¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Dos meses con un ojo en hoy y el otro ojo en junio

Segunda votación, y de nuevo fallida. ¿Y ahora qué? Pues ahora un plazo máximo de casi dos meses (hasta el 2 de mayo) en los que se juega la segunda parte del partido y en la que puede pasar casi de todo: cambios de estrategia de algunos de los equipos, intentos de alianzas diferentes a las negociadas hasta ahora, incluso quizás sustituciones y bailes en algún banquillo…

Mariano Rajoy seguirá pidiéndoles a Ciudadanos y al PSOE la Gran Coalición con el PP, pero lo cierto es que su capacidad de maniobra es mínima y su partido parece totalmente aislado, al menos mientras lo lidere el todavía presidente del Gobierno en funciones.

Albert Rivera, crecido por los dos debates, instando al PP de forma cada vez más directa a que jubile a Rajoy -hoy ha apelado a lo que quede de la centrista UCD en el Partido Popular- y al mismo tiempo disputándole claramente el territorio político y la parroquia del centro derecha y de la derecha, por si hay nuevas elecciones. Y algunas encuestas dicen que con éxito.

Pablo Iglesias y el resto de la izquierda, que hoy ven a Sánchez más débil tras sus dos derrotas, instándole a un diálogo y una negociación para un Gobierno de coalición con todos ellos y sin Ciudadanos.

¿Y Pedro Sánchez? Pues probablemente seguirá en lo mismo en que está desde hace semanas, por ahora sin éxito porque es difícil lograrlo: cuadrar un círculo donde con el PSOE quepan Ciudadanos y las izquierdas, unos con un sí y entrando en el Gobierno y otros con una abstención y apoyando después en el Parlamento. Y en cualquier caso, eso sí, evitando Sánchez las minas internas que aún pueden ponerle algunos de los barones socialistas.

En las segundas partes de los partidos, unas veces cambia radicalmente el juego y el resultado y otras veces los minutos se convierten en basura, por inútiles y tediosos. Como lo saben, todos los partidos estarán también estos próximos dos meses con un ojo en el día a día de las negociaciones y los acercamientos y alejamientos y con el otro mirando a finales de junio, por sí hay que ir a una nueva competición, a unas nuevas elecciones.

Estamos en la mitad de primer tiempo del partido

Si esto fuera un partido de fútbol, estamos en la mitad de la primera parte del partido. Como estaba previsto, Pedro Sánchez ha fracasado hoy, 2 de marzo, en su primer intento de lograr la investidura como presidente del Gobierno. «Pondré difícil a Pablo Iglesias decirme no», decía Sánchez el pasado jueves a 20minutos. Se lo ha puesto difícil estos días, ha presionado cuanto ha podido al líder de Podemos, buscando su abstención. Seguirá haciéndolo hasta la tarde noche del viernes, cuando se produzca la segunda votación. Previsiblemente, con el mismo resultado: no. Y ahí llegaremos a la mitad del partido.

La segunda parte va a ser muy larga y muy imprevisible. Hasta el 2 de mayo (dos meses después de la primera votación, como dispone el artículo 99.5 de la Constitución), el Rey no podrá disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones. Estemos preparados, porque en esos dos meses puede pasar de todo. Negociaciones más intensas que las celebradas hasta ahora entre el PSOE y su izquierda. Nuevas gestiones a dos bandas de Ciudadanos o bien para que el PP se abstenga ante una posible nueva sesión de investidura de Sánchez o bien para intentar que el PP jubile a Rajoy y busque otro nombre que pueda ganarse la abstención del PSOE. Búsqueda de un independiente que pueda ser investido con síes y abstenciones de tres de las cuatro grandes fuerzas…

A veces, las segundas partes apenas añaden nada al partido: ni goles, ni momentos estelares de algún jugador, ni emoción en la grada. En ocasiones, además, provocan lesiones, tarjetas o expulsiones incluso. Pero otras veces, hay cambios de estrategia de juego o sustituciones de jugadores que dan un vuelco al marcador con que se fue al descanso. Veremos qué da de sí este partido tan raro, en el que además no están jugando dos equipos, sino una docena larga, y algunos de ellos debutantes.

El discurso de Sánchez, mestizo y femenino

El tono ha sido moderado, sin aires mitineros –y quizás sí debía de haberle dado alguno, para reforzar la idea de que la oportunidad es única para todos los que no son el presidente en funciones-, y al mismo tiempo un poco acelerado, como si no quisiera Pedro Sánchez consumir más de hora y media en los 42 folios que llevaba impresos. A final fueron 96 minutos, una hora y 36 minutos.

Los periodistas teníamos el texto delante, lo ha distribuido el PSOE cuando Sánchez apenas comenzaba su discurso de investidura, y hemos visto cómo el candidato se saltaba algunos fragmentos de lo que llevaba escritos y cómo metía, una y otra vez, la misma morcilla que no llevaba escrita: “Y esto lo podemos poner en marcha la próxima semana”. La frase a veces quedaba al final suspendida en su boca, como si estuviera a punto de completarla así: “Y esto también lo podemos poner en marcha la próxima semana, Pablo”.

Muchas críticas a Mariano Rajoy y a su ejecutoria en el Gobierno durante los últimos cuatro años, cosa esperable para reforzar la idea de lo urgente y perentorio que es el cambio. Bastantes piropos a Ciudadanos y a Albert Rivera, lógicos por el pacto previo que han firmado. Y muchos recados y aún más presión a Podemos y a Pablo Iglesias. A este, sin citarlo, quizás para bajarle algo los humos de las últimas semanas y los varios feos personales que el líder de Podemos le ha hecho al del PSOE desde «la sonrisa del destino» hacia acá.

Y lo más novedoso, en mi opinión: el concepto del mestizaje, de que somos un país de cruces, de mezclas, de combinaciones, de transversalidades… En todo, hasta en la ideología. Quizás debería haber explotado algo más Pedro Sánchez ese camino.

Nada más acabar el discurso, les he mandado el mismo whatsapp a una docena de dirigentes socialistas (sanchistas y antisanchistas, hombres y mujeres, mayores y jóvenes). La gran mayoría lo elogia y aplaude: lógico, es su jefe político.

Me ha parecido muy interesante una de las respuestas: “Es el discurso de investidura que perfectamente podría haber pronunciado una mujer candidata: por forma y por fondo, por apelación a la ternura, a la emoción, a sentimientos, por reconocer vulnerabilidad… Me ha llegado al corazón, y te aseguro que en política eso es difícil. Soy dura”. Sí, era una mujer la que así contestaba.

Mil veces políticamente muerto, Pedro Sánchez sigue vivo

Tras el rechazo ayer de Podemos al pacto del PSOE con Ciudadanos, vuelven algunos a dar por muerto políticamente a Pedro Sánchez. Quizás deberían ir un poco más despacio en el obituario.

No sé si es por un gran tesón y una gran capacidad de resistencia y de maniobra o si es sólo por baraka, esa especie de suerte providencial que a algunos les conceden los dioses, pero lo cierto es que Sánchez ha salido indemne e incluso crecido de muchas situaciones adversas.

En 2003, iba en el puesto 23 de la lista del PSOE al Ayuntamiento de Madrid, y el PSOE consiguió 21 escaños… pero en 2004 dos concejales salieron y Sánchez no solo se convirtió en edil, sino en uno de los puntales de la entonces jefa municipal socialista, Trinidad Jiménez.

En las elecciones generales de 2008, Sánchez ocupaba el puesto 21 de la lista socialista al Congreso de los Diputados. El PSOE sacó 15 escaños, y Sánchez se fue a ganarse a vida de profesor a la Universidad Camilo José Cela… hasta que en 2009 se había corrido tanto la lista con nombramientos del Gobierno de Zapatero que Sánchez no solo entró en el Congreso, sino que incluso era elegido por los periodistas como diputado revelación del 2010.

En las elecciones generales de 2011, iba el undécimo en la lista socialista por Madrid al Congreso. El PSOE sacó 10 asientos, y Sánchez se volvió a la universidad y se dedicó a preparar su doctorado… hasta que en 2013 se corrió de nuevo la lista y volvió de diputado al Congreso y a tener un papel relevante en la conferencia política con la que ese otoño el PSOE intentó reinventarse con el empuje y el freno de Rubalcaba.

En 2014 iba a ser arrasado por Eduardo Madina en la votación directa entre los militantes socialistas para elegir a su secretario general… pero no, fue él quien arrasó. El 20 de diciembre pasado por la noche, con los pobres resultados electorales del PSOE humeantes, Susana Díaz y algunos otros barones socialistas lo iban a matar, pero no, sobrevivió. El Comité Federal socialista de enero también parecía que iba a matarlo, pero tampoco. Rajoy y el PP lo iban a aplastar hace pocos días, presionándolo con los mercados, el Ibex y Felipe González… pero tampoco. Pablo Iglesias y su sonrisa del destino lo iban a matar por ahogamiento, tomándolo como presidente del Gobierno cautivo y desarmado… pero por ahora tampoco.

Tiene difícil la investidura. La próxima semana, casi imposible. Pero, visto su pasado remoto y reciente de tesón y/o de baraka, a mí no me sorprendería que a la postre le salga.

Los números de la tentación de Podemos para ir de nuevo a elecciones

Primera reunión, ayer viernes, de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias para negociar un posible acuerdo de Gobierno, y lo que parece una nueva línea roja del segundo al primero: No seguiremos hablando si no dejas de hacerlo con Albert Rivera, le vino a decir el líder de Podemos al del PSOE.

¿Es un farol, un primer movimiento táctico para ver cómo reacciona el rival? ¿O es una segunda señal de que Podemos juega a que no haya acuerdo y se vaya de nuevo a elecciones, tras la primera señal, el miércoles pasado, al coincidir Podemos con el PP en el Congreso en su posición de darle solo dos semanas a Sánchez para negociar sus apoyos de investidura?

Sea como fuere, lo cierto es que desde el jueves pasado tienen más argumentos quienes en Podemos quieren apostar por nuevas elecciones. Ese día se publicó el Barómetro del CIS. Aunque las encuestas se habían hecho un mes antes y el estudio quedaba un poco viejo, la mayoría de los políticos y de los medios nos fijamos en un dato muy relevante: en unos nuevos comicios, Podemos y sus confluencias, con el 21,9% de los votos, superarían al PSOE, con el 20,5%. Pero hay otros muchos datos en el estudio que están aumentando en el seno dd Podemos la tentación de no pactar con el PSOE y forzar nuevas elecciones. Entre ellos estos:

-IU, a pesar del fiasco del 20 de diciembre pasado (sólo 2 diputados pese a superar los 923.000 votos), sigue manteniendo fiel a su parroquia, probablemente por el creciente tirón de su líder, Alberto Garzón: tuvo en las elecciones del 20-D el 3,67% de los votos y tendría ahora, según el Barómetro del CIS, el 3,7%.

-El PSOE tiene problemas para mantener la fidelidad de sus votantes. Vete a la página 49 de este enlace del estudio del CIS: de los que votaron al PSOE el 20-D, el 78,8% volvería a hacerlo, el 10,8% no saben todavía qué harían y el 2,4% votarían a Podemos. Para Podemos, las cifras son menos preocupantes: de los que le votaron el 20-D, el 84,7% volverían a hacerlo ahora, el 4,3% no saben aún qué harían y el 1,5% votarían al PSOE.

-Podemos más sus confluencias no solo superarían ahora al PSOE en unas nuevas elecciones, según el CIS, sino que incluso superan el PP en voto directo, el que espontáneamente declara el encuestado: página 33 de este enlace: 18,4% de la suma de Podemos y las otras tres marcas aliadas frente a 18,2% del PP.

-El CIS tradicionalmente infravalora a Podemos en sus encuestas. Hay una prueba reciente. A primeros de diciembre pasado, el CIS publicó una macroencuesta previa a las elecciones que se iban a celebrar el día 20. Predijo que el PP tendría el 28,6% de los votos, el PSOE el 20,8%, Ciudadanos el 19%, IU el 3,6% y Podemos y sus confluencias el 15,7%. Puedes verlo aquí, en la página 32 de este enlace. La realidad de las urnas el 20-D fue esta: el PP logró el 28,72%, el PSOE el 22,01%, Ciudadanos el 13,93%, IU el 3,67% y Podemos y sus confluencias el 20,66%. Es decir, el CIS acertó bastante con PP, PSOE e IU, se equivocó mucho por exceso con Ciudadanos (le auguró 5 puntos largos más de lo que luego logró) y se equivocó también mucho por defecto con Podemos, al que le pronosticó casi 5 puntos menos de los que realmente logró. Para que os situéis: un punto porcentual en las elecciones del 20-D equivalió a unos 251.000 votos, luego el CIS no detectó unas semanas antes de las elecciones a 1,25 millones de votantes de Podemos.

La cocina del último Barómetro del CIS, el del jueves pasado, prevé para Podemos y sus confluencias el 21,9% de los votos, a unos 6 puntos porcentuales del PP, al que la adjudica el 28,8%. En Podemos probablemente aumenten quienes apuesten por nuevas elecciones porque, a la luz de todos los factores arriba enumerados (y con un acuerdo preelectoral con IU para sumarse sus casi millón de votantes) creen que la formación liderada por Pablo Iglesias podría conseguir no sólo superar al PSOE, sino incluso al PP.

¿El cuento de la lechera? Quizás: la opinión pública y la intención de voto está muy volátil, y hay muchos factores que podrían cambiar las corrientes de fondo del voto ante esas hipotéticas nuevas elecciones. Por ejemplo, a quién responsabilicen los ciudadanos, sobre todo los de izquierda y centroizquierda, de que no haya ese «Gobierno de cambio» que intenta Pedro Sánchez.

En los próximos días, habrá que mirar cada gesto y cada palabra de cada actor con extrema atención y preguntarse qué pretende, qué busca, qué dice, qué quiere en realidad decir y a quién…

Las aguas se calman en el PSOE

Calma poco tensa en el PSOE, en vísperas del Comité Federal de pasado mañana sábado, el que en teoría era un Rubicón que se iba a ocupar de dos asuntos relevantes: por un lado poner fecha al congreso en el que algunos preparaban la derrota y sustitución del secretario general, Pedro Sánchez, y por otro aprobar o no los preacuerdos de Sánchez con Podemos y otras fuerzas políticas para lograr su investidura como presidente del Gobierno.

Previsiblemente, no se decidirá ni una cosa ni la otra. La primera, porque hay tantas incertidumbres sobre el panorama político general y dónde acabaremos que no parece sensato ponerse ahora el pie forzado de una fecha para el congreso. La segunda, porque Sánchez ha ralentizado esta semana, adrede, los contactos, y les va a decir el sábado a los miembros del Comité Federal que aún no se ha puesto a negociar con otras formaciones, que cree que de nuevo le propondrá el rey a Rajoy que intente la investidura y que, si este declina la invitación por segunda vez, será entonces cuando toque el turno al PSOE.

Sánchez está dedicando la semana, entre otros asuntos, a dos muy importantes para él: a parar la nueva embestida de Rajoy y del PP para intentar la Gran Coalición (un acuerdo de Gobierno entre PP, Ciudadanos y el PSOE) y a tomar medidas preventivas de pacificación de su Comité Federal.

Para lo primero ha contado con un aliado imprevisto: la nueva tufarada de corrupción a gran escala que desde el martes sale de Valencia (video TeQuieroAlfonsoCoño incluido) ha dejado algo grogui a Rajoy, aunque él aún no lo sepa o no lo admita. Además, la anunciada montaña interna que venía en este asunto, Felipe González, ha parido poco más que un ratoncito.

Para lo segundo, Sánchez está recibiendo a solas, desde el lunes, a todos o casi todos los barones territoriales del partido, uno por uno. Sobre su cita con Susana Díaz hay dos versiones. Una, que habían quedado ayer, miércoles, y tuvo que ser por teléfono por problemas de agenda de la líder socialista andaluza en cuanto presidenta de la Junta. Otra, que la cita será mañana, viernes.

En cualquier caso, cuentan los más cercanos a Sánchez que el saldo de las citas es muy positivo. Los barones más cercanos al secretario general han cerrado fijas con él y algunos de los hasta hace unos días más críticos (por ejemplo, el aragonés, Javier Lambán; y el extremeño, Guillermo Fernández Vara) han ido moderando el tono y se han acercado en son de paz a las posiciones de Sánchez.

¿Y ahora qué? Esperar que, cuando el rey acabe su ronda de consultas, le proponga de nuevo a Rajoy y este se vea impelido a declinar de nuevo la invitación… y de manera definitiva. E intentar Sánchez en ese momento -con un programa de agenda social, reformas institucionales y regeneración democrática- un acuerdo a tras bandas para que Pablo Iglesias le dé un sí a su investidura y Albert Rivera se abstenga y el PSOE se quede relativamente tranquilo.

-¿Y la propuesta de Pablo Iglesias de entrar Podemos en el Gobierno y además con él mismo de vicepresidente y varias carteras para su formación? -pregunto.
-Pablo y Podemos ya han renunciado a varias propuestas relevantes o líneas rojas en poco tiempo -me contesta alguien cercano a Sánchez-: la del presidente del Gobierno independiente, la del referéndum en Cataluña, la de los cuatro grupos parlamentarios para Podemos y sus confluencias, la de que no entraría en Gobierno que no fuera presidido por él… Renunciará también a la última, en todo o en parte

Las 18.10 del jueves 28 de enero y así están las cosas. Pero no os fiéis, que el tiempo político está tan volátil que un estornudo mediano puede desencadenar una nueva tormenta.

La corrupción neutraliza a Rajoy

La corrupción le estalla al PP por oleadas con una frecuencia cada vez más corta. La por ahora última oleada viene recia: en pocas semanas, el caso Arístegui/Gómez de la Serna, el caso Acuamed, el repunte peligrosísimo de lo de los ordenadores de Bárcenas -con el PP directamente imputado-, las nuevas sospechas sobre Rodrigo Rato, ayer en Valencia la operación Taula -con 24 detenidos, entre ellos ex primeros espadas del PP allí-…

Mientras jueces, fiscales, Policía y Guardia Civil tiran de las diferentes cuerdas y desenredan las muchas madejas corruptas, Mariano Rajoy echa balones fuera en estos asuntos -«no sé si mi partido está imputado», se hace hoy el inocente sobre lo del ordenador de Bárcenas- e insiste machaconamente en que las únicas soluciones para los males de España son su partido y su persona. Le hace un regate al Rey, hace como que negocia con Albert Rivera y, sobre todo, presiona a Pedro Sánchez con nuevos señuelos, con los mercados, con la prensa amiga, con las divisiones socialistas internas, con la estigmatización de Podemos…

Pedro Sánchez creo que va a aguantar los tirones. «Con el partido de la Gürtel, de la corrupción en Valencia, de los recortes, de Bárcenas… no creo que haya ningún argumento para que lo apoye por activa o por pasiva», ha dicho hoy mismo el líder socialista. Está por ver si el PSOE también aguanta.

¿Y Rivera? El enorme crecimiento de Ciudadanos en pocos meses se ha debido en gran parte a la denuncia rotunda de la corrupción. Hace menos de un año, en marzo pasado, me decía Rivera:

-Bárcenas no es un tesorero infiel que le ha robado todo el dinero a todo el mundo, no. Es un señor que ha participado de una fórmula de trabajo de una banda organizada y hay que ver si el presidente del Gobierno, si sus miembros de Gobierno, quiénes del Partido Popular de hoy o de los que estuvieron forman parte de la banda.

Le pregunté de inmediato si Ciudadanos apoyaría a candidatos del PP en investiduras como alcaldes o presidentes autonómicos tras las entonces inminentes elecciones autonómicas y municipales.

-El Partido Popular tiene que hacer limpieza, y si no hay limpieza nosotros no nos podemos manchar. (…) Los partidos nuevos no podemos participar de una especie de pasteleo para lavarle los problemas de los demás. Si hay que pactar cosas con un Partido Popular o con un Partido Socialista, si tenemos que compartir Gobierno, será porque compartimos principios. Y para mí, un principio básico es la ética en la política, la limpieza en la política y la transparencia en ese sentido.

El escenario de «compartir» gobiernos autonómicos o municipales que Rivera analizaba en marzo ha llegado ahora al Gobierno central. Imágenes como las de ayer en Valencia le deben de estar recordando a Rivera lo de la «banda organizada» y lo de «no nos podemos manchar» y lo de «el Partido Popular tiene que hacer limpieza». 

Aunque Rajoy lo niegue, la corrupción está paralizando y neutralizando al PP en sus negociaciones. Cuando el presidente en funciones ha querido despertar de su indolencia o de su desidia postelectoral, la corrupción seguía ahí, y recrecida:

«¡Yo te quiero Alfonso, coño! Quiero que sepas que tus éxitos los considero mis éxitos», dice Rajoy en un acto público en 2007, como se ve en este video.

Alfonso es Alfonso Rus, el principal detenido de ayer.

Semana clave en 6 claves

Todas las semanas tras el 20-D han sido importantes, pero la que ahora entra puede ser decisiva. Estas son las claves:

1. Segunda ronda del Rey, a partir del miércoles 27. Al finalizarla, propondrá a un candidato que afronte la investidura. Salvo gran sorpresa, de nuevo a Mariano Rajoy.

2. Segunda oportunidad de Rajoy. Rechazó la primera, el viernes pasado, en un gesto insólito y sin precedentes que dificulta a Felipe VI el desempeño de su papel institucional. Es improbable que estos días sume Rajoy algún apoyo. Una segunda renuncia sólo se entendería si fuera definitiva. Y hasta en el PP habría quienes pensaran en un nuevo nombre. El previsible, Soraya Sáenz de Santamaría, ha quedado salpicado por el caso Acuamed, y ya circulan otros: Feijóo, Cifuentes, Alfonso Alonso…

3. Muchas tareas para Pedro Sánchez, y todas muy delicadas. Hablar tanto con su derecha (Ciudadanos) como con su izquierda (Podemos, IU) y con los nacionalistas, sin disgustar a nadie. Aguantar las muchas y cada vez mayores presiones para que el PSOE ceda una abstención a la investidura de un candidato del PP. Y, sobre todo, pasar el Rubicón el sábado 30 del Comité Federal socialista, donde sus correligionarios le van a examinar con lupa cualquier preacuerdo y donde algunos le esperan con el cuchillo desenvainado.

4. Podemos: acelerar o ralentizar. El acelerón del viernes pasado, con la propuesta de Pablo Iglesias a Sánchez de formar un Gobierno entre PSOE, Podemos e IU, con el propio Iglesias de vicepresidente, ha desatado primero las suspicacias y después las alarmas en el PSOE. Hoy hay más jefes socialistas que creen que se enfrentan a una OPA hostil que los que piensan que es una oferta de leal colaboración. Si el acelerón de Podemos sigue -hoy seguía-, en el PSOE estarán convencidos de que es una oferta trampa, una estrategia para culpabilizar al PSOE de que no haya un Gobierno de izquierdas, forzar nuevas elecciones e intentar el sorpasso.

5. Ciudadanos sigue viéndose bisagra. Ayer dijo que «en ningún caso» votará sí a Sánchez. Pero no dijo que no se vaya a abstener. En las idas y venidas, hay en C’s incluso quien cree que Albert Rivera podría ser presidente de un pacto PP-Ciudadanos-PSOE.

Y 6. La semana pasada tuvo dos grandes golpes de efecto: el de Iglesias y el de Rajoy. No es descartable que la nueva semana también traiga algo imprevisto. La partida se juega en un escenario nuevo entre nosotros: mucha tensión y presión, gran fragmentación parlamentaria y difíciles sumas de síes, de noes y de abstenciones.

La hoja de ruta de Pedro Sánchez (a hoy)

Previsiblemente, la próxima semana (martes 26 y jueves 28) o la siguiente (martes 2 y jueves 4 de febrero), Mariano Rajoy intenta su investidura en el Congreso, y no la consigue. Previsiblemente, pocos días después, es el turno de intentos de Pedro Sánchez (martes 2 y jueves 4 de febrero o martes 9 y jueves 11, o como mucho una semana más tarde: martes 16 y jueves 18).

Sea como fuere, aún estamos relativamente lejos del intento del secretario general socialista por convertirse en presidente del Gobierno. Pueden pasar muchas cosas en medio. Encuentros y desencuentros, Acercamientos y alejamientos. Tiras y aflojas. Hace una semana, Sánchez estaba en conseguir el sí o la abstención de Podemos a su investidura, y al mismo tiempo la abstención o el sí de Ciudadanos. Casi indistintamente una u otra solución. Ahora ha fijado una prioridad, un objetivo más concreto: conseguir que al sí de los escaños del PSOE (90) se sume el sí de Podemos y sus confluentes (69) y la abstención de Ciudadanos (40). ¿Y con los nacionalistas? Con el PNV (6 escaños) se empleará a fondo para el sí (muy valioso, porque contrarrestaría lo suficiente un no de Ciudadanos a última hora); con los catalanes (9 de ERC y 8 de DL), algo menos: los socialistas dan por hecho que los nacionalistas catalanes no se retratarán votando no con los diputados del PP (123) a un presidente socialista y más sensible a atender el problema catalán.

Pero eso es a hoy, insisto. En política pueden pasar en pocas horas muchas cosas que tuerzan o corrijan las hojas de ruta previamente trazadas.

PD Las encuestas publicadas estos días, que dicen que en unas nuevas elecciones Ciudadanos tendría peor resultado que el pasado 20 de diciembre y que Podemos mejoraría algo, pero no mucho o muchísimo, pueden pesar mucho en los dos partidos y líderes emergentes (Albert Rivera y Pablo Iglesias) a la hora de negociar. Hoy estarían ambos más dispuestos que hace una semana.

Tetrapartidismo con tics en el ojo

Os lo comenté aquí hace unos meses, a propósito de Grecia. Mirarse a los ojos fijamente sin ni siquiera parpadear, esperando que la otra parte lo haga primero, ha sido una de las técnicas más habituales en todo tipo de mesas de negociación, transacción, convenio, trato, acuerdo, contrato…

En el post20-D, todos los partidos políticos están en lo contrario, en parpadear continuamente y a destiempo.

-El PP y Mariano Rajoy, dale que dale con la llamada a la gran coalición y a la apelación a la responsabilidad y al sentido de Estado del PSOE, dejándose ver los miedos a un fracaso estrepitoso en la primera ronda de investidura, la que corresponde al hoy presidente en funciones.

-Ciudadanos, con parecida propuesta y con el temblor y temor demasiado visibles a que, si hay nuevas elecciones, quedarse en emergente pequeño, ni siquiera mediano.

-El PSOE, loco a parpadeos internos los primeros días, unos para matar a su secretario general y candidato a presidente, Pedro Sánchez, y otros para defenderlo y contraatacar, y ahora a parpadeos externos a Ciudadanos, a Podemos, a los nacionalistas, a troche y moche… y dejando ver la impaciencia y ansiedad por un acuerdo.

-Podemos, con parpadeos sobreactuados, especialmente esta semana pasada, tras la constitución del Congreso de los Diputados, a veces endureciendo la posición de partida, cosa legítima y comprensible, y a veces jugando sin disimulo -y el público lo nota- a que se repitan las elecciones, convencido de que le dará una pasada al PSOE.

Todos, el tetrapartidismo, los dos tradicionales y los dos emergentes, venga a parpadear de modo compulsivo pese a que el Rey ni siquiera ha comenzado por ahora la ronda de consultas (lo hará mañana) y las negociaciones formales de primera ronda -la de Rajoy- ni siquiera han arrancado.

Les va a dar algo a los cuatro. Se les están quedando varios tics en el ojo y, cuando necesiten de verdad hacer un guiño, mandar una señal o un mensaje cierto, no van a poder o no van a saber cómo.