Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

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¡Un güisqui, coño! (Crónica teletubbie de los Goya: ¡que me coman las legañas si miento!)

“¡Ponme un güisqui!”. Pilar Bardem invade la barra con su porte batallador, imperativa, su voz cazallera, su whisky, rápido.

“Hasta después de las doce no podemos Pilar, son órdenes”. El tono del camarero del Palacio Municipal de Congresos fue muy familiar. Así opera la lobotomía emocional de la tele: los famosos se convierte en seres entrañables, pasas más tiempo con ellos que con tu padre, y al encontrarte con uno te dan ganas de abrazarle… Así actuó el camarero (no abrazó, pero parecía como si platicara con su tía Carmen). Y yo acabé como un teletubbie frustrado sin poder hincarle mis brazos a nadie.

Qué mamá no cambiaría a Daniel Brühl por el vago redomado que un mal día le costó una episiotomía. Seguro que la madre de Daniel-que permanecía taciturno, como buen alemán, al otro lado de la barra- lo parió con sumo gusto y placer.

Yo, en cambio, por lo familiar, casi prefiero a Elena Anaya… Imagino que el camarero también. Me pareció tan cercana con esa faldita corta. Fue la única que se atrevió a lucir piernas bajo este frío siberiano que nos invade. Una heroína. Y como este reportero tenía un ejército de periodistas delante, gigantes como Fernando Gil, y debía informar por teléfono, minuto a minuto, de cómo iban vestidas las niñas, me tuve que colar por lo bajo de mis compañeros-¡qué pasa, sí, soy enano!-para ver únicamente y en exclusiva sus lindas piernas. Bendita Elena Anaya, la Agustina de Aragón del cambio climático. ¡No pienso lavarme nunca más los ojos! ¡Que me coman las legañas si miento!

“¿Y qué vamos hacer los que no bebemos otra cosa que güisqui?”, increpó el acompañante de Pilar. La de dios: los famosos sólo beben whisky. Ni agua, ni coca cola, ni cerveza, ni cava, sólo whisky. Quieren estar próximos al holocausto cirrótico de Humphrey Bogart, explotar su hígado con sonrisa seductora, reconocerse en el espejo de ‘Error’ Flynn, ¡el agua pa la ranas! ¿Qué vamos a hacer sin whisky? ¡Foie grass, oh la la! Y yo que pensaba que los suyo era el champán y las ostras al hilo del estupendo catering que habían preparado para la ocasión.

Queridos rufianes: la televisión y la publicidad nos engañan: si la alfombra roja- que en realidad era tan verde como un campo de golf artificial (quién dijo que no hubo política en esta gala)-estaba patrocinada por una marca de whisky… ergo, todo el cine español apoya, consume, y defiende hasta la última gota el licor escocés. Especialmente los pesos pesados como los Bardem o la ministra de cultura, la señora Calvo. Ni siquiera era una marca de vino español ¡Complot vinícola! Pero el camarero, siguiendo con la historia, lamentablemente, no le pudo servir la copa a la Bardem. Y ésta desapareció de la fiesta… Ohhh, triste final.

Horas antes, la comparsa de periodistas se abalanzaban cual chinos en las rebajas respetando los límites de la alfombra verde ping pong. Eran leones esperando la llegada de unos cristianos elegantísimos, sensuales en ocasiones, relativamente glamorosos, sin poder hacer sombra, eso sí, a la épica de los ultraortodoxos de Hollywood. ¡God bless a Paris Hilton interpretando a la María Magdalena de Gibson! A pesar de todo, a mí, que soy de Huesca- sí, tierra de mata alcaldes-no me pareció tan mal el circo de prendas que montaron sobre el campo de tenis.

¡In! Llega Verónica Echegui ¡Out! Dafne Fernández está aquí, qué alta es la condená ¡In! Llega… no tengo ni puta idea ¡Out! Toda la noche la pasé retransmitiendo el partido por el teléfono móvil a mi amiga Amanda, de 20minutos.es. Somos una multifactoría de información. ¡Canalillo! Digo, no, un palabra de honor con… con tirantes plateados y ajustado en la cintura. ¡Sortijas! ¡Estampados! ¡Canalillo! ¡Escote! ¡Canalillo! ¡Piernas!¡Perfume! Ahhhhhh. ¿Cubrirá mi empresa un tumor en el oído por las ondas del celular? ¿Cubrirá un exceso de líbido o un infarto al corazón?

Las chicas, especialmente las actrices revelación, estuvieron sexys, simpáticas, risueñas, coquetas, jugando sus cartas con el virtuosismo del mafioso del póquer. Se trataba de enamorar a esa cosa etérea que nos mira en diferido desde un lado remoto de nuestra existencia: aunque sea un baboso que se esté masturbando con 30 minutos de retraso en el sofá de su casa, o el mismísimo Almodóvar, que estaba viendo la gala- así lo explicó su hermano, Agustín– como si se tratase de un partido de fútbol, con patatas fritas y alcohol. ¡Espero que no fuera whisky!

Los chicos, especialmente los veteranos, no parecían poder sacarse de encima el porte de macho arrogante cool de los toreros del Hola! (Sí: ¡qué envidioso soy!) Óscar Jaenada, por ejemplo, no me puso nada. Ese toque canalla chic, con sus sortijas 50cent de brillantes, me repelió más que hacerme creer que se trataba de la vivita estampita de todos santos del maestro Camarón. ¡AYYYY!

Daniel Guzmán, muy serio. Le pega eso de pegar en la pantalla.

El del Canto del Loco-perdóname oh fan que no sé lo que digo- parecía la reencarnación juvenil del neandertal con más cuevas del pueblo.

Y el bueno de Viggo Mortensen-yo que esperaba a un Aragorn con sus melenas y rollo bélico porteño- le vi metido en el papel de Bela Lugosi con ese pelo tirao tan pa atrás, pálido, vestido de oscuro, y el toque de color sangre de su corbata del Barça (o del San Lorenzo, como bien apunta Marina)… ¿Próximo proyecto Entrevista con el vampiro III? ¿O fichará para los chicos de Rijkaard como Beckham para el séptimo arte? Expediente X.

Sí, definitivamente no me molaron los actores. Ni Manolo Escobar. ¡Como te roben el carroooooooo se van a forrar! Ni Juanjo Puigcorbé de smoking. El único Juan Diego, que llevaba una castaña de kilo encima, o será así de crápula, tanto monta monta tanto, hablando de sus Goya que ha puesto en la cocina, estatuillas que conversan entre ellas mientras él desayuna y escucha, como en los mejores sketches de Monty Python.

Las féminas fue otra cosa, sino cuento a Carmen Maura, que me pareció estirada, encerrada en ese vestido de color turquesa, como si fuera a protagonizar en busca de la piedra esmeralda o algo así. Diva que se llevó el Goya, así que ni mu. ¡Viva el totemismo!

¿Cómo pintaría a toda esta panda el maestro aragonés? ¡Fusilamiento de enero!

Y Pe. Oh, Pe, qué escote, qué sonrisa prefabricada, y qué dulce atención a la prensa. Qué Almodofílica. Qué ¡Átame! Pe. La nueva Sofia Poren. La musa triunfadora de la noche. Si les digo un secreto, por cómo se comportó antes y después, creo que sabía que iba a ganar. Sí, lo sabía. Es lo malo de ser paranoico. También sospecho que Bush tumbó las Torres Gemelas. No es coña.

Y así fueron los Goya. Toda una noche pegado al teléfono en una sala de prensa en la que por cierto estaba el director decano del porno español, José María Ponce (¿qué buscaría?). En la que Corbacho era el líder indiscutible de los abrazos, y los te invito a un…, o a un cual y tal…y demás cosas de la era del homo zapping. Y en la que acabé fumándome un canuto con un actor revelación, amigo del Largo (ese Fernando, qué grande, literal), que nos explicó que esto del mundo de espectáculo es una mierda, que los mánagers te chupan el tuétano, que hay que tener mucha cara para pelear contra tiburones sin desfigurarte, en un océano en el que hasta que no eres una estrella te dejas las tripas y el culo al aire- como en el periodismo- para empeñar los calzones en espera de un Goya que no llega. ¡Pon un Goya en tu vida! Y luego que diga Pe con esa voz celestial que los sueños se cumplen y hay que luchar por ellos. ¡Pedrooooooo! Espíritu, manifiéstate. ¿Dónde estás? Sí. No. 666. Good Bye.

El reportaje fotográfico, excepto la foto de Brühl, es de Sergio González. ¡Menudo currazo se dio!

Javier Rada