Documental y ‘biopic’ sobre Robert Mapplethorpe, el ‘James Dean siniestro’

Izquierda, James Dean en una foto de promoción de 'Rebelde sin causa', 1955 - Derecha, Autorretrato de Robert Mappelthorpe, 1980 © Robert Mapplethorpe Foundation

Izquierda, James Dean en una foto de promoción de ‘Rebelde sin causa’, 1955 – Derecha, Autorretrato de Robert Mapplethorpe, 1980 © Robert Mapplethorpe Foundation

Más de una vez han sido citadas las similitudes entre este par de galanes y el twist que los emparenta pese a la brecha de los calendarios.

James Dean, cuyo segundo nombre era apropiado para la vida fosfórica que llevó: Byron, vivió tan rápido como el Porsche 550 Spyder al que llamaba Pequeño Bastardo y entre cuya dinámica carrocería plateada murió por un multitraumatismo el 30 de septiembre de 1955, a los 24 años, tras estrellarse por exceso de velocidad contra el coche mucho menos glamuroso que conducía un chico proletario llamado Donald Turnupseed. El conductor superviviente montó una empresa eléctrica y vivió hasta los 63. Nunca dijo una palabra a los periodistas que le abordaban en cada efeméride.

El organismo de Robert Mapplethorpe aguantó algunos años más, aunque no demasiados: colapsó a los 42, el 9 de marzo de 1989, por complicaciones derivadas del virus del sida. Al contrario que Dean, tuvo tiempo para encargar a una periodista de prestigio la redacción de una biografía oficial sin aristas, disfrutar de una fortuna ganada gracias a la especulación artística y montar una fundación para que sus herederos paguen menos impuestos.

Izquierda, James Dean, retratado por Roy Schatt en 1954 - National Portrait Gallery, Smithsonian Institution © Roy Schatt - Derecha, Identical self-portraits of Robert Mapplethorpe with trip cable in hand, 1974 © Robert Mapplethorpe Foundation

Izquierda, James Dean, retratado por Roy Schatt en 1954 – National Portrait Gallery, Smithsonian Institution © Roy Schatt – Derecha, Identical self-portrait of Robert Mapplethorpe with trip cable in hand, 1974 © Robert Mapplethorpe Foundation

El posible paralelismo, alimentado a fuego rápido por los trendhunters, que hablan de Mapplethorpe como de «un James Dean con una cámara (y un látigo)» —obsérvese la benevolente sonrisa que se cuela en la referencia al sadomasoquismo que tanto ponía al sobrevalorado fotógrafo—, regresa otra vez con el estreno en el Festival de Sundance, que ya no tiene ni gota de la rebeldía original y está dirigido a urbanitas neoyorquinos que parecen secundarios actualizados de la serie Frasier, del documental Mapplethorpe: Look at the Pictures, que la HBO emitirá en abril en los EE UU.

Dirigido por Fenton Bailey y Randy Barbato, el retrato fílmico no escamotea la parte hardcore de la obra del fotógrafo: las felaciones, erecciones y sodomías con puños enguantados que no estará presente, porque asusta a los inversores y sus damas acompañantes, en la próxima antología doble con la que Mapplethorpe ocupará los dos grandes museos de Los Ángeles, el Getty y el Lacma y luego viajará a Canada, el Reino Unido y Australia.

Dicen en el documental que Mapplethorpe soñaba con ser un «ídolo siniestro, un James Dean reinventado por David Lynch«.

Acaso lo ha conseguido de manera póstuma gracias a los buenos oficios de la mafia gay, el extra promocional de la derecha escandalizada con cada glande y la verborrea de algunos santones de la cultura pop como Patti Smith, esa señora que ha perdido el norte para vivir a tres palmos de la superficie terrestre y darnos lecciones a los mortales de dignidad y para-vida-intensa-la-mía.

Izquierda, uno de los últimos autorretratos de Mapplethorpe © Robert Mapplethorpe Foundation. Derecha, foto de promoción del actor Matt Smith

Izquierda, uno de los últimos autorretratos de Mapplethorpe © Robert Mapplethorpe Foundation. Derecha, foto de promoción del actor Matt Smith

Por si al fotógrafo le faltara carburante promocional —y ahora que sus imágenes están tan sobadas como para competir con los fusilables bebés de Ann Geddes (las balas las reservo para la autora, los bebés no tienen la culpa)— anuncian que se prepara una biografía en cine que protagonizará Matt Smith, de quien sólo sé que tiene cierto toque de lebrel en el gesto y se dedica a series de televisión que gozan del fanatismo acrítico que se ha extendido con tanto potencial de mortandad cerebral como el VIH lo hizo con el físico.

Al menos a James Dean, que siempre fue a más velocidad y no necesitó venderse, quizá porque murió en el momento en que los ídolos deben hacerlo —cuando aún no tienen club de fans que exclaman a coro «¡qué grande!» con cada excreción del amado—, lo dejan por el momento fuera de la ecuación.

Jose Ángel González

2 comentarios

  1. Dice ser Sibila

    Sr. González,

    Hay una línea entre la crítica y el vitriolo, y me parece que usted ha tomado una buena dosis del segundo. Si la obra de Mapplethorpe no le parece lo suficientemente buena (y aquí contradice a usted no sólo a yuppies salidos de Frasier), aporte los argumentos necesarios. Nunca he hecho comentarios en blogs hasta hoy. La amargura que destila cada párrafo es penosa. Y no, no soy de la «mafia gay» (¡viva el periodismo!)

    28 enero 2016 | 21:17

  2. Dice ser Sibila,

    No, no me parece ni siquiera regular (la obra de Mapplethorpe): fue un mediocre copista de Avedon y Ritts, pero, a diferencia de estos, jamás salió del espacio de seguridad del estudio y, también en contra de los maestros, anulaba la humanidad de sus modelos para situar por encima de ella la supuesta ‘marca’ Mapplethorpe que pretendió inventar —la carne masculina, que no fue el primero en mostrar por mucho que sus poco estudiosos fans lo prediquen—. Sus fotos son frías, desapegadas y esteticistas hasta lo estomagante. Eso sí, venden mucho ahora que la corrección es una dictadura.

    Creo que es necesario advertirle que esto es un blog personal y, por ende, 100% opinativo.

    Le agradezco su aportacion, que para ser la primera, según usted afirma, parece bastante ‘genética’.

    29 enero 2016 | 12:16

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