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¿Por qué caen, uno tras otro, los líderes del PP?

Berna (ex compañera mía en El Sol) nos da la respuesta en su articulo de El País de hoy: alianzas contra natura, mentiras, corrupción y traición. Con su permiso y los de El País y 2ominutos.es, no puedo evitar copiarlo y pegarlo en mi blog. Lo recomiendo. No se puede explicar mejor con menos palabras. Luego están los chistes que inundan las redes y abundan en razones semejantes.

Por qué caen los líderes del PP

Si Feijóo analiza por qué fracasan los presidentes de su partido encontrará una paleta corta: alianzas contra natura, mentiras, corrupción y traición

Alberto Núñez Feijóo acataba el jueves la Constitución, durante la sesión constitutiva de la XV Legislatura.
Alberto Núñez Feijóo acataba el jueves la Constitución, durante la sesión constitutiva de la XV Legislatura.JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)

Es posible que Pablo Casado acumulara grandes errores, pero el que ha cometido el PP bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo es histórico, único y se ha producido en su primer disparo en la política nacional cuando ni siquiera sabía si había más balas en la recámara. Su inmenso error, pactar con un partido tóxico como Vox mientras convertía las elecciones en plebiscito contra Pedro Sánchez, está a la altura de la alianza contra natura que Aznar forjó en apoyo a la guerra de Irak en contra de la mayoría de los españoles. Veamos qué circunstancias han provocado los sucesivos tropiezos del PP.

El PP cayó con estrépito en la transición entre Aznar y Rajoy en 2004, cuando el atentado del 11-M movilizó a los españoles en contra de un Gobierno que había participado en las mentiras sobre Sadam Husein que condujeron a esa guerra. Cuando todo parecía listo para que la derecha renovara su mayoría sin sobresaltos, se produjo la tragedia, aderezada además con las mentiras sobre un atentado que el Gobierno atribuyó contra viento y marea a ETA para esconder sus vergüenzas. Y ahí se le fueron siete años.

Cuando el PP logró regresar, en 2011, fue a lomos de una recesión que quemó al socialista Zapatero como había quemado a otros dirigentes europeos sacudidos por la economía. Después de siete años al mando, Rajoy cayó por la corrupción acumulada con el caso Gürtel, que alineó a las fuerzas suficientes como para que triunfara por primera vez una moción de censura, que situó a Pedro Sánchez al frente. Fue en 2018.

Seguimos. Tras la marcha de Rajoy llegó Pablo Casado, que cayó en 2022 después de cuestionar la honorabilidad de Isabel Díaz Ayuso por las contratas de su hermano durante la pandemia. Su pulso se desvaneció en el aire ante el chasquido de dedos de la líder madrileña y los demás barones que se unieron para derrocarle. Y así llegó Núñez Feijóo.

Más allá de la excepción de Aznar, que tuvo el acierto de retirarse por voluntad propia, si Feijóo analiza hoy por qué han caído los siguientes presidentes del PP encontrará una paleta muy corta de sabores. Solo cuatro: alianzas contra natura, mentiras, corrupción y traición. No hay más. Él acaba de probar el primero y ya se ha indigestado: los pactos con Vox. Ha coqueteado con el segundo al insinuar un pucherazo en el voto por correo. Dejando de lado el tercero, quién sabe si, tras descarrilar su intento de investidura como todo parece indicar, podrá evitar la hiel del cuarto: la traición.

SOBRE LA FIRMA

Berna González Harbour

Escribe en Cultura, es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’, además de responsable de la newsletter EL PAÍS de la mañana. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora al frente de varias secciones. Premio Dashiell Hammett por ‘El sueño de la razón’, su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

Fakejóo ni se inmuta: «Miente que algo queda»

Las mismas técnicas de las teorías de la conspiración de Trump, Bolsonaro, etc. (miente y calumnia, que algo queda) se están asentando en España.

MAR y Fakejóo, aprendiendo de Goebbels

Primero, de la mano de Miguel Ángel Rodríguez (MAR). Este asesor astuto y cínico, prestado por Aznar, que mueve la cuna de Ayuso y le consigue mayoría absoluta en Madrid. Algo bueno ofrecerá Ayuso a los madrileños para que la voten. Los alemanes también votaron a Hitler y ganó unas elecciones libres (las últimas, hasta después de la guerra mundial).

Respuesta de izquierdas en las redes al «Que te vote Txapote» de la derecha.

Albert Camus reconoce que «puedes tener razón y perder la guerra». Busco una explicación racional y no la encuentro. «Son las emociones», me dicen. ¿No serán acaso las vísceras, donde se archivan la rabia, la envidia, la venganza y el odio? El pueblo no se equivoca ni siquiera cuando vota con sus vísceras. «Algo tendrá el agua cuando la bendicen», me dicen otros. Ahora es Feijóo («Fakejóo), movido por el MAR de Goebbels, quien copia a Ayuso, a Trump y a Bolsonaro. Las teorías de la conspiración tienen una gran ventaja: son verosímiles, fáciles de tragar sin esfuerzo mental. Pero (¡ay!) tienen una terrible desventaja: suelen ser falsas y te acaban quitando la libertad. Pero, para descubrir su falsedad, hay que pensar. Y pensar cuesta. Ya lo creo. Y, a veces, incluso duele.

«El cuento de la criada», una novela espléndida y tenebrosa de Margaret Atwood.

Hoy me gustó leer la crónica de Ignacio Escolar desde su pueblo (Torresandino, Burgos). Con su permiso (y el de la directora de 20 minutos) la copio y pego aquí, en mi blog «Se nos vio el plumero». Es una buena crónica que os recomiendo. Conozco su pueblo porque allí enterramos a su abuela, cuando su padre y yo trabajábamos juntos en 20 minutos. Os la recomiendo.

Hola, José Antonio

Te escribo desde mi pueblo: Torresandino de Esgueva, Burgos. Son las fiestas patronales, las de la Virgen del Carmen; habrá orquesta, castillos hinchables, churros, tómbolas y todas esas cosas que, de niño, me hicieron tan feliz. Llegué el viernes por la tarde y me quedaré hasta el domingo, para reencontrarme con los amigos y ver a mi familia. A mis tíos, a mis primos y a mi abuelo José (93 años), que siguen viviendo aquí.

Siempre digo que yo soy de pueblo, pero no como lo somos casi todos en Madrid. Torresandino no es solo el lugar donde nacieron mis padres y donde después veraneé. Yo también me crie aquí, hasta que mi familia tuvo que emigrar a Madrid en busca de futuro, como tantas otras. De niño, en el pueblo me conocían como el nieto del lechero –por mi abuelo José, que tuvo vacas hasta que se jubiló–. O como el hijo de la cartera. Porque mi madre trabajó muchos años en Correos y, en ocasiones, la acompañaba a repartir las cartas y los certificados por las calles de Torresandino y por las del pueblo de al lado donde también repartía, Villatuelda.

Mi madre recuerda bien lo duras que son las campañas electorales para los carteros. ¡Lo que pesa la propaganda de los partidos! Era en unos años –principios de los 80– cuando aún usaban valijas, unas plúmbeas carteras de cuero que se colgaban al hombro para desgracia de las cervicales de los pobres carteros. Más tarde, cuando nos mudamos a Madrid, mi madre y otras compañeras de Correos (en el distrito de Moratalaz, donde vivíamos entonces) abandonaron esa tortura y empezaron a utilizar un carro de la compra, soportando las bromas de algunos de sus compañeros. Usaban entonces el que tenían en casa, que se pagaban de su bolsillo, hasta que la empresa entró en razón y empezó a repartir esos carros amarillos que hoy usan casi todos los carteros. También esos hombres que, en un primer momento, despreciaban los carros como un accesorio femenino y preferían destrozarse la columna. Ya sabes, hay quien cree que un verdadero hombre solo puede usar algo con ruedas si corre mucho y contamina –y esto no solo cuenta para las bicis o los carros de la compra, también para los carros de bebé–.

Recuerdo todo esto porque conozco bien a ese cuerpo de funcionarios, a los sufridos carteros. Casi te diría que me crié allí. Y tal vez por eso me han indignado tanto estas palabras de Alberto Núñez Feijóo. Especialmente viniendo de alguien como él, que fue presidente de Correos. Que conoce esa casa mejor que yo. Y sabe perfectamente que sus gravísimas insinuaciones sobre una manipulación del voto por correo son una pura invención.

  • “Les pido a los carteros de España que trabajen al máximo, mañana, tarde y noche. Y que aunque no tengan los refuerzos suficientes, que sepan que custodian algo que es sagrado de los españoles, que es su voto. Y por eso les pido a esos carteros, con independencia de sus jefes, que repartan todos los votos antes de que venza el plazo.”

El diablo está en los detalles y, en este caso, en las palabras que pongo en negrita: “Con independencia de sus jefes”. Y no hay que ser muy suspicaz para interpretar cuál es el mensaje que Feijóo está dando a entender. Un discurso envenenado que no solo manda él y que por eso no es casual. Porque conecta con una extendida teoría de la conspiración que, desde hace tiempo, difunden varios medios y políticos de la derecha y la extrema derecha. Esa idea tóxica para la convivencia: que el pérfido Gobierno de coalición, el malvado Sanchismo, estará dispuesto a todo con tal de conservar el poder. Incluso un pucherazo electoral.

No es siquiera la primera vez que azuzan esta teoría de la conspiración. Pasó lo mismo en las anteriores elecciones, en las municipales y autonómicas. Donde el Partido Popular cerró su campaña electoral con un mitin en el que Isabel Díaz Ayuso acusó abiertamente al Gobierno de amañar las elecciones (“Sánchez se irá como llegó: con un intento de pucherazo”, fue la frase literal). Una brutal acusación sin base alguna, que hermana al PP con Bolsonaro y Trump. Una enorme barbaridad que Feijóo, que estaba allí presente, no cuestionó.

Luego pasaron aquellas elecciones. Y más tarde descubrimos lo que cualquier persona informada ya sabía: que ese tipo de pequeños escándalos de compra de votos por correo en algunos pueblos han ocurrido siempre, que son normalmente irrelevantes y que no forman parte de ningún plan organizado a gran escala. También supimos que en Mojácar –epicentro de la supuesta corrupción electoral del PSOE porque allí veranean Pedro Sánchez y Félix Bolaños– el único detenido por comprar votos que terminó encerrado en prisión era un apoderado del PP. Pero nadie ofreció disculpas desde la derecha. Ni tampoco les ha temblado la mano para volver a usar otra vez esta misma treta indecente.

Es un mensaje tóxico para la convivencia democrática. Otro más. Porque sea cual sea el resultado, estas elecciones serán recordadas por varias tácticas sucias de manual: las infundadas acusaciones de pucherazo y ese lema oficioso de la derecha y la extrema derecha que debería avergonzar a cualquier demócrata: “Que te vote Txapote”. Que ya ha llegado a los Sanfermines, o incluso a las bodas.

Lo expliqué en otro artículo que publiqué esta semana:

  • Los líderes políticos tienen una importante responsabilidad: marcan los márgenes de lo aceptable en el debate público y guían a los demás. Son límites importantes, porque cuando los políticos estiran el discurso hacia el odio alguien puede llegar más allá. ¿Es un marco aceptable la deshumanización del rival político y de quienes no piensan como tú? ¿Hay alguna deshumanización mayor que equiparar al otro con un asesino? ¿O es que todo vale?

Las preguntas finales son retóricas. Porque la realidad es que sí, que todo vale. Y es evidente también por qué el Partido Popular lanza estos infundios o hace suyo este discurso de odio. Son tres razones.

  1.  Porque sirven para movilizar el voto de la derecha.
  2. Porque sirven para que una parte del voto de izquierda se quede en casa.
  3. Porque sirven para desviar la atención.

Y por eso no es tampoco casualidad que Feijóo alentara esta teoría de la conspiración sobre el voto por correo los mismos días en los que el PP y Vox, en Extremadura y en la Comunitat Valenciana, culminaban su pacto para alcanzar el poder. En el caso de María Guardiola, con el oprobio de traicionar esos mismos principios, esa misma palabra, que la presidenta de Extremadura hace muy pocos días defendió.

Hay una cuarta razón, una que siempre está ahí. Feijóo lo hace porque puede. Porque le sale gratis. Porque cuenta con la complicidad y la colaboración de la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Por eso, en la política española, aplica una teoría del embudo, donde la derecha siempre tiene el lado ancho y la izquierda el estrecho.

Es lo mismo que pasó en el debate electoral del pasado lunes, el famoso cara a cara. Usar la mentira para descolocar al oponente y desviar la atención. Para más tarde, todo serio, proclamar:

  • Alberto Núñez Feijóo: “El activo más importante que tiene un político es decir la verdad. Y la verdad nos acompañará en todas y cada una de nuestras decisiones. Con la verdad vamos a ganar las elecciones. La verdad siempre le gana a la mentira”.

La verdad siempre le gana a la mentira, dice Feijóo. Y de todas las mentiras del líder del PP, esta es sin duda la más cínica de todas.

Me despido por hoy. Pero antes, una buena noticia: el éxito de un equipo de investigadores españoles que han dado un importante paso para lograr resucitar a la primera mariposa que se extinguió por culpa de los humanos.

Que tengas un buen fin de semana. Ojalá lo pases tan bien como un niño en una verbena de pueblo. Ojalá regresen las mariposas extintas. Ojalá triunfé siempre la verdad.

Un abrazo, José Antonio. Y gracias por tu apoyo a elDiario.es. Nuestra voz es posible porque nos apoyan personas honestas como tú.

Ignacio Escolar

Gracias, Ina, por tu crónica… de pueblo.