Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

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¡Hagamos el apagón! ¡Hazle el amor al planeta, que ya lo joden ellos!

Hagamos el apagón, sí, como hacer el amor. Es decir, coge a la persona que más desees-sin escrúpulos, tú mismo vales, estás más que acostumbrado- y apágalo todo a las 19,55 horas. Que ningún electrodoméstico quede en pie. ¡Que le jodan a Endesa! Y gime, y suspira, y entra en trance, y mastúrbate, o besa, o penetra, o sé penetrado, o patalea, o abraza, o empápate de miel, o cuélgate del techo como un murciélago, o roba las manzanas del Apple, haz todo lo que no sepa hacer una máquina. Da igual, no seas tímido, querido autómata, todo estará oscuro, recuerda. Róbale el diente de oro a tu abuelo. No es mal plan. Pero apaga la luz, ostias…

Dejemos respirar por cinco minutos a la Tierra, apágalo todo hoy de 19,55 a 20,00 horas, o camina y revienta en tu sofá…

Sí, haz el apagón por el planeta. Expulsa fluidos por el océano, las plantas, las flores, los colibríes, los chinches y las chinchetas… Deja a Mamá Tierra tranquila por cinco minutos. Se sentirá como un abeto cuando termina la infecta Navidad. Libre de estúpidas lucecitas antes de acabar en el vertedero de los planetas muertos.

Se sentirá como cuando apagas tu ordenador y el dichoso ventilador de los cojones deja por fin de recitar en tu conciencia los angustiosos versos mosquito.

Sí, cinco minutos bastan para hacer el apagón. No necesitáis más, fanfarrones. Cómo un polvo de los buenos, ¿eh? En tu casa, en la calle, con quién tú quieras. Sé planta, sé cerdo, sé mariquita silvestre. Sé la estirpe del dragón. O mierda de perro. Sé de la Tierra.

Sí, el salto del tigre al apagón, 69 cobardes. Ten gallardía. Mantén la altura. Sé sexy. Eréctil. Mantén tu fuerza femenina en la oscuridad. Hazte orgánica como las gallinas. Compacta como un cocotero. Biodegradable como una lágrima de felicidad. Escupe a tus vecinos- y como estará todo oscuro, ahhhh! se siente-, méate en su cobertizo, asalta una tienda de electrodomésticos y prende la antorcha de los tiempos, revive el baile tribal alrededor de la lumbre que nos dio amparo en la cueva de los monos alopécicos. ¿Lo recuerdas? Cómo lo vas a recordar. Sólo lo recuerdan Jean Jacques Annaud en busca de cerillas y Mónica Randal en la tumba de Tutankamón… Sí, cuando Mamá Tierra era tan joven y hermosa, cuando nos acunó con su sensual rotación periódica, tic tac tic tac, con la nana de los tormentas, y las caricias del agua, los premios de fruta, ñam! y las reprimendas del invierno repleto de rayos rashhh! Nos dio todo lo que nos faltaba. ¡Hasta techo! Más que nuestro (su) gobierno.

Pobre madre, madre mía, maaaadre ¡Qué hijos de la astro puta hemos sido! Puta porque te hemos vendido a estos viejos babosos del petróleo. Y no los hemos castrado, estos ancianos nauseabundos de la viagra nuclear. Reptiles –perdóname anaconda por compararte- a los que no les importa una mierda si después de su muerte alguien continuará bebiendo de tus senos. Ancianos de mente, ¡decrépitos!

Haz el apagón y no la guerra.

¡Rajoy! ¡Apagón!

¡Zapatero! ¡Apagón!

¡Otegi! ¡Apagón!

¡Bush! ¡Apagón!

¡Labordeta! ¡Aragón! ¡Siempre!

Hazte oscuro como el firmamento. Cree en ti como en luz de estrellas.

Pero por favor, ayuda a detenerlo.

Mata el cambio climático

Be night, my friend.

Sé noche.

Y que hoy, a partir de las 19’55, el único tocadiscos con mambo sea el del pepito el grillo. Y que sigamos así la noche, conociendo la sabiduría de una vela. Nos contará más de lo que creemos. Y mete mano, coño, ¡aprovecha!

Javier Rada