Archivo de enero, 2024

Savater, de progre a carca, pierde su columna en El País

Fernando Savater ha subido el tono furibundo de sus últimos artículos reaccionarios. Ha buscado el martirio y la directora de El País se lo ha regalado. Un error de mi admirada Pepa Bueno. Las declaraciones «traicioneras» de Fernando Savater en El Mundo contra El País, donde publica desde hace décadas su columna sabatina, ha provocado su despido. El sabio y astuto filósofo, progre evolucionado a carca, no deja a nadie indiferente. El desmoronamiento de su columna tan venenosa se veía venir. Pero yo creía que sería el propio autor de «Etica para Amador» quien, en un ejercicio de honestidad, dimitiría algún día por desacuerdo con la línea de El País que él combatía semanalmente con una mezcla de resentimiento, odio y rencor. El País ha entrado al trapo.

Fernando Savater, filósofo progre evolucionado a carca.

Los comentarios a favor y en contra del despido de Savater abundan en las redes sociales. El filósofo ha reaccionado con un artículo  muy hábil en El Confidencial.

Esta ha sido hoy mi primera reacción en Facebook a la noticia de su despido de El País:

«Lo siento. Yo admiraba a Savater desde hace años. He sufrido su evolución hacia la derecha, pero me obligaba a leer su columna provocadora cada sábado en El País. Su despido es un error».

Mi querido Bernardo Pérez, que ilumina la última página de El País (junto a la columna de Vicent, puro néctar) con sus retratos magistrales (por cierto, la foto que tengo en mi perfil es suya), ha discrepado inmediatamente. Ya la tenemos liada. Réplica mañanera de Bernardo en Facebook:

«Querido jefe, permítame discrepar. No me parece un error.

Como estoy hace días fuera de todo, no me he enterado de esto pero encuentro plenamente justificada la decisión.

Las repuestas a las preguntas de Maite Rico contienen, graves e inaceptables falsedades sobre la publicación y sobre personas vinculadas a ella pronunciadas muy a sabiendas de que lo son por el entrevistado. Responden a un esquema claramente diseñado por enemigos, no adversarios de la misma para desprestigiarla y no es sostenible que alguien en esa posición continúe formando parte del equipo.

Por otra parte, no entiendo que Fernando, con esas convicciones qué manifiesta en sus respuestas, haya sido consecuente con la más elemental ética personal y profesional, si esas opiniones que manifiesta fueran sólidas y documentadas, sería inaceptable desde la honradez, permanecer ni un segundo más vinculado a El País. Sabe perfectamente que todo lo que dice es mentira y sin embargo lo mantiene en un medio que responde  exactamente a las acusaciones de falta de rigor e imparcialidad de las que acusa al propio. Creo acertada la decisión de la directora, de no haberla tomado, sería ella quien sobraría.

Como bien sabes, llevo más tiempo en la publicación que este colaborador, crees que si hubiese faltado a la verdad de esta forma ofensiva en una sola ocasión en el desarrollo de mi trabajo seguiría ahí?. Tú mismo, en tu época de responsabilidad, me habrías fulminado inmediatamente querido, pero la mayor debilidad del periódico ha sido la falta de rigor con gente como esta a quienes ha encumbrado y sostenido como divos con pies de barro.

Sabater es y ha sido el mejor ejemplo de persona aprovechada personalmente de la posición de prestigio profesional que otorgaba formar parte de ese equipo en beneficio propio y hace mucho tiempo debería habérsele apartado del mismo, en mi opinión, es la esencia de la “paisítis”.

Veremos si Roma paga traidores querido JAMS».

Naturalmente, al minuto, yo he entrado al trapo de mi admirado Bernardo, en el mismo hilo:

«Querido Bernardo Perez: Desconozco lo que Savater dijo en El Mundo contra El País ya que huyo de ese periódico, que fundó Pedro Jeta, como del diablo. Y las columnas sabatinas de Savater me parecen vomitivas desde hace tiempo. Menos mal que, al día siguiente, Manolo Vicent nos reconciliaba con la condición  humana con sus  columnas dominicales tan balsámicas. Sin embargo, las opiniones savaterinas (que no hechos probados) en El Pais aumentaban la credibilidad de mi diario favorito y denigraban a quien las firmaba.

Estoy de acuerdo contigo en que Savater debería haber dimitido de su columna venenosa hace tiempo. Yo la leía, tapándome la nariz, casi por obligación, para mantenerme alerta ante la evolución de tantos personajes que envejecen mal. Son casos dignos estudio. ¿Qué será de nosotros sin los bárbaros? Decía el padrino: «Ten cerca a tus amigos, pero mucho más cerca a tus enemigos». Savater subía el tono de odio de sus columnas buscando el martirio. Mi querida y admirada Pepa se lo ha regalado. Un error. No me gustaría rellenar el vacío que deja el falso Savater. ¿Qué pensará su hijo Amador de la evolución de su padre desde que murió su madre?  Desconozco la causa, pero yo creo que Savater perdió la chaveta. Pobre».

Esta ha sido la dúplica de mi colega Bernardo:

Querido José Antonio, a Fernando ya se le pegó el olor a naftalina en los ochenta cuando jugaba a ser vedette en el hipódromo entre una clase que le despreciaba y le admitía como bufón.
Fui testigo de los primeros momentos de la fundación de Gesto por la Paz y ya se percibía incomodidad en el grupo, una neta incomodidad ante ese mismo olor que desprendían algunos de los que se acercaban a él para salir en las fotos. Es patente que fundadoras como María San Gil y Maite Pagazaortudúa se han rebelado contra la manipulación posterior de sus posiciones por arribistas.
La deriva ha sido larga, es cierto que le afectó dramáticamente la pérdida de su mujer. Le hizo encerrarse en si mismo como refleja la fotografía que te dejo, forma parte de mi exposición, espero que puedas leer en ella algún signo.

Claro que sus columnas que han sido escrupulosamente respetadas en el periódico aportaban el punto de vista de la barbarie, no veo en otros medios la misma generosidad albergando ideas discordantes con la cabecera. En la noticia que publicas están bien reflejados los motivos (ese medio cuenta con grandes profesionales entre los que tengo buenos amigos) que moverían a cualquier responsable a tomar decisiones. Tápate bien la nariz y revísalos, él era bien consciente sin duda, de diciendo esas cosa en un medio que no ha cambiado y sigue fiel a los objetivos de su fundación, se cagaba en el convento. Ahora podrá mostrarse como víctima ante los mismos antiguos clientes del hipódromo que seguirán viéndole como en los ochenta. Patético».

Ahí va más que un retrato de Savater, obra de Bernardo Pérez. Vi esta foto cuando inauguró su exposición en Segovia. Me impresionó. Dice Bernardo que «La deriva (de Savater) ha sido larga, es cierto que le afectó dramáticamente la pérdida de su mujer. Le hizo encerrarse en si mismo como refleja la fotografía que te dejo, forma parte de mi exposición, espero que puedas leer en ella algún signo.
¡Cómo no!

Gracias, Bernardo. No te falta razón.

La polémica sobre la libertad de prensa y la cultura corporativa de los medios de comunicación está que arde. No me sorprende. Veo al anciano Savater (que es de mi edad) frotándose las manos ante el regalo que le acaba de hacer Pepa Bueno al enviarlo a la hoguera… Justo lo que él quería. No ha debido ser fácil para la directora de El País tomar la decisión de destruir la columna infecta de Savater. Como fundador y director de varios medios, la comprendo. Fui cocinero antes que fraile.

El ascenso y caída de un ídolo intelectual como Savater me afecta. Me recuerda otros autores geniales (Quevedo sin ir más lejos) cuyas obras admiro y cuya vida detesto. Ahora hay grandes personajes a quienes admiré que envejecen muy mal. Tengo el lujo de contar con queridos amigos muy críticos que me avisan a tiempo de mi posible y no deseable mal envejecer. Mis fracasos en el tenis y en la talla de madera me ayudan a controlar el ego herido por el paso de los años.

Hace tiempo, contribuí de buena fe a conceder a Fernando Savater el Premio Abril Martorell a la Concordia. Como miembro de aquel Jurado voté a favor. Hoy hubiera votado en contra. Recuerdo al gran Keynes:

“Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted?”

Pues eso. Copio y pego aquí las página que dediqué en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») al Premio a la Concordia que concedimos, entonces con razón, a Fernando Savater.

Premio a la Concordia a Savater en mis memorias. (Pag. 160)

Pag. 161

 

A un juez y al Poder Judicial se les ve el plumero

En días como hoy, comprendes por qué los miembros del Poder Judicial (del PP), caducados hace casi 5 años, incumplen la Constitución y no dimiten en masa. Solo así el Congreso podría nombrar otro Consejo acorde con la soberanía popular. El nuevo Consejo, legítimo y constitucional, podría estudiar el caso escandaloso del juez García Castellón (sí, sí, el mismo de los casos Kitchen, Púnica, Lezo, etc., del PP) que pone palos sesgados en las ruedas del legítimo Gobierno de coalición. La vicepresidenta Ribera le ha cantado las cuarenta a este juez (¿y parte?) que tiene tanta «querencia» por el PP. El Partido Popular le defiende a capa y espada.

García Castellón, juez de la Audiencia Nacional, bajo sospecha.

El Gobierno cuestiona al juez García-Castellón por la investigación por terrorismo a Puigdemont

La vicepresidenta Ribera acusa al magistrado de tener “querencia” a actuar “en momentos políticos sensibles” y de que “siempre” se inclina “en la misma dirección”. El PP asegura que la socialista ha acusado al juez de “prevaricación”.

El juez Manuel García Castellón rechaza el informe de la Fiscalía que cuestiona su auto sobre terrorismo en Tsunami Democratic.

 

 

Lo hice porque «no sabía que era imposible»

Anteayer presumí de haber acabado mi última talla «Quema de libros»(inspirada en Juan de Juni). Lo celebré con el núcleo duro de tallasmadera.com en Guadarrama (Madrid). Gracias, colegas, por vuestros piropos. Dicen que «el halago debilita», pero ya sabéis que a mí me da alas. La maestra Sandra Krysiak (mano de  hierro en guante de seda) me felicitó. [9/1, 23:01] Sandra Krysiak: «Jose, quiero ver ese relieve expuesto en Casa de Vacas. Te lo merecés por tanto esfuerzo, dedicación y por el resultado final. ¡Te quedó espectacular!» [9/1, 23:42] José A. Martínez Soler: «Gracias, maestra. Sin tu magisterio hubiera sido imposible terminarlo». Os parecerá una minucia presumir de una talla en madera, pero esta obra me ha hecho más feliz que los miles de artículos publicados en el último medio siglo dedicado a la prensa. Y me quedo corto.

Con mis colegas y la maestra en el taller de tallasmadera.com-

«Quema de libros por la Inquisición», relieve inspirado en la obra de Juan de Juni

Mi afición por las obras de Juan de Juni (muy abundantes en León) viene de lejos. Recién casados, a principios de los años 70, mi esposa (awestley.com) y yo visitamos una exposición en la Catedral de Salamanca. Allí vimos, por primera vez, la gran talla de Juan de Juni. «Qué estampa tan española», exclamé. Los visitantes me miraron de una manera rara, poco amistosa.

Quema de libros por la Inquisición, de Pedro Berruguete

Hace unos años, poco antes de la pandemia, me enfrenté de nuevo a las tallas de Juni en un viaje inolvidable a León. Recién jubilado y entregado al tenis y a la talla de madera, me prometí tallar una quema de libros por la Inquisición inspirada en Juan de Juni. No es una copia, sino una interpretación en la que he eliminado los detalles más difíciles (algunas manos y gestos) de la obra gran maestro.

Con Antonio López y Sandra Krysiak, mi maestra, en Bellas Artes Coronado.

Estoy contento por haberle dado, por fin, la cera Luis XIII que me recomendaron en Bellas Artes Coronado, donde coincidimos algunas veces con un cliente ilustrísimo: Antonio López, que compra allí sus pinturas.

Empecé mi talla en madera de cerezo justo antes de la pandemia del Covid. Ante la dificultad de su perspectiva y profundidad, me asusté, pero no me rendí.

La dejé por un tiempo en mi sótano («silenciosa y cubierta de polvo») para mejorar mi técnica con otras obras menores. El año pasado, valiente o soberbio, retomé la Quema de libros. Y el día de mi cumple le di la ultima mano de cera. ¡Y ahí está! El mayor piropo ha venido de mi chica. La Westley me ha prometido retirar uno de sus óleos del salón de casa para que yo pueda presumir de mi talla en un lugar preferente… por un tiempo.

Primera lija, antes del tapaporos.

Tengo la intención de grabar en los márgenes de la talla una frase del poeta romántico judío alemán H. Heine (17797-1856) que me impresionó al visitar con mis hijos el Museo del Holocausto en Washington:

«Allí donde empiezan quemando libros, acaban quemando personas».

Lo escribió un siglo antes de que Adolf Hitler mandara a sus bárbaros a quemar los libros que consideraban contrarios a la ideología nazi. Fue premonitorio: después de quemar los libros, asesinaron a 6 millones de judíos.

«451 fahrenheit», la temperatura a la que arde el papel. Gran obra de Ray Bradbury.

El padre de Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, que aplica ahora sus técnicas genocidas contra los palestinos de Gaza, escribió sobre la influencia de la Inquisición española en el genocidio de los nazis contra los judíos europeos.

La Inquisición aprendió la quema de libros de nuestra herencia árabe. De hecho, la frase de Heine se refiere a la quema de libros en el Califato de Cordoba ordenada por el caudillo Almanzor. El cardenal Cisneros superó a Almanzor al quemar miles de libros tras la toma de Granada por los Reyes Católicos. ¡Qué manía tienen los poderosos contra los libros! No les falta razón. Los libros nos hacen pensar …y desear ser libres. A los poderosos no les conviene.

Mirad al propio general Franco, el tirano felón, que mandó hacer hogueras por toda España para quemar los libros que consideró prohibidos, en especial los del Índice de la Iglesia contrarios al nacional catolicismo.

Quema de libros por el cura, el barbero y el ama de don Quijote (José Segre)

Uno de los capítulos más interesantes de El Quijote es precisamente el de la quema de los libros del ingenioso hidalgo por parte del cura y el barbero. Su ama los odiaba: «Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros». Siempre lo recomiendo.

Mis parientes de Tabernas (Almería), el pueblo de mi padre, también quemaban libros, pero sin odio. Eran pobres e ignorantes. Lo hacían en su chimenea para luchar contra el frío. Mi padre y yo salvamos de la hoguera varios sacos de libros que estaban en capilla.

Al tallar este relieve, una terapia que os recomiendo, me vinieron todos estos asuntos a la mente. Ellos guiaron mis gubias.  Tallar la «Quema de libros» ha sido una gran experiencia reparadora y un maravilloso recuerdo de mi viaje a León que no nunca olvidaré.

Aplicando el viejo truco del tinte y cera para destacar las luces sobre las sombras.

El año pasado, los Reyes Magos me trajeron una taza. Este año, cera Luis XIII. ¡Qué lujo!