Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

Archivo de septiembre, 2006

Renombrar ‘el mundo: caja de cerillas’

No es deseo exclusivo de los fascismos de derechas e izquierdas; también lo fue de los antiguos y razonables chinos.

El confucionismo tenía una máxima:

Si llamamos rey a un tirano, cómo sabremos, años más tarde, quién es el rey -palabras clave: padre, magnánimo, ordenador cósmico, dirigente, cuidador- y quién el tirano -sátrapa, asesino, destructor cósmico, malversador.

En estos tiempos de misiones humanitarias que quieren decir guerra; en estos días que apoyo transnacional significa expolio; que la palabra amor significa castración; que políticamente correcto expresa censura; que periodismo de investigación dice interés político… ¿no deberíamos empezar a renombrar el mundo? Chinita tú, chinita yo.

El otro día publicamos el reportaje del naming. Es curioso que el capitalismo acuda a la poesía para encerarnos. Es curioso que la poesía se ponga al servicio del capitalismo. ¿Renombramos poesía: ingenio al servicio privado? ¿Capitalismo: chupopteros al por mayor?

Voy a empezar yo, por la parte que me toca: periodismo: ceguera. El País de los ciegos. El Mundo Ciego. 20 Cieguitos. ¿Quién da más?

Javier Rada

¿Y si no nos queda tiempo?


«Definitivamente, antes de que se acabe este siglo, Londres estará inundado. Y todas las zonas costeras. Imagínese Bangladesh, por ejemplo; el país entero desaparecerá bajo las aguas. Y sus 140 millones de habitantes intentarán desplazarse a otros países… Donde no serán bien recibidos. En todo el mundo habrá muchas guerras y mucha sangre»

Nuclear. Accidente. Guerra. Palabras asociadas en nuestra mente. Al escucharlas, la conciencia entra en fisión y nuestros átomos chocan con los miedos del Apocalipsis. El fin. The End. Radiación… Coming soon: Y en la Tierra reinaron los palomos gigantes.

Nuclear. Chernobyl. Radioactividad. Palabras que levantan pueblos enteros

Llevamos más de tres décadas con el miedo nuclear.

Nos han repetido que el desastre es inminente, que los humanos, esas ratas que no se asemejan a los lemmings, han conseguido la tecnología necesaria como para volar la Tierra. El Big Boom tras el Big Bang.

Décadas de palabras asociadas. Y yo sigo perplejo con este tema. Antes lo tenía muy claro: nuclear no, era mi respuesta. No puede ser viable una energía capaz de contaminar la tierra durante cientos de años. Sin embargo, llegó James Lovelock y todo cambio: irradió mi mente; estoy contaminado, aturdido, confuso.

La cita del inicio es de él. La publicó El País. Voy a añadir unos extractos más para que me comprendáis…

Y en el principio de la era post Ford vino El Cambio climático:

Habla Lovelock, antiguo gurú de ecologistas…

«Bueno, tengo bastantes amigos en el campo de la ciencia, y especialmente dentro de los científicos del clima, que manejan los mismos datos que estoy manejando yo. Lo que pasa es que, al estar empleados, no pueden hablar claramente de estas teorías, porque si lo hicieran perderían sus trabajos. Pero han hablado conmigo y me han dicho que en cierto sentido, yo soy su portavoz. Están muy preocupados. Y su actitud respecto al libro que acabo de publicar es que, en todo caso, se queda corto. La situación es verdaderamente muy mala.

Tan mala que usted sostiene que hay que recurrir a la energía nuclear, porque no hay tiempo para descubrir otra energía alternativa lo suficientemente eficiente.

Así es. No es que yo esté en contra de otras energías alternativas, sobre todo en algunas zonas como, por ejemplo, los países desérticos, en donde resulta de lo más razonable usar la energía eólica para desalinizar el agua. Pero en países muy urbanos y densamente habitados, como Inglaterra o Alemania, es absurdo intentar sacar la energía de los molinos de viento.

Su apoyo actual a la energía nuclear le ha puesto otra vez en el ojo del huracán. Seguir siendo así de polémico con 86 años tiene su mérito y su gracia.

Bueno, supongo que sí, en tanto en cuanto consigas evitar los misiles que te disparan desde todas partes».

¿Tendrá razón? ¿Se acabó el Tiempo?

Javier Rada

En la patria de los gal, usted es el negro

¡Maremoto! Un mar de hambre azuza a Europa. ¡Qué miedo! ¡Qué miedo! La desesperación llega en cayuco como la viruela. ¡Qué miedo! ¡Qué miedo! Hombres negros: el color que nos aterroriza desde pequeños. Hombres con mirada perdida en un horizonte soñado. Hombres que no aciertan a reconocer ese horizonte en la topografía canaria, desértica en el puerto de los Cristianos, distinta a la imagen prefabricada de sus sueños. ¿Tan parecida es Europa a Senegal?

Hoy publicamos el reportaje de la patria de los gal. Gal es como se conoce en idioma wolof a los cayucos. Lo firma Tatiana Escárraga. Ella, colombiana, también inmigrante, ha estado con los pies sobre el terreno, el único modo que conocemos para hacer un buen reportaje. La fotos también son suyas.

Su descripción es el rostro de la Otra Costa. Sí, la que olvidamos cuando hablamos de los beneficios de la globalización. Su descripción es una historia que se repite desde que el hombre es hombre, y me remonto a sapiens (nosotros) cuando invadió los territorios de neardental.

Viajen si pueden a Senegal, Pakistán, Rumanía, Ecuador, Colombia, Marruecos… Viajen para comprobar como estamos de ciegos. Es un bálsamo contra la occidentalitis. Allí usted se convertirá en el negro. No vaya en plan colonial: ofertas turísticas que les separan de la vida cotidiana, «oye, un hotelito majísimo», con exóticos cócteles. Conviértanse en «el negro», en el extraño, el diferente. Intenten responderle a un anciano que usted no tiene manera de conseguirle un visado, que es mejor que pase hambre, que en Europa le van a tratar mal.

Una marea negra invade nuestras costas: una marea de vida y esperanza que acabará emponzoñándose si no se toman cartas (serias y coherentes) en el asunto.

Solucionar el problema de la inmigración es el gran reto del siglo XXI. Y no por la seguridad de nuestras costas, ni porque lo diga Rajoy o Zapatero (¡va de retro!). Si lo conseguimos habremos vencido a la Historia, ¡milagro! habremos resuelto el primitivo problema de la pobreza y la necesidad ¡Bendito maremoto transnacional!

Y habremos rendido el merecido homenaje a neardental, la primera víctima de la xenofobia.

Javier Rada

Carne

Su barriga, sus curvas. Su carne, sentirla. Me gusta…

Es una suerte que los seres humanos estemos envueltos en grueso papel de carne. Sentir la materia orgánica en la yema de los dedos.

Pasear por las dunas del desierto epidérmico. Deambular cual vagabundos entre paneles de sensibilidad: borrachos en la colmena corporal, la grasa, el color, la piel cálida que todo lo envuelve. Carne es aquí esencia de sensualidad. Y busco una modelo que pose para este perfume.

Hablo de carne frente a huesos, frente al símbolo de la Muerte.

Cuando juzguen a los publicistas en el Tribunal de la Haya estos serán nuestros argumentos: aprendisteis de Auschwitz el look esquelético, moldeasteis conciencias para hacer prevalecer la muerte sobre la vida; engañasteis a la mujer y le hicisteis negar su carne hasta la inanición…

Y no os odio por ello. Sino porque habéis transmutado los conceptos: habéis dicho Belleza; y tenemos esqueletos andantes. Habéis dicho Moda; y tenemos niñas antinatura. Habéis dicho el Camino Hacia Éxito; y tenemos una carretera al infierno.

Carne. Carne. Hermosa carne. Eso es lo quiero. Un grito: ¡Viva la carne! Un vítor de mujeres sanas, hermosas y orgullosas de su cuerpo. ¡Carne por la vida! ¡Contra la muerte!

De ella, me gusta su barriguita, sus curvas, su cuerpo hecho de una materia que puedo asir, palpar, disfrutar con la yema de mis dedos, blanda, voluptuosa, hermosa… ¿Quién os pudo convencer de lo contrario? ¿Quién os vistió, queridas niñas, de esqueleto?

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Cinco modelos han sido expulsadas de Cibeles por no cumplir con este requisito: tener una masa corporal no inferior al 18% (unos 56 kilos para una estatura de 1,75). La polémica está servida, el mundo de la moda continúa sin dar solución a un problema del que en parte son culpables. La Asociación Española de Pediatría hizo hincapié en el papel que tienen las modelos como ejemplo de conducta para los más jóvenes y los posibles trastornos alimentarios que pueden derivar del deseo de imitar su estética.

Javier Rada

Miren a este cabrón

En su esencia mínima, parece inofensivo. Así es como lo ven los científicos y grandes estrategas: un punto de vista microscópico. Y como somos unos estetas, diremos que es hasta bonito. Les presento al gas mostaza. Tiene un nombre delicioso.

Ahora, acompáñenme a la superficie. Vamos a tener una visión. No la de los políticos que lo aprobaron, sino la de los verdugos o la CNN. ¡Espectacular!

Sigamos… ¿Les apetece bajar? ¿Ver si queda algo bajo el polvo? ¿Añadimos ketchup a las patatas? Vamos, valientes.

¡Éstos salieron con vida!

¡La vida es maravillosa!

Un mundo de color amarillo, un cenicero químico.

Las víctimas de la iperita de la guerra del Rif padecieron, entre otros, estos estigmas: perdieron el pelo, una tos crónica, caminaban como zombies, vomitaban, sus ojos empequeñecieron hasta cegarse, manchas en sus cabezas desnudas, se les cayó la piel a tiras, los bebes fallecían ipso facto, muchos murieron de cáncer… En su gran mayoría eran civiles: personas como tú y como yo. Si les queda estómago, piensen en aquello de que antes la verdad que la paz interior.

Javier Rada

Cerrar La Marañosa (armas químicas y biológicas)

Lo llaman La Marañosa y dicen que es un peligro. Se encuentra en el sureste de Madrid. Este complejo militar está relacionado con las masacres de gas mostaza en el Rif. Los morteros que usan para sus comidas los rifeños -los restos de los casquillos de las bombas X-llevan una inscripción que lo atestigua. Hay quien pide que ese monumento al terror sea al fin cerrado, aseguran que se experimenta con armas químicas y biológicas en él. Cada año distintos grupos organizan una marcha reclamando su cierre.

Buscando en el Ministerio de Defensa encontré esto:

FABRICA NACIONAL LA MARAÑOSA (FNM). La Fábrica Nacional de La Marañosa se encuentra situada en el km. 10.500 de la carretera de Madrid a San Martín de la Vega dentro de la Finca ocupada por la Comandancia Militar de La Marañosa cuya extensión total es de 706 Ha y su perímetro de 16,80 km.

Actividades principales

– Investigación y Desarrollo en el campo de Artificios y Municiones: Investigación optrónica, láser e infrarrojos, desarrollo de señuelos y estudios de envejecimiento, desarrollo de cortinas de humo multiespectrales, etc.

– Investigación y Desarrollo en el campo de NBQ: Protección y vigilancia radiológica, detección toxicológica de sustancias de alto riesgo, biodescontaminación, detección de agresivos biológicos, Laboratorio de Referencia Nacional en la Crisis del Antrax, en fase de acreditación como laboratorio oficial de la OPAQ, desarrollo de un nuevo traje NBQ y de un prototipo de gafas compatible con la máscara, etc.

– Elaboración de Pliegos de Prescripciones Técnicas, de recepción y evaluaciones de materiales y equipos.

– Montaje de máscaras.

– Fabricación de botes de humo y otros artificios pirotécnicos.

¿Os da miedo?

Javier Rada

En tierra quemada… El legado de Abdelkrim en el Vietnam español

África empieza en los Pirineos. Nos unen las chumberas, los gritos, la pasión por la calle, la desconfianza ante el extranjero, los guiños de humor, el talante mediterráneo tan distante del afrancesado ZP. Los ancianos bereberes dicen que «los rifeños y los de Málaga llevan la misma sangre». Así nos conocen allí, todos somos hijos de la gran Málaga. Y tienen razón.

Los españoles educaron, como en tantas ocasiones, al que sería su peor enemigo, Abdelkrim, o Abdel Karim, belicoso señor de los Ait Urriaguel. Abdelkrim hizo saber a sus maestros que el Rif era una guerra de pobres, y como pobres, los vencederos serían aquellos que pudieran aguantar la sed: de justicia, de derecho moral y supervivencia. El Rif se convirtió en el Vietnam del Reino de España. El Rif explica lo que sucedió en la última mitad del siglo XX. Y confirma la figura histórica del reyezuelo Alfonso XIII, personaje que podría haberse dedicado exclusivamente a una de sus grandes pasiones, la pornografía, convirtiéndose de este modo en el aúlico precursor de los pornolabs.

Mohammed Ben Abdelkrim Al-Jattabi nació en Axdir en 1882 y murió exiliado en El Cairo en 1963. Fue educado en la universidad de Salamanca y trabajó para el Leviatán metropolitano en Melilla. Abdelkrim Sabía a quien se enfrentaba, cosa que no podían afirmar «los malagueños». Concibió la sublevación general en el Rif y pasó a cuchillo a todas las tribus que quisieran pactar con los extranjeros o hacer la lucha por su cuenta. Acciones que sospecho aprendió de los Reyes Católicos. Fundó una república independiente. Acuñó moneda. Y buscó apoyos entre el resto de países colonizadores. Tras el desembarco de Alhucemas, su sueño se vio frustrado, y se entregó a los franceses que lo deportaron a la Isla de Reunión, en Madagascar. Escapó a El Cairo, y jamás regresó al Rif.

Los rifeños aseguran que Abdelkrim quería pactar con los españoles. Según estas fuentes, sabía que era inevitable la colonización, así que ideó un plan consensuado, basado en cierta autonomía. Los propios españoles y los muyaidines bereberes se lo impidieron por sus ansias de orgullo y sangre, algo que tenían claramente en común. Abdelkrim dirigió un ejército de zarrapastrosos, de campesinos y bandoleros. El mismo ejército que al ser bombardeados con gas mostaza inventó su propia arma química: añadieron chile a los casquillos de sus balas, levantando algún estornudo que otro entre las tropas invasoras. Ese «ejército del chile» mandó a todo el grueso colonial español, moderno, pero pobre, basado en las levas forzadas entre los miserables de la Gran Málaga, de patitas a Melilla. Murieron entre 10.000 y 20.000 hombres. Y no hubo compasión con ellos. Tampoco con la población civil bereber.

Estos días que estamos discutiendo entre pedir perdón o defender el orgullo patrio deberíamos mirar a Abdelkrim, el espejo inverso de nuestras virtudes y defectos. Fuimos los precursores de la lucha de guerrillas, sí, en inglés se dice así: guerrilla. Hemos sido únicos en meternos, cuando no venía a cuento, en todos los pedregales que ignoraron nuestros admirados y prácticos romanos: hasta en Irak. Y lo peor de todo, seguimos en las mismas. En esa combinación, meticulosamente plagiada por los estadounidenses tras el 11-S, de fanatismo e ignorancia.

Javier Rada

El veneno del escorpión del Rif


«Si el escorpión te pica usa su veneno para curar la herida».

Es un dicho del Rif, un consejo de las abuelas, una tradición oral: lo único que tienen.

Explica la idiosincrasia de este pueblo, al cual, entre otras hazañas, se le puede considerar el precursor del anticolonialismo en el norte de África, de la lucha de guerrillas modernas –el mismísimo Che Guevara visitó a Abdelkrim en El Cairo-, y de las Repúblicas islámicas independientes.

Mis Astérix y Obélix de la Historia no fueron blancos y rubios, con ojos azules y acento de foie-gras; tampoco los vascos. Fueron campesinos del maremoto de piedras. El enemigo secular de España: los moros, sarracenos, los bereberes.

He de confesar mi admiración. Siguen en su sueño independentista, pero han recibido tantos palos que es difícil levantarse, seguir luchando con piedras o escopetillas en tiempos de la Bomba H y el derrumbamiento de Torres Gemelas. Ahora luchan por recuperar su memoria: un trabajo difícil si partes únicamente de la tradición oral y debes recurrir para ello a lenguas extranjeras.

Han sido gaseados por España con gas mostaza y por Marruecos con napalm. Utilizados en guerras ajenas: Franco se trajo a muchos para dar un toque de color a su alzamiento.

Su voz, ese idioma que no comparte Marruecos y el resto de lenguas enriquecidas por el árabe, permanece en silencio, como los escorpiones, bajo las piedras, tostándose al sol del Mediterráneo.

De nuestro legado en el Rif quedan las tapas (muy generosas), el gusto por el vino y su música (¿o será al revés?), los apodos de los mayores, «Caballo», «Santiago», «Moreno», la fea arquitectura de Alhucemas: los rifeños no construían ciudades, eran pueblecitos diseminados por la montaña, les gusta el espacio como a los gallegos, que corra el tórrido aire.

De nuestro legado quedan los mutilados, el secreto a voces del gas, la brutalidad del colonialismo, la dominación sangrienta para después caer en un intencionado olvido, en un os dejamos en la boca del león…

Tuve la suerte de conocer a Mohamed Faragi. Y me quedo con una frase que dijo, repleta de sabiduría centenaria. Varios rifeños le picaban para que soltase uno de esos titulares que tanto nos gustan, una reivindicación para que España pagase en euros lo que no ha sabido pagar moralmente. Y él respondió.

«Los españoles hicieron con nosotros lo que quisieron. Entonces ellos estaban aquí y reinaban. Ahora nosotros estamos allí, en España. ¿Qué vamos a hacer? ¿Volver a luchar? Lo que nos hicieron lo hemos perdonado porque todos sufrimos mucho, todos somos humanos y los españoles son nuestros hermanos. La gente mayor como yo sólo quiere la paz».

Mohamed Faragi, superviviente a los bombardeos químicos de la Guerra del Rif.

Javier Rada

Mi Salvador no es el vuestro, Huerga / Mediapro

Creo que puedo afirmar sin equivocarme que de todos mis compañeros de redacción en el diario soy el único (cosas de la edad, babys) que salió a la calle el 1 de marzo de 1974 para protestar contra la muerte cruel, atroz, desdichada y consumada al día siguiente del anarquista Salvador Puig Antich, de 25 años, acusado y condenado a la pena capital por matar a un policía.

Yo acaba de cumplir, el día anterior, 19, estudiaba primero de periodismo (en aquel curso demencial que había empezado en enero y sólo duró seis meses) y frecuentaba círculos anarquistas.

Salimos al atardecer R. J. y yo. Seguramente vestíamos de tonos oscuros porque no convenía llamar la atención y ser trendy en aquel tiempo no se medía por tu marca de botines.

Paseamos, nerviosos, por las calles frecuentadas por la niebla y el miedo de la Ciudad Universitaria madrileña. Vimos policías a caballo, algunos jeeps y, claro, adivinamos los inevitables coches camuflados de los siniestros sociales, los agentes de paisano de la Brigada Político Social que podían partirte el alma por haber leído a Hegel.

Frente a Biológicas lanzamos al aire un puñado de panfletos. Repetimos el salto en Filosofía.

No recuerdo qué decían aquellas hojas volanderas impresas en una vietnamita que escondíamos en un sórdido piso del Barrio del Pilar. Al contrario, recuerdo con exactitud que los tres regresamos sin decirnos una palabra al colegio mayor. No cenamos.

Ningún partido político de los que entonces diseñaban entre bambalinas la España que ahora sufrimos convocó protestas contra el agarrotamiento (vil, tan vil) del muchacho catalán, ejecutado el día 2, a primera hora, en la cárcel Modelo de Barcelona.

Tampoco levantaron la voz los sindicatos. Ni siquiera la anarcosindicalista CNT, demasiado asustada por aquel nuevo tipo de rebelde que fumaba porros, domaba una Bultaco, leía cómics de Guido Crepax y Gilbert Shelton o escuchaba discos de Pink Floyd y Pau Riba.

En una España sin Zara, sin condones en las farmacias si llevabas melena, sin barrios temáticos a lo Malasaña para orinar todos juntos en la puerta de la señora Maruja, sin gafas pasta, sin Buenfuente ni demás clowns del sistema, los ácratas libres eran como los homeless de ahora: inválidos sociales.

Estos días se menciona en mi diario, acaso por primera vez, el sagrado nombre de Salvador.

Pero no se trata del nombre real, sino del inventado por el cineasta postmoderno Manuel Huerga –hombre cercano al aparatchik socialista y sus mandarinatos, director de la ceremonia inaugural de las Olimpiadas de Barcelona de 1992– para la película Salvador, producida por el holding Mediapro, ‘fábrica de contenidos’ donde juegan al póquer de la manipulación de mentes y voluntades tahures infalibles como Rosa Villacastín, Pedro Almodóvar, Teresa Viejo o Helena Resano.

El Salvador de Huerga, convenientemente interpretado por el sex symbol yogurín Daniel Brühl, martirizante para el espectador pero muy conveniente para el merchandising, es un mártir morboso y mórbido, guapo, quedón y “antifranquista” (ese adjetivo que todos se aplican como currículo pasado pero, como dice mi admirado ToteKing, sin mencionar que el franquismo sigue estando entre nosotros, como el brazo amputado, el miembro fantasma, de un tullido)…

Ni asomo en la peliculita, por supuesto, de anarquismo, acracia, Bakunin, crítica a los admiradores de Stalin (por ejemplo, entonces, Santiago Carrillo), a los usos sociales (matrimonio, machismo, escuela, universidad, manipulación sindical, mentira de la democracia) y a la España que pactaban en secreto las clases política y empresarial, bendecían los camisas azules menos feroces y añoraba el entonces principe Juan Carlos de Borbón, criado, educado y mantenido por el dictador al que esperaba sustituir como jefe de Estado.

Mi pasado, útero de mi presente, ha sido traicionado en esta maxi producción idiotizante donde desaparecen:

1. Las protestas de intelectuales franceses, mayistas, ácratas, situacionistas, indios urbanos, contra el crimen.

2. El juicio a la oposición política española ‘correcta’ (socialista, democristiana, liberal, marxista, maoista y troskista), que consideraba a Puig Antich un bandido, un perro loco atracador de bancos, mientras, en el caso de la izquierda, aplaudía los crímenes de ETA y callaba, por ejemplo, ante el genocidio que perpretaba Pol Pot en Camboya.

3. El futuro activismo de los amigos del ajusticiado que integraban el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL). La acción de su célula hermana, los Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista (GARI). Por ejemplo, Oriol Solé, titoteado a muerte en el Pirineo tras la fuga de la cárcel de Segovia. Por ejemplo, Jean-Marc Rouillan, fundador del MIL y condenado a prisión perpétua en Francia.

4. La notable e intensa admiración de Puig Antich por el guerrillero libertario Quico Sabaté, el útimo maquis anti franquista.

Las hermanas de Salvador, Imma, Montse, Carme y Merçona, llevan más de 30 años denunciando el asesinato de Salvador. Su dolor y la conmovedora constancia de la lucha legal por demostrar que el juicio fue una farsa y que, como sospechamos tantos por pura intuición, leyendo entre líneas los diarios (costumbre desgraciadamente perdida), la bala que acabó con la vida de aquel policía del régimen salió del arma de uno de sus compañeros de actividad represora y no de la pistola de Puig.

Su dolor y la verdad de su lucha no merecían la artificiosidad de un clip.

Aquí hay información, en catalán, sobre las mentiras de Huerga y Mediapro. Aquí, en castellano.

José Ángel González

Blues transilvano

Rumanía es el país de Maria Tanase (1913-1963), la Billie Holyday europea (y secreta: nos gusta buscar referentes que idolatrar en las tierras que nos dominan, no en las dominadas); el delta final del Danubio, sucio río nunca azul que vertebra nuestro continente, y el lugar donde deseo ser enterrado, el Cementerio Feliz de Sapanta, con lápidas que resumen la vida de los muertos con la inocencia de una pizarra de educación primaria.

Rumanía, no lo olvido, es también el país más corrupto de Europa, uno de los más pobres y, para regocijo de las transnacionales, un inminente socio del club de la UE, en el que será admitida el año que viene.

Este verano vi muchos indicios del futuro próximo que adivino para la bella tierra latina de allá lejos: madereros talando con velocidad de cocainómanos los bosques transilvanos, empresas españolas (Florentino Pérez, ¡qué lejos llegan tus manos!) reparando carreteras con dineros adelantados por Bruselas, firmas privadas de seguridad dignas de Steven Seagal, niños esnifando pegamento en las estaciones de autobus, el romántico centro de Bucarest –otrora el pequeño París– quebrándose en cascotes irrecuperables…

Fue mi segundo verano rumano. Hace tres años me había estrenado como espalda mojada. Hice entonces en autobús el bucle Madrid – Bucarest – Madrid (6.000 kilómetros en total) para el documental El pan de los Banu sobre inmigrantes rumanos en España que codirigí para TVE y que se reemitió, precisamente, el domingo pasado en Documentos TV.

Este año viajé en coche, por placer y sin rumbo, en una especie de viaje de bodas –todo viaje debe ser una luna de miel o no ser–.

Ambas experiencias condujeron a la pieza que publicamos en la edición en papel del diario de hoy.

¿Resumen? Rumanía se vacía a favor de España, donde la colonia de rumanos asciende a 420.000 según el censo de enero de este año. Todos ellos han llegado sin visa –la UE no la requiere para los futuros estados miembros– y entrado por la permeable frontera de La Jonquera (Girona) como falsos turistas.

Mientras algunos adivinan que la gran coladera de la inmigración ilegal está en las Canarias –unos 18.000 inmigrantes ilegales en lo que va de año han llegado en cayucos– , 500 rumanos entran por término medio cada día por La Jonquera. Es decir unos 150.000 cada año.

José Ángel González