Entradas etiquetadas como ‘Helmut Newton’

En defensa de los fotógrafos octogenarios

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Cada jueves escribo en este blog sobre fotografía. Van 159 jueves consecutivos, una cifra que de ser meditada se convierte en un laberinto, y hoy, lo confieso, estoy cansado. El parte de daños —la artitris que asoma como un enjambre de navajas en rodillas y manos, la melancolía insistente, el pecho sometido a las mandíbulas del tigre… — quizá justifique la extenuación y la edad, qué demonios, da derecho a la queja.

Me he permitido tomar de la inmejorable bitácora Iconic Photos un reportaje de Vanity Fair publicado en enero de 2001. Cada uno de los diez pliegos —sí, jovenzuelos, hubo un tiempo en que las revistas consentían piezas de veinte páginas y los lectores las demandábamos así de largas, porque leer no es una ocupación de hormigas afanosas, multi task y egoístas sino de hombres—. Cada uno de los pliegos  está vinculado a un archivo de imagen en alta resolución que permite una cómoda lectura y, además, te asoma a la trama tipográfica, ese otro laberinto en el que algunos todavía deseamos perdernos. Si fuese posible, para siempre.

El reportaje, escrito por David Friend, reúne y muestra a 18 fotógrafos que en el momento de la publicación tenían más de 80 años. Casi todos han muerto desde entonces —de algunos he escrito obituarios en estas mismas páginas, por ejemplo de la costurera-fotógrafa Lillian Bassman— y de la nómina quedan vivos, si no me falla el recuento, solamente Phil Stern (1919) y Ralph Morse (1917), ambos a punto de ser centenarios.

Fotógrafos y vejez. Dicen que hay algo intrínseco entre el oficio y la longevidad porque usar la mirada como sentido primario logra que los latidos del corazón sean más distantes. El feroz Helmut Newton añadía que el contacto frecuente  con los baños químicos necesarios para el revelado de los negativos y las copias prolongaba la virilidad más allá de lo razonable. Newton, como su fotografía, era bastante fantasma, pero me subyuga la idea subsecuente de una tribu millonaria de fotógrafos digitales y, ya que no imponentes, impotentes.

Basta. Estoy cansado, repito. Lean, si les place, el reportaje sobre los viejos fotógrafos. Consideren después el panorama que nos rodea: como diría Peter Handke, el respeto «se fue al carajo» y «un tropel de muchachos y muchachas (…), que a lo largo y lo ancho del país han se­gregado una estirpe de gentecilla eternamen­te despierta como ellos, que incluso se ocu­pan de entrenar a sus nietos como ejército de gente que está al acecho».

Ánxel Grove

Muere el primer fotógrafo que llevó a las «chicas del Este» a Playboy

Günter Rössler

Günter Rössler

El autor de esta foto y de muchos otros desnudos de «chicas» —el entrecomillado es suyo, ya que nunca quiso acudir a la palabra «modelo», que quizá no le parecía suficientemente cómplice— murió el último día de 2012, tras sufrir un ataque al corazón, en un hospital de Leipzig (Alemania), la misma ciudad en la que había nacido hace 86 años.

A Günter Rössler le llamaban «el Helmut Newton de la República Democrática Alemana». Anque no le gustaba nada la comparación («Newton buscaba la pose, yo busco la naturalidad de las chicas»), no había demasiada injusticia en el cotejo. Ambos eran alemanes, nacieron con seis años de diferencia y retraron con obcecación un tema único: el bodegón anatómico femenino. Les separaba una circunstancia histórica: Newton se fue del país antes de que los nazis decidiesen que había llegado el momento de convertir el germanismo en una forma perfecta para justificar el crimen como capricho, y Rössler, del que ningún dato conozco sobre su actividad durante el nazismo y la guerra, se quedó en el país pero en el territorio que el reparto aliado concedió a Stalin, la RDA.

Günter Rössler

Günter Rössler

Desde 1951 trabajó como fotógrafo. Hizo inspiradas fotos comerciales de moda para la revista Modische Maschen y algún que otro trabajo documental. A partir de mediados de los años sesenta empezó a retratar a «chicas» desnudas. En algunos casos siguió el canon de Newton —mujeres fuertes que se plantan ante la cámara del fotógrafo voyeur con un orgullo sexual altivo—. En otros, como en la imagen que abre la entrada, practicó con los obtusos lugares comunes del diván y la exhibición de vello púbico y pezones duros, siempre celebrada por quienes superponen fotografía y ginecología, una especie de ser humano desviado muy abundante en el Reino Unido.

Casi nada era fácil en la RDA, el país donde el comunismo demostró su desarrollo final lógico: la paranoia y la delación, y debemos otorgar a Rössler la cualidad de la valentía, que, también es verdad, es un ideal que suele estar de saldo en los régimenes totalitarios si siendo valiente no pones en duda al poder u hostigas a sus lebreles. Las «chicas Rössler» crujían en el paraíso de los trabajadores, pero sólo un poquito. No relata la historia el caso de ningún muro que cayese por la imágen en claroscuro de un culo en un sofá.

En 1979 la primera exposición del fotógrafo fue un escándalo de alcance local. Las autoridades no censuraron la obra ni sometieron al autor a un interrogatorio de la Stasi, pero, en una decisión muy higienista que seguramente adoptó una Ana Botella de la vida de la RDA —los extremos siempre están conectados, como sabemos por la física de fluidos—, prohibieron que la galería fuese «visitada por escolares».

Günter Rössler

Günter Rössler

Cinco años más tarde Rössler accedió al Olimpo de la epidermis cuando la revista Playboy publicó en su edición alemana, occidental, por supuesto, un reportaje —sé que insulto al género periodístico utilizando el término y acepto regañina— titulado Mädchen aus der DDR (Chicas de la RDA). Nada menos que diez páginas dedicadas a la difusión en papel glossy de jóvenes en cueros retratadas por el fotógrafo. Le pagaron 10.000 dólares, pero sólo recibió el 15%. El resto de las plusvalías derivadas de la explotación del vello púbico se lo quedó el Estado.

Rössler —que se había casado con una de sus «chicas», 40 años más joven que él— tuvo mucha actividad en 2012. En septiembre publicó la antología Starke Frauen im Osten (Mujeres fuertes en el Este), una recopilación de, ¡bingo!, desnudos, y en diciembre, poco antes de la muerte, protagonizó el documental Die Genialität des Augenblicks (La genialidad del momento).

Un detalle que permite cerrar con morbo la historia: en 2006 le dieron por muerto por una presunta neumonía grave y la revista Super Illu —les juro que se llama así— llegó a publicar un obituario donde celebraba al fotógrafo de «chicas» como el «gran maestro del desnudo alemán». No me consta que lo hayan reutilizado ahora.

Para no dar la impresión de que esta entrada tiene por exclusico target a los lectores del Reino Unido, inserto abajo algunas de las mejores fotos de Rössler. En ninguna hay ombligos.

Ánxel Grove

Günter Rössler

Günter Rössler

Günter Rössler

Günter Rössler

Günter Rössler

Günter Rössler