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MAR, el Rasputín de Ayuso, en la cumbre de la vileza

Miguel Ángel Rodríguez (MAR), el ex Rasputín de Aznar y ahora de Ayuso, es un bravucón astuto, tramposo y, por tanto, peligroso. Esto no es ningún secreto para quienes lo hemos sufrido de cerca. Miente, amenaza y ejecuta sus amenazas sin que le tiemble el pulso. Carece de empatía y golpea con una herradura escondida en su guante. Es un psicópata del tipo Pedro J. o Federico Jiménez Losantos, «dos viejos amigos» que recuperó Aznar para su gran mentira del 11M. Haría bien la señora Ayuso en devolvérselo rápidamente a Aznar antes de que la enfangue demasiado con los delitos fiscales de su novio. Le sirvió en su ascenso al populismo, estilo Bannon, pero dudo mucho que le sirva ahora de ayuda en su caída. Ni siquiera estando sobrio.

 

MAR, con su compañero inseparable.

Miguel Ángel Rodríguez insultó y amenazó a una redactora de elDiario.es que había publicado exclusivas verficadas de los delitos fiscales del novio de su jefa. Estas fueron sus palabras escritas en un mensaje:

“Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Que os den. Idiotas”. 

La receptora de los mensajes preguntó al jefe de gabinete de Ayuso: “¿Es una amenaza?”

“Es un anuncio”, respondió Miguel Ángel Rodríguez, quien todavía increpó a la integrante de la redacción de elDiario.es con algunos insultos más. 

 

El abrazo de MAR a Ayuso.

La actitud bravucona de MAR contra un diario no me ha sorprendido. Tengo grabado el recuerdo de la campaña de calumnias que dirigió contra el doctor Montes. Antonio Muñoz Molina tampoco lo ha olvidado y así lo recordó en su columna espléndida «La era de la vileza» en El País (15 de julio de 2023):

«Un rasgo de la edad de la vileza es la repetición metódica del abuso, la injuria y la mentira. Al volverse habituales no pierden su veneno, pero cada vez provocan menos escándalo. Es posible que los primeros sedimentos de esta nueva época fueran sembrados por este personaje público, siempre más o menos en la sombra, Miguel Ángel Rodríguez, que según dicen asesoró a Feijóo antes del debate, y que hace 15 años usó por primera vez en público, en programas de televisión, a sabiendas de que lo hacía, la calumnia contra una persona del todo honorable. Los residuos de vilezas pasadas los olvida todo el mundo, salvo los que las sufrieron. En 2008, en plena campaña derechista para desacreditar la sanidad pública en Madrid, Miguel Ángel Rodríguez llamó reiteradamente nazi en varias tertulias de la televisión al doctor Luis Montes, antiguo coordinador de Urgencias del hospital de Leganés, acusándolo de haber abusado de las sedaciones de enfermos graves para acelerarles la muerte. El embustero sabe que a partir de un cierto grado la mentira tiene un efecto paralizador, como lo tiene siempre un acto de violencia súbita, un grito, una bofetada. Las mentiras de Miguel Ángel Rodríguez trastornaron la vida y la carrera de un hombre íntegro, que ya había sido objeto de una sostenida persecución política. Los tribunales confirmaron la inocencia del doctor Montes, y condenaron por un delito de injurias a Rodríguez. Ya no importaba nada. El daño estaba hecho. Había enfermos que se negaban a ser atendidos por el médico injuriado. Y el mentiroso y condenado por la justicia convirtió su indecencia en un mérito para su currículum, que ha vuelto a situarlo en lo más alto de la influencia política en España. (..)

En el registro sedimentario de la era de la vileza resaltarán dos fechas aún más fundacionales, dos mentiras tan desvergonzadas como las de Miguel Ángel Rodríguez, pero de mucha mayor resonancia: en 2003, la mentira sobre las supuestas armas de destrucción masiva almacenadas en Irak por Sadam Husein; en 2004, la mentira del Gobierno de José María Aznar sobre los atentados del 11 de marzo en la estación de Atocha.»

Con el candidato Aznar en TVE.

Después de ser despedido de la TVE de Aznar, tras la entrevista preelectoral que le hice en 1996, puse un pleito contra la TV del nuevo Gobierno por despido improcedente. Gané el juicio, pero no pude volver a la prensa. Me refugié en la Universidad hasta que, años más tarde, fundé 20minutos. Tuve fuentes solventes que apuntaban a MAR como el mensajero de la Moncloa que amenazó a los grupos de prensa para que no me dieran empleo. Se le da muy bien amenazar… y ejecutar. No te confíes, querido Ignacio Escolar. No soportan el éxito de elDiario.es. Recuerda que MAR esconde herradura en su guante.

Solo por eso, comprenderéis que este Rasputín no sea santo de mi devoción. Por prevención, en mis memorias («La prensa libre no fue un regalo») no quise darle a MAR el triste crédito por sus amenazas a los medios. Su mensaje fue, más o menos, que «si me daban trabajo lo considerarían con un acto de hostilidad hacia el nuevo Gobierno». ¡Madre mía! Nunca me había sentido tan importante… pero, por si acaso, salí huyendo hacia Almería, la tierra refugio donde nací.

Esto fue lo que, en plena pandemia, escribí en mis memorias:

 

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Cruella de Vil destroza a Casado

Por puro morbo, me hubiera gustado asistir ayer la presentación de las bofetadas que Cayetana Álvarez de la Edad Media propinó, en forma de libro, al pobre Pablo Casado. Pero tenía clase en tallasmadera.com y no pudo ser.

Portada del libro/puñal de Cayetana Álvarez de la Edad Media.

Hoy compruebo por la prensa que la ex mano derecha de Casado, en el papel de Cruella de Vil, no defraudó a los militantes de FAES.

Cayetana en el papel de Cruella de Vil

José María Aznar, «el hombrecillo insufrible» (según Helmut Kohl) debió sentirse pletórico. Por algo había prestado su Rasputín (Miguel Angel Rodríguez, alias MAR, el hombre que le llevó a la Moncloa) a la posible futura presidenta del Gobierno de España, VOX mediante.

MAR, el Rasputín de Aznar, empuja a Ayuso hacia la Moncloa.

La XIV marquesa de Casa Fuerte (¡qué título tan apropiado para sus colmillos!) actuó de ariete para que Isabel Día Ayuso asalte con éxito la Moncloa. ¿A quién importa la presidencia del PP de Madrid? Al alcalde Almeida, quizás. Capidisminuido (debilitado, mermado) el pobre Casado, la batalla se centra ahora entre Ayuso y Sánchez. No queda otra.

Cayetana, Ayuso y «Teodoríco», trio de sonrisas falsas.

La aristócrata (mitad moja alférez, mitad martillo de herejes) no dejó títere con cabeza. Despreció a Casado («bien queda», «veleta», etc.) y se concentró en atacar a «Teodorico» Garcia Egea quien, como ella, golpea con una herradura dentro de su guante. La guerra abierta ya ha comenzado. Y la izquierda dormida desprecia cuanto ignora. Se puede llevar un buen susto. ¿Acaso no llegó Donald Trump, el narcisista patológico, un enfermo mental más grave que IDA, a la Casa Blanca? Pues eso. Ayuso esta bien asesorada por MAR, el Bannon español. Y cuenta con el ariete de Cayetana para abrir de par en par la puerta de La Moncloa. Miedo me da.

 

 

 

4-M: “El patillas” frente a Sánchez

Aznar, El patillas, junto al grandullón Villalonga, en El Pilar

Aznar, presidente del Gobierno, con Villalonga, presidente de Telefónica

Muchos reconocen a José María Aznar como “el hombrecillo insufrible” (según le bautizó el canciller Kohl). Sin embargo, mucho antes, sus compañeros de pupitre del colegio “pijo” de El Pilar (Barrio de Salamanca, Madrid) le conocían como “El Patillas”. Cuando, no me explico por qué, llegó en 1996 a presidente del Gobierno, Aznar amenazó con retirar la palabra y no dar pupitre en empresa pública a quien le llamara “Patillas”.  (Yo le entrevisté el día antes en TVE y me costó el puesto de corresponsal en Nueva York).

Juan Villalonga, el joven más alto y fuerte de la pandilla, solía proteger al bajito y debilucho Aznar. Le llamaba “normalito”. Juan era algo así como su primo el de Zumo Sol. “El Patillas” le compensó con la presidencia de la Telefónica.

 

Desde antes de aterrizar en Madrid, de la mano de Manuel Fraga, José María Aznar tuvo debilidad por el joven Miguel Ángel Rodríguez (MAR) con quien compartía el amor al vino y a la conspiración política. Fue su Fouché, su Rasputín y su sicólogo de cabecera. Le conocí bien.

Cuando el superviviente Pedro Sánchez ocupó el despacho que había sido suyo en La Moncloa, “El Patillas” no tardó nada en insultarle como “tonto útil”. Es su estilo de hacer política. En realidad, es el estilo de MAR, su alter ego.

Aznar con MAR

 

Para combatir a Sánchez, Aznar ayudó a Isabel Díaz Ayuso (IDA) prestándole nada menos que a su MAR para que le susurrara maldades al oído. ¿De dónde salió, si no, el eslogan colosal de los convulsos años 30 “Comunismo o Libertad”?

 

MAR es a la señora IDA lo que fue Bannon al señor Trump: un fabricante de misterios y mentiras, un tejedor de odios que la arrastra irremisiblemente hacia la extrema derecha. Lo descubrimos cada día en el lenguaje de IDA. MAR es su ventrílocuo.

 

Y detrás está – ¡pobre centro derecha soñado por Casado! – el mismísimo José Mari, el pequeño Patillas, tratando de vencer al gigantón Sánchez. IDA podrá ganar Madrid el 4-M, como Trump ganó hace cinco años, con semejantes trucos maliciosos y engaños, la presidencia de EE.UU. Pero, aliado con VOX, dudo que el PP de Aznar (perdón, Casado) pueda ganar al PSOE de Sánchez en las próximas elecciones generales dentro de dos años. Ese es el regalo envenenado de MAR. ¿De qué te sirve ganar Madrid con el discurso de VOX si te alejas de La Moncloa?

El señor MAR con la señora IDA

 

Aznar frente a Sánchez, dos gladiadores en la arena. Con dos historias y dos estilos diferentes. Uno, El Patillas, bajito y debilucho, de El Pilar, un colegio privado religioso y caro de la alta burguesía madrileña. El otro, el “tonto útil”, alto y fuerte, jugador de baloncesto en el Estudiantes, del Ramiro de Maeztu, un instituto público de la clase media, barato, aunque, eso sí, con vestigios ilustrados de la vecina Residencia de Estudiantes / Institución Libre de Enseñanza. Por allí pasaron, García Lorca, Buñuel, Dalí, Juan Ramón, Salinas, Ortega…

 

Descomunal batalla nacional se avecina el 4-M en Madrid. Miedo me da.