Tengo ganas de toser: palabras, tacos, múltiples e incoherentes expresiones, sen-sa-cio-nes, convulsas formas tristemente hiladas en la telaraña del lenguaje. A veces, mi araña interior grita hacia afuera, y me convence de que yo también tengo algo que decir.
Corren malos tiempos para la libertad de expresión. Malos tiempos porque a nadie le importa eso de la expresión, eso de comunicarse, eso de las constituciones. Los fundamentalistas de la cultura han vuelto a poner en marcha sus máquinas del terror. Las administraciones tejen la telearaña de la confusión, y juegan a cerrar webs, a apropiarse de las expresiones ajenas, a ser un dios cultural.
José Ángel piensa que es mejor no verbalizar, comprender a través de la capa íntima de la piel, interiorizar, escribir con pintura orgánica textos que se desvanecen con el suspiro de las musas. Pero el creador se equivocó con él, gastó todo su barro, lo usó en el resto de los mortales, en ti y en mí. Para José Ángel, utilizó el único material que tenía a mano: las acuarelas, la materia prima de la poesía, la cultura, la sensibilidad extrema, nociva para el que la siente, beatífica para el que la recibe.
El reportaje sobre la libertad de expresión no os lo puedo mostrar; una vez más no lo encontré en la web. Sin embargo, la confesión de Julián Hernández, cantante de Siniestro Total, es sintomática.
¿Publicaríais hoy la canción «Ayatolah no me toques la pirola»?, pregunté al representante del mítico grupo de punk, los más gamberros, desinhibidos y divertidos que ha dado el rock estatal. Su respuesta fue contundente:
No, no sacaríamos esa canción. Lo hemos hablado en varias ocasiones. Nadie podría aceptarlo. Vivimos en un mundo de pensamiento=0, es la globalización del pensamiento único. Antes no había presiones, nos movíamos en otros circuitos, y listo. Una burrada era entendida como lo que es: una burrada. Y ahora, en cambio, el verdadero problema no es la censura oficial, como antiguamente, sino la autocensura, lo que se llama corrección política. Hoy es muy difícil escribir chistes sobre las Torres Gemelas. Nos han quitado el humor negro, la ironía y el sarcasmo. La opción que nos queda es decir una barbaridad de otra manera, sin ser tan explícito, porque ellos no pueden ganar.
En ocasiones, sigo con ganas de toser, José Ángel. Toserle al poder, o a quien sea. Más allá de las ideologías, es como una irritación, una laringitis metafísica.
Pienso que a nadie le importa la máxima que me regaló Jesús Campos, presidente de la Asociación de Autores Teatrales:
Estoy en contra de lo que usted dice, pero daría mi vida por defender su derecho a decirlo.
Y me entristezco.
Pero sigo, y espero que vosotros también, con ganas de toser…
Hay inventos que no deberían haber existido jamás: el supuesto choque de civilizaciones es como una bomba H para nuestro cerebro. La identidad étnico-nacional es un extremo dentro de los extremos.
¿Saben el chiste que cuenta como un catalán, un vasco, un español, un musulmán, un cristiano, un americano, un danés…se van a la mierda?
Es por ahora sólo eso, un chiste, que nadie se ofenda. Mañana, ya veremos.
Javier Rada