Esto lo debería escribir José Ángel. Llevo tres días entre muertos, editando su serie El tren de todos, y no entiendo nada. Se escapa a mi entendimiento propio de un niño que recurre al padre con estas preguntas: ¿papá que es morir? o ¿papá, cuando sea mayor, existirá la inmortalidad?
-Claro, hijo, claro, quizá puedas ser inmortal, la ciencia avanza mucho (esta anécdota es real, así contestó mi padre, esquivando como pudo el bulto)
– Pero las bombas y la ignorancia van más de prisa, papá, corren a la velocidad de un tren bala (ojalá hubiera tenido entonces esta lucidez)
Y el padre no acierta a responder, claro, sin decir una gilipollez. Es, usando una expresión de Rubén, un imposible filosófico. Escapa a razón y a intuición. No hay respuestas y no se puede formular: la ecuación del 11-M: un abominable número PI de preguntas encadenadas, sin respuesta-a-a-a-a-a-a.., y así hasta el infinito.
Llevo más de tres días entre muertos, y conozco ya sus rostros. Sé quienes fueron. Escuché a sus familias en la pantalla de mi ordenador. Acaricié con mis dedos a sus mascotas (como a la gata de Angelica, que está ahí arriba). Y sucumbí ante sus ojos, su fuerza, su debilidad, sus aficiones, sus guiños y aspiraciones, y, especialmente, ante la perdida de su amor.
Los vi pasar en un tren bala que se dirigía a una vía muerta. Cada caja del editor web era una ventanilla para este amanuense digital, un Chaplin sin genio en los tiempos modernos del corta y pega. Traspasé a 0 y 1 la lección de José Ángel González– como a un tótem, 62 veces escribí tu nombre; qué lástima no haber aprendido más-. He convertido la frialdad del hiperespacio en un planeta contra el olvido, una cometa interestelar de largos dígitos. Y aunque se pierda pronto en la marea internáutica, seguro que acabará en una botella correcta, teniendo como tiene por destino la mejor de las calas, la única válida, lector/a, tu cerebro.
He tenido el dolor (menudo curro) y el placer (trabajar con sensibles maravillas) de editar a marchas forzadas la serie de El tren de todos-un homenaje a las víctimas del 11-M- y me he dado cuenta de que esta vida es una… ¡Pip! CENSURA WEB (La vida puede ser virtual; el dolor, no, recuerda). Sí, 11-M, M de mierda.
Javier Rada