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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Trail running: ¿qué aguarda tras correr por las montañas?

bonillo

1.

«Estaba la pierna izquierda. Dolorida. Estaban el agudo grito de los tendones y las articulaciones de la pierna que cargaba con el peso de manera alterna. Gonçalo Marques había salido de la fortaleza del portal y se encaminaba por la senda abajo, entumecido bajo la lluvia. Estaba el eterno granizar y venía de camino la subida imposible por los escalones alevosamente construidos por unas raíces de pino».

Era un documental apenas bosquejado en la cafetería de la estación de Alonso Martínez. Correr le había puesto casi cachondo. Javier tomaba un poco de la épica de los vídeos de las pruebas ofrecidas por las marcas comerciales y un tanto del frío húmedo de sus pies. El café borbotoneaba y un ruido infernal silbaba desde el brazo mecánico de la humeante de la leche. El chisssssss dentro de la jarra de metal y el tintineo de la cucharilla en la taza de la italiana. El escalofrío de los pies mojados tras el transbordo del tren que lo bajó de la sierra. Javier garabateaba todavía emocionado por el barro y las hojas de pino empapadas y el granito con el que resbalaba y tropezaba.

Venía de su primer trote por la montaña y una fiebre lo atenazaba contra la loza caliente. En su cabeza se agolpaban emociones casi salvajes. El frío de los pies y la rozadura de las ramas en los antebrazos. Siendo épico Javier estaba ante esta recentísima etiqueta llamada trail running. Correr por el campo en su estado más puro. La fascinación del urbanita, quizá.

2.

Un caldo. Un caldo. En cuanto llegue donde Xosé por mis huevos que me pido un caldo. Doble, se exige tiritando Panxo intentando meter la llave en la carredura del coche. Tiritanto. Entrenado hasta la médula a correr bajo la lluvia por las calles de Ourense y por el margen del Miño abajo por Penedos y Miño arriba – salvo dos docenas de días al año – empapado hacia Barcelas. Pero esta era la primera aproximación a la montaña del Invernadeiro.

Agua pero, esta vez, barro, piedras y sendas intransitables con los del grupo de montaña. «Carallo», el caldo, o cualquier cosa que templase los mismos pies que destemplan a Javi en el centro de Madrid, «Esto no es lo que sale en los vídeos de Kilian«. Tanto sufrimiento a través de los canales de vídeo de Internet. Tipos saltando como gamos por ramblas polvorientas. Mochilas adaptadas al cuerpo de gentes que suben y suben para luego bajar. ¿Ellos piden caldo a su ‘crew‘?

Dos historias de dos entornos diferentes en los que la lejanía o la cercanía a la montaña y a las distancias demenciales marcan la nueva fascinación del corredor.

Pero ¿ante qué estamos en realidad, cuando simplemente hablamos de correr por el monte?

La década de los 90 fue la del giro a lo escarpado. Ya existía un precedente senderista en algunas zonas sobre vías clásicas del alpinismo o excursionismo europeo y americano. Salvo pioneros (la Dipsea Race data de 1905) y movimientos excursionistas del S.XIX, los primeros GR fueron sistemáticamente marcados en Francia en 1947. La antaño vieja carrera de resistencia a caballo de Western States marcó el arranque de las carreras de cien millas en 1974. Pero es en los noventa cuando se establece un calendario sólido en Francia y EEUU. Como hito, la American Trail Running Association nace en 1996 para aglutinar carreras por la montaña.

En la caída de la participación en el cross federado y la búsqueda de nuevas vías tras el correr por carretera, asoman recorridos cada vez más campestres. Cada vez más naturales. Las distancias varían y la dureza se complica. Los noventa son también una década complicada en las carreras en ruta. La masificación de las grandes pruebas modifica la perspectiva de muchos. Lo natural empieza a ser una realidad en el circuito trail francés y norteamericano frente a lo establecido de la ruta.

¿Sólo eso? ¿Lo natural?

Una perspectiva más razonable de qué se podía correr y los tramos más complejos derivan en que los tiempos de corte sean menos exigentes que en los maratones. Con facilidad se pueden superar la mayoría de ellos. Esta medida ampliaba el espectro de admitidos. Tipos que agradecían un rato de torturadora subida en la que correr era ya imposible. Caminar y correr. Caminar ya no era el fracaso del kilómetro 39 del maratón. Era parte del evento.

La ciencia deportiva avanza y el material se completa poco a poco: bastones, mochilas de hidratación, bidones, geles. GI-Joes armados hasta los dientes con un objetivo: horadar un collado más mientras anochece. Ascender por el bosque. Descender por el río. Todo parece posible y las distancias se complican. Cincuenta, cien, ciento sesenta kilómetros.

En esta escalada hasta hace poco reservada para los profesionales comparten espectro los protagonistas activos y pasivos de un acercamiento casi naíf, un amateurismo casi exagerado que es simpático: salchichón, chocolate y bocadillos provistos por los organizadores, muchos pertenecientes a clubes excursionistas. Los clientes paran, agradecen y sonríen.

¿Se sonreía tanto en los maratones o las carreras en ruta?

Las primeras filas de la carrera a pie en asfalto son un tenso meeting de pista donde se respira tensión. Los recién llegados son apartados al grito de «¡respetad los cajones de salida por tiempos!» El respeto y no pertenecer a esa guerra los manda atrás para no estorbar. O a pruebas  de carácter más tranquilo. O al gimnasio, al parque, o … ¿al trail?

«Dicen que dan treinta horas para terminar», y la noticia corre como la pólvora.

¿Qué estamos descubriendo en la carrera por el entorno natural?

¿Tanto debíamos antropológicamente a correr por el campo? Después de un millón de años de carrera paleontológica quizá nos habíamos centrado en el mero hecho de correr.

Habituados como estábamos a correr para cazar y huir, ¿nos habíamos apropiado de un solo aspecto de ese retorno al ejercicio natural? Estamos diseñados para correr y corrimos. Todos los setenta y los ochenta fueron la edad dorada del crecimiento runner. Alguien dio con el resorte en los noventa. No éramos guepardos ni antílopes. Nuestra baza estaba en emplear horas y horas.

¿El correr por el maldito campo daba alguna respuesta a esa inquietud del hombre moderno?

Son tantas preguntas…

 

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14 comentarios

  1. Dice ser Sergio Bellido

    Pues anda que no hay recorrido (nunca mejor dicho) en esta especialidad. Trails de 20-30kms con cierto desnivel por terrenos corribles que no impliquen preparación específica por el monte ni inversión en material son parte del futuro de este deporte y más en este país, donde a poco que salgas de los cascos urbanos nos encontramos con kms y kms de caminos.

    Las carreras de montaña técnicas o trails muy largos siempre tendrán una barrera de entrada muy alta como para que se conviertan en actividades más populares.

    Muestras como el I Trail de Alalpardo, celebrado hace unas semanas, con una acogida excelente por parte de los asistentes, dejan patente el potencial de estas pruebas.

    29 enero 2013 | 09:51

  2. Dice ser Taza de café

    Leer la entrada de hoy y tener a Iker Karrera, nuestro gran Iker Karrera, en la cabeza, es todo uno.

    En mi caso esto del monte ha sido un gran descubrimiento, aunque de momento paso más tiempo andando que corriendo, pero poco a poco… Se me juntan varias cosas, que lo mio no es solo correr, tengo que ir brújula y mapa en mano.

    29 enero 2013 | 10:44

  3. Dice ser ANTONIO LARROSA

    Ya no tengo edad para correr por la montaña si lo hago alguna vez es por la playa y en cortos recorridos de medio kilómetro que para mi es una barbaridad pues vuelvo a caer sobre mi multicolor toalla sudando como un condenado a galeras.

    Clica sobre mi nombre

    29 enero 2013 | 10:49

  4. runstorming-spanjaard

    ¡¡Y cuidado con los tobillos!!
    pd. No me olvido del post pendiente 😉

    29 enero 2013 | 11:13

  5. Dice ser roger vivier

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    Bienvenidos todos a nuestra tienda online:

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    29 enero 2013 | 11:17

  6. Dice ser mayayo

    ¿Correr por la montaña? ¿Y hacerlo durante diez horas y más?
    La primera vez que oí hablar de esto me pareció rayano en la idiocia. 🙂

    Como menciona Sergio arriba, un día empecé a probar el correr por las rocas, con tiento: Me gustó. Fui haciendo un poco más largo y un poco mas arisco el terreno a pisar.
    Pasaron algunos años, conocí a otros corremontes más sabios y más expertos compartiendo días y noches a luz de frontal en Guadarrama, Pirineos, Alpes, las Rocosas….Me enseñaron mucho, aprendí un poco.

    Hoy, para mi desgracia, soy uno más de esos espectros que arrancan una medianoche desde una playa o un valle en las montañas: Uno o dos días por delante corriendo con amigos por las montañas como todo objetivo. Hoy puedo confirmar que no era algo rayano en la idiocia…lo supera de largo. 🙂

    ¿Lo dudas? ¿Y tu, como llamarías a un deporte de competición donde el más contento de todos es el último en llegar? La Tribu de los Ultreros. Irrecuperables.

    29 enero 2013 | 11:23

  7. Dice ser Quique CxC

    No sé qué será, pero es.
    Es libertad, hacía arriba y hacia abajo, hacia derecha e izquierda, da igual.
    Es naturaleza, un valle, una colina, un río, un bosque, un desierto.
    Es sol, aire, lluvia, tierra.
    Es soledad y compañía.
    Es día y noche.
    Es frío y calor.
    Es emoción, plenitud, sufrimiento y alegría.
    Es… correr por el campo. Es VIDA.

    29 enero 2013 | 12:25

  8. Dice ser Taza de café

    mayayo nuestros pies inquietos nos sorprenden, porque yo la primera vez que vi algo parecido fue en el extranjero que como suele ocurrir con los canales de televisión terminas viendo aquellos que menos comunicación verbal requieren, y fue un canal de deportes donde vi a Iker Karrera y unos cuantos más monte arriba monte abajo, nevado, de noche…, lo que me pareció una locura total y absoluta pero fascinante locura…

    Ahora me encuentro para mi sorpresa que soy yo la que ando monte arriba monte abajo, a pequeña escala, pero disfrutando de la locura…

    runstorming-spanjaard, te has planteado un nombre más fácil para citar?jajaja, espero que no te olvides, jaja, mis delicados tobillos te lo agradecerán! 😉 ya nos vamos acercando…por lo menos pisamos monte hoy…jajaja

    29 enero 2013 | 12:25

  9. Dice ser spanjaard

    Llamame Luis o spanjaard (un amigo murciano me llama ‘esponjas’).

    Preocupante égloga pastoril de amor al monte del amigo Quique CxC…

    29 enero 2013 | 12:42

  10. Dice ser Taza de café

    Compro «esponjas», me gusta!jaja

    29 enero 2013 | 12:50

  11. Dice ser Elena

    Quien dice correr por la montaña, también dice en entorno natural aunque sea con poco desnivel. Supongo que es el contrapunto de las carreras urbanas. Si os digo que hay una de 100 km por la vía verde de Girona, por equipos, que hay que completar en 32 horas, en la que el año pasado participaron 300 equipos y que este año repite el 20 de abril… ¿Os suena el Trailwalker?

    29 enero 2013 | 13:13

  12. Dice ser spanjaard

    Elena, ¡Claro!
    Es que no tiene que ser grandes desniveles. En Septiembre está la Madrid-Segovia y solamente tiene un gran puerto.

    29 enero 2013 | 14:29

  13. Dice ser tafas

    Las zapatillas de la foto, muy buenas pero……El «gin tonic» al lado? !No se¡— !!Es broma¡¡

    Yo tengo la suerte de salir desde casa y hacer un recorrido por la montaña mas alta del pueblo, la sensación al bajar es extraordinaria, nada que ver con correr por circuitos urbanos, ni pista, ni paseos o parques. El silencio, el aire puro, el canto de los pájaros.

    29 enero 2013 | 17:19

  14. Dice ser spanjaard

    Tafas, te digo yo que ese gintonic tiene más ciencia que las Fila Trail de la foto. Está hecho con un limón recién cogido del árbol. Me lo tomé metido en una alberca. Fue al final de una ruta de tres días de proporciones majetas. 🙂

    29 enero 2013 | 20:07

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