
(ATENCIÓN, SPOILERS) Han sido ocho temporadas. Se dice pronto. Hemos asistido a amores, desamores, odios, risas, hijos que crecen y se emancipan, glamour, misterios, asesinatos, enfermedades, dolor, muerte y, por supuesto, amistad. Mucha amistad. Porque, a un ama de casa al borde de un ataque de nervios, ¿qué le queda más que confiar sus temores y desvelos a sus mejores amigas?
Entre las vallas blancas y los perfectos jardines de flores ornamentales de Wisteria Lane, el barrio más glamoroso de la tele, se ha ido desgranado las historias de Mujeres Desesperadas (Desperate Houwives) una serie que, con los consabidos altibajos, ha conseguido mantener la audiencia hasta el final con una fórmula de misterio, comedia, amor, sexo, cotilleos de vecinas y un reparto de actrices que ya le gustaría a Almodóvar.
Han sido ni más ni menos que 175 capítulos donde, vecinos que se saludan amablemente mientras los aspersores riegan céspedes podados al milímetro, guardan tras las puertas de sus casas los secretos más sórdidos. Y de nuevo nos preguntamos: ¿Cuál es el secreto del éxito? ¿Qué tiene Mujeres Desesperadas que la ha convertido en una de las series más apreciadas por el público y, en especial, las féminas?
Compartir secretos, cotillear, jugar al póquer
Ante todo y lo más importante, una historia que ha funcionado a las mil maravillas y que ha recogido de una manera irónica y muy entretenida las vivencias de un grupo de mujeres muy distintas entre sí y que, sin embargo, son las mejores amigas del mundo. Y como las mejores amigas, la diversión reside en compartir secretos y cotillear.
A veces, los secretos que se revelan mientras juegan al póquer y comen tarta de limón giran en torno a sucesos inesperados, a misterios, asesinatos que ocurren en el imaginario y apacible condado de Fairwiew. Otras veces, los secretos son los dramas vividos en silencio que, finalmente, salen a la luz. ¿Y quiénes están ahí para hacer más llevaderos los disgustos, las amarguras de la vida ocasionados por hijos, maridos, amantes, trabajo…? Desde luego, las amigas de barrio, las mejores amigas que te conocen como nadie y saben escucharte.
En segundo lugar, un estilo visual muy atractivo, glamoroso, similar al de Sexo en Nueva York pero en un barrio residencial de las afueras. Con mujeres espectaculares que han ido envejeciendo muy bien a lo largo de la serie, y que nos han mostrado todas las facetas de su personalidad: desde sus momentos más felices a los más dolorosos.
Ahoga en la bañera a sus cinco hijos
Cuenta Marc Cherry, el creador de la serie, que Mujeres Desesperadas es un homenaje a Sexo en Nueva York (Sex and the City) y A dos metros bajo tierra (Six feet under). La primera de ellas por la complicidad que se establece entre el grupo de mujeres, y la segunda “por esa sensibilidad oscura y retorcida”.
Cherry estaba viendo la tele con su madre cuando dieron la noticia de una mujer que había ahogado en la bañera a sus cinco hijos. Y Cherry dijo: ¿te imaginas lo desesperada que puede estar una mujer para hacer eso? Y su madre dijo: Sí, yo lo entiendo”. Entonces fue cuando se dio cuenta de la oscuridad que hay tras cualquier vida, de la desesperación que puede soportar un ama de casa, la angustia, los secretos escondidos, las mentiras, las renuncias, las amarguras…
Cuando la vida perfecta no es tan perfecta
“Cuando concebí mi serie -explica Cherry- pensé que las mujeres de Sexo en Nueva York siempre trataban de buscar a su hombre perfecto. Y pensé qué pasaría si las cuatro encontraran a ese hombre perfecto, y se marcharan a vivir a las afueras, a estos chalés fantásticos, y se dieran cuenta de que todavía no eran felices… Y ése es el comienzo de mi serie: cuatro mujeres que se mudan a las afueras, consiguen el tipo de vida que querían y de repente descubren que están desesperadas. Es una exploración de la infelicidad de las mujeres después de conseguir lo que quieren”.
Continuará en el siguiente post…
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