamos por llenar de amigos y presuntos lectores el salón principal del Ateneo de Madrid (la Cátedra Mayor) en otoño. Presentación emocionante con el teniente general Andrés Cassinello, mi compadre Joaquín Estefanía, y mis amigos Manuel Saco, Nativel Preciado y Antonio Cantón. Así fue mi puesta de largo en el Ateneo.

Del Ateneo de Madrid pasé al Teatro Apolo de Almería donde actué de niño. ¡Cuántos abrazos de amigos de toda la vida en mi tierra!

Y, por fin, salió una crítica en Babelia de El Pais, mi diario de toda la vida. Y hasta fui invitado por el gran Javier del Pino para hablar de mi libro un buen rato en «A vivir que son dos días». 

El no va más fue hablar de mi libro en Radio Clásica, mi emisora favorita, en un programa sensacional con Clara Corrales y Martín Llade. Casi me arranco a cantar una copla de las de mi madre. Y en Radio Nacional de España con mi paisano Carlos Santos.

En la Casa de Vacas del parque del Retiro de Madrid, el mes pasado presentamos mi libro con mi admirado amigo José María Pérez, Peridis, de maestro de ceremonias. Luego me fui a Ourense y volví a hablar del libro con mi amigo Manuel Saco (autor del preámbulo) y seguí con mi «book tour» con los alumnos de Periodismo de la Facultad de Ciencias de la Información. 

La «noche de los libros», víspera del Día del Libro, la dedicamos en Marcial Pons a «La prensa libre no fue un regalo» con tres colegas brillantes. Como veis, no paro. No sé si se ha vendido bien mi libro por su calidad e interés o por la lata que doy con tantas presentaciones. Ya me conocéis. Agitación y propaganda («agitprop») a tope.

Estoy muy contento por haberlo escrito, como si fuera libre, en pleno confinamiento. Me quité un peso de encima. Además, me pagan por ello y no me rebajan la pensión.

Seguramente, la publicación de mi libro de memorias periodísticas contribuyó a que mis colegas de la Asociación de la Prensa de Madrid me concedieran el mejor galardón que pueda concebir: el Premio de Honor de la APM a toda una vida dedicado al Periodismo.

¿Qué mas puede pedir un abuelo jubilado como yo? Si lo llego a saber, lo hubiera escrito y publicado mucho antes.

 

 

 

 

 

Contra Doñana…en tiempos de Franco

Lo de robar agua pública de los límites de Doñana, para regar fincas privadas, viene de lejos. Tal como comprobé personalmente en marzo de 1975, eso ya se hacía en tiempos del dictador Francisco Franco. Lo publiqué entonces, no sin riesgo, en el semanario Doblón. Y recientemente en mi libro («La prensa libre no fue un regalo»). No aprendemos. A escondidas, las pecaminosas máquinas del ministerio de Agricultura sacaban agua en los límites prohibidos del parque natural de Doñana para beneficio de particulares que se movían bien por los despachos de la Dictadura. ¡Pobres pájaros europeos y pobres seres humanos! «El hombre sin pájaros es menos hombre», me enseñó el sabio profesor Sampedro.

«Agua pública para fincas privadas» fue el título del reportaje que publiqué el 8 de marzo de 1975.

Agua pública…

…para fincas privadas

Agua publica para fincas privadas

El gran Peridis enriqueció mi reportaje con una ilustración preciosa.

Coto privado de caza

Manolo Saco y yo solemos reírnos de estos carteles catetos de «Coto privado de caza». Si está privado de caza, por qué se preocupan sus dueños anunciando que allí no hay caza posible. Creo que el gran Alex Grijelmo, que pronto ocupará un sillón en la Real Academia con más méritos que otros apoltronados allí, debería romper una lanza en El País en favor de «Coto de caza privado» y no «Coto privado de caza».  Dijo yo.

La bronca actual entre La Comisión Europea y el Gobierno de España, por un lado, y la Junta de Andalucía con ayuda de Feijóo y algunos eurodiputados próximos del PP europeo, por otro, me han recordado este reportaje de los tiempos del Franco, uno de los pocos que sorteó la censura franquista. Poco antes de la bronca actual, mencioné brevemente el abuso que se cometía contra futuro de Doñana en mis memorias profesionales «La prensa libre no fue un regalo» (que os recomiendo, antes de que se agote la primera edición).

Pag. 208 de «La prensa libre…»

Pag. 209 de «La prensa libre…»

Pag. 210 de «La prensa libre…»

¡Qué lujo contar con Peridis en tiempos de Franco!

Portada de mi libro