Reportero: periodista que a fuerza de suposiciones se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en unatempestad de palabras (Diccionario del diablo - Ambrose Bierce)El cómo se hizo de los reportajes de 20 minutos...

Archivo de junio, 2006

Falun Dafa: ¿un nuevo cristianismo?

El primer reportaje serio que hice en mi vida fue sobre Falun Gong.

En la universidad, tres estudiantes y dos amigos, ni cortos ni perezosos, nos trasladamos desde Barcelona a Madrid para entrevistar a ese pequeño grupo de inmigrantes chinos que realizaban una práctica tan peligrosa para el Gobierno de Pekín.

Todo empezó por un breve publicado en la sección de internacional de El País. «Un miembro de Falun Gong se quema a lo bonzo en la plaza de Tiananmen».

Incluso entramos en la embajada de China en Madrid para escuchar la versión oficial: «Falun Gong es demoníaco».

También hablamos con Amnistía Internacional: «Es muy difícil obtener reportes directos de China por el férreo control a la información. Pero sabemos que se violan los derechos humanos con los miembros de Falun Gong».

Lamentablemente, nada salió de aquello.

Intentamos hacer un documental sin acierto ni técnica. Al visionar la grabación nos dimos cuenta que la portavoz de Amnistía tenía la cabeza cortada en el encuadre. Menudo desastre. En las entrevistas con los practicantes chinos, la abuela del grupo, una mujer que no hablaba nada de español, y de envidiable actividad, cruzaba cuando le venía en gana por delante de la cámara…

Años más tarde hemos leído que la Audiencia Nacional investigará la querella por torturas y genocidio.

«Paremos el genocidio antes de que se convierta en historia, que no ocurra como siempre», dicen sus practicantes.

Todo lo relacionado con Falun Gong en China da escalofríos. El Gobierno chino, como dijo su portavoz, considera que limpian la mente a las personas y que deben ser perseguidos.

Las organizaciones internacionales hablan de torturas, asesinatos, juicios sumarios, violaciones, privaciones del sueño, muerte por alimentación forzada en plena huelga de hambre, y lo último que se está investigando y que han denunciado los practicantes de Falun Dafa… la existencia de campos de exterminios en China para ellos. Posibles colmenas de la muerte para una supuesta disidencia política. Sea como sea… ¿Es esta la China en la que triunfa Chupa Chups?

Creo recordar que una sinóloga de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona me dio una explicación para todo esto: «Tras la muerte de Mao, el ídolo que acaparó al Estado, la cultura y la conciencia china en su única persona, el Partido Comunista, carente ya de un líder carismático, teme que alguien ocupe su lugar». Les da un terror de muerte que la religión recupere el traje nuevo que le robó la revolución cultural.

Si les siguen martirizando es posible que se conviertan en el germen de un nuevo cristianismo. A la historia y los gustos culinarios de los leones libios me remito.

Javier Rada

Veto a la sangre gay

En tiempos de la dictadura franquista los españoles cruzaban los Pirineos en busca de aires de libertad.

En tiempos de una Constitución Europea que no acaba de aprobarse (y que protege a las minorías sexuales) son los homosexuales franceses los que cruzan Pirineo abajo para donar su sangre en Cataluña, como denunció a 20 minutos la ONG SOS Homophobie.

«¿Qué pasaría si a los negros no les dejasen donar porque el índice de VIH es mucho más alto en África que en Europa? ¿Sería discriminatorio?», se preguntaba José, de la coordinadora española CESIDA.

CESIDA mostró su interés de batallar este tema a raíz del reportaje que hemos publicado hoy, e intentar llevar el asunto ante el Parlamento Europeo.

La cuestión es clara: si en España es inconstitucional por discriminatorio… ¿No debería serlo en Francia, Reino Unido o Andorra, cuyas Constituciones amparan el respeto a las minorías y la no discriminación del mismo modo que en la Constitución española?

La profesora de derecho civil Ana Isabel Berrocal todavía va más lejos: «no dejarles donar vulnera todas las normativas internacionales, incluida la Declaración Universal de Derechos Humanos. Los que sufren la discriminación deben denunciarlo ante los tribunales de su país».

Javier Rada

El Reich de Andorra

En Andorra, los inmigrantes que padecen VIH, hepatitis, cáncer o diabetes, entre otras enfermedades, son expulsados del país. Se les niega el permiso de trabajo. Las autoridades consideran estas enfermedades «crónicas e inhabilitantes».

En Andorra, los derechos humanos se violan sistemáticamente, según denuncian numerosas asociaciones y sindicatos.

“Lo han hecho siempre, detrás de esta historia hay un interés económico”, me explicaba Ricardo Villanueva, de Médicos Progresistas, una asociación en la que los médicos “se posicionan en determinados temas sin sesgo político”.

Expulsan a los inmigrantes para no cargar con el coste económico en su seguridad social, les hacen las pruebas serológicas sin su consentimiento o previo aviso”, seguía contando. “Se trata de un gobierno que preferiría que todos sus ciudadanos fueran rubios, altos y fuertes. Es xenófobo y homófobo”, acusaba. “No estamos hablando de un país perdido en el Tercer Mundo, si no de un territorio en el corazón de Europa que no respeta los estándares europeos, un Estado basado en el miedo y el conservadurismo”.

Llamé al Gobierno de Andorra para que me dieran su versión. “Tenemos pensado cambiar esta política con los inmigrantes españoles y franceses para respetar un tratado trilateral de buena vecindad vigente”. En Andorra, los inmigrantes españoles son unos 40.000. Los andorranos más de 15.000. El resto son franceses, portugueses, entre otras nacionalidades. Los portugueses, por ejemplo, se quedarían fuera de esta medida de gracia, aún existiendo directrices internacionales como esta:

“Toda persona tiene derecho al trabajo… (y) a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo…” Art. 23 de la Declaración universal de Derechos humanos. El derecho al trabajo entraña el derecho de toda persona a obtener empleo sin otros requisitos que la competencia profesional requerida. Este derecho se infringe cuando se exige a quien solicita trabajo o está empleado que se someta a la prueba del VIH.

VIH/Sida y los Derechos Humanos. Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Ginebra, 23 a 25 de septiembre de 1996.

La UGT española, apoyada por Médicos Progresistas, piensa llevar este asunto ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Tribunal de Estrasburgo. “La denuncia está en manos de Cándido Méndez, para entendernos”, me dijeron en la delegación valenciana de UGT. “Los sindicatos andorranos no tienen la fuerza suficiente para hacer frente a su gobierno«.

“La prueba del VIH tendría que estar en manos de un juez, el Estado no puede realizarla sistemáticamente, tampoco se puede obligar a los médicos a realizar las pruebas de alcoholemia en todos los casos de accidente”, seguía explicándome Ricardo, de Médicos Progresistas.

El Gobierno de Andorra me prometió una entrevista con algún alto cargo, preferiblemente con su presidente, Albert Pintat, del partido Liberal, para convencerme de que es un país ultrademocrático. Un país atacado por los gigantes de su alrededor precisamente por su condición de microestado. Todavía estoy esperando esa tranquilizadora llamada.

En la asociación andorrana Som com Som me dijeron: «este país da para un libro entero de denuncias».

Andorra es conocido como el país de los Pirineos. Se salta a la torera la legislación internacional, los convenios ratificados en el marco europeo, e incluso lo prescrito en su propia Constitución. Quizás por su condición de paraíso fiscal.

No lo digo yo. Lo dicen Médicos Progresistas, la UGT española, los sindicatos andorranos, asociaciones de homosexuales como Som com Som o la Federación Estatal de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales, y los numerosos amigos que tengo trabajando allí como inmigrantes o andorranos de pleno derecho que me hablan de “fascismo clínico”.

Javier Rada

Cuaderno (1)

Notas de mi cuaderno. Material que utilicé como base de partida para la pieza sobre enfermos de depresión que publicamos hoy en el diario.

Entrevista a Manuel Trujillo. Psiquiatra. 60 años. Nacido en Zaragoza y criado en Sevilla. Profesor de la Universidad de Nueva York y jefe de la unidad de siquiatría del Hospital Bellvue. Preside la Sociedad Americana de Psiquiatría Hispana. Coordinó estudios sobre trastornos mentales tras los atentados del 11-M.

La depresión es «la primera causa mundial de incapacidad».

La depresión está relacionada con la «complejidad progresiva de la vida en la sociedad moderna».

«Vivimos en la sociedad de la abundancia. Todos queremos ser altos, guapos, felices y contentos. Todos queremos ser el número uno«.

«Seis de cada siete de mis pacientes dicen lo mismo: ‘Quiero que me quieran«.

«Las culturas urbanas son individualistas, competitivas, insolidarias. No hay intercambio de afecto ni proyectos comunes«.

Hace dos décadas la familia nos arropaba, ahora «estamos solos». Antes abundaban las depresiones endógenas, causadas por trastornos biológicos, ahora son más frecuentes las depresiones reactivas a la situación exterior.

Sobre la forma cambiante de la expresión del dolor: «la forma del dolor está mediatizada por la cultura». Hay menos tolerancia que en el pasado. Aguantamos menos.

¿Un consejo? «Conózcase a sí mismo y entréguese a una causa superior».

José Ángel González

Cuaderno (2)

Entrevista a Juan José López Ibor. Psiquiatra.

«La tristeza del deprimido no tiene nada que ver con la tristeza del no deprimido. La de aquel está menos relacionada con los acontecimientos externos. Siente que estando triste no se puede entristecer. Se siente apagado, no responde, no tiene capacidad para hacerlo».

Es «optimista». Asegura que «todo empezó a cambiar» (a mejor) hace 15 años, cuando Naciones Unidas, tras la Conferencia de Población de Río de Janeiro, dictaminó que la salud no es sólo una consecuencia del desarrollo, sino «un requisito indispensable para el desarrollo«.

Entonces, «de pronto», las enfermedades mentales «saltaron al primer plano», porque cuatro de las diez con más carga social y económica lo eran.

«La industria farmacológica ha encontrado que las enfermedades mentales tienen un gran interés como inversión«.

La depresión es «una epidemia no controlada» en la que se da el «fenómeno iceberg»: la mayor parte está «bajo la superficie» y «sólo un pequeño porcentaje recibe el tratamiento médico correcto».

José Ángel González

Vamos a montar orgías

Las personas que suelen participar en orgías tienen este perfil: la edad es variable, aunque rondan los 35 años. Un nivel cultural medio-alto. Y su rollo se conoce como ambiente liberal, como me comenta Miguel Riera, que organizará un taller de orgías en el Magno Pornolab 2006.

Las orgías se celebran con normalidad en España. Incluso en tiempos de Franco existía algún que otro local más o menos clandestino en donde se practicaba este antiguo rito. Ya el libro Sexo en Piedra apunta las maneras de los prehistóricos en esta materia. En la actualidad, a muchas de ellas acude el famoseo más variopinto y la gente de bien. Hay orgías caseras y ultra-vip. En Barrios de lujo, en los 12 locales swinger que se pueden encontrar en Madrid. También en Barcelona, Valencia…

En Nueva York, París, Cap d’Age… el sexo en grupo fascina y atrae a muchas personas, alejadas, en su mayoría, del estigma sórdido que tan bien ha trajinado la televisión para conseguir más espectadores. Mentes abiertas; cuerpos generosos. Gente «normal», con sus familias, sus curros. Gente a la que no le importa que dos tipos se follen a su pareja, o que su novio haya desaparecido bajo un océano de cuerpos. Personas alejadas del mundo de la prostitución o del porno.

Lo que me ha parecido totalmente novedoso es que este ambiente tome forma de taller; una tímida apertura muy experimental que tendrá lugar en el Pornolab. Y gratuita. Habrá un proceso de selección. Para ello, habrá que visitar el certamen. Se prefieren, por motivos obvios, parejas dispuestas.

Por experimental, no hay nada asegurado. Y como taller, invita a todas aquellas personas curiosas que siempre hayan fantaseado con ello y nunca se atrevieron a preguntar… Profe, profe: ¿vamos a montar orgías? Claro que sí, niños. Todo arte requiere su iniciación. Toda fantasía su plasmación.

Aquí está nuestro reportaje de hoy sobre personas que quiere estar juntas y muy (muy muy muy) revueltas.

Javier Rada

Reportaje cómic

Eneko y yo tuvimos el mismo sueño. Él, en su Caracas natal. Yo, en Madrid, es menos exótico.

Queríamos hacer un reportaje cómic: jugar con un nuevo género periodístico. Como hiciera Joe Sacco en Palestina. Buscar la historia con todo el rigor periodístico. Ponerla en común. Buscar las palabras. Mostrar lo que nos habían contado. Convertirlo en imágenes, trazos y líneas. Y publicarlo en un diario de tirada nacional. Ha sido en 20 minutos: el único, en estos momentos, con agallas suficientes para hacerlo.

Necesitábamos una historia que fuera rápidamente identificable, que nos ayudase al simplificar los preliminares apelando al background del lector. Encontramos la historia de Jacques Kamra. La vida de un inmigrante y su lucha por querer un mundo mejor.

Éste es el resultado. Un experimento. Un intento de contaros las cosas de otro modo. ¿Se trata de eso, no?

Al género no sé como llamarlo: Reportaje cómic. Cómic reportaje.

En cambio, sé como llamar a la experiencia que sufren las personas como Jacques: genocidio. Genocidio consensuado europeo. Suena hasta correcto, y me da miedo. Tantas memorias a Austwich, para después acabar haciendo este peo, como diría el gran Eneko.

Javier Rada

Me contaron hace unos días una historia con potencia de parábola sobre Las Palmas de Gran Canaria: el parque de Santa Catalina es un dormitorio colectivo a cielo abierto para los centenares de subsaharianos varados en la ciudad.

Como si de una enfermedad secreta se tratase (aquellas heridas íntimas, aquellos descosidos en el alma), la realidad es eludida por todos los medios de comunicación de la isla, so pena, de revelarla, de perder la inserción de las campañas de la publicidad institucional que nutren las cuentas de resultado de las empresas editoras.

Mientras esconde la basura bajo la alfombra (en este caso, seres humanos reducidos a la condición de escombro), el Gobierno Canario sigue el martilleo: ven al sol, ponte ciego…

Jacques Kmara, 27 años, de Liberia (equivalentes a 54 españoles: el tiempo mata el doble en según que lugar), llegó en cayuco a Las Palmas en abril. Le tuvieron un mes en esa cuarentena administrativa que se han

montado –y que sería un matadero de no ser por la Cruz Roja y otras organizaciones más sensibles que la Administración-, le pusieron en un avión y le soltaron en Madrid.

Aquí vive. Duerme en una estación de Cercanías –no revelaré cual para no dar pistas a los vigilantes de seguridad de alma turbia y vocación salvadora-. No le expulsarán. Hasta ahora España ni siquiera se ha tomado la molestia de considerar que Liberia, como tantas otras naciones de hambre, muerte y dominación, es un país vecino. A los del norte les vendemos Almodóvar, piezas para el Airbus y sedes del Instituto Cervantes. Para el sur bastan las minas antipersona y los fusiles de asalto. Sólo a estas alturas del drama se ha molestado el ministro Moratinos en recordar que hacen falta misiones consulares y no sólo vistosas tournés de Felipe y la presentable princesa presentadora.

Jacques, camiseta-contrasentido: NYPD, siglas que los niños de acá aprenden antes que cualquier otra (Acnur, AI, PSOE son acrónimos tardos, escleróticos).

A Jacques le han regalado la camiseta del New York Police Department junto con una bolsa de ropa en una de las organizaciones madrileñas que dan cobijo a los inmigrantes africanos que llegan en cayuco a las Canarias.

Es el protagonista del reportaje-cómic que publicamos hoy. La idea fue de Javi Rada y el Gran Eneko. Mi contribución fue escasa: localizar a Jacques y entrevistarlo (Javi habla poquito inglés), proponer el formato al director, dejar que David Velasco diseñase con la paciencia y gloria de cada día, redactar una columna-semblanza de texto y meter prisa a los implicados. Hicimos el trabajo de campo el martes, con el fotógrafo Jorge París (que tuve que demostrar sus dotes de bell-boy cuando se le despegó el cristal de la cortinilla de la cámara en plena faena), y ayer salimos de la redacción a las 23.30: fue la última página del diario en pasar al departamento de producción (grandes también, compañeros, Manuel –esguinzado pero risueño- e Israel, que algún día será plumilla).

Pero el nombre de esta historia es sólo uno. Repitan conmigo: J-a-c-q-u-e-s K-a-m-r-a.

José Ángel González